Había pensado no escribir sobre esta problemática específica, dada mi vinculación profesional (y por tanto muy emocional-existencial) como trabajador médico especializado durante más de 30 años en todos los niveles del cada vez más complejo sistema de salud de Colombia, desde lo local hasta el nivel superior o ministerial, pasando por el nivel intermedio, en donde modestamente contribuí a conformar y a consolidar
La actual crisis, es una situación largamente larvada, que se inicia en 1982, cuando el presidente Belisario Betancur, cambió a su ministro de salud, el liberal bumangués doctor emérito Jorge García Gómez, por el burócrata conservador y “médico a palos” Jaime Arias, quien como él mismo lo dijo más de una vez salió médico Javeriano para satisfacer socialmente a su padre, cuando su verdadera vocación era la “economía”, en especial la concepción económica neoliberal proveniente de la dictadura fascista chilena; que en ese momento se encontraba a la ofensiva en todo el continente y en Colombia echaba raíces en la sección de “administración de salud” de la Universidad Javeriana de Bogotá y, cuyo objetivo principal era liquidar la concepción “estatista” (muy CEPALINA por cierto) que se traía en el ministerio de salud desde hacía varias décadas, y “privatizar” todas las instituciones de atención médica del país, convirtiéndolas en prestadoras de servicios de salud, después de haber trocado el derecho esencial a la salud, reconocido universalmente, como lo dicen todas las manifestaciones de la movilización social en una mercancía, que se consume en el momento de su prestación como cualquier peluqueada, o acto sexual pago, es decir en un servicio.
Ideología esta ultra neoliberal, que después de 10 años de debates, finalmente se convirtió en ley de la república mediante la trajinada y aciaga Ley 100 de 1993, presentada y sacada adelante por el poder fáctico del parlamentario estrella del partido liberal antioqueño, Alvaro Uribe Vélez.
Hoy, el exministro Jaime Arias, desde su alta posición burocrática de la economía privada o “empresarial”, como director de la ACEMI, cuyo nombre se explica por sí solo (Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral), en una entrevista muy significativa para el diario El Tiempo, ratifica su vieja y antigua concepción, https://www.eltiempo.com/salud/cree-que-con-el-valiente-archivo-de-la-reforma-de-la-salud-pasa-esta-pagina-amarga-3331477, y, lo mejor, trata de desviar su vieja responsabilidad privatizadora y financiadora en al actual crisis del sistema de salud colombiano, recurriendo con su característica mezquindad teórica, a culpar a Fidel Castro y Hugo Chávez y a los modelos de salud propios de cada uno de esos países. https://www.ntn24.com/noticias-actualidad/petro-se-quedo-atras-anorando-el-modelo-de-fidel-castro-y-hugo-chavez-jaime-arias-exministro-de-salud-de-colombia-482490.
¿Qué tiene que ver Fidel Castro y Hugo Chávez con el desfonde financiero y el estallido de la burbuja financiera de las “empresas aseguradoras privadas multinacionales” o EPS, que hicieron del riesgo de enfermar y morir de los colombianos un negocio financiero redondo, no solo para enriquecerse y acumular desaforadamente capital, sino para transferir y exportar al centro super desarrollado del Sistema Global del Imperialismo, todo ese Valor y Riqueza producidos durante décadas por los miles de trabajadores de la salud y médicos e internos, trabajando abnegadamente en condiciones de superexplotación (según la categoría descrita en 1982 por Ruy Mario Marini en su Teoría Marxista de la Dependencia)?
El estrepitoso estallido de burbuja financiera de las aseguradoras privadas de salud en Colombia, país subdesarrollado y dependiente, exportador neto, de productos mineros, agrarios (incluida la cocaína) y de capital; desfonde que se había tratado de evitar por parte del Estado colombiano y los sucesivos gobiernos neoliberales mediante incalculables inyecciones de capital o “salvamentos, transferencias de recursos y adecuaciones de los precios de la unidad de pago por capitación”, agravada por la crisis financiera del 2008, la multi-crisis global y civilizatoria en la que nos debatimos actualmente (en especial la crisis del Coronavirus que golpeó profundamente el sistema de salud vigente en Colombia). No se podía seguir sosteniendo por más tiempo, y terminó pasando finalmente la abultada factura al gobierno del presidente Petro.
¿Cómo reponer los miles y miles de millones de pesos (muy tedioso tratar de enumerar las cifras en este corto espacio) que salieron de las EPS hacia los bancos del Centro Imperialista, cuando ya la olla del presupuesto colombiano había sido raspada por el adiposo presidente Duque?
¡No hay plata señores de las EPS y financistas aseguradores del riesgo de enfermar y morir! Fue la respuesta tajante del gobierno Petro, al inicio de su mandato.
Bueno, entonces pongamos al mago teórico de las finanzas en salud y ex candidato presidencial Alejandro Gaviria en el gabinete ministerial, para que con la ayudita de Ocampo y de Cecilita López en la mesa de ministros, encontremos una buena solución “tecnocrática”, que nos permita seguir desarrollando la propuesta del capitalismo verde.
Después de vueltas y revueltas, se llegó a la conclusión que la realidad era como la planteaba la señora ministra de salud, Carolina Corcho: Había necesidad de hacer una reforma a todo el sistema, sacando o quitando de en medio a los intermediarios financieros o EPS.
Ah. Pero eso es Castro Chavismo (Jaime Arias y su panoplia conservadora Uribeña) Y su reforma a la salud propuesta no tiene ningún futuro. Recurriremos a nuestros hombres en el parlamento, a quienes hemos financiado con holgura (¿testaferros?) para que con sus votos la hundan.
Bueno, entonces recurriremos a la Superintendencia de Salud, institución de vigilancia y control del sistema, que la señora Inés Gómez de Vargas (madre de un atracador de apartamentos en Barranquilla ver https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-510885) y destacada miembro del clan paraco de los Char, quien fuera nombrada en 1997 por el presidente Pastrana, como superintendente de salud, para que la convirtiera en una corrupta policía paraco-sanitaria, y así, vía administrativa, intervendremos por el Estado y el gobierno las EPS quebradas , que la anterior administración del inepto Duque, dejó funcionando como monopólicas después de quitarles 13 competidoras pequeñas.
Entonces, pondremos todo nuestro aparato mediático en contra del gobierno para desacreditar su reforma a la salud y toda su ruinosa politica sanitaria.
Si se hunde la reforma estrella del mandato histórico sobre la salud, haremos los cambios vía paquetazo de decretos (https://www.elheraldo.co/colombia/gobierno-anuncia-paquete-de-decretos-para-modificar-el-sistema-de-salud-1084627) y propondremos como ultima ratio, una Asamblea Nacional Constituyente.
Y así, en medio de este constructivo diálogo en el interior, y con el telón de fondo exterior de la ofensiva del hegemón imperialista en Nuestramérica, que parece estar decidido a recuperar en el continente por cualquier medio su declinante hegemonía, se habla magníficamente en cualquier lugar y a cualquier hora de la crisis de la salud en Colombia, que amenaza la vida de sus ciudadanos y hace cada vez más lejana la promesa vacía de convertir al país en una potencia, en ningún caso industrial, sino potencia mundial de la vida.
Pueda ser que un “nuevo” pacto entre partes concernidas, acuerden un nuevo texto de reforma a la salud que le tocará implementar al próximo gobierno del Pacto Histórico. Veremos.
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