Se ha anunciado públicamente el movimiento político encabezado por José Antonio Kast (JAK), «Acción Republicana» (AR). Se han dichos cosas al respecto, pero más bien parecieran caricaturas, como si el humor fuera una especie de respuesta provisional, incapaz de dar cuenta de lo que está sucediendo. Nos preguntamos qué está pasando. Queremos dar una interpretación […]
Se ha anunciado públicamente el movimiento político encabezado por José Antonio Kast (JAK), «Acción Republicana» (AR). Se han dichos cosas al respecto, pero más bien parecieran caricaturas, como si el humor fuera una especie de respuesta provisional, incapaz de dar cuenta de lo que está sucediendo. Nos preguntamos qué está pasando. Queremos dar una interpretación frente a lo que se muestra, y frente a lo que no. Por otro lado, se está desarrollando un escenario en el que desaparecen y se debilitan viejas referencias políticas, al mismo tiempo que surgen y fortalecen otras. En ese sentido, quisiera compartir algunas claves para interpretar a AR y, sobre todo, relevar algunos elementos que espero contribuyan a que detengamos su desarrollo. AR no pretende ser sólo acción mediática, por tanto, no podemos sólo responder desde ahí.
República
No es para nada casualidad que las dos grandes referencias históricas que JAK resalta en el discurso de proclamación de AR sean Enrique Mac Iver y Jorge Alessandri. Contrariamente a lo esperado, no fue un discurso para homenajear a Pinochet. De hecho, no se mencionó. ¿Quién fue Mac Iver y por qué lo destaca JAK? Un político del Partido Radical, activo desde finales del siglo XIX y comienzos del XX. Fue uno de los principales articuladores de una crítica que, proviniendo de los salones del Parlamento, se dirigió a denunciar la situación de los sectores populares, afectados por la denominada «cuestión social». Se trató de una suerte de reformador social, centrista, moderno, que vio en las instituciones del sistema oligárquico una incapacidad estructural de procesar y transformar las condiciones de precariedad.
Es cierto, la comparación es forzada, pues lo de Mac Iver se trató de un centro laico difícil de comparar con AR, pero tiene en su fundamento un elemento común: en situaciones de precariedad de los sectores populares, surge la oportunidad de posicionar discursos de regeneración, de transformación política, a contraluz de la desidia que muestran los grupos dirigentes.
Jorge Alessandri es más conocido: Presidente de la República entre 1958 y 1964. Hay dos momentos de la historia del ex Presidente que son destacables. El primero es su campaña presidencial y los años iniciales de gobierno. Crítico del partidismo, de la política sobreideologizada y del atraso económico que ella provocaba. Fue el gobierno empresarial por excelencia, con casa matriz en la SOFOFA, una apuesta de restitución liberal y modernización económica. El segundo momento es el de Alessandri candidato en 1970. Un firme opositor a la UP. Pero, más importante, punto de llegada de la rearticulación de la derecha, ahora capaz de competir, tras largos años de crisis, con la izquierda, y que tuvo en el Partido Nacional, gremialistas y militares nacionalistas sus motores de propagación.
No hace falta enfatizar que JAK ve en ellos algo de sí mismo. Lectura arbitraria, por supuesto, pero no menos que en otro tiempo para la izquierda figuras como Balmaceda, Aguirre Cerda, Recabarren, entre otros. Los significados históricos siempre están abiertos, son parte de la disputa política que, en este caso, se articulan para generar una imagen de lo que ellos entienden por república. De hecho, ¿qué es república para AR? Es acción por los postergados frente a la ineptitud de los partidos. Hay en su discurso una fuerte idea de redención mediante la práctica, la acción, pero también un concepto mesiánico de sí mismos, porque se perciben como en camino a renovar lo viejo para mejorarlo.
Esta última idea no es nueva en la derecha. Acompañó, por ejemplo, la ruptura de la Falange con el Partido Conservador. Podemos citar también la tendencia al fortalecimiento de corrientes socialcristianas al interior de este mismo partido durante la década del treinta al sesenta. Ahora bien, la diferencia con ambos casos es que la apelación al mundo católico no se plantea en una dirección reformista, sino que invoca en cambio a las dimensiones más conservadoras de ese mundo y, al mismo tiempo, se amplía a sectores evangélicos, nutriendo el terreno para dar forma a una suerte de cristiandad popular conservadora y militante.
En relación a estos tres elementos considerados por el discurso de AR (precariedad social, progreso económico y cristiandad popular), es destacable que estén estableciendo un hito para la medición del alcance inicial de su proyecto: las elecciones municipales. En ese sentido, es llamativa la presencia en el acto inaugural de Cristian Balmaceda, alcalde de Pirque. Puede que esto tenga cierto simbolismo táctico: comuna semirural, pobre, con presencia de población e iglesias cristianas, alejada del centralismo santiaguino y de las disputas partidarias (es un antiguo feudo de Manuel José Ossandón). Es decir, un diseño que considere comunas como Pirque para sustentar una parte de la base social de AR. Como es la «campiña profunda» y no París para el Frente Nacional en Francia. Puede ser, aunque queda mucho por ver aún.
Acción
Pero el llamado de JAK es a la acción. Y a la acción de la juventud. Han definido otra de sus tareas tácticas: el debate ideológico. Blogs, redes sociales y universidades, aparecen como escenarios de disputa. De ahí la insistencia de organizar exposiciones en universidades o la cercanía de JAK con grupos con presencia en redes sociales, youtubers o páginas con miles de seguidores anti-izquierdistas y antifeministas, etc. Las funas no los han disuadido y, de hecho, permiten clarificar quiénes son sus potenciales adherentes o quiénes son, por otro lado, contrario a ellas. Como Evópoli y Solidaridad, pueden estar calculando la posibilidad de disputar las bases universitarias al gremialismo, a la UDI y a sectores reaccionarios no organizados. Eso basta para comenzar a nutrir una base estudiantil para AR. O al menos evaluar seriamente su posibilidad. Con ella podrían maniobrar dentro y fuera de las universidades.
Por otro lado, el hecho de que el discurso de JAK apele a una «mayoría silenciosa» implica que, mientras no hablen por sí mismas, alguien deba hacerlo. Y lo hará él, pausado pero claro. «Paz», «libertad», «respeto sin importar de dónde vengas», ha dicho. Conceptos que no dicen mucho por sí solos o dicen tantas cosas que pueden incluso ser usados por un movimiento integrado por Cristian Labbé, torturador y violador de DDHH. Es que así funciona el papel performativo y articulador del discurso político, produciendo significados, movilizando, desestabilizando conceptos y usándolos a su favor. Para tal efecto no importa la veracidad, sino el rendimiento. Es así, simplemente.
Diciendo esto es que podemos comprender el concepto político que opera como oposición radical a la que se enfrente AR: la izquierda ideológica. Para este movimiento, esta va desde sectores de la DC hasta grupos mapuche, el Frente Amplio, el movimiento feminista, etc. Según AR, en la izquierda ideológica radica el origen del malestar social, la corrupción estatal y partidaria, el narcotráfico, la delincuencia, la migración desregulada, el terrorismo, etc. Pueden ser ficciones -y yo creo que lo son-, pero que tienen la capacidad de comunicar y denunciar, constituyen una política.
A la izquierda ideológica oponen la posibilidad de crecimiento económico y progreso social, pero siempre amparados en la libertad de la persona, la autoridad divina y el reconocimiento que, posteriormente, hacen de ellas las organizaciones seculares (Estado, empresas, partidos, etc.). Se anuncia una especie de corporativismo conservador de nuevo cuño. En virtud de estas consideraciones excluyen las reivindicaciones feministas como simple «ideología de género» o su percepción del papel de la «familia militar» en la historia reciente. Es decir, creen en una realidad anterior a la política, un orden que esta debe limitarse a restablecer. Otra vez, ejemplos de esta visión abundan en nuestra historia.
Nosotras/os
Todo esto o está ocurriendo o puede comenzar a ocurrir. Si la izquierda no comienza a decir abierta y simplemente qué propone, le está cediendo terreno a grupos como AR. Si dejara de responder solamente al tema coyuntural de turno y se enfocara, en cambio, a decir cómo un horizonte de cambio social beneficiará a millones de trabajadores/as o quienes lo serán en el futuro. En un escenario de reconfiguración de fuerzas políticas incidirá la acción de influencia recíproca de cada una de ellas. A nuestro parecer, sin embargo, será decisivo el respaldo y participación activa que presten los sectores populares a cada una de ellas. La política no es sólo discursividad en movimiento, sino también actualización de la agencia y capacidad decisional para transformar el país. Es ahora que debemos hablar de programa, de proyectos para el país, de hacernos cargos de afrontar la afrontar la tarea de construir políticas sociales desde los movimientos de trabajadores/as, dar respuestas de conjunto para las condiciones de precariedad que, tal como en otros momentos de nuestra historia, exige que asumamos una perspectiva que vaya en favor del pueblo trabajador y que no transforme la subordinación política a los capitalistas en «acción republicana», «evolución política», «democracia cristiana» o «nueva mayoría».
Javier Zúñiga, historiador y militante de La Savia