«En mi cuadra gano», comenta Jorge Arrate McNiven en voz baja, mientras camina en compañía de Punto Final por la calle Domingo Faustino Sarmiento, de la comu-na de Ñuñoa, donde vive. Es probable que tenga razón. Sólo en una cuadra -«su» cuadra- lo saludan, sonrientes y entusiastas, cuatro o cinco vecinas y vecinos que se […]
«En mi cuadra gano», comenta Jorge Arrate McNiven en voz baja, mientras camina en compañía de Punto Final por la calle Domingo Faustino Sarmiento, de la comu-na de Ñuñoa, donde vive. Es probable que tenga razón. Sólo en una cuadra -«su» cuadra- lo saludan, sonrientes y entusiastas, cuatro o cinco vecinas y vecinos que se cruzan en el camino. Uno de ellos, incluso, lo saluda amistosamente desde la vereda del frente, a viva voz.
El candidato presidencial del Juntos Podemos Más, Socialistas Allendistas e independientes confiesa sentirse feliz, porque está «donde debe estar». Apenas a cuatro meses de haber renunciado al Partido Socialista, fue proclamado candidato de la Izquierda extraparlamentaria el pasado 26 de abril. Con ese acto masivo culminó la Asamblea Nacional de Izquierda en la que dos mil delegados de asambleas de base comunales y sectoriales debatieron propuestas para el programa del candidato único, quien fue elegido con el 81 por ciento de los votos contra el 19 por ciento que obtuvo Tomás Hirsch, del Partido Humanista. La opción de Arrate fue abiertamente favorecida por la bajada de Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista.
En su larga trayectoria política, Jorge Arrate, abogado de 67 años, casado con la escritora Diamela Eltit, fue ministro de los gobiernos de Salvador Allende (Minería), Patricio Aylwin (Educación) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (Trabajo y Secretaría General de Gobierno). Durante el gobierno de Ricardo Lagos se desempeñó como embajador en Argentina. Ahora, desde la otra orilla, se ve animoso, llevando adelante su campaña todo terreno.
¿Hubo acuerdo previo para la renuncia de Guillermo Teillier a favor suyo?
«Nunca tuve un signo del Partido Comunista en ese sentido. Y lo aprecio, porque se actuó con mucha rectitud. Teillier es una persona muy honorable, no hubo ningún acuerdo conmigo».
Cuando aún estaba en el Partido Socialista usted llamó a sectores de Izquierda de dentro y fuera de la Concertación a unir fuerzas para presentar una propuesta y un candidato único en las elecciones presidenciales. ¿Se cumplió ese llamado con el pacto que sustenta su candidatura?
«No hemos logrado juntar a todos los sectores populares y democráticos -es un objetivo difícil-. Lo que hicimos fue juntar a todo el pueblo que hemos podido, a las fuerzas populares que querían unirse. Estoy convencido que en algún momento -no será este año, pero sí pronto- el Partido Socialista va a estar en la Izquierda».
¿Una parte del PS?
«Es probable que una parte del PS se vaya al Partido Socialdemócrata Liberal que algunos proyectan formar con los radicales y el PPD, pero tengo la convicción que el grueso del socialismo chileno estará en la Izquierda. También hay sectores populares importantes en el mundo de la DC».
¿Visualiza un realineamiento de sectores de Izquierda y progresistas?
«Creo que emergerá una opción viable, poderosa, que al mismo tiempo perfore la exclusión parlamentaria».
Simple sentido común
Ha sido bastante complicada la negociación para un pacto parlamentario del Juntos Podemos con la Concertación.
«La Concertación entró a negociar con regla de cálculo. Para ganar. A mi juicio, ha tenido un comportamiento deplorable. Había que hacer un pacto que garantizara a la Concertación no perder parlamentarios y que los cupos que se ganaran fueran para los que han estado excluidos. Esa sería una visión ética, de cumplimiento de una promesa que hicimos como Concertación. La mitad de los chilenos está fuera del sistema político. Fuerzas políticas que con un sistema proporcional podrían elegir ocho o diez diputados, no han tenido ninguno en 19 años. La actitud de la Concertación muestra el deterioro que ha sufrido con la imposición del pragmatismo, del hábito que todo se negocia, de la idea del éxito y la ganancia. Se ha rebajado la calidad y el significado de la política. La política tiene lugares muy oscuros -como todas las actividades humanas-, pero también lados luminosos. Desgraciadamente esa parte se ha ido opacando, y la Concertación tiene una importante cuota de responsabilidad en eso».
¿Hay partidos más duros que otros?
«Todos los partidos tienen grupos, mesas, clubes; unos más cerrados que otros. Las ideas suben o bajan, pero no circulan. Hablar de partidos en esta negociación es complicado, porque en cada partido hay distintos intereses».
¿Podría adelantar algunos de los aspectos principales del programa que dará a conocer el 25 de mayo?
«Una cuestión básica, aunque no novedosa, es otra Constitución Política emanada de una Asamblea Constituyente y aprobada en plebiscito. No es novedosa, porque es de puro sentido común. Un país digno tiene que aspirar a una ley fundamental que sea resultado de un ejercicio democrático, y no de un plebiscito brujo como el de Pinochet en 1980. Cambiar el modelo económico significa cambiar las bases de funcionamiento institucional, económico y social que están en la Constitución. Hay que redefinir el derecho de propiedad -al menos como se hizo en la Constitución de 1925, que establecía la función social de la propiedad- e introducir la legítima presencia del Estado en todos los ámbitos de la economía. También esto es de sentido común. Somos partidarios de más Estado, porque queremos mejor salud para el 80 por ciento de los chilenos que se atiende en el sistema público, mejor educación pública y acceso a las universidades sin ninguna limitación por condición económica. Y así. En esa Constitución tenemos que hacer un giro radical en aspectos como la regionalización, con autoridades electas y manejo de recursos propios. Trabajamos la idea de un royalty a los recursos naturales, más allá del cobre -soy partidario de nacionalizarlo- y de la minería. Por ejemplo, un royalty al uso del agua en los cultivos de salmón. Las regiones percibirían el total o un porcentaje de esos royalties. Cada región debe definir su perfil territorial, las actividades económicas posibles de desarrollar. Eso es de gran importancia en materia medioambiental».
Ilegalizar el lobbysmo
En pocas palabras, ¿qué opina de sus contendores en la carrera presidencial?
«Primero me interesa aclarar que no tengo enemigos ni contendores en la Izquierda. Quiero una sola candidatura de Izquierda. Pero como es muy probable que no la haya, respeto a quien desde la Izquierda quiere hacer emerger una voz. Por tanto, mis contendores son la derecha y la Concertación. Conozco personalmente a Sebastián Piñera, tengo una relación afectuosa con él. Pero representa la invasión del mercado y el dinero en la política y en la democracia, uno de los peores fenómenos que ha ocurrido en el mundo y particularmente en Chile. Me refiero a los que juegan capicúa -a ganar siempre, por las dos puntas-, a los que salen de los edificios públicos para irse a las empresas privadas y de éstas regresan a los edificios públicos. Tienen una pasarela, un tránsito sin regulación. Es el caso del ex Fiscal Nacional Económico que se fue como jefe del equipo jurídico de las farmacias Cruz Verde. Pero hay muchos otros casos conocidos. Piñera representa eso, el lobbysmo que soy partidario de ilegalizar. Representa más mercado para salvar a un mercado que se ha desmoronado catastróficamente en el mundo entero».
¿Y Eduardo Frei?
«Lo conozco mucho y lo considero un buen ser humano. Representa el conformismo en la Concertación, es más de lo mismo. También viene del mundo empresarial, aunque no tengo dudas de su corrección. Pero no es sólo él quien tiene lazos muy fuertes con ese mundo, es toda la Concertación. ¿Cuántos socialistas son directores de AFP, presidentes de empresas de transporte que licitan con el Estado, miembros del directorio de grandes transnacionales, lobbystas… ¡Había uno que, siendo socialista, hacía lobby contra el royalty!».
El surco de Allende
¿Los Socialistas Allendistas son una corriente, un movimiento?
«Es un referente. Agrupa a ciudadanos que han estado afiliados al Partido Socialista y hoy están afuera, a otros que siguen allí y a muchos socialistas no afiliados que crecientemente tienden a identificarse con los Socialistas Allendistas. Hay también otros grupos que están conmigo, el que formó La Surda en su momento, jóvenes que constituyeron la Izquierda 21, ex miristas que se han reorganizado en un comando independiente donde también participan ex populáricos, ex comunistas, gente de la generación de los 80. Ellos nos han acompañado en la pre campaña que culminó exitosamente y de una manera que para mí es muy honrosa».
¿Espera una buena votación entre socialistas que están en el partido?
«Sí. No tengo beligerancia con mi partido, al que debo mucho. Fueron 46 años de militancia. No fue fácil salir, pero hice el duelo antes. La situación del partido contribuyó a que mi salida fuera menos dolorosa. Ahora me siento en mis propios zapatos, estoy donde deseo. Y cuando eso ocurre, uno está tiqui-taca».
Los Socialistas Allendistas hablan de «socialismo del siglo XXI». ¿Se inspiran en la línea del presidente Hugo Chávez, en Venezuela?
«Todos los procesos en curso en América Latina, distintos entre sí, son referentes importantes para nosotros. Han pasado cosas impresionantes. Lula, un obrero metalúrgico que llega a la Presidencia; Evo Morales, el primer presidente indígena en América Latina. Michelle Bachelet, la primera mujer presidenta en Chile. Cada proceso tiene un ángulo propio, como vemos en Nicaragua, Paraguay, El Salvador. Los procesos de Ecuador, Venezuela y Bolivia tienen en común haber impulsado una Asamblea Constituyente y una nueva Constitución Política. Son muy inspiradores. No tengo en la cabeza lo que ha estado planteando Hugo Chávez, pero comparto que los Socialistas Allendistas hablen de ese concepto».
¿No es un modelo definido?
«No. Yo soy muy allendista y una de las cosas que aprendí de Allende es que siempre defendió con fuerza las particularidades nacionales. Fue muy solidario con procesos de lucha armada en otros países, porque respetaba las decisiones de cada pueblo. Y también pedía que solidarizaran con él, que tenía una forma de lucha especial, la vía democrática o pacífica al socialismo. En ese sentido, creo que no hay modelos. Aunque quisiéramos, en Chile no podríamos aspirar a importar un modelo como la revolución bolivariana, o como el proceso que lidera el presidente Evo Morales en Bolivia. Son realidades distintas. Tenemos que inventar nuestro propio camino. Lo que me parece interesante, común a todos estos procesos -el propio Chávez lo ha señalado-, son los ecos de allendismo que hay en ellos. El gran desafío de Allende fue compatibilizar democracia y socialismo, y ahora tenemos procesos socializantes en América Latina que han triunfado en las elecciones. El presidente Rafael Correa fue recientemente reelecto en Ecuador, Chávez ha ganado nueve de diez votaciones y para qué decir Evo Morales. Esa era la perspectiva que tenía Allende y que terminó dramáticamente, quizás porque era otro momento internacional, por los errores que cometimos, por las ambigüedades. Pero dejó un surco».
Camilo Escalona criticó que cuando usted era ministro de Educación aprobó el sistema de financiamiento compartido, que ha perjudicado a los sectores más pobres. ¿Alguna autocrítica al respecto?
«Si volviera a vivir la misma circunstancia no haría lo mismo. Cometí errores, pero por razones que son largas de explicar no creo que el cambio que se hizo a través de una ley haya significado dañar a los pobres».
Ahora se exige que los padres paguen en escuelas que antes eran gratuitas…
«Se ha hecho un uso abusivo, porque cometí la equivocación de no exigir que se aplicaran de inmediato las condiciones que puse. He buscado desesperadamente un memorándum de esa época, pero no lo puedo encontrar.
Eso fue producto de una negociación con la derecha, en 1993, para mantener el IVA. Por un período determinado se había subido el IVA y, vencido el plazo, correspondía bajarlo. Entonces el Ministerio de Hacienda negoció para que la derecha aprobara mantener el nivel del IVA. Una de las cosas que la derecha pidió a cambio fue la ampliación del sistema de financiamiento compartido. Yo puse una serie de condiciones para evitar que se dañara a quienes estaban en una escuela y de repente tenían que comenzar a pagar. Pero no se pudo poner en práctica, no por mala voluntad de Hacienda, sino porque la ley ya estaba en tercer trámite legislativo.
Pero más allá de esta larga explicación, yo no volvería a hacer lo mismo y creo que Camilo Escalona tampoco volvería a votar a favor esa ley. Porque él era un disciplinado diputado de la Concertación que la aprobó. Me imagino que habrá planteado esto cuando era asesor del presidente Ricardo Lagos y tuvo oficina en La Moneda. Y que también se lo habrá planteado a la presidenta Michelle Bachelet. ¡No entiendo por qué no han terminado con ese sistema!».
Que los empresarios paguen
¿Qué porcentaje de la votación aspira a obtener en la elección de diciembre?
«No doy cifras. Tal vez los expertos electorales me aconsejarían que no lo diga, pero creo que tenemos que hacer una campaña con verdad si esperamos que nos crean. Es muy difícil que yo pase a segunda vuelta. Sin embargo, no es imposible y debemos tenerlo en la mira. Voy a dar la pelea para juntar la mayor cantidad de votos posible».
Se habla de llegar a un 10%.
«Es una cifra importante, el doble del máximo obtenido por la Izquierda en una elección presidencial. Dependerá también de si va sólo un candidato. Todavía hay factores que no están resueltos».
¿Hay posibilidades de fusión con otros candidatos de Izquierda?
«No lo sé, espero que sí. Porque yo soy candidato para 2009, no estoy haciendo campaña para 2013 ni para 2017. Los que quieren hacer campaña para entonces, que lo hagan de otra manera».
¿Qué le parece el crecimiento de Marco Enríquez-Ominami en las encuestas?
«Tengo una reserva general sobre ciertas encuestas, en particular las telefónicas que se hacen semana a semana y nunca son sometidas al test de la realidad. Las encuestas electorales han pasado a ser un instrumento de propaganda. Yo tengo simpatía personal por Marco, conocí a su padre. Pero no sé bien cuál es su proyecto. Tengo la impresión que es bastante más transversal que lo que yo estoy planteando».
Respecto de la controversia en la Concertación a propósito de una declaración del ministro de Defensa, Francisco Vidal, ¿existe el cuoteo?
«En todo gobierno de coalición existe una negociación entre sus miembros para buscar equilibrios en la estructura gubernamental. Esto es habitual en Europa, donde generalmente los partidos tienen cuadros de muy alto nivel. El problema se presenta cuando no es así, y se designa a una persona por preferencia política y no por su capacidad para ejercer el cargo. Algo de eso ha ocurrido en los gobiernos de la Concertación. También sucedió en el gobierno de la Unidad Popular. No me parece objetable la mantención de equilibrios en gobiernos de coalición. El problema es cómo se hace».
¿Qué piensa de las medidas tomadas por el gobierno frente al desempleo?
«El gobierno se ha manejado técnicamente bien, dentro de los parámetros del modelo. Tiende a resolver con más mercado la crisis del mercado. El tema de las farmacias se resuelve por la vía de las ‘góndolas’. ¿Y cómo se soluciona el problema de las tarjetas de plástico y el endeudamiento de la gente para comprar medicamentos, a las que se aplican intereses usureros que no existen en otros países del mundo? Pienso que el gobierno debió convocar políticamente a los empresarios para señalarles que son ellos, principalmente, los que tienen que pagar los costos de esta crisis. Y que eso significa bajar sus utilidades. Hacia allá vamos a apuntar nosotros. Además, propusimos un programa nacional de capacitación para los desempleados, que contemple el pago de la mitad de sus salarios».
Si no pasa a segunda vuelta, ¿llamará a votar por Frei?
«Me he hecho una autopromesa. No voy a expresar, bajo ninguna circunstancia, una opinión personal. Expresaré la opinión que concuerden quienes sustentaron mi candidatura. Y si es distinta a la mía, expresaré la del colectivo».
¿Nunca sabremos por quién votará?
«Dejaré eso para que la editorial que publique mis memorias pueda venderlas».
El PC terminará votando por Frei para que no gane la derecha.
«No lo sé. En esta campaña veo fatigada a la gente de Izquierda de seguir siendo víctimas del mal menor. Es una constante en todas partes. Hay que ver qué pasará con la campaña y con el pacto parlamentario. Una o ambas cosas pueden cambiar el estado de ánimo. Pero la Concertación no la tiene fácil. Y estoy hablando de militantes de partido».
(Publicado en «Punto Final» Nº 685, 15 de mayo , 2009)