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La agresividad de las derechas en EE.UU y en España

Fuentes: Rebelión

Una de las maneras de diluir responsabilidades respecto a comportamientos incívicos en la vida política es subrayar que todos -tanto las derechas como las izquierdas- lo hacen. De esta manera, las estridencias, insultos y hostilidades, se presentan como características de la vida y cultura política, igualmente repartidas entre todos los componentes del espectro político, sin […]

Una de las maneras de diluir responsabilidades respecto a comportamientos incívicos en la vida política es subrayar que todos -tanto las derechas como las izquierdas- lo hacen. De esta manera, las estridencias, insultos y hostilidades, se presentan como características de la vida y cultura política, igualmente repartidas entre todos los componentes del espectro político, sin considerar a unos peores que otros. Así, en una reflexión sobre la vida política estadounidense, Pilar Rahola (con la estridencia, insultos y sarcasmos que caracterizan sus columnas en La Vanguardia), en su artículo sobre los hechos derivados de los asesinatos en Arizona «Arizona en gris» (11.01.10), considera inaceptable (creo que le hubiera salido más del alma definirlo como intolerable), definir a las derechas en EEUU como peores que las izquierdas (definiendo como derechas a los republicanos y a las izquierdas como los demócratas) en su comportamiento incívico. Así, detalla que «si Pallin dice barbaridades de los demócratas, éstos no se quedan chiquitos con los republicanos». En otras palabras, según Pilar Rahola, la Sra. Sarah Palin y el Tea Party, no son menos incívicos en su comportamiento político que las sensibilidades existentes en el Partido Demócrata.

Como han mostrado varios artículos en su columna en La Vanguardia, la ignorancia de Pilar Rahola sobre la realidad estadounidense es notable. Pero debería haber límites, incluso en la ignorancia. Veamos los datos. Y para ello hace falta fijarse en algunas de las declaraciones representativas de varias voces influyentes en el Tea Party y en el Partido Republicano, comenzando por Glen Bech, uno de los hombres más importantes del Tea Party, que se refirió en una ocasión al Presidente Aznar como uno de los estadistas más importantes del mundo occidental. Esto en sí no es materia de preocupación, sino de autodefinición del criterio del autor. Pero lo que sí es más que preocupante es que, tal como ha dicho en Fox News, «le encantaría matar a Michael Moore con sus propias manos»; que «le gustaría que un camión atropellara al Congresista Dennis Kucinich», demócrata de Ohio, una de las voces de izquierdas dentro del Congreso de EEUU; que le causaría «gran placer también envenenar a la dirigente del Partido Demócrata, Nancy Pelosi», añadiendo, además, que el Presidente Obama tendría que tener el mismo fin que el Presidente Kennedy, y así un largo etcétera.

El otro dirigente intelectual del Tea Party y del Partido Republicano más conocido es Bill O’Reilly, que ha indicado, también en Fox News, que «le encantaría degollar a la periodista Dana Milbank», del Washington Post, mientras que una persona de su equipo de Fox News, ha indicado que tanto Bin Laden como Barack Obama deberían ser asesinados. Y la lista puede alargarse considerablemente. Varios nuevos miembros del Partido Republicano en el Congreso procedentes del Tea Party aconsejaban a sus votantes que se armaran. Y la campaña del candidato republicano que fue derrotado en las últimas elecciones por la congresista Giffords de Arizona, fue acompañada de tiros al aire por parte de sus seguidores, durante la campaña. Ni que decir tiene que el Partido Republicano no es el Tea Party. Pero hoy en día es una fuerza mayor con enorme influencia en aquel partido.

Invito a Pilar Rahola a que escuche a las voces de izquierdas dentro del Partido Demócrata que aparecen en los medios televisivos estadounidenses, como Rachel Maddow o Keith Olbermann, de MSNBC, o Amy Goodman, de Democracy Now, y mire cuándo puede detectar tal nivel de hostilidad y verá que nadie habla en estos términos. Repito, nadie habla en los círculos de centroizquierda e izquierda en estos tonos y con tanta hostilidad de sus adversarios. ¿Dónde está la igualdad que Pilar Rahola asume cuando señala que todos lo hacen? En EEUU, las derechas siempre han sido más agresivas y hostiles que las izquierdas. Y esto ocurre tanto en EEUU como en España.

LA SITUACIÓN EN ESPAÑA

Véanse los comentarios de apoyo de Jiménez-Losantos al Tea Party, y léase el libro de José María Izquierdo, «Las Cornetas del Apocalipsis», en el que detalla la narrativa y las prácticas periodísticas carentes de la más mínima decencia y enorme hostilidad. Y la lista es enorme. No sólo Losantos, sino también Carlos Dávila, Isabel San Sebastián, Alfonso Ussía, Pío Moa, Juan Manuel de Prada, Hermann Tertsch, Fernando Sánchez Dragó, César Vidal, Antonio Burgués, entre otros. Y en Catalunya también tenemos muchas voces estridentes entre las derechas, bien conservadoras, bien liberales (neoliberales) nacionalistas o no nacionalistas (que será sujeto de otro artículo).

Ni que decir tiene que, en su mayoría no alcanzan el nivel de llamada a la violencia existente en el Tea Party, aún cuando la mayoría de la ultraderecha española todavía hoy defiende el régimen que ha asesinado a más españoles en la historia de nuestro país, el régimen liderado por el General Franco. No conozco ningún periodista de izquierdas que ofrezca semejante nivel de agresividad y hostilidad. Reconozco que no estoy comparando números semejantes, pues hay muchas menos voces que aparecen en los medios que sean de izquierdas que de ultraderechas. La falta de diversidad ideológica en los mayores medios de información españoles es bien conocida fuera de España, aunque no tanto, dentro de ella. En La Vanguardia no hay, por ejemplo, una columna de igual frecuencia que la de Pilar Rahola, que la firme un autor de izquierdas (que pueda responder, por cierto, a los constantes insultos y agresiones de tal autora y de otros columnistas de La Vanguardia a las izquierdas). Y ello es representativo. Hay poquísimas voces de izquierdas en los medios españoles. Pero las que hay no expresan el comportamiento agresivo de las derechas. En este contexto, definir a todos como incívicos me parece, no sólo injusto, sino una mera justificación de la propia agresividad de quien sostiene tal equivalencia.

Fuente original: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=55008