La pregunta que ronda en todos los círculos es, ¿la burguesía dejará caer a Piñera? y ¿cuándo? Esto debido a que todas las manipulaciones políticas que han intentado se han caído al poco andar. Desde la política del desgaste hasta la negociación de alto nivel con una oposición deslegitimada y sin representatividad, pasando el cambio […]
La pregunta que ronda en todos los círculos es, ¿la burguesía dejará caer a Piñera? y ¿cuándo? Esto debido a que todas las manipulaciones políticas que han intentado se han caído al poco andar. Desde la política del desgaste hasta la negociación de alto nivel con una oposición deslegitimada y sin representatividad, pasando el cambio de gabinete hasta llegar a la persistente represión de las manifestaciones, incluyendo la pretendida y vergonzosa minimización en los medios de comunicación, ninguna ha dado resultado.
Las opiniones expuestas en los artículos anteriores sobre la orfandad política de Piñera, la ineptitud de su equipo político y la incapacidad del gobierno, sólo ha llegado a niveles de desacreditación mayores. ¡Siempre se puede caer más bajo en política! Pero quedó claro que el gobierno no tiene las capacidades y equivoca los canales por los cuales debe transitar.
Ha llegado tan profundo la crisis que el gobierno prácticamente se ha invisibilizado, sólo se ha mostrado, utilizando «tragedias», abuelos de la tercera edad e incluso escapando de los lugares donde puede haber personas, para que no sean emplazados o funados.
Han comprendido, aunque no lo reconozcan, que con toda la represión que tengan no pueden callar al pueblo, sino son los estudiantes, son los pobladores, sino son los profesores son los portuarios, etc. Es más, tanto los pobladores y trabajadores de un vertedero en Antofagasta y los pasajeros de un avión funan al inefable Ministro de Salud, que días atrás había señalado en TV que teníamos el mejor sistema de salud.
Sin duda, la popularidad del gobierno ha descendido a niveles insostenibles, por lo que para la burguesía se le hace imperioso decidir qué hacer, para mantener la solución en los parámetros de la democracia burguesa clásica. Porque la alternativa en su mente preocupada es una escalada popular ascendente que puede llegar hasta un «asalto de la poblada a La Moneda», lo que cambiaría el cariz de la situación.
El fracaso del Acuerdo político.
El acuerdo político, como hemos señalado era un pacto de gobernabilidad para Piñera, otorgado por la oposición deslegitimada, pero que la hacía volver a entrar a la escena política. Pacto que permitió al gobierno en insistir en la represión. Pero en las profundidades de la coyuntura era una alianza estratégica entre el ejecutivo y el parlamento para poder estabilizar la situación.
Ante este acuerdo, el pueblo se sintió tocado y traicionado, pero se recompuso a las pocas horas y se lanzó con mayor decisión, ya no sólo contra Piñera, sino que contra todos los ‘traidores’ emblemas del FA (funa a Beatriz Sánchez) y una izquierda neoliberal agrupada en torno al PS (funa a J.M. Inzulza).
Mientras tanto, un desaparecido Piñera desde el miércoles 13 de noviembre, sólo fue capaz de salir a la luz pública en cadena nacional, «celebrando el acuerdo», no sin nerviosismo (se confundió de hoja, generando expectación por algunos segundos), rodeado de abuelitos o en un punto de prensa vergonzoso en medio de la nada, ya que en Curauma (sitio de los incendios que estuvieron a punto de quemarse casas) lo esperaba una contra manifestación. Vergonzosa situación de un presidente ausente y notoriamente incapacitado para darle tranquilidad a la burguesía y sus negocios, que siguió sumando derrotas públicas.
Pero el problema no es sólo que demuestre incapacidad de control político, en base a una agenda que no es la suya, y que trató toda la semana, tratando de boicotearla. El incremento de la pensión básica solidaria la focalizó en los mayores de 80 años, por ejemplo, lo que provocó más indignación, entre la tercera edad.
Por otro lado, la condena de Anmistia Internacional, caló profundamente a un gobierno acéfalo, que pretendió minimizar su importancia con la condena de una subsecretaria de Derechos Humanos, pero a las pocas horas las FFAA, en una actitud deliberante, hace una declaración, que debe salir a respaldar un avergonzado ministro de defensa. Esto es propio de un gobierno sin control, donde sus partes carecen de lineamientos formales y «respeto» de las jerarquías de mando.
Otro ejemplo de la falta de respeto al mando, es la reunión del Ministro del Interior Gonzalo Blumel con el general Mario Rozas, donde se le ordenó que no utilizara las escopetas de balines, lo cual anunció el mismo general, pero se siguieron utilizando. Con lo cual el descontrol de carabinero y la carencia de mando del ministro y el general es humillante para ambos.
Ni en la economía se salva el ejecutivo, no obstante, en un primer momento lograron detener la tendencia alcista del dólar, no les duró mucho y durante la semana, el mercado tendió al alza otra vez, dando una señal que para todos había quedado claro el viernes 14, que el acuerdo político no daba seguridad de que la situación se tranquilizara.
Importancia del jueves 21 de Noviembre.
Pero si el viernes 15 fue un hito importante, al deslegitimar el acuerdo político, con la cantidad de personas que se manifestaron en todo el país rechazándolo, especialmente en Plaza de la Dignidad (ex Plaza Italia) en Santiago, el jueves 19 jugó un rol fundamental.
Durante la semana el movimiento social, sólo confiando en su poder de convocatoria se agrupó en torno a las manifestaciones del sector público (Anef, profesores y Fenats), que acicalaron las masivas protestas que se realizaban en las tardes. Pero el jueves, la convocatoria a paro era para el sector público, pero de forma espontánea, se amplificó hacia otros sectores por acción u omisión, el movimiento lo levantó y lo soportó de forma inorgánica. No fue organización alguna, que haya llamado a paralizar el país y este prácticamente vivió un día de paralización, bajando su actividad en las ciudades más grandes a prácticamente un 30%. Las barricadas y el paro de locomoción colectiva disloco desde la mañana su actividad, retardando su inicio y adelantando su cierre, prácticamente a las 15 horas.
Este día, el gobierno demostró su incapacidad, su impotencia para controlar y dirigir. Otra vez la represión se dio abiertamente contra los manifestantes, como única y desesperada muestra de que Piñera está acabado.
Para todos los que quisieron ver, el gobierno se cae a pedazos. Es por ello, que tantos políticos de UDI, RN y otros, con agendas propias se atreven a colocar en duda el Acuerdo Político, porque saben que el gobierno de Piñera, está acabado, es cosa de tiempo (semanas) o quizás de muertos, en el peor de los casos.
Por su parte, la oposición burguesa descompuesta por sus abiertos conflictos internos, debido al rechazo de organizaciones y/o militantes como en el FA (retiro del PEV), Convergencia Social (abandono de militantes), en el PS (crítica en comunal de Valparaíso), etc., también ponen en duda que el gobierno de Piñera sobreviva. Ejemplo es el democristiano Huenchumilla, que abiertamente señala lo que el pueblo sabe desde el inicio, que «este gobierno está terminado». Incluso Ricardo Lagos, que se había adjudicado el rol de «Gran Maestre» de la política, apareció señalando el camino de la salvación de la república, luego de ver la deslegitimación del acuerdo, el rechazo generalizado del pueblo no volvió a dictar cátedra sobre el qué hacer.
El jueves marcó un punto de inflexión en las opciones que señalamos en el artículo anterior. Marcó el derrumbamiento definitivo del Acuerdo Político. Aunque este seguirá en reuniones maratónicas, con la prensa amplificando su importancia y minimizando las manifestaciones, perderá el último hilo conector con las personas, los «rostros» de la política. Ya que los que continuarán no tendrán la importancia y la coyuntura no será diaria. Esta coyuntura es y será las manifestaciones que hoy, tienen un hito por venir, el lunes y martes de la próxima semana. Juzgando la jornada del jueves, el gobierno pende de un hilo, es cosa que un ministro o intendente renuncie, agobiado por no poder presentarse en público, que no va a ser más que la descomposición política interna, para que se desmorone el gobierno como castillo de naipes.
Las opciones de la burguesía.
Esta descomposición interna del gobierno lo sabe la burguesía y le preocupa. Esto le presenta, sin duda, a la burguesía una encrucijada; o persiste en el apoyo al gobierno impotente de Piñera, que sólo retarda el desenlace final, sosteniéndolo con más represión del movimiento social y aumentando el número de muertos o retrocede tácticamente ante este avance de la revolución democrática. Mientras más tarda en tomar la decisión, es un día más perdido para su salida «democrática-institucional» y un nivel superior de bronca en el pueblo.
La tardanza en resolver esta dicotomía de la burguesía, la introduce en una lógica de enfrentamiento, que no sólo es externa, sino que se ha instalado en el interior del gobierno y sus propias filas.
Esta opción de profundizar el enfrentamiento con el movimiento social, sabe que no le conviene porque pagará un costo elevado. En una situación de confrontación permanente pierde inversión externa y corre el serio riesgo de ser segregada de la OCDE y otras organizaciones internacionales. En otras palabras, si pretendiera dar un golpe de estado disfrazado de estabilización socio-política, le caerían presiones internacionales que no podría soportar y al poco tiempo tendría que llamar a elecciones. Obviando, los serios enfrentamientos que tendría con una generación que no conoció la dictadura, que seguiría enfrentándose en las calles, luego de un periodo de repliegue estratégico, sería un gigantesco problema.
En estos momentos, el diseño institucional todavía le permite canalizar la situación política hacia una elección presidencial. Es decir, reemplazar a Piñera por el presidente del Senado o un interino elegido por el congreso nacional, congelando todas las medidas del gobierno y llamando a elecciones en un breve plazo, se abre como una ventana de salida. Con ello, calmaría la situación política y la focalizaría hacia la mantención de la institucionalidad. Pero esta perspectiva no tiene mucho margen de tiempo y maniobra, debido a que corre el serio riesgo de que la desconfianza del pueblo aumente hacia los políticos de sus filas, no alcanzando el apoyo suficiente para que el pueblo pueda confiar en sus proyectos.
Sin duda, la burguesía debe estar pensando cómo se deshace de Piñera, sin mostrar debilidad ante el movimiento popular. Pero se está demorando mucho en decidirse y la crisis se profundiza.
Importancia del paro del lunes y martes.
Es en este contexto, que el paro progresivo de lunes y martes es tan importante. Si la paralización es contundente como el del martes 12, la burguesía tendrá que liberarse de Piñera. Debido a que el movimiento social, el pueblo alzado, reconocerá sus fuerzas e irá por más. Ya no sólo, que renuncie Piñera, demanda que se instaló definitivamente esta semana, a vox populi, sino que por compromisos con medidas concretas. Que los políticos burgueses de la DC-PPD-PS y otros, no podrán evitar.
Con un paro exitoso, estaríamos ad portas de un verdadera revolución democrática, donde el pueblo alcanzaría una participación real en la construcción de un nuevo régimen político. Sólo la pusilanimidad de los dirigentes podría revertir la situación, pero como está hoy el pueblo alzado y combatiendo en las barricadas y en las calles, empoderado en sus lugares de trabajo y las avenidas, la traición sería muerte política definitiva. Sin duda, el gobierno está muy preocupado por el paro de mañana y el martes, ya que hoy en la tarde, se conoce de la invitación a la Mesa de Unidad Social a La Moneda para conversar.
Dicha invitación de Piñera y Blumel, demuestra que está a la defensiva, tras una semana de pretender tomar la iniciativa, de aumentar el temor entre las fuerzas populares visitando a la Escuela de Carabineros y amenazando con sacar a la calle una mayor dotación de recién egresados, tiene que ceder a buscar una salida política. Sentarse con la Mesa de Unidad Social, tiene dos objetivos; primero, querer cooptarlos con migajas o prebendas sectoriales y, segunda, darle una cara al «enemigo» ya que su doctrina de estar en guerra hasta ahora no encontraba adversario personificado. Esta última opción, siempre y cuando, la primera no de los resultados esperados. Otra vez sigue el gobierno dando muestras de su errática política, ya cree que el movimiento se puede institucionalizar por medio de dichos dirigentes, que si no aceptan su cooptación puede perseguirlos y encarcelarlos (práctica muy antigua en la historia de Chile), descabezando el movimiento y desarticulándolo. Otra aspiración vana.
Es por ello, que el lunes y martes, se debe levantar el PARO con más fuerza, con más organización y con más convicción, ya que estamos a punto de lograr el primer paso, por lo que se ha luchado. El derribar un gobierno neoliberal en el país más neoliberal del mundo, sería una de las más grandes revoluciones democráticas que se han dado.
De esta manera, el empoderamiento de los trabajadores, pobladores y estudiantes, abrirían una etapa no revolucionaria, que permitiría luchar contra los explotadores de siempre. La burguesía confundida es sanguinaria, pero el pueblo consciente, movilizado y organizado, es más poderoso, porque somos más, porque somos más fuertes y porque tenemos la fuerza de la razón, en cada uno de los puntos del país debe levantarse una barricada ideológica en contra del neoliberalismo y hacer unidad de acción con quién comparta las reivindicaciones democráticas del pueblo.
Porque el pueblo debe decidir, porque tiene que decidir y porque decidirá.
¡Por una Asamblea Constituyente Democrática!
Donde participen sólo los representantes de las organizaciones sociales, que ningún diputado o senador en ejercicio, se siente donde el pueblo esté.
¡De los Cabildos al Programa Popular!
Que las reivindicaciones populares se consoliden en un programa popular.
¡Renuncia Piñera!
Porque ni Piñera ni algún miembro de su gobierno canalizará las reivindicaciones populares
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