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Jorge Eliécer Gaitán o de cómo la muerte de un líder transformó un país

Fuentes: Rebelion

El escenario político colombiano para el año 1944 era el de la división. Y precisamente es ese el año en que Gaitán sale «a la carga» en contra del «país político». A pesar de haber formado parte de los gobiernos liberales de los Presidentes Eduardo Santos, como Ministro de Educación, y Darío Echandia (éste último […]

El escenario político colombiano para el año 1944 era el de la división. Y precisamente es ese el año en que Gaitán sale «a la carga» en contra del «país político». A pesar de haber formado parte de los gobiernos liberales de los Presidentes Eduardo Santos, como Ministro de Educación, y Darío Echandia (éste último como Presidente interino debido a la ausencia de Alfonso López Pumarejo), como Ministro del Trabajo, el comienzo de su campaña por la presidencia de la República estuvo marcada por sus ataques hacia el mismo gobierno del que había formado parte. No era para menos, fue la dirigencia en pleno del partido liberal, la que rechazó desde un principio, tanto el lenguaje como las intenciones del «Caudillo». Su candidatura siempre tuvo un fuerte arraigo popular, Gaitán era un tribuno incendiario, que arrastraba masas.

En una recopilación hecha por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, encontramos los valiosos informes del que a la sazón era el Embajador de Venezuela en Bogotá, Dr. Atilano Carnevali. Dejemos que sea el propio Embajador Carnevali quien nos narre : «La candidatura del Dr. Jorge Eliécer Gaitán cuenta con el indiscutible apoyo de gran parte de las masas populares, pero con muy poca ascendencia ante el Directorio Liberal. Se augura que será favorecido por muy pocos votos en la Convención, sino que, antes bien, propone un plebiscito liberal. Bien podría ocurrir que sostuviera la candidatura con carácter independiente, amparándose en su popularidad.» Continúa más adelante el Embajador: «Todo parece indicar que, aunque no triunfe la candidatura de Gaitán, se producirá una división en el partido. «El Siglo», periódico conservador, demuestra empeño en propagar y comentar los ataques de Gaitán contra los directorios liberales, seguramente tras el propósito de estimular aquella división.» 

Dicha política mediática llevada a cabo por el partido conservador dio sus frutos a la postre. Las divisiones en el seno del partido liberal, debido a la intransigencia de su directorio en aceptar la popularidad de Gaitán, apoyando la candidatura de Gabriel Turbay, llevarían a los conservadores a retomar el poder luego de 16 años en la oposición en las elecciones de 1946. Sin embargo, lejos de desprestigiar o dañar la imagen pública del «Caudillo», lo que hizo fue acrecentar y consolidar su popularidad. Al respecto nos narra el embajador Carnevali: «…el movimiento gaitanista ha resurgido poderosamente, por sorpresa, y es motivo de hondas preocupaciones para el liberalismo.

Lo han confesado ya, así, varios de sus más importantes órganos de prensa, reconociendo que las masas vociferantes «A la carga» y lectoras fieles de «Jornada», fueron sustraídas por Gaitán a las que dieron su apoyo y celebraron los triunfos liberales desde 1930.» Y en otro informe deja el embajador su impresión sobre el fin perseguido por Gaitán y sus acólitos: «El contingente humano que se agrupa alrededor del Doctor Gaitán no dicta su voluntad o mueve sus pasos en consideración a preocupaciones políticas, sino por motivos de carácter social.» Este hombre con una profunda preocupación por las masas desposeídas, por la «restauración moral de la República», por la justicia, por la «limpieza definitiva en todos los organismos de la nación», era el hombre contra el cual luchaban las cúpulas del partido liberal.

Pero esos no eran los únicos enemigos del «indio» Gaitán, como acostumbraban llamarle en los conciliábulos de Bogotá. El Partido Conservador, que en esos momentos ocupaba el poder, de la mano de Mariano Ospina Pérez, también comenzaba a dar muestras de preocupación ante la consolidación del caudillo liberal. Nos narra el historiador colombiano Plinio Apuleyo Mendoza: » El regreso del conservatismo al poder en 1946 y su inocultable proyecto de consolidarse de igual manera que lo habían hecho sus adversarios en la década del 30, produjo esta vez una hecatombe. La fuerza de liderazgo mostrada por Gaitán acabó imponiéndolo como jefe único del liberalismo, dándose dentro de ese partido un proceso de renovación que lo convertiría milagrosamente en una nueva alternativa popular.

Fue así como a partir de 1946 se planteó en Colombia una aguda polarización política y social . Por un lado el gobierno, apoyado por un partido conservador minoritario, quien representaba a la derecha tradicional, y por el otro la oposición constituida por una izquierda mayoritaria, tumultuosa, electrizada por un líder.» Vale la pena que nos detengamos aquí para analizar la derrota de Gaitán en las elecciones del 46. En agosto de 1945 Alfonso López Pumarejo renunció a la Presidencia, el Congreso elegiría entonces al dirigente liberal Alberto Lleras Camargo como sucesor para culminar el período presidencial. Dispuesto a sortear la crisis en la que se sumía el país, Lleras propone una «Unión Nacional», que no fue aceptada por el partido conservador. Es así como llegan las elecciones del 46, con el país sumido en una crisis de ingobernabilidad. La cúpula liberal, decidida a frenar a toda costa las aspiraciones de Gaitán, había propuesto la candidatura de Gabriel Turbay desde mediados del año 44.

Fue el 20 de abril de 1946 en el Teatro Municipal que Gaitán estamparía su célebre clasificación del país. «En Colombia hay dos países: El país político que piensa en sus empleos, su mecánica y su poder, y el país nacional que piensa en su trabajo, en su salud, en su cultura, desatendidos por el país político. El país político tiene metas diferentes a las del país nacional. ¡Tremendo drama en la historia de un pueblo!»

El 9 de abril de 1948 había muchas cosas juntas en Bogotá. Se realizaba la IX Conferencia Panamericana, y también un Congreso de Juventudes Comunistas. Gaitán anotó los compromisos para ese día en su agenda: «Rómulo Betancourt 13:45». Más abajo, «Fidel Castro – Rafael Del Pino». Gaitán le había enviado una carta al ex – jefe de la Junta de Gobierno en Venezuela, Rómulo Betancourt. El motivo de la carta era solicitar el apoyo de la recién nacida democracia en Venezuela para los líderes liberales que eran perseguidos por el conservadurismo, a lo que Betancourt había respondido favorablemente.

Seguramente Gaitán habría de darle a Betancourt algunos nombres durante ese almuerzo nunca llevado a cabo, y hablar largo sobre las recientes elecciones en Venezuela y la ascensión a la Presidencia del querido y respetado Rómulo Gallegos. La reunión con el joven Fidel y Rafael del Pino era con el objetivo de asegurar el apoyo de Gaitán al Congreso Estudiantil, financiado, aparentemente, por el General José Domingo Perón. Con seguridad ese día fue mucho más triste para el líder venezolano (quién no sólo había vivido en Colombia durante sus años de exilio, sino que era amigo personal de Gaitán) que para Fidel Castro, quién para entonces era tan sólo un joven estudiante de Derecho; aunque no cabe duda que el hecho marcó a Fidel. A la 1:05 minutos de la tarde caía el Caudillo abatido por tres impactos de bala. El llanto de los desposeídos se convirtió en huracán que arrasó todo a su paso. Bogotá ardió en llamas.