«Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo» Escrito en alemán por Karl Marx en la primavera de 1845. Fue publicado por primera vez por Friedrich Engels en 1888 como apéndice a la edición aparte de su Ludwig Feuerbach y el […]
«Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo»
Escrito en alemán por Karl Marx en la primavera de 1845. Fue publicado por primera vez por Friedrich Engels en 1888 como apéndice a la edición aparte de su Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. (Puede encontrarse en http://www.marxists.org/
Tenemos entonces la triste realidad de que los economistas ortodoxos no hacen más que interpretar de diversos modos los ciclos del capital y sus crisis. Pero desde los intereses de la sociedad mayoritaria no se trata de administrar las crisis, sino superarlas definitivamente. Por otra parte, la clase política dirigente que ofrece los servicios de sus intelectuales orgánicos al sistema de dominación impuesto por el capital financiero, bien sea desde del gobierno empresarial o de la oposición de turno, no hace otra cosa que ofrecer gobernabilidad desde el Estado para garantizar dicha administración. Pero lo central es transformar el Estado de actual instrumento de la dominación del capital financiero a instrumento de emancipación del pueblo trabajador, sobre la base de su gobierno. Y esta tarea coincide hoy con los intereses generales de toda la humanidad y las condiciones de su supervivencia.
El desarrollo actual de las ciencias y la técnica, el desarrollo del carácter cada vez más social del trabajo, es suficiente para alimentar a toda la población del planeta. Por ello lo único que explica que los pueblos se rebelen por el hambre es la especulación financiera sobre los precios de los alimentos. ¡Nada más y nada menos!
El 11 de enero tuvimos el placer de contar con la presencia en Chile del profesor de economía, el compañero Fernando Azcurra (1). Su exposición se concentró sobre la cuestión del imperialismo, el nivel de su desarrollo actual y su relación con el socialismo, y la superación de las relaciones sociales impuestas por la hegemonía del capital financiero. De esta visita surgió la entrevista aparecida con tanta difusión en internet, «El marxismo es el pensamiento filosófico y científico de nuestro tiempo»
El debate constató una vez más que en todo proceso histórico conviven en contradicción irreconciliable lo nuevo y lo viejo. Sin embargo, su importancia cardinal radicó en la demostración de que la teoría económica más avanzada permite escudriñar y develar la naturaleza de la dominación actual de una superestructura que subsume todas las fracciones del capital para imponer el predominio de sus intereses por sobre el conjunto de la sociedad. ¿Por qué es tan significativo? Porque para desarrollar una teoría política destinada a la superación del capitalismo en el siglo en curso, tenemos que comprender primero cómo en las últimas tres décadas el imperialismo, desde el punto de vista estrictamente económico, ha logrado avanzar a una nueva etapa de la cual no puede salir sino administrando las graves crisis que ha generado su propio desenvolvimiento, echando sobre las espaldas de los trabajadores las consecuencias del desempleo, baja y/o congelamiento de salarios reales, eliminación de derechos sociales, sindicales y laborales, esto es una nueva vuelta de tuerca sobre las políticas de pauperización.
Por eso la más avanzada de las teorías económicas es estéril si no se propone la superación crítica del actual estado de cosas, y, en el mejor caso, apenas puede ofrecer renovadas maniobras administrativas. De este tipo de análisis y fórmulas únicamente pueden salir proyectos políticos que favorezcan la administración de las crisis en forma de prácticas discursivas políticas para disputar distintos enfoques y expertises en la dirección de ofrecer grados de gobernabilidad política en su decadencia.
Basándose en lo más avanzado de las teorías producidas por el desarrollo del género humano, pasando ineludiblemente por la labor realizada por Carlos Marx y Federico Engels, es posible la comprensión cabal de la naturaleza del imperialismo financiero para que de esas matrices analíticas surjan las políticas más adecuadas para la superación del capitalismo en su fase actual.
En cada momento crítico de la humanidad y hoy, en cada crisis que atraviesa el capitalismo a partir de las teorías más progresivas y avanzadas sólo pueden advertirse dos alternativas: la administración del capital en crisis y su gobernabilidad política, o un movimiento internacional capaz de superar, de acuerdo a cada realidad nacional, una teoría y práctica que tengan la puntería política y fuerza material suficiente para lograr la constitución de un nuevo sujeto político que dotado de un programa político revolucionario supere el statu quo. Ese sujeto es la suma no aritmética de los pueblos trabajadores del mundo que se oponen efectivamente al capital en su forma internacional dominante, el imperialismo financiero.
Esto puede sonar demasiado extravagante para quienes han avanzado hasta la comprensión de las tesis leninistas expuestas en su definición del imperialismo como una fase superior del capitalismo. Hasta el momento histórico de su formulación, resulta estrictamente correcta la tesis que considera al imperialismo como la unión entre el capital bancario y el capital industrial. Era una visión exacta de las cosas producto del análisis concreto de la realidad concreta y lo más avanzado y progresivo en ese período desde el método materialista desarrollado por Marx y Engels.
Pero el árbol de la vida es verde y la teoría es gris. Y puede resultar lamentable para quien pretenda transformar el método de la dialéctica materialista en dogmas religiosos. El árbol de la vida es verdaderamente verde, como los papelitos de colores que multiplican las imprentas de los bancos centrales, y que reflejan -como un becerro de oro- la existencia real de un capital ficticio que subsume todas las determinaciones inmediatas de las diversas fracciones del capital para la construcción real de una superestructura mundial que todo lo domina y determina.
Las últimas crisis revelan la fotografía necesaria de la naturaleza real del desarrollo actual de la supuesta globalización y su cara más violenta: el totalitarismo de un capital que no actúa por separado en distintas fracciones de existencia autónoma. Por ello no hay extravagancia ni sutileza en el análisis del actual estado de la dominación imperialista bajo la supremacía de una fracción del capital que se ha transformado en la expresión real del movimiento del capital en su conjunto.
Esta unidad como capital trasciende lo estrictamente económico y determina el comportamiento histórico de la clase dominante de existencia internacional.
De ahí que el sujeto de las transformaciones históricas cobra existencia verdadera como sujeto internacional sobre la base de las luchas reales de resistencia de cada pueblo, en cada uno de los territorios nacionales. Por ello es vigente el concepto de «internacionalismo proletario», que no es más que la otra cara de la moneda de la dominación actual: el carácter internacional de la dominación capitalista bajo la supremacía económica, política, militar y cultural de una fracción del capital que se presenta como superestructura concreta, que determina cada uno de los sucesos sociales cotidianos.
La presencia de la dominación del capital financiero está en cada acto diario. Como ejemplo entre millones, hoy los santiaguinos lo viven cuando ponen un par de miles de pesos en la tarjeta BIP para consumir los futuros viajes a realizar en el transporte público (metro y transantiago). Antes de que el usuario alcance a pasar por el molinete, estos millones de pesos acumulados se transforman en instrumentos financieros que lo estarán esperando en la próxima estación para beneficio de las grandes corporaciones de los EE.UU. y/o franco-española-alemana que hoy lo hegemoniza todo. La vida útil del trabajador es cada día más corta, como corta es la vida de los refrigeradores que compramos a crédito y que antes de que expire su deuda ya es hora de renovarlos.
Ese también es el signo de la «renovación» política en Chile. La Concertación y otras expresiones auxiliares ni siquiera plantean reformas para contener los avances del capital que subsumen toda nuestra vida cotidiana, sino que a duras penas aventuran construcciones políticas, que independientemente del nombre que adquieran, sus programas políticos sólo ofrecen en el altar del capital (el Estado) sus ofrendas de gobernabilidad de la sociedad por medio de la democracia instituticional.
Únicamente desde una teoría económica realmente avanzada y que no se limite a relevar las básicas y fundamentales políticas económicas que aten de manos al capital especulativo, podrán ser superadas definitivamente las crisis del capitalismo y sus graves consecuencias para la humanidad. Asimismo, las luchas prácticas de resistencias, no bastándoles estas políticas, tienen que desarrollar un programa político que arrase con las propias fuentes de las relaciones sociales de dominación, explotación y despojo.
El programa histórico de superación definitiva de las relaciones mercantiles del capitalismo y de la reproducción del propio capitalismo, tiene que erigirse como un movimiento de superación del trabajo asalariado y de la dominación inmediata impuesta por la superestructura mundial de dominación, que sin eliminar el rol de los Estados Nacionales, sea capaz de transformarlos en herramientas útiles para la emancipación mundial de la humanidad.
Por eso, los pueblos trabajadores del mundo sólo tenemos dos alternativas posibles: seguir siendo yunque y resistir administrativa y testimonialmente los golpes del imperialismo financiero, o ser definitivamente los martillos y terminar con su supremacía y todas las determinaciones que lo constituyen.
Para que el pueblo trabajador mande tiene que hacer puntos de fuerza en la movilización real y, a la vez, plasmar en un programa de transformaciones el momento de la reflexión sobre su acción política. El pueblo trabajador a partir de cada realidad geopolítica impuesta por los límites territoriales de los Estados, sólo puede tener existencia real en tanto cuente con existencia internacional.
(1) El texto completo de la charla puede leerse aquí: http://unidadmpt.wordpress.
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