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Julio Anguita, la partida de un lúcido luchador insobornable

Fuentes: Red Digital

“Yo defiendo a los trabajadores que quieren defenderse. Yo no combato por aquellos trabajadores que están en su casa viendo el fútbol. Lo siento por ellos, pero esos no son los míos”.

El histórico dirigente de Izquierda Unida (IU) y exalcalde de Córdoba, Julio Anguita, murió este sábado a la edad de 78 años de edad, a consecuencia de un infarto cardíaco.

En su homenaje, publicamos una entrevista concedida al semanario El Siglo, en mayo de 2011.

El actual coordinador general del partido, Alberto Garzón, expresó su incredulidad y pesar por el fallecimiento de Anguita en Twitter.

“Aún no me lo puedo creer. Sigo llorando y no sé cuándo dejaré de hacerlo”, escribió. Con su desaparición, “hemos perdido al más grande. Nuestro amigo, nuestro camarada”. “Has sido y serás la inspiración de muchos. Gracias por tu ejemplo. Seguimos tu lucha. Descansa en paz”.

Por su parte, el vicepresidente de Derechos Sociales y líder de Podemos, Pablo Iglesias, definió al fundador de Izquierda Unida como “el mejor referente político”, una persona que, según ha confesado, le marcó el camino a seguir y que siempre “se atrevió a señalar al poder”.

“Dijo las más crudas e incorrectas verdades con todo en contra y, hasta el final, nos indicó el camino que algunos quisimos seguir”, escribió Iglesias en su cuenta de Twitter. Para el vicepresidente del Gobierno, con Anguita no sólo se va “un referente ético”. “Se nos va nuestro mejor referente político. Hasta siempre”.

La siguiente entrevista, fue realizada en su casa, la misma que habitó toda su vida, en la ciudad de Córdoba, en mayo de 2011, y publicada por el semanario El Siglo el 9 de septiembre del mismo año.

En ella derrocha aquellas características que lo singularizaban entre los grandes de verdad: lucidez, sabiduría y honestidad intelectual.

Dejó huella imperecedera.

Duele la partida de gente como él.

Julio Anguita, Ex Secretario General del Partido Comunista de España e Izquierda Unida:“En Europa Estamos en una Crisis de Civilización”

Hoy vemos que el Estado y la democracia son incompatibles con el capitalismo. Esa es la muerte de una civilización”.

por Francisco Herreros.

Julio Anguita, ex-diputado por Andalucía, ex-alcalde de Córdoba, ex-Secretario General del Partido Comunista de España y de Izquierda Unida, es probablemente uno de los intelectuales y políticos de España más respetados, por su honestidad e insobornable consecuencia.

Guardando proporciones y distancias, por momentos recuerda a Volodia Teitelboim por la claridad de sus conceptos y la pedagogía al exponerlos.

Exponente del ala izquierda del PCE, postula la política de las “dos orillas”, vale decir, una categórica separación de aguas con el Partido Socialista Obrero Español, al cual asimila al sistema bipartidista junto con el Partido Popular.

Por razones que se explican por sí mismas más adelante, es un interlocutor invalorable para intentar esclarecer la crisis económica y política por la que atraviesan España y la Europa comunitaria; un interlocutor que no rehuye la autocrítica ante la declinación del otrora poderoso PCE, que impide ser visualizado como alternativa, en el contexto de las oportunidades que ofrecen las crisis.

De hecho, la presente entrevista fue realizada en su hogar en Córdoba, pocos días después de las elecciones municipales y autonómicas de España, las cuales representaron una histórica debacle para el PSOE y una rotunda victoria para el derechista Partido Popular, que a pesar de Mariano Rajoy, lo deja a las puertas del Gobierno en las elecciones adelantadas para el mes de noviembre.

Con 6.31% de la votación, Izquierda Unida se consolidó como tercera fuerza, pero sin poder arbitral en el esquema bipartidista. Y un dato no menor, tratándose de Anguita: IU acababa de perder la alcaldía de Córdoba, después de 25 años.

Corrimiento a la derecha, en medio de la crisis

En consecuencia, el primer tema planteado fue el avance de la derecha, en el contexto de una severa crisis económica, que no cede desde 2008:

“Es que primero hay que clarificar en función de qué conceptos hablamos de izquierda y derecha. Si hacemos referencia a las siglas, el Partido Socialista Obrero Español sería la izquierda y el Partido Popular, la derecha. Pero si hacemos el análisis en lo que hace cada fuerza política, esa diferenciación en la práctica no existe.

Quién comenzó la política de recortes sociales, de privatizaciones y de reformas laborales, fue el primer gobierno de Felipe González. El abrió el camino que después culminó José María Aznar.

En 1993-94 tienen lugar los tratados de Maastricht, Amsterdam y Niza, que son el antecedente de lo que está ocurriendo hoy: el déficit cero, la constitucionalización del déficit, y hacer caer sobre los trabajadores y capas populares las consecuencias de un reajuste del sistema capitalista.

Después de Aznar ha venido el gobierno del señor Rodríguez Zapatero, que ha apretado más todavía la vuelta de tornillo, con un plan de ajuste durísimo, que no se quiere marchar sin culminarlo. Por tanto, hablar de que viene la derecha, es simplemente un contrasentido.

La derecha está gobernando realmente hoy en España, por unas manos que supuestamente no debieran hacerlo, pero lo hacen. Acostumbro usar el siguiente símil: en un tablero de ajedrez, usted tiene piezas de oro, y yo piezas de plástico.

En el juego, lo importante es quién gana la partida, porque su alfil de oro hace lo mismo que mi alfil de plástico.

Las piezas de oro valen más sólo si usted las deslinda del juego. Por tanto, para mí el PSOE vale lo que hace en la política. Y qué ocurre. Hay un momento en que las poblaciones se enfadan, quieren vengarse de quién las ha engañado, porque evidentemente el señor Rodríguez Zapatero ha hecho una política errática, y de manera irreflexiva, votan a la derecha que suponen auténtica.

Esto ha ocurrido en España, ha ocurrido en Córdoba, castigando a Izquierda Unida, tengo que decir que con razón, y ocurrirá una y mil veces. Dentro de dos años, cuando la gente vea que Rajoy hace la misma política, pero intensificando determinados aspectos, volverá a enfadarse y volverá a quitar a uno para ponerlo al otro.

Y así estaremos mientras caigamos en la trampa de los íconos en vez de los contenidos. Por otra parte, el Partido Socialista es más responsable que la derecha, porque se presenta como una alternativa ética”.

Alianza en la base, o política institucional

– Le planteo la misma pregunta a la inversa: ¿por qué, en un contexto de crisis la izquierda no aparece como una alternativa?

“Hay dos razones, o más de una. Izquierda Unida está en su interna, presa de una situación esquizoide, que la atrapa desde su propio nacimiento. Izquierda Unida recibió del mayor de sus fundadores, el Partido Comunista de España una enfermedad de transmisión genética. El PCE le dio a Izquierda Unida lo mejor que tenía, pero también le transmitió su enfermedad.

Yo he sido su Secretario General, lo he vivido y no pude acabar con ese debate.

Ese debate consiste en que cuando tiene lugar la transición, viene desde Francia el aparato del partido con Santiago Carrillo, Dolores y todos los dirigentes.

Ellos han vivido en Francia la clandestinidad. Ellos traen la visión de que la unidad de la izquierda ha sido siempre la unidad parlamentaria del Partido Socialista y el Partido Comunista.

En España, los que estuvimos luchando en la clandestinidad, la idea de la unidad de la izquierda se trasladaba de otra manera; aquí no había socialistas. Teníamos que hacer la alianza con capas populares, cristianos de base, elementos anarquistas, es decir, todo aquello que se enfrentaba a Franco.

Nuestro concepto de alianzas es distinto. Por tanto, en el seno del Partido Comunista hay una primera confrontación que no aparece en los medios de comunicación, porque no querían verla, entre los partidarios de una alianza en la base y los partidarios de una alianza puramente en las instituciones.

Esas dos escuelas, o tendencias, siguen permaneciendo hasta hoy. Hace años, en 1999, estando yo convaleciente de una operación al corazón, escribí un artículo que se llamaba dos almas y un cuerpo. Hasta que ese debate no se termine, estaremos transmitiéndole a Izquierda Unida esa sensación, que además se la transmitimos a la sociedad”.

– En el contexto de la crisis, el hecho de que la gente vote a una derecha que tiene por programa el ajuste estructural, no deja de sorprender…

“Mire, yo siempre he dicho que los pueblos también se equivocan. Eso de que los pueblos son sabios, es mentira. Los pueblos, como todo el mundo, se equivocan. Ahora bien, como demócratas, hay que obedecer lo que los pueblos digan. España es hija de su historia.

Buceando en el fondo de nuestra sociedad, creo haber encontrado un cáncer, que también hemos exportado a América: el miedo a pensar. Somos gente que se aterroriza de usar la inteligencia, acostumbrados durante siglos a que la Inquisición dijera, esto es lo que hay que creer, acostumbrados a un catolicismo no religioso, sino sociológico: tú peca, pero yo te perdono, pero no pienses como el protestante.

Nos hemos habituado a no pensar y a tener miedo: no me cuentes los problemas, sólo dime qué tengo que hacer. Esto está en el alma nuestra. Yo defiendo a los trabajadores que quieren defenderse. Yo no combato por aquellos trabajadores que están en su casa viendo el fútbol. Lo siento por ellos, pero esos no son los míos”.

Democracia en contradicción con el capitalismo

– En España, la crisis tiene presencia física, con mendigos en las calles, saltimbanquis en las esquinas y cinco millones de parados. Por lo demás, no ha salido de la depresión desde 2008. En su opinión, ¿estamos ante una crisis cíclica del capitalismo, o se trata de una crisis de naturaleza estructural, incluso sistémica?

“Tenemos varias crisis simultáneas. Tenemos crisis económica, ecológica, energética, demográfica y alimentaria. Además, hay una crisis ética, de la democracia. La democracia representativa ha entrado en contradicción con el capitalismo; siempre ha habido tensión, pero ahora es contradicción.

Esa crisis estructural no tiene solución.

Fíjese que en España hay un 30% del aparato productivo que no sirve. Luego, se está produciendo al 70% y no se vende, porque hay sobreproducción, pues en otros lugares se produce más barato.

Estamos en el fin de un modelo, nos hemos guiado por conceptos como mercado, competitividad y crecimiento sostenido, que al fin y al cabo se han revelado como creadores del problema.

Pues bien, a todo eso, que seguirían muchas horas de explicar, hay que añadirle lo que yo llamo una crisis de civilización. Nuestra civilización ha estado siempre sobre dos pilares.


Uno de industrialización capitalista, con aplicación de la ciencia y la técnica a la producción, y otro, los derechos humanos y la democracia formal.

Pues bien, cuando vemos que los gobiernos ya no pintan nada, que obedecen a los dictados de los mercados, la política, el Estado y la democracia son incompatibles con el capitalismo.

Esa es la muerte de una civilización”.

Movimiento indignados: “es lo que hay”

– ¿Qué opinión tiene frente al movimiento de masas conocido como acampados, indignados, o 15M?

“Mire, ese fenómeno de masas es gratamente sorprendente, pero hay que mirarlo con cautela, porque también tiene muchos riesgos. Cuando veo camisetas del Ché en el Corte Inglés, pienso que al pobre Ché lo han matado dos veces.

El capitalismo todavía tiene una gran capacidad de fagocitar a sus adversarios. He escrito favorablemente sobre este movimiento. Creo que impactante y está dando muchos ejemplos. Hay ahí muchas contradicciones y espontaneísmo, pero es lo que tenemos.

Creo que debemos colocar por delante de las siglas, los derechos humanos. Aplicar los derechos humanos a los siete mil millones de habitantes en el planeta, es la revolución.


Como dice el marxista español, Adolfo Sánchez Vásquez, la revolución no es un hecho gigantesco; la revolución es un hecho normal que tiene la condición de ir creando, como las fichas de dominó, otros escenarios.

La simpleza de los derechos humanos, esa tontería que cierta izquierda descarta como burguesa, esta gente los está impulsando, y nos toca a las fuerzas políticas aprender la lección, y ayudar. Yo los he llamado los nuestros, en el sentido de que pertenecemos a ellos”.

– ¿El Partido Comunista de España está en el movimiento?

“Yo aconsejo que esté. De hecho, yo estoy. Asisto a las asambleas, pero estoy como persona. No quiero estar allí como representante de nada. Como marxista, y sobre todo como gramsciano, creo que los comunistas tenemos que estar en todos esos movimientos, aportando lo mejor que podemos, y después reunirnos nosotros como comunistas a analizar.

O sea, reflexión y después acción, respetándolos, pero tenemos que estar ahí.

Donde hay cualquier movimiento, tiene que estar el Partido Comunista”.

– Ellos se dicen apolíticos ¿pero se puede ser apolítico y anticapitalista al mismo tiempo?

“Bueno, la confusión es notable. Porque eso es verdad, los he oído. El otro día se me acercaron con eso de somos apolíticos, y yo les he dicho, venga, vamos a aclarar; algunos de vuestros dirigentes han dicho la frase correcta: somos apartidistas pero no apolíticos.

O sea, hay un sector que sabe que son políticos, en el sentido clásico del término. Otros se incorporan y dicen, somos apolíticos. Pues, esa es la confusión que tiene ese movimiento.

Necesitan de mucha gente que trabaje en él, respetándolos. Ahí está el papel de los comunistas. No yendo por delante con la hoz y el martillo, sino yendo con la idea. Eso significa renuncia a gestos, a protagonismos de imágenes, pero es que esa es la tarea de los comunistas de siempre. Yo tengo expectativas.

Se está incorporando mucha gente que está intentando aportar, llevar eso en una dirección crítica, porque además hoy no hay otra salida, no hay otro movimiento de masas.

Yo no digo que esto esté cuajado, digo que es una especie de flor que ha surgido ahí, con muchos problemas, pero los sindicatos están hechos un desastre, y las fuerzas políticas de izquierda, otro desastre.

En consecuencia, esto debe obligarnos a pensar. Yo he propuesto en el PC que esto nos obliga a replantearnos nuestro funcionamiento, respetándolos, lo que no quiere decir que no discutamos con ellos, pero quiero decir sin instrumentalizarlos”.

– Los movimientos sociales pueden crecer muy rápidamente, pero cuando carecen de proyecto, programa o política, se diluyen con la misma facilidad…

“Por eso hay que apoyarlos. Hay que estar ahí respetando sus estructuras, conduciendo suavemente, persuadiendo.

Es el concepto que Gramsci definió como creación de hegemonía; no creación de imperio, de dominio, sino de persuasión, de ejemplo. Esa es la tarea del Partido Comunista.

No estar allí con los símbolos y las consignas, sino introducir elementos de reflexión y de análisis que ayuden a pensar. Tarea ingrata, pero no hay otra. Tampoco hay que trasladar miméticamente y mecánicamente el tema a las próximas elecciones. Pedirles el voto es equivocado. No hay que pedirles el voto. El voto lo darán ellos, cuando vean”.

Vigencia del socialismo

-¿Tiene sentido todavía hablar de socialismo en Europa, la cuna del socialismo?

“Sí, pero sin decirlo, como el personaje de Moliere que hablaba en prosa sin saberlo. En la izquierda tenemos un problema como consecuencia de la lucha contra el franquismo. Un régimen monolítico y simplista, como el de Franco, generó en nosotros actitudes monolíticas y simplistas.

A veces, cuando se lucha contra una tiranía, el que lucha se contagia de las fórmulas de esa tiranía; a simpleza se responde con simpleza.

Cuando llega un período en que ya no te persigue, pues hay que introducir elementos de análisis de mayor flexibilidad, de mayor rigor, de mayor matiz.

Y qué ocurre. Que no se han introducido porque se está pensando siempre en siglas.

Lo digo porque son los debates que tenemos: la hoz y el martillo tiene que ir siempre por delante. Soy uno de los proponentes de la Tercera República.

Pues cuando he ido presentando, me han dicho, pues aquí no aparece en ninguna parte que la república sea socialista.

Bueno, en el momento en que alguien ponga República Socialista, yo me voy. Yo quiero una república democrática. Yo no quiero ver la palabra socialista o comunista ni en pintura, y le ruego me entienda lo que quiero decir.

Por qué ese afán de colocar el sello con la palabra, por qué esa autoafirmación de la beata ante el santito. Yo estoy aquí por un acto de fe. No estoy por un escapulario, por una virgen o por un Cristo.

Pero todavía opera en nosotros esa afirmación ante la identidad: la república tiene que ser socialista. No, la república tiene que ser democrática. Ahora, vamos a discutir qué es democracia: derechos humanos, puestos de trabajo, igualdad. Hay que hacer socialismo sin ponerle el nombre.

Yo desterraría la palabra socialismo, comunismo y anarquismo, y lo haría.

Este es un combate que la gente tiene que ver. Por qué lo que es evidente para nosotros tiene que ser evidente para la gente. Mi tarea como comunista es, a partir de lo real, concreto, ir avanzando, pero nos equivocamos si decimos que tiene que aparecer el ser comunista.

Ahí está nuestro problema: queremos los emblemas. Frente al águila franquista, sacar la hoz y el martillo. Pero nos equivocamos, porque en ese plano, Franco no murió. Es más, las palabras socialismo y comunismo están cargadas, con verdad y otras veces sin ella, de connotaciones negativas, por la propaganda, por determinados hechos.

El comunismo es una convicción, en la que tú tienes que conseguir, si crees que llevas razón, que los demás la descubran, pero nosotros vamos con ese simplismo contaminado de Franco, con los símbolos por delante.

Repito: yo nunca he ocultado que soy comunista y lo digo, pero ya no hablo más de comunismo.

En eso soy fiel a la definición que dio Marx: comunismo es el movimiento real que constantemente va superando contradicciones. Soy comunista por mi método de trabajo, y por los principios con que vivo”.

Luchas latinoamericanas

– ¿Existe consciencia en Europa sobre la importancia de la confrontación que se está dando en Latinoamérica entre el imperialismo y una gama de diversos gobiernos de signo progresista?

“No hay conciencia, porque no lo dice la televisión, y ese es el único medio de información que recibe el 90% de los españoles. Los canales alternativos, como Internet, llegan a un determinado número de personas.

Nos encontramos con una imagen tremenda creada por esos medios: Chávez es un loco, Evo Morales es un indio que no sabemos dónde va y qué es lo que va a hacer, el amigo Ollanta es un ex-golpista, Correa es un señorito que se ha equivocado, y eso es lo que se traslada a la inmensa mayoría de la gente.

Luchar contra eso es difícil. Pero además de eso, las fuerzas políticas de izquierda están centradas en otros problemas, y siguen los patrones de análisis europeos. Se equivocan. Creen que su concepto de democracia representativa típicamente europeo es universal, y no llevan razón.

La experiencia la tenemos con Chávez. Para nosotros, es muy especial en su forma de hablar, pero si nos desprendemos de este prejuicio, vemos que hay ahí una lucha tremenda. En eso hay que ser intransigente: el que me dice que Chávez es un dictador, lo pongo de vuelta y media…”.

-¿Y cómo se puede ser dictador ganando diez elecciones seguidas?

“Pues vea usted. Eso hay que decírselo a la gente. Nosotros, la izquierda en España y en Europa, tenemos que ser consecuentes, y como David, enfrentar a Goliat con una honda.

Es una lucha ideológica, y tengo que decirle a usted que la izquierda en España está muy desarmada ideológicamente. Hemos creído que llegando a las instituciones hemos cumplido el compromiso, cuando las instituciones son una trinchera más de un proceso mucho más largo. Es todo un debate que ahora mismo lo estamos padeciendo”.

-¿Es consecuencia de una debilidad teórica?

“Es que siempre fue teórica. Empecé a militar en el Partido Comunista el año 1969. Entonces había una fe del perseguido que nos sostenía, pero nos contaminamos de la simplicidad del verdugo y no supimos adaptarnos a tiempo.

El tema de la formación, de la nueva situación en democracia, el tema fundamental de que la lucha ideológica ahora es superior a la lucha contra Franco.

Eso lo ha aprendido la derecha. La izquierda no ha aprendido la lección.

La prueba está en el movimiento obrero. Como militante de un sindicato, es de izquierda, pero como ciudadano, vota a la derecha, y como consumidor, es partidario del consumismo. Una auténtica esquizofrenia”.

Integración

– ¿Qué consecuencias puede tener la crisis económica en el proceso de integración europeo?

“Bueno, ha habido varios procesos. El primer proceso comienza con la CECA, la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, una manera de evitar las guerras anteriores. Ponen en común el carbón y el acero dentro de unos principios.

Hay unas personas que yo llamo dentro de su categoría gigantes, que son los que lanzan la idea, que ya la tenía Víctor Hugo, que aparece en otros autores y que también tenía el diputado comunista Altiero Spinelli, de la unión europea, tendente a la visión federal de un Estado europeo.

Es una historia que va seduciendo a las grandes masas. Pero de manera silenciosa, lo que se está creando es la posibilidad de luchar contra el capitalismo norteamericano en la rivalidad inherente al sistema capitalista.

Frente a la economía de escalas de Estados Unidos, su economía agraria y sus cereales, hay que crear una política agrícola común, que pueda competir.

Hay que crear infraestructura común a gran escala, y claro, el primer núcleo es la Europa del desarrollo. Ocurre que esa Europa del desarrollo necesita ir creciendo porque se siente estimulada ante un proyecto político, y lanza la idea de la unión económica y la unión política.

Pero la unión política en el Tratado de Maastritch es amputada.

No podía ser para el capital, por que el capital no admite un gobierno sobre su feudo, y entonces hará todo lo posible para que no haya un gobierno común europeo. A partir de ahí, todo ha sido remendar.

La ampliación a los diez países de la antigua zona soviética fue una maniobra de Estados Unidos, para introducirse por el patio trasero, como consecuencia de la guerra de Irak, y la de los Balcanes.

En este momento nos encontramos con una moneda única que no se puede sostener, con la actual política económica. Me aventuro a adelantar que en un año, poco más o poco menos, muchos países se saldrán del euro.

Grecia no puede sostener su deuda, ni Irlanda, ni Portugal, y el próximo rescate será el de España. Puede tardar, pero va a llegar. Y eso hará estallar la moneda europea.

Para crear una moneda europea, había que haber creado una infraestructura, un país. Los países tienen una moneda única cuando tienen una infraestructura común, económica, social y política.

Pues, eso no se hizo, y creo que ya es muy tarde para hacerlo”.

Fuente: Red Digital