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El Ateneo Libertario Al Margen de Valencia presenta el libro Josefina Juste. Cinco exilios y una militancia (La Linterna Sorda)

Josefina Juste: una luchadora, una imprescindible

Fuentes: Rebelión

“Que no muera la flor de la palabra”. Es el subtítulo que acompaña al programa de dos horas Dones Lliures, que la comunicadora Josefina Juste y la militante sindicalista y anarcofeminista, Emilia Moreno, presentan -con el apoyo técnico de Noemi Seguí- en Radio Malva de Valencia (104.9 FM). El programa se emitió anteriormente en Radio Klara, donde Josefina Juste colaboró durante 18 años.

En la edición de mayo de Dones Lliures, informaron y realizaron entrevistas sobre la Gira por la Vida del movimiento zapatista (participaron activistas de la Asamblea de Solidaridad con México del País Valencià); el Paro Nacional y la represión en Colombia; el 15-M y la primera Marcha por la Libertad del Pueblo Saharaui en el estado español.

Es el presente. Los antecedentes se hallan en el libro Josefina Juste. Cinco exilios y una militancia, del que son autoras la profesora de Teoría e Historia de la Educación en la Universitat de València, Carmen Agulló; Emilia Moreno y la integrante del equipo de radio de Dones Lliures entre 2002 y 2019, Jackie Pérez. La biografía ha sido editada en septiembre por la Linterna Sorda y presentada el 7 de octubre en el Ateneo Libertario Al Margen de Valencia.

Francia, Bolivia, Uruguay, Argentina y España son los cinco exilios de la luchadora y militante Josefina Juste Cuesta. Nacida en 1947 en la Valencia franquista, su primer exilio se produjo –en 1949- cuando tenía menos de dos años; la salida forzosa del estado español se debía a la militancia anarcosindicalista de su padre -Joaquín Juste- en la CNT-FAI; eran los años de posguerra, y Joaquín Juste había pasado a la clandestinidad.

En Francia la familia Juste-Cuesta residió en la ciudad alpina de Annecy, en el sureste del país (antes estuvieron internados en un campo de refugiados de Perpiñán); además, en Lyon, el progenitor se integró en la regional Mauro Bajatierra de la CNT. El siguiente exilio, con escala previa en Brasil y Argentina, tuvo como destino Bolivia, país al que se desplazaron en barco con pasaporte y visa de refugiados y donde permanecieron hasta 1953.

Fueron los años de la Revolución Nacional promovida por el gobierno de Víctor Paz Estenssoro (1952-1956), que incluía la reforma agraria y una política de nacionalizaciones; Joaquín Juste fue amenazado por su apoyo al movimiento, lo que forzó la salida del país andino.

Una duración mayor –dos décadas- tuvo la estancia de los Juste-Cuesta en Uruguay, país en el que se impartía la educación pública, laica y gratuita. A los 13 años, estudiante en un Liceo (instituto) montevideano, la joven inició su militancia política, en el Partido Comunista de Uruguay del que fue expulsada años después. Leía entre otros a Marx, Engels, Bakunin y Tolstoi. Ya veterana, cuando hace balance, destaca a dos referentes intelectuales uruguayos: el escritor Mario Benedetti y el cantautor Daniel Viglietti (también es seguidora del Peñarol de Montevideo).

Entre los recuerdos de la época, que Uruguay fuera uno de los últimos países en romper las relaciones diplomáticas con Cuba, en 1964. “El triunfo de la Revolución Cubana en 1959 representó una gran oportunidad; de hecho, toda América Latina quiso hacer la Revolución pero obviamente Estados Unidos no lo permitió”, afirma Josefina Juste en el Ateneo Libertario Al Margen. Fue una época de agitación, manifestaciones, debates y encierros, con el fin de que se extendiera la “llama” revolucionaria; movilizaciones que fraguaron, en el exilio uruguayo, el ideario de la joven estudiante.

Otro recuerdo importante, que marcó a la luchadora, es el acto que siguió a la participación del ministro de Industria de Cuba, Ernesto Guevara, en una reunión del Consejo Interamericano Económico y Social (CIES) en Punta del Este, en agosto de 1961. Tras la reunión oficial, el che pronunció una conferencia en el Paraninfo de la Universidad de la República de Uruguay; una multitud escuchaba al dirigente revolucionario también desde la Avenida 18 de Julio de Montevideo. Los estudiantes, que habían recibido a Ernesto Guevara con una cadena humana, cortaron después la avenida, lo que desató la represión policial con pelotazos, porras y sables.

Josefina Juste Cuesta militó en el movimiento Tupamaro desde mediados los años 60. “Gracias a Josefina hemos aprendido lo que significó, por ejemplo, la ‘toma de Pando’”, subraya la historiadora Carmen Agulló en Al Margen (se trata del asalto por parte de la guerrilla tupamara –en octubre de 1969- de la comisaría, varios edificios oficiales y bancos en esta ciudad próxima a Montevideo; tras la acción, tres militantes tupamaros –Alfredo Cultelli, Jorge Salerno y Ricardo Zabalza- fueron asesinados por la policía).

Estuvo influida –como trabajadora y militante clandestina- por el líder campesino Raúl Sendic y las marchas, a Montevideo, de los trabajadores de la caña de azúcar del departamento de Artigas. Además, explica el texto de La Linterna Sorda, “Hasta 1989, cuando termina el movimiento tupamaro como guerrilla, la salida de uruguayos continuaba siendo permanente y ella (Josefina) colaboró como siempre, consiguiendo casas que los pudieran acoger”; ésta fue su misión como Tupamara una vez establecida en el exilio argentino.

Porque en 1969 abandona Uruguay, ante la coyuntura de represión y amenazas contra el movimiento social (en 1973 el golpe de estado del presidente Bordaberry con el respaldo del ejército dio lugar a una dictadura cívico-militar de 12 años). Y en barco Josefina Juste arribó al nuevo destino, Buenos Aires: en Argentina la luchadora residirá durante más de tres décadas.

La llegada a Argentina se produjo en la última etapa de la dictadura comandada por el general Onganía (1966-1970); también en mayo de 1969 tuvo lugar el levantamiento de masas –de dos días- conocido como el Cordobazo. Estableció contacto con Carlos Mugica, sacerdote vinculado a la Teología de la Liberación, que trabajaba con los pobres y fue asesinado –en mayo de 1974- por la organización ultraderechista Triple A. En Buenos Aires –una constante en su biografía-, Josefina Juste trabajó (traductora de francés), militó y cursó estudios universitarios.

Lo hizo en un contexto nada propicio. El 24 de marzo de 1976 un golpe de estado derribó a la presidenta María Estela Martínez de Perón, y una Junta militar gobernó el país hasta diciembre de 1983. Mujer de izquierdas y feminista, Josefina Juste Cuesta tomó parte en la Agrupación Evita de mujeres montoneras, aunque la mayor parte de su activismo se desarrolló sin una afiliación concreta a partidos y organizaciones.

Fue objeto –durante la dictadura militar- de torturas policiales y estuvo desaparecida (la cifra tradicionalmente citada de opositores desaparecidos es de 30.000). Asimismo participó en manifestaciones contra el gobierno militar y rechazó la guerra de las Malvinas entre Argentina y el Reino Unido (abril-junio de 1982), que generó una diversidad de posicionamientos en la izquierda argentina.

También en Argentina se vinculó a la organización Madres de la Plaza de Mayo –que desde abril de 1977 reclaman por los hijos desaparecidos- y singularmente a la Universidad de las Madres, en la que impartió clases de Historia. E Investigó, en el campo de la Historia Oral, orientada por su tutor, Pablo Pozzi, en torno al exilio republicano español en Argentina y Uruguay (le interesaron de manera especial las entrevistas a mujeres).

Una parte importante del activismo de Josefina Juste está relacionado con la enfermedad que le diagnosticaron en 1993: una esclerosis múltiple. De hecho, en Argentina participó en la fundación de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), que se define como una organización de derechos humanos y trabaja en ámbitos como la participación política, la salud sexual y reproductiva o la violencia de género.

El último de los cinco exilios engarza con el presente. Tiene su origen en 2001, cuando la historiadora y comunicadora se traslada de Buenos Aires al estado español. Se implica, al poco de afincarse en Valencia, en Radio Klara y el periódico L’Avanç. En Argentina es un año de fuga de capitales, el corralito –restricciones a la libre disponibilidad de los ahorros- y una profunda recesión que derivó en revueltas populares con dos consecuencias: 39 personas asesinadas el 19 y 20 de diciembre por las fuerzas de seguridad y la dimisión del presidente Fernando de la Rúa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.