A principios del siglo XX, la situación de los docentes chilenos era paupérrima. A pesar de que el Estado había asumido la tarea de levantar un sistema de instrucción pública, los profesores no gozaban de los mismos beneficios de otros funcionarios estatales. Sujetos a la ley de presupuesto, las constantes rencillas entre los partidos burgueses […]
A principios del siglo XX, la situación de los docentes chilenos era paupérrima. A pesar de que el Estado había asumido la tarea de levantar un sistema de instrucción pública, los profesores no gozaban de los mismos beneficios de otros funcionarios estatales. Sujetos a la ley de presupuesto, las constantes rencillas entre los partidos burgueses postergaban su aprobación lo que implicaba que los sueldos de los docentes se retrasaban por meses, sin contar con que la educación era uno de los últimos servicios en recibir los pagos. Por otro lado, durante esta época la moneda se desvalorizaba constantemente, mientras los sueldos no aumentaban, disminuyendo el poder adquisitivo de los profesores.
Según Iván Núñez:
«Agréguese a lo anterior, las condiciones objetivas en que el magisterio desempeñaba su labor. Escasez de material de enseñanza, pobreza extrema de los alumnos primarios, locales escolares inadecuados y, sobre todo, el drama de los maestros rurales -y especialmente de las maestras- su aislamiento, falta de vivienda, hostilidad del medio, prepotencia de los latifundistas y caciques lugareños, etc.»[1]
De la misma forma, los docentes conformaban un grupo heterogéneo y se encontraban divididos, con una parte mayoritaria que se desempeñaba en la enseñanza primaria y se formaba en las Escuelas Normales, mientras otra parte minoritaria recibía formación científica y profesional en la educación superior se desempeñaba en la enseñanza secundaria, lo que implicaba diferencias de sueldo de hasta el 300 %.
Para remediar esta situación nacieron las primeras asociaciones de maestros, como la Sociedad de Profesores de Instrucción Primaria (SPIP) y la Sociedad Nacional de Profesores (SONAP), las cuales tuvieron un carácter mutualista. Sin embargo pronto mostraron sus límites a la hora de combatir el origen del problema, que se encontraba en el principal empleador: el Estado. Así la asistencia mutua, que paliaba las consecuencias de la postergación del Estado y la burguesía chilena, se volvió insuficiente cuando la situación del profesorado comenzó a recrudecerse y empezaron a realizarse recortes al gasto público, lo que motivó que el movimiento docente avanzara en lógicas de enfrentamiento para mejorar sus condiciones, de la misma manera que el resto del movimiento obrero también comenzó a organizarse y enfrentar a sus patrones por medio del sindicato y la huelga. Surgieron así organizaciones como la Federación de Profesores de Instrucción Primaria (FPIP) y la Liga Nacional del Magisterio Primario de Chile, las cuales se desarrollaron de esta manera al calor de la lucha social y observando desde lejos procesos como la revolución rusa y mexicana y el cordobazo argentino. Naturalmente, estas diferentes organizaciones pronto se posicionaron políticamente en su contexto: mientras la SPIP se orientó hacia el pensamiento conservador, La Liga se encontró influenciada mayoritariamente por el Partido Demócrata y la FPIP por el Partido Radical.[2]
No obstante el enorme paso dado en pos de la lucha por el mejoramiento de sus condiciones laborales y de vida, subsistía aún el problema de la división del movimiento docente, donde cada organización emprendía sus luchas en forma separada. Si bien cumplieron un papel necesario de plantear las primeras demandas y alzar la voz por primera vez, estas no rompieron totalmente el marco prefiriendo ajustarse a él. Así el camino quedó abierto para la primera organización sindical docente propiamente tal, la Asociación General de Profesores de Chile (AGP). Sin embargo, este camino fue más bien tortuoso pues requirió de una intensa lucha por unificar las organizaciones existentes, la conformación de una dirección que apuntara en este sentido y una coyuntura que lo exigiera.
Efectivamente, hacia 1919 las organizaciones tradicionales estaban mayoritariamente dirigidas por elementos viejos, adaptados a la lucha economicista dentro del marco del régimen parlamentarista chileno. Mientras que al alero de estas luchas, comenzaron a confluir otros sectores más jóvenes y más radicalizados, provenientes tanto de las escuelas normalistas como también de la Universidad, realizando sus primeras experiencias políticas en la recién fundada FECH. La coyuntura la proporcionará el año 1922 con el impulso de una ley de clasificación que estratificaba a los docentes y sus remuneraciones, y el retraso intolerable del pago de salarios que se prolongó hasta Junio de ese año. Esto motivó una larga movilización que incluyó a las 3 organizaciones contra el empleador común, el Estado, que decantó en una huelga nacional.
A partir de esto, la necesidad de la unidad de las filas del magisterio se hizo evidente. Se formó en Junio el Comité Unido del Magisterio, primer paso hacia la unidad, que no sólo llamó a la paralización nacional, sino que también propició huelgas y concentraciones, y se relacionó con otros organismos obreros como la Federación Obrera de Chile (FOCH). Ante la intransigencia estatal, se aceleraron los esfuerzos del sector más joven por aunar las filas docentes, proceso que se prolongó hasta diciembre de 1922. Se forma así la Unión de Profesores de Chile, donde se integra la Liga, desde la cual se convoca a una Convención en Santiago para el 27 de diciembre para lograr la unidad. Paralelamente, la FPIP llama a su propia asamblea nacional en la misma fecha y con el mismo tema, intentando la unificación en torno a su propia estructura. Sin embargo esta última no logra la convocatoria esperada y se hace evidente que la unidad se logrará en torno a la Unión, a la cual se termina de integrar la Federación. Al terminar el año se fundaba así la Asociación General de Profesores de Chile, basada en la elección de delegados revocables desde asambleas de base.
«El artículo 3° de los Estatutos establecía como órganos de la Asociación, la Convención General, a reunirse anualmente en el mes de enero, una Junta Ejecutiva con sede en Santiago y formada por un delegado de cada provincia, y las Convenciones Provinciales, que elegirían a los integrantes de la Junta Ejecutiva. La base se organizaría en Agrupaciones por Departamento de la República»[3]
Al año siguiente, después de obtener la victoria frente al gobierno en relación a los pagos de los salarios, mantiene la negociación en relación a la ley de clasificación presionando al gobierno de Alessandri con asambleas, concentraciones y marchas multitudinarias, el cual respondió con represión. Sin embargo, estas medidas despertaron la masiva solidaridad popular con el magisterio, ante lo cual Alessandri tuvo que finalmente retroceder, convirtiéndose en una significativa victoria que afianzaría a la naciente organización. En 1924, la Convención realizada en Concepción agruparía a 127 delegados, provenientes de 49 agrupaciones departamentales; en la de Valparaíso en 1925, a 161 delegados de 40 departamentos que representaban a más de 5.000 mil socios.
Para 1927, la AGP organizaba a 7.000 afiliados y 100 departamentos, llegando a representar a la gran mayoría del profesorado chileno, luchando no sólo por mejoras de sus condiciones laborales y de vida, sino también avanzando en un proyecto de reforma estructural completa al sistema educacional discutido desde la base en contraposición a la Ley de Instrucción Primaria impuesta desde el gobierno. Así la AGP no sólo se constituyó en el primer sindicato real del movimiento docente, sino que también en una experiencia de democracia obrera real donde el poder de decisión estaba en la base organizada en asambleas y que ejecutaba sus resoluciones por medio de delegados mandatados y revocables, dinamizando de esta manera la política del Magisterio.
Álvaro Pérez Jorquera, Vocero de Asamblea de Estudiantes del Departamento de Estudios Pedagógicos G21 Licenciado en Historia, Estudiante Universidad de Chile.
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[1] Núñez, Iván. Gremios del Magisterio. Setenta años de historia 1900 – 1970. PIIE, Santiago. 1986. Pág. 27
[2] Ibíd. Pág. 38.
[3] Ibíd. Pág. 53.
Bibliografía.
Núñez, Iván. Gremios del Magisterio. Setenta años de historia 1900 – 1970. PIIE, Santiago. 1986.
Reyes, Leonora. Profesorado y trabajadores: Movimiento educacional, crisis educativa y reforma de 1928. En Revista Docencia N° 40, Santiago. 2010
Reyes, Leonora. Crisis, pacto social y soberanía: El proyecto educacional de maestros y trabajadores. Chile 1920 – 1925. En Cuadernos de Historia N° 22, Depto. De Ciencias Históricas, Universidad de Chile, Santiago. 2002
http://boletinnuestraclase.blogspot.com/2014/11/cuando-las-bases-decidieron-por-si.html
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