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Jean Ortiz, pasión por vivir

Fuentes: El Siglo

Conocí al periodista comunista francés-español Jean Ortiz a mediados de los años 70 durante mi exilio en La Habana. Luego de mi trabajo en el Ministerio de Justicia cubano, pasé a ocupar por concurso el cargo de subdirector de comunicaciones del Comité Chileno en el que trabajaban algunos de los grandes del periodismo nuestro como […]

Conocí al periodista comunista francés-español Jean Ortiz a mediados de los años 70 durante mi exilio en La Habana. Luego de mi trabajo en el Ministerio de Justicia cubano, pasé a ocupar por concurso el cargo de subdirector de comunicaciones del Comité Chileno en el que trabajaban algunos de los grandes del periodismo nuestro como Mario Gómez López, Marcela Otero o Marta Harnecker. El camarada Ortiz era por entonces corresponsal de L’Humanité en Cuba y junto a Giorgio Oldrini, corresponsal de L’Unitá en la isla, visitaban a diario el Comité Chileno de la calle 13. Ambos unían su trabajo periodístico a la solidaridad con la lucha antifascista de nuestro pueblo.

Fue allí donde surgió la idea en nuestro partido, en los años duros del 76 al 80, de pedirle a ambos que cumplieran tareas para la resistencia chilena aprovechando su condición de periodistas europeos. No dudaron en asumir el compromiso y vinieron en diversas ocasiones al país eludiendo a la Dina y a la CNI. Ambos conocían entonces o conocieron más tarde, afuera o en el interior, a varios dirigentes del PC chileno, entre ellos Luis Corvalán, Volodia Teitelboim, Gladys Marín, Julieta Campusano, Manuel Cantero, Rodrigo Rojas, Jorge Insunza, Jacinto Nazal, Juan Andrés Lagos, Carlos Poblete y al inolvidable «loco» Cuevas. En Chile sostuvieron encuentros con dirigentes políticos y sindicales, fueron invitados a reuniones en poblaciones obreras y, además de llevar y traer mensajes, documentos y noticias, publicaron excelentes reportajes en el exterior.

Los años han pasado. He vuelto a ver al compañero y amigo Giorgio Oldrini, relecto varias veces como alcalde de Sessto San Giovanni en Milán, Italia, pero no supe más de Jean Ortiz, salvo que había trabajado a favor de la causa de los compañeros nicaragüenses. Hasta que este año, en vísperas de nuestra Fiesta de los Abrazos -en la que también participó- tuvimos la alegría del rencuentro. Periodista, cineasta, investigador social y político, profesor universitario, llegó a Chile junto a su compañera Marielle y su equipo integrado por Dominique Gautier, Regine y Bernard, en busca de material para un documental sobre el Winnipeg.

Nacido en Francia pero hijo y nieto de combatientes republicanos españoles, con familiares ejecutados por el franquismo, Jean, autodefinido como «militante de la memoria» ha publicado diversos estudios sobre la guerra civil española como Rouges, maquis de France et d`Espagne, Guerrilleros en Béarn y Sobre la gesta de los guerrilleros españoles en Francia , ha producido con Gautier varios documentales entre ellos El grito del silencio , Espejo Rojo , Guerrilleros , Los maquis de la imposible esperanza, Hijo de Rojo. Es autor además del libro de poemas Mi guerra civil.

Sus pocos días de este año en Chile son fiel retrato de su temperamento y vocación; inquieto sin límites, interesado en el pasado y en lo nuevo, no descansa, no se detiene. Un día en Valparaíso, otro en Santiago, Isla Negra, Rancagua, etcétera. Entrevistó a numerosos personajes de la vida nacional y a modestos trabajadores y pobladores, avanzó en su documental, despachó para L’Humanité , participó en mesas redondas, presentó parte de su material fílmico en Le Monde Diplomatique . La rápida gira comenzó en la pequeña localidad de Caimanes, de mil 600 habitantes, que en soledad luchan hace una década contra la multinacional Pelambres, grupo Luksik incluido, que construye allí el mayor basurero químico del continente causando daños monstruosos a la naturaleza y a la vida humana. No hay agua limpia sino enfermedades severas. Autorizada por el gobierno de Ricardo Lagos.

El equipo de Ortiz lo supo en Europa y volaron al país. Es la pasión por luchar, amar, vivir intensamente que anima a todos los que sienten que la política es cosa de la razón y la conciencia, pero también del corazón ardiente de que habló Lenin.