Son 615 millones de gastos en sólo un año en armas. La alta cifra puede remitir a un país en guerra, pero se trata de Chile, y lo coloca como el segundo mayor importador de armas de fuego en América Latina, según informe del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri). En […]
Lo más preocupante es que, mientras el PIB chileno para defensa es siempre mayor, o igual, 3,5% del total, el valor del PIB destinado a todas las inversiones sociales nunca pasa del 17%. Además que de esa parte del PIB, los militares reciben el 10% de la venta del cobre del país, para el presupuesto de las fuerzas armadas.
Para Amnistía Internacional chilena, esos gastos son excesivos, especialmente en una región donde no se tienen conflictos graves hace décadas. «La adquisición de material (militar) y un salto tecnológico puede llevar a un peligroso desequilibrio», agregó la entidad.
«Las Fuerzas Armadas latinoamericanas disponen hoy de un armamento que no se corresponde con las teóricas relaciones políticas que existen entre los Gobiernos», dijo a Amnistía la profesora especialista en Desarme y Defensa de la Universidad Di Tella de Buenos Aires, Rut Diamint.
En el análisis de los especialistas, hay una gran diferencia entre el material comprado por Chile y por Venezuela, ya que el primero empleó la mayor parte de su dinero en tecnología más avanzada, mientras que Venezuela compró mayoritariamente armas que pueden ser usadas por la población civil. Según el informe, Brasil compró más medios de combate y transporte para proteger la zona del Amazonas, y Argentina compró radares y misiles de combate aéreo.
Chile compró sistemas de armamento que no existían en la región. Entre el material se encuentran una centena de carros de combate Leopard II, dos submarinos equipados con dispositivos de disparo de misiles, 10 aviones F-16 con sistemas de misiles aéreo-aéreo de alcance medio, y aviones 18 F-16 (modificados con tecnología israelí).
En América Latina hay un preocupante tráfico ilícito de armas leves y de pequeño calibre, que influencian el elevado número de muertes que la región padece -es la región con mayor número de muertes por armas de fuego en el mundo- y en la tensión social causada por el problema. Son esas armas que alimentan el crimen organizado, estimulan la cultura de violencia y prolongan los conflictos.
En México, el flujo de armas ilegales es enorme, porque basta cruzar la frontera con Estados Unidos para comprar un arma de fuego en los supermercados. Cerca de un millón de armas llegan de esa manera al país, desde donde siguen para ser revendidas en mercados ilegales de toda América Central y el Caribe.
Se muere más en los países latinoamericanos por armas de fuego, que en regiones de conflictos, y hasta guerras de África y de Medio Oriente. Brasil, Venezuela y Colombia son los países con mayor mortalidad por armas de fuego.
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]