Después de varios meses en el olvido el ex presidente español José María Aznar volvió a ser noticia. Según despachos de la prensa española, «el Gobierno de José María Aznar contrató por dos millones de dólares a una conocida empresa de abogados de Washington para conseguir las firmas necesarias para que le otorgaran la medalla […]
Después de varios meses en el olvido el ex presidente español José María Aznar volvió a ser noticia.
Según despachos de la prensa española, «el Gobierno de José María Aznar contrató por dos millones de dólares a una conocida empresa de abogados de Washington para conseguir las firmas necesarias para que le otorgaran la medalla de oro del Congreso norteamericano».
El ex presidente se vio obligado a pagar ese dineral a la empresa de abogados Piper Rudnick para convencer a algunos congresistas que no parecían muy entusiasmados con otorgarle al «aliado firme e incondicional de EE.UU. y por su apoyo a la guerra contra el terrorismo», dicho reconocimiento.
Solo después de desembolsar los 2 millones de dólares procedentes del fondo del Ministerio de Asuntos Exteriores, los miembros del Congreso empezaron a mirar con buenos ojos al personajillo que dedicó su mandato a lograr que España entrara en la Historia.
Cabe preguntarse ahora cuánto del dinero público español no habrá «donado» el ex mandatario español para ser aceptado en el club de los asesinos de Guerra que encabezan Bush y Blair. ¿Cuánto habrá pagado el caballerito del bigotico por subir, junto al presidente Bush, los pies sobre una mesita, aparecer en la foto de las Azores o dar conferencias en las universidades estadounidenses?
Por suerte, las mentiras de Aznar en vísperas de las pasadas elecciones españolas dejaron fuera del juego político al PP. De lo contrario, su afán de figurar en las fotografías como el sargento segundo de Bush habría llevado a la quiebra a la monarquía constitucional.
No obstante, hay que reconocer que en parte consiguió su objetivo. Si bien no consiguió que España entrara en la historia con mayúsculas, él sí logró hacerlo. Será recordado como el Presidente que dilapidó el tesoro público español en satisfacer sus ansias de lacayo.