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La batalla de [por] Cataluña, 2017

Fuentes: Rebelión

Mire vuestra merced que aquellos que allí parecen no son gigantes sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino Miguel de Cervantes – Don Quijote de la Mancha; Edición del Instituto Cervantes, 1998, p. 95 La máxima de Heródoto: […]

Mire vuestra merced que aquellos que allí parecen no son gigantes sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino

Miguel de Cervantes – Don Quijote de la Mancha; Edición del Instituto Cervantes, 1998, p. 95

La máxima de Heródoto: «Nosotros, los griegos, contra ellos, los bárbaros» se apoyaba en diferencias culturales y lingüísticas más que biológicas.

José Enrique Ruíz-Domènec, España, una nueva historia, Círculo de Lectores

 

Vivimos años de soberbia, maniqueísmo y corrupción indisimulados con altas dosis conjuntas de hipocresía y cinismo. Nuestra sensación de incertidumbre ante el futuro está en su punto más alto. Para muchos, especialmente los jóvenes, la emigración se ha convertido en el único recurso posible para progresar, incluso para sobrevivir con una cierta decencia económica. Para los que ni siquiera la emigración nos serviría, nos quedan la resignación, la esclavitud de la ignorancia o la lucha por sobrevivir en nuestra libertad, moral, al menos. Son los claroscuros de un momento único, como cualquier otro de la Historia, cuya cima hosca vamos escalando cada día envueltos por la confusa lucha de intereses económicos, personales y de poder de politicastros mediocres y/o rapaces y depredadoras oligarquías económicas. Esta crisis se manifiesta en todas las democracias occidentales, pero se ve reforzada en Europa por lo que acostumbramos llamar la «construcción» europea, que se parece cada vez más a una «deconstrucción» de la soberanía.

Christian Salmon, La ceremonia caníbal. La performance política, Barcelona, 2013

En España, como una consecuencia más de dicha crisis, añadiendo el particularismo de la historia socio-política propia, se exterioriza en esta «Batalla de [por] Cataluña, 2017».

Para un ciudadano corriente, contextualizar el conflicto de poder entre los principales representantes políticos del Estado español y la lucha por la independencia catalana presenta grandes dificultades.

Gillo Pontecorvo, en su película La batalla de Argel, escribe un guión cinematográfico en el que presenta una armoniosa correspondencia entre sus propuestas temática y conceptual y el uso del lenguaje cinematográfico. Su principal línea narrativa reside en el vínculo particular entre el desarrollo de los personajes y la propuesta temática del filme, con un uso descarnado de la realidad.

Pero, ¿cómo puede un ciudadano corriente definir -en nuestra inhumana y desfigurada realidad- personajes públicos que son máscaras de intereses económicos, que utilizan conceptos legalistas inmersos en ideas abstracto-sentimentales para hablarnos de política de Estado y ejercerla contra soluciones sociales que busquen el bien común? Personajes como Mariano Rajoy Brey, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, Soraya Sáenz de Santamaría, Dolores Cospedal y sus sucesivos escalones de poder en ambas jerarquías nacionalistas, no son sólo la máscara de sí mismos cada uno de ellos, sino los disfraces tragi-cómicos de esta nueva tragedia mediterránea.

Si en la película de Pontecorvo los personajes, a medida que avanza el film, van siendo definidos gradualmente por la importancia que tienen sus objetivos para el problema político que se trata, nuestros principales personajes-máscaras llevan definiéndose -y siendo definidos por jueces y medios de comunicación cómplices- desde hace años. Uno a uno debieran estar descalificados no sólo política, sino intelectual y, seguramente, la mayoría de ellos, éticamente. Todos, de una manera u otra, están ligados a la abrumadora y dolorosa corrupción que embarra a nuestra clase política, empresarial y mediática. Corrupción que, sin el consentimiento de la mayoría social, no podría darse. Quienes votan una y otra vez a estos personajes participan éticamente de su corrupción. Por tanto, es una corrupción que ensucia nuestra vida cotidiana. El familiar, amigo, vecino que vota una y otra vez a un personaje/partido manifiestamente corrupto, contamina nuestras relaciones de cada día. Evidentemente, nuestro familiar, amigo, vecino ha excluido o, directamente, asesinado en su propia conducta una necesaria ética del bien común.

A medida que avanza el filme de Pontecorvo, los principales personajes del film, Omar Ali La Pointe y Phillipe Mathieu, son presentados como símbolos de la resistencia y del colonialismo respectivamente, que sirven al espectador para una profundización en los matices que se atribuyen a los personajes y, por tanto, al conflicto general.

Todos luchan por sus ideales. Omar Alí LaPointe se convierte en un destacado militante independentista pese a sus comienzos como trilero y proxeneta. Phillipe Mathieu reprime y aborta la insurrección en defensa del imperialismo francés y su deber militar, pero admira veladamente los ideales y el heroísmo de sus contrincantes. El único deber del soldado, dice, es la victoria, aunque no comparta los medios de lograrla. Mantiene una relación inusual con el problema argelino, puntualmente con cierto trato, digamos, respetuoso, casi cordial -aunque no condescendiente- con los líderes rebeldes. Es evidente que Rajoy -ni nadie en su partido ni en el grupo «constitucionalista»- tiene nada de Mathieu. Ni Puigdemont, Junqueras o Anna Gabriel de Ali La Pointe. Los intereses personales de cada uno de ellos me son desconocidos. Esto no es un guión cinematográfico abierto.

Es evidente, al menos para mí, que la población de Cataluña no es una etnia única. La población de Cataluña, es pueblo. Y catalán, sólo porque vive en Cataluña. Y, para comunicarnos, necesitamos adjetivar. Pero, ante todo, sólo es pueblo. Con una diversidad socio-cultural copiosa y fértil, vista desde la meseta castellana. La cultura catalana, como la vasca, la andaluza, la gallega, las diversas francesas, italianas, portuguesas, marroquíes, etc., tan cercanas física y culturalmente todas ellas al lugar en el que vivo, sí son una diferenciación con respecto a mi propia cultura leonesa-castellana, a la pequeña socio-cultura de mi patria materna. Y esta diversidad cultural, que gracias a la variedad geográfica enriquece nuestra vida humana más cercana, enriquece nuestra vida intelectual, cuando los sentimientos patrios elementales -educados en el franquismo sociológico más casposo- no la dominan.

Y este, quizás, sea el gran problema de las diferencias socio-políticas entre el pueblo, que enfrenta a los diferentes ciudadanos que habitamos en la Península Ibérica. El problema de los sentimientos impuestos e impostados frente a la racionalidad del bien común.

La manipulación de los sentimientos se le da muy bien a las derechas protofascistas que son todos los nacionalismos. No olvidemos que este movimiento de liberación de los pueblos europeos, el nacionalismo, surge teorizado con el movimiento romántico alemán. ¿Recuerdan? Aquel que condujo a los alemanes a la concepción más racista y exterminadora que llegó a gobernar en el siglo XX. Cuyos herederos hoy toman fuerza por todo el mundo, especialmente centro Europa. En España -avivados por políticos y medios nacionalistas españoles- los vemos atreverse a salir de las cuevas a que la sociedad los había confinado. Y salen ejecutando la violencia con toda la caspa franco-falangista que les permiten las autoridades que gobiernan. Quizás ya vayan preparando nuestras cunetas ¿Por qué hay elementos de las fuerzas y seguridad del estado militando en tales grupos?

Unos ven la independencia -negando más de tres veces el nacionalismo catalán- como solución a todos los males, otros como un mal menor o un paso necesario para cambiarlo todo. Esto, al menos en sus declaraciones, parece la meta política inmediata -independencia- que exhiben los dirigentes de la CUP. Así aparentan en los medios de comunicación a los que puedo acceder. Ven el independentismo como esa puerta necesaria para t ratar de cambiar de base las estructuras y los valores que imperan en nuestra sociedad, para no replicar el modelo estatista español que no nos gusta a muchos de nosotros. Se separan en su lucha social de nosotros. Olvidan toda solidaridad con el resto de pueblos peninsulares. Apoyan Rojava, Palestina y otros movimientos sociales lejanos geográficamente. A la sociedad peninsular nos proponen una promesa para el «día de la victoria independentista», ¡vamos, para el «más allá»!, a cambio de nuestro apoyo. ¡Largo me lo fiais!

Algunos otros, que se autoadjetivan de izquierdas, debieran hacérselo mirar. No olviden que personajes como Felipe González, Guerra, Bono, Corcuera, Leguina y un largo etcétera, se autoadjetivan de izquierdas a grandes voces en los grandes medios de comunicación de sus intereses. Y hasta Solana, aquel que fuera Secretario General de la OTAN para bombardear a los serbios y destrozar-desmembrar Yugoslavia, se autoadjevita de izquierdas. Éstos parecen ser los referentes del PSOE, el otro gran partido que ha gobernado en España y que, trabajando para el mantenimiento y salvaguarda del capitalismo, se opone a que los catalanes se manifiesten políticamente a través de las urnas.

Con respecto a la lucha argelina en la película La batalla de Argel, la profundización del director en el pueblo se percibe, por ejemplo, en la inclusión del niño que opera como mensajero del Frente de Liberación Nacional. Y, sobre todo, en la voluntad, en la disidencia que se les atribuye a las mujeres que participan activamente en dicho grupo. Esto, en última instancia, contribuye a ampliar y enaltecer el carácter social de la lucha por la independencia de un pueblo, el argelino, que también tiene regiones socio-culturales diferentes. Pero, para todos ellos y en aquellos días, su principal enemigo era el colonialismo francés.

Es evidente que una gran parte de la población catalana se ha manifestado en este transcurso de lucha por la independencia. Otra gran parte por el no. No sé cuántos de ellos tienen presente que nuestro verdadero enemigo es el capitalismo.

No es verdad que el pueblo catalán se haya hecho visible el 1-O. Que diferentes grupos sociales se hayan manifestado por separado. Apenas hay diferenciación entre hombres o mujeres, jóvenes o viejos. Al pueblo catalán, en conjunto, lo ha hecho visible a escala global la brutal actuación de la policía y guardia civil, comandadas ambas fuerzas por el gobierno de Mariano Rajoy Brey. Evidentemente, los miembros de fuerzas y seguridad del estado han actuado como de ellos se espera cuando se les manda a reprimir. Y más, si se les educa para ello, para ver que toda disidencia del patrioterismo español se merece cualquier tipo de castigo. Los responsables son los políticos que les han mandado ejecutar esa represión, y aún se jactan del deber cumplido por dichas fuerzas. Es decir, de que les han obedecido. Estos dirigentes han visibilizado la represión sobre un pueblo.

La sección independentista del pueblo catalán se ha ido haciendo visible durante los últimos años. Que los dirigentes españolistas no lo hayan querido ver, es otra cuestión. Se han hecho visibles a través de puestas en público, de performance políticas perfectamente estructuradas. Siempre ha habido grandes personajes catalanes ligados al mundo teatral. Performance es un anglicismo tomado del verbo inglés to perform, que significa fundamentalmente: representar, interpretar, actuar. Por tanto, Performance : representación, actuación, interpretación. Y el nacionalismo catalán ha figurado perfectamente, con grandes directores de escena.

La parte del pueblo catalán que se ha manifestado independentista o simplemente partidario del referéndum, lleva formando parte de la performance incesante que han ido organizando los políticos y dirigentes de asociaciones sociales partidarios de la independencia.

En Catalunya existe un magma muy importante de movimientos sociales, cooperativas, entidades, personas críticas y combativas a título individual, un movimiento popular fragmentado sí, pero que en torno a diversas fechas forma parte de las actividades performativas/asociativas organizadas por políticos e intelectuales organizados en pro de la independencia.

La variedad cultural ofrece la posibilidad de enriquecer la vida intelectual. Diversas culturas son diferentes formas de comprender la vida, que, aquel que es capaz de aceptar tratando de comprenderlas, de hacerlas propias, enriquecen su vida intelectual-espiritual. Esta aceptación-comprensión de otras culturas nos acerca a la verdad, sea ésta cual sea. Esta variedad cultural es lo que niegan y combaten los diversos nacionalismos, ya sean el catalán o el español, que son los que vienen al caso. A veces hasta el exterminio, como estamos viendo en Myanmar -el ejército de la premio nobel está aniquilando despiadadamente a la comunidad rohingya-, Yemen, Chile y Argentina, ¡tantos países africanos!, y tantos y tantos sitios de este pequeño y terrible mundo humano.

El pensamiento colonialista somete las características de la cultura de los pueblos, en los que se incluyen las lenguas autóctonas, a la caricaturización de los rasgos étnicos de las poblaciones sometidas por la fuerza, generalmente, de las armas. La derecha nacionalista española siempre ha ridiculizado no sólo a los catalanes. Todos aquellos pueblos que poseen una originalidad propia que les diferencia del más rancio españolismo, ha sido, no sólo ridiculizado, sino reprimido. Cuando un pueblo -o una parte de un pueblo- determina rebelarse utilizando su propia cultura como arma y escudo contra otra parte del pueblo que utiliza, a su vez, su cultura como escudo y como arma, cuando ambos contendientes basan lo más elemental de sus propias culturas en «acontecimientos históricos» construidos sobre leyendas y esperanzas mesiánicas, ambos pueblos construyen una tragicomedia que se desarrollará en las acciones propias de una tragedia estúpida.

Pero debemos saber, ser conscientes, que detrás de este tipo de enfrentamientos entre historias inventadas de pueblos, hay unos intereses económicos y políticos depredadores contra tales pueblos.

Cuando la representación del Otro -catalán/español- se presenta como cultural/económicamente inferior al «yo-nosotros» -español/catalán-, sólo se admite al Otro como enemigo real cuando éste puede infringir un daño real equivalente al que el Yo-Nosotros puede infringir. Y, por tanto, sólo ante esta disyuntiva ambos contendientes se admiten como iguales en el diálogo que debe establecerse para evitar la estúpida mutua destrucción.

La evidencia de la subjetividad sobre la que se sustentan los «derechos inalienables de los pueblos» debiera servirnos para mirarnos cada mañana en el espejo y comprobar que la imagen reflejada es tan transparente que podemos ver a nuestro vecino en nuestra propia silueta aún sin habernos lavado ninguno las legañas de los tiempos. Todos debiéramos tener nuestras pruebas del genoma para saber quiénes son nuestros ancestros.

«Naciones enteras han perdido su entidad como tal cuando la memoria social ha sido secuestrada por la retórica política. [p. 31 ] […] Al perder la memoria social han perdido la capacidad de realizar una historia [p. 32]», J-E Ruiz-Domènec

La cronología interior de la película de Pontecorvo no permite más filtraciones y referencias históricas como que hubo intentos por parte de una minoría árabe de lograr una Argelia francesa y los problemas derivados de esta postura, los intentos de dotar a Argelia de un estatuto por parte del ejecutivo parisino e incluso las problemáticas en la cúpula de FNL determinadas por sus política de acciones terroristas.

Los grandes medios nacionalistas de uno y otro bando -españolista y catalanista- ocultan -incluso llegando a la difamación- que hay otras asociaciones, otras muchas personas, que no son nacionalistas, que proponen otras soluciones contra el desenlace de vencedores y vencidos . Que hay movimientos que puedan proponer otro imaginario social, basado en el reconocimiento de prácticas comunitarias y comunales de modelos para la sociedad del futuro. Un modelo social que deje de ser una disputa entre banderías nacionalistas y abarque dinámicas homogeneizadoras económicas, que no culturales, entre las gentes europeas, primero, para abarcar un mundo después.

La lucha violenta independentista del FNL fue derrotada por los 150.000 hombres de las Unidades de Paracaidistas francesas. Pese a la derrota, la independencia del país, a partir de la mitificación del FNL, era cuestión de tiempo. 

No sé si la independencia de Cataluña tiene un futuro. La comunidad de pueblos es la que, en mi modesta opinión, puede salvaguardar el futuro de la Humanidad.

PS-Exabrupto:

¿Qué se puede decir de periodistas presuntamente deportivos que, corrompiendo la realidad, hacen casus belli de las declaraciones como ciudadano de un jugador de futbol (Piqué) y del dudoso color de una raya en la camiseta de la selección nacional de fútbol, pero no comentan o ensalzan las declaraciones, también como ciudadano, de otro jugador (Ramos) que hace gala de españolista?

¿Qué calificativo merecen esas personas que se indignan por el dudoso color de una raya en esa camiseta de fútbol y se muestran indiferentes ante la corrupción rampante de unos políticos -incluso les votan una y otra vez- y empresarios que expolian a todo el país? Ciudadanos -incluidos esos periodistas deportivos- qué no dicen nada ante las expropiaciones de viviendas, las estafas bancarias, la degradación de la sanidad pública, la educación, la atención a los más desfavorecid@s, etc., tramas todas ellas que les empobrecen directamente a ellos. ¿Pueden ser considerados patriotas o, simplemente, imbéciles? Los periodistas desde luego no son imbéciles. Los perros de Epulón tienen más ética y dignidad que ellos.

Hay más ideas sobre la tierra -decía Michel Foucault- que las que los intelectuales a menudo imaginan. Y estas ideas son más activas, más fuertes, más resistentes y más apasionadas de lo que pueden pensar los políticos. Hay que asistir al nacimiento de las ideas y a la explosión de su fuerza. Y esto no en los libros que las enuncian, sino en los acontecimientos que manifiestan su fuerza, en las luchas que se llevan a cabo para las ideas, por o contra ellas. No son las ideas las que mueven el mundo. Precisamente porque el mundo tiene ideas (y porque produce muchas sin cesar), no es conducido de manera pasiva según los que lo dirigen o los que querrían enseñarle a pensar de una vez para siempre».

[Original de Michel Foucault, «Les reportages d’idées», en Dits et écrits, vol. III, 1976-1979, Paris, Gallimard, 1994, p. 707.]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.