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Jovino Novoa: La UDI, soy yo

Fuentes: Rebelión

A Luis XIV se le atribuye la célebre frase: «L’État, c’est moi» («El Estado soy yo»). Coronado rey con sólo cinco años, Luis XIV se convirtió en la máxima imagen del absolutismo monárquico europeo. Coronado en tres ocasiones como presidente de la UDI -de 1992 a 1994, de 1994 a 1998 y del 2004 al […]

A Luis XIV se le atribuye la célebre frase: «L’État, c’est moi» («El Estado soy yo»). Coronado rey con sólo cinco años, Luis XIV se convirtió en la máxima imagen del absolutismo monárquico europeo. Coronado en tres ocasiones como presidente de la UDI -de 1992 a 1994, de 1994 a 1998 y del 2004 al 2006-, Jovino Novoa se ha convertido en la máxima figura del Jovinismo Monárquico UDI (Unión Democrática Independiente). En su figura confluyen todos los valores y principios del gremialismo: él es la derecha mercurial, él es el catolicismo precordillerano, él une a la derecha económica con la derecha social. Él es el Hombre, el mero mero, él es la partícula elemental del Big Bang que expande el universo UDI.

Cuando habla Novoa, habla la UDI. Cuando calla Novoa, calla la UDI. Novoa es la UDI. No hay voces, hay una voz. No, no era la voz de J. Guzmán la que revoloteaba en la cabeza de Longueira, era la voz de Jovino Novoa. Su estrategia para enfrentar el Caso Penta (callar, negar, esperar) es la estrategia de la UDI.

Si Ena se confunde con sus «errores involuntarios», esa no es la estrategia de la UDI. La UDI no pide disculpas, porque Novoa no pide disculpas, ¡¿cuándo se ha visto a un monarca pedirles disculpas a sus súbditos?!…

Cuando habla Novoa, habla la UDI. Cuando calla Novoa, calla la UDI. Novoa es la UDI. No hay voces, hay una voz. No, no era la voz de J. Guzmán la que revoloteaba en la cabeza de Longueira, era la voz de Jovino Novoa. Su estrategia para enfrentar el Caso Penta (callar, negar, esperar) es la estrategia de la UDI.

La corona no llegó por azar: del Saint George, Novoa pasó a la Universidad Católica, donde se tituló de abogado en 1970. Ahí conoció a Jaime Guzmán, ahí conoció los principios y las estrategias del gremialismo: la despolitización, el conservadurismo, el marketing político y gobernar sin ganar, la más importante de todas. Tras residir en Argentina, trabaja para la dictadura militar como Subsecretario General de Gobierno, momento que coincide con el asesinato de Tucapel Jiménez a manos de la CNI, ligada al Departamento de Organizaciones Civiles, que funcionaba bajo su dependencia. Luego ocupa un cargo en El Mercurio, entre 1982 y 1985. Esa carrera bombástica, con pasos por El Mercurio y la dictadura, lo coronan como fundador de la UDI en 1988. Fueron los primeros pasos del Monarca.

Con menos méritos, Luis XIV también recibió su coronación. En él recaía toda autoridad, él era la justicia y la verdad, a nadie debía dar cuenta de sus actos, porque no había nadie ni nada por encima de él, salvo Dios, que le otorgaba sus poderes sobrenaturales.

-¿Pacto social?, ¿soberanía popular?, ¡¿democracia?!…

Ja, ideas cursis de esos teóricos contractualistas.

El Jovinismo Monárquico tampoco cree en esas cosas, sólo basta recordar el caos que enfrentó la UDI cuando intentó democratizar el partido. Era Jovino, sin más democracia que su dedo, el que instalaba a tal o cual peón en tal o cual cargo. Era él quien presentaba a sus candidatos favoritos para ser financiados por Penta; él, por tanto, elegía los rostros que fatigarían nuestros ojos apareciendo en carteles y palomas que invadían la ciudad en tiempos de elecciones. Ernesto Silva, presidente del partido, no es más que un vocero del monarca. El monarca, claro, eligió a la mesa directiva.

Hoy el Jovinismo cae, cae la monarquía. A pesar de todo, Jovino mantiene su estratégico silencio. Pero llegará el momento en que el monarca deba bajar del trono y enfrentar a esos presuntuosos periodistas, y decir algo frente a esa cosa rara que llaman opinión pública. Ya no podrá ordenar el silencio absoluto, como lo ordenó hace unos años en el misterioso caso Spiniak, castigando a los periodistas que osaron cubrir la noticia.

Mientras no se manifieste el Monarca, sus Penta Boys sólo propagarán el caos: Melero acusará a Hasbún, Hasbún a Melero, Moreira raspará la olla, Ena se hundirá en sus palabras… Y, en fin, quizás todos caigan en la tentación de explicar, incluso de justificarse, pero todo eso no será mas que un vil cuchicheo de la plebe, meros gritos anónimos en un universo sin cuerpo. Porque la voz de la UDI es la voz del Monarca, y mientras no hable el Monarca, la UDI aún no ha dicho nada oficial. La única vez que la UDI habló, fue cuando recién comenzó el Caso Penta y el Monarca dijo: «La publicación en lo que se refiere a mi persona es absolutamente falsa. No existe ni ha existido un sistema de financiamiento ilegal para la UDI». Luego culpó a los periodistas, a Hugo Bravo, también habló de filtraciones ilegales. De acusado a acusador, todo un campeón.

 

Por lo pronto, el Monarca espera, el Monarca mira de reojo, el Monarca habla con sus abogados, el Monarca sabe que, tarde o temprano, bajará la intensidad de toda esta sublevación de la plebe, y que no caerá ninguno de los que tienen que caer, porque nunca cae ninguno de los que tienen que caer. Entonces el Monarca alzará su suave voz, y por su voz hablará toda la UDI. Recién ahí sabremos qué piensa la UDI, la verdadera UDI, ya desprovista de su disfraz de «Popular».

Con todo esto, quizás sea bueno recordar que el absolutismo europeo cayó porque jamás decayó la indignación de los de abajo. Después de la Revolución Francesa, no hubo más que acomodarse a esa idea de la soberanía popular, porque el poder no fue más de Dios al rey y del rey al pueblo, sino que de Dios al pueblo y del pueblo al rey. Si la UDI cree en la soberanía popular o en tal o cual Dios, ese será tema para otra nota.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.