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JM Santos, el Predestinado

Fuentes: Rebelión

Juan Manuel Santos, George W.Bush, ÁLvaro Uribe y Freddy Padilla Una evaluación objetiva de las ejecutorias del presidente de Colombia JM Santos, no se puede hacer sin repasar su privilegiada «predestinación». Cumplidos los 21 años en 1972 y después de haber estudiado Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas, es nombrado en […]

Juan Manuel Santos, George W.Bush, ÁLvaro Uribe y Freddy Padilla

Una evaluación objetiva de las ejecutorias del presidente de Colombia JM Santos, no se puede hacer sin repasar su privilegiada «predestinación». Cumplidos los 21 años en 1972 y después de haber estudiado Economía y Administración de Empresas en la Universidad de Kansas, es nombrado en la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia para que represente al país, durante nueve años, ante la Organización Internacional del Café en Londres. Allí obtiene el grado de máster en Economía y Desarrollo Económico de la London School of Economics, que después ampliaría con estudios de administración publica en Harvard, contando con becas de la Fundación Fulbright y de la Fundación Nieman para el Periodismo. ¡Toda una formación!

En 1981, regresa al país y es nombrado Sub-director del diario El Tiempo perteneciente a la poderosa e influyente familia Santos, y 10 años después, es nombrado por el presidente Cesar Gaviria como Ministro de Comercio Exterior. Dos años más tarde, en 1993, es nombrado por el senado de la república como Designado a la presidencia. Cargo que después fue sustituido por el de vicepresidente. Durante su gestión como ministro de Gaviria, fue quien propuso y efectuó el «apagón eléctrico» y las modificaciones y flexibilizaciones en los horarios de trabajo en aquel oscuro período de los inicios brutales del neoliberalismo en Colombia.

Entre 1995 y 1997, hace parte del triunvirato que dirigió al partido liberal colombiano, retirándose para presentar su pre- candidatura a la presidencia, pero por falta de apoyos electorales regionales desiste ir de ese primer intento. Pero es como precandidato del partido liberal, quien en Octubre de 1997, a finales del gobierno Samper, (como lo recuerda el periodista Daniel Coronell. 02. 04. 2010) escribe una carta a la Comisión Nacional de Conciliación, proponiendo en Colombia por primera vez, una zona de distensión : ..»Una vez integrado el gobierno, el señor presidente, en su condición de director de fuerza pública y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de la República, procedería a ordenar el despeje de un área previamente acordada del territorio nacional en conflicto, o lo que es igual, a efectuar el retiro de la fuerza pública del espacio geográfico predeterminado. Esta área se convertiría en zona de distensión y diálogo a fin de facilitar, con plenas garantías y total seguridad, el encuentro de representantes del Gobierno, del Congreso, de la sociedad civil y de la Comisión de Conciliación Nacional con los insurgentes. Juan Manuel Santos http://www.semana.com/photos/1457/ImgArticulo_T2_71278_201043_143305.jpg)

Pocos días después, manda otra carta a su amigo y copartidario el presidente Samper, pidiéndole que «el siguiente mandatario convoque una Asamblea Nacional Constituyente, después de que el Estado discuta con la guerrilla la composición de esa Asamblea y su duración». (http://www.semana.com/opinion/precursor-del-despeje/137090-3.aspx)

Para el año 2000, el predestinado, en pleno gobierno de Pastrana (al que después despectivamente llama «la oscura pesadilla del Caguán») es nombrado, una vez más, ministro de Hacienda y Crédito Público. Y en el 2003, cuando el narco- paramilitarismo ha completado la captura de todo el Estado colombiano y nuevos vientos soplan en la cúpula del Poder dominante, Santos, muy realista en su apuesta, abandona el partido Liberal y decide colaborar personalmente con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, organizando a finales de 2005, el Partido de la U para consolidar la alianza política al interior del bloque de clases dominante y gobernante. Un año después, asume el nombramiento de ministro de Defensa Nacional de Uribe Vélez haciéndose partícipe directo de todas sus actividades terroristas de Estado, como los falsos positivos y las recompensas. Los 4 millones de desplazados. Los 2 millones de hectáreas despojadas. Los 80 mil desaparecidos por el Estado. La violación de la soberanía del Ecuador. La entrega del territorio colombiano a los EEUU para construir bases militares geoestratégicas, etc.

Pero su logro gerencial más destacado (y se empeña en exhibir) es el haber sellado las relaciones (de todo tipo, principalmente tecnológicas y económicas) con la agencias de inteligencia estadounidenses e israelíes, para con su participación directa poner en práctica el sub- plan militar B.A.V.E ( Blancos de Alto Valor Estratégico) de la guerrilla. Son bien conocidos sus éxtasis públicos y sus celebraciones ruidosas en los exclusivos clubes, ante la muerte de cada uno de los comandantes guerrilleros abatidos en costosísimas y enormes operaciones militares. Reyes, Jojoy, Cano, y la triste y horrorosa muerte de Iván Ríos.

Y así, apadrinado por Uribe Vélez y el uribismo con sus poderes facticos e ilegales a nivel regional y local, en junio del 2010, Santos fingiendo ser el continuador del rumbo de los «tres huevos» trazado 8 años atrás por Uribe Vélez, es nombrado presidente de Colombia.

Hoy, tras dos años de gobierno y de profundización de las políticas neoliberales, con una retórica ambigua y populista de derecha sobre la modernidad, la paz, la restitución de tierras y la reparación de victimas del conflicto y pretendiendo desmarcarse en el estilo de su antecesor por considerarlo «pre-moderno»; Santos ha priorizado los intereses financieros Trasnacionales de los grandes negocios de la Agro-minería, lo que ha terminado por enfrentarlo abiertamente con los intereses de los latifundistas, ganaderos y rentistas tradicionales, quienes a pesar de formar parte de la misma clase dominante y con el mismo proyecto económico neoliberal , le han declarado una «guerra política» en defensas de sus propios intereses, aprovechando los yerros y las vacilaciones del populismo santista, para desacreditar al máximo su gestión presidencial.

Los intoxicadores de opinión del régimen, han percibido la grieta política abierta y aprovechando las ambigüedades del gobernante, y a porrillo todos a una, se han dedicado a convertir sus columnas de opinión en «hojas de ruta» y consejos de todo tipo, para que el presidente vuelva a recuperar la confianza abatida de los colombianos: «Záfese de Uribe» dice un ex banquero. Modernidad o pre- modernidad le insisten otros con su amplia sonrisa. Cambie de «look» le dicen los costosos asesores venezolanos de Imagen. Sea piadoso con Angelino y respétele sus intereses electorales en el Valle del Cauca, pide alguien más, o conforme una comisión de «izquierdistas neutrales» como Navarro y Kalmanovitz, para desmontar la animosidad de los uribistas. Y hay quien le insta a ir pueblo en pueblo «cogiendo el rábano por las hojas». Pero la verdad es que con contadas excepciones, no ha habido un debate serio, responsable y argumentado de la economía política en el marco de la actual coyuntura de intensa movilización social en Colombia. Destaco el articulo de Álvaro Martín Moreno en http://razonpublica.com/index.php/politica-y-gobierno-temas-27/3133-dos-anos-de-santos-la-economia.html

Ni análisis académicos serios, sobre la Salida Política al conflicto interno colombiano, como epicentro del viraje que requiere la sociedad colombiana para superar definitivamente la profunda crisis en la que está empantanada actualmente. Por eso, el predestinado, a quien todo le ha sido entregado en la vida con nombramientos exclusivos, puede seguir nadando en ese mar de incertidumbres y equívocos, en el que como buen tahúr tiene todas las de ganar.

¡Y pensar que todavía hay quien me insiste, en que no hay oligarquía trasnacional en Colombia!

(*) Alberto Pinzón Sánchez es médico y antropólogo colombiano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.