Alika Kinan es sobreviviente del delito de trata con fines de explotación sexual. Activista abolicionista. Dirige el Programa de Estudios, Investigación y Formación de Trata y Explotación de Personas ( Universidad de San Martín ), Reconocida como Mujer Destacada, por el Senado de la Nación en Argentina ( 2015).
La abolición de la prostitución.
Desde el abolicionismo se promueve la erradicación de la prostitución, la explotación sexual y la trata, reconociendo a las víctimas del sistema como sujetas de derechos, debiendo ser reconocidas por el estado y la propia sociedad. Entendemos y calificamos a la prostitución como una serie de violencias desde quienes pagan por sexo hacia las mujeres y niñas que se ven sometidas en esa vorágine mezcla de neoliberalismo, capitalismo y violencia machista.
Podemos remontarnos a sus orígenes, allá en los años 1700/1800 cuando Portugal comerciaba esclavos y algunos comenzaron a verlo como un delito gravísimo a la integridad de las personas, que eran tratadas peor que un animal. La problemática fue afectando gran parte de Europa y Norte América. Tanto mujeres, niñas y niños eran comprados como esclavos para cumplir funciones determinadas, sus vidas eran propiedad de alguien, sometidos a los peores actos que puede cometer un ser humano, trabajo esclavo, servir sexualmente a sus patrones. Nacían y crecían en esclavitud y también morían como esclavos. Sometidos a torturas y castigos corporales, daños psicológicos irreversibles y la ignorancia, para perpetuar este maquiavélico sistema. En el pasado luchamos contra este mal social, lo condenamos y lo abolimos casi de manera definitiva de los países desarrollados.
Las formas de esclavitud adquirieron nuevas finalidades, adaptándose a los nuevos tiempos y al nacimiento de los propios movimientos sociales. Se alimentó de nuestra sociedad, normalizando y naturalizando una de sus peores formas de esclavitud, la prostitución. La violencia de los hombres y el machismo perpetuaron en la prostitución sus necesidades de dominación sobre la mujer, utilizando sus cuerpos para convertirnos en fosas sépticas de sus actos violentos. Mujeres, niñas y niños son en nuestros tiempos las victimas más vulnerables. No sólo se violan y poseen sus cuerpos, se violan también sus derechos fundamentales, los cuales deben estar garantizados por los propios tratados internacionales a los cuales adhieren muchos países como para tener sociedades libres de violencia.
A día de hoy el estado argentino continúa en deuda con las víctimas, ya sean las de trata rescatadas pero no asistidas a conciencia, como aquellas que salieron por si mismas del sistema prostituyente que no tuvieron lugar a reclamo, la falta de establecer líneas de trabajo lógicas y congruentes a las leyes sancionadas en los últimos años y las consecuencias que surgen de éstas, ha dejado cientos de miles de mujeres y niñas sin siquiera posibilidad de reclamar una asistencia integral y la restitución de derechos económicos, sociales y culturales por la violencia sufrida. En paralelo, necesitamos de un cambio cultural a gran escala, que como eje central debe desalentar el consumo de prostitución, desde las clases sociales más vulnerables para hacer cumplir el principio de justicia social y la igualdad de oportunidades entre varones y mujeres.
La prostitución como una serie de violencias.
Violencia física: La que se emplea sobre el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato o agresión que afecte a su integridad física.
Violencia psicológica: La que causa daño emocional y disminución de la autoestima y perjudica el pleno desarrollo personal o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones, mediante amenazas, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito, manipulación o aislamiento.
Violencia sexual: Cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de personas
Violencia económica y patrimonial: La que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de la mujer, a través de la perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes, pérdida, sustracción, destrucción, retención o distracción indebida de objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales.
Violencia simbólica: La que, a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos, transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la mujer.
En el mundo hay entre 40 y 42 millones de personas prostituidas, y de ellas el 80% son mujeres y niñas, la mayoría (75%) con edades que van de los 13 a los 25 años.
A raíz de todo esto, no sólo consideramos la prostitución como una forma integral de violencia hacia las mujeres y niñas, donde se daña al cuerpo, los valores y la moral de toda una sociedad de la presente y las venideras, así mismo podemos aseverar que la prostitución en todas sus formas, es una arma patriarcal de dominación, humillación y control del hombre hacia la mujer. Los daños que esto produce tanto físicos como psicológicos son absolutamente irreparables.
La forma más eficaz de poder erradicar este mal social es aplicar y generar, si no existieran, de forma integral políticas públicas, otorgando soluciones definitivas a las víctimas, como asistencia psicológica cualificada en todo su tránsito hacia la inserción social, posibilidades de trabajo real y digno, acceso a la vivienda entre otras.
Aplicación del modelo nórdico, un modelo que funciona.
Pese al gran trabajo de las organizaciones sociales abolicionistas, activistas y las voces de las sobrevivientes tanto de la trata como la prostitución, los intentos por abolir este sistema macabro que condena sobre todo a mujeres y niñas pobres, marginales e imposibilitadas de recibir educación de calidad que les genere oportunidades laborales dignas, han fracasado en casi toda América latina. Los países que han aplicado el modelo nórdico son los modelos a seguir, las disposiciones características de estas legislaciones son la despenalización de la persona prostituida, y la criminalización de quienes pagan por sexo. El proxenetismo y la administración de prostíbulos ya están penalizadas en los códigos penales, y estos tipos penales son conservados o reformulados dentro del Modelo Nórdico.
Los informes arrojados por los primeros 10 años del modelo nórdico han demostrado que es un modelo exitoso que claramente funciona en materia de derechos humanos como restitución de derechos a las mujeres prostituidas. La prostitución se redujo a la mitad como resultado de la penalización, se han generado políticas integrales para asistir a las mujeres prostituidas, se redujo la demanda de sexo por dinero, los avisos de ofertas sexuales se redujeron en un 60% y, por, sobre todo, se redujo drásticamente la trata y el tráfico de mujeres, niñas y niños.
¿La Abolición de la Prostitución será efectivamente una consecuencia positiva de COVID19?
Con la llegada de esta nueva normalidad provocada por COVID-19, también las personas prostituidas se vieron en la necesidad de adaptarse las normas sanitarias impuestas por todas las naciones a fin de mitigar el contagio producido por el SARS-CoV-2, eso significa, distanciamiento social, uso de barbijo, en algunos casos guantes de látex, cierre de hoteles o lugares de sexo ocasional. Para las personas que todos los días llegan a estar hasta con 30 hombres diferentes, esto significa aumentar exponencialmente el riesgo de contagio. Tengamos en cuenta que, en las relaciones sexuales, por más cuidadosas que seamos, surgen situaciones donde el intercambio de fluidos es inevitable, con lo cual la situación se torna insostenible.
Sumado a esta realidad social, nos encontramos con un fenómeno aún peor, la sociedad que jamás se había involucrado en denuncias por posibles situaciones de trata, hoy son los primeros en dar la alerta de la existencia de lugares que pueden convertirse en focos de concentración virus COVID-19, generando denuncias masivas y alertas ante esta posibilidad en todo el mundo.
Definitivamente estamos ante un nuevo panorama en todo el mundo, donde el riesgo de contagio y el aislamiento social se han convertido en una forma de desalentar este delito terrible. En el mundo hay entre 40 y 42 millones de personas prostituidas, y de ellas el 80% son mujeres y niñas, la mayoría (75%) con edades que van de los 13 a los 25 años.