ADVERTENCIA El fenómeno de la lucha de clases, cuando no es enfáticamente negado, no se comprende a cabalidad. Y no es ésta una actitud que identifica tan sólo a los sectores más reaccionarios de la sociedad; abarca a todo el espectro social, incluida la llamada ‘izquierda’. No debe, en consecuencia, sorprender que se la considere, […]
ADVERTENCIA
El fenómeno de la lucha de clases, cuando no es enfáticamente negado, no se comprende a cabalidad. Y no es ésta una actitud que identifica tan sólo a los sectores más reaccionarios de la sociedad; abarca a todo el espectro social, incluida la llamada ‘izquierda’. No debe, en consecuencia, sorprender que se la considere, en primer lugar, como atributo exclusivo de las clases dominadas en abierta oposición a las clases dominantes; y, en segundo lugar, aparezcan ambos estamentos como bastiones homogéneos, en donde las únicas confrontaciones son aquellas propias de sus mutuas condiciones de antagonistas. Nada más alejado de la realidad y, por ende, de la teoría social. La lucha de clases, en primer lugar, no es un atributo exclusivo de los sectores dominados. Es más, dichos estamentos jamás efectuarían acciones en contra de sus dominadores si éstos no lo hubieren hecho antes con ellos. De lo cual se deduce que, si se tratase tan sólo de asignar la ‘propiedad’ de esa calidad a uno de los sectores antagónicos, quienes deberían recibir ese galardón serían solamente las clases dominantes que, para poder serlo, debieron desatar una lucha sin cuartel en contra del otro sector social dentro de una formación social y someterlo por la fuerza. El carácter de dominante y dominado no se adquiere sin que un grupo social, previamente, haya efectuado actos de dominación sobre otro u otros.
La lucha de las clases dominadas por alcanzar su liberación es, pues, una lucha de reacción y no de acción como corrientemente parecen estar convencidos hasta sectores de la llamada ‘izquierda’. Y, en segundo lugar, la lucha de clases no se libra solamente entre esos dos sectores antagónicos, que son los compradores y vendedores de fuerza o capacidad de trabajo, sino también al interior de cada uno de ellos, entre sus fracciones, que disputan por imponerse entre sí e imponer su hegemonía a los demás dentro de ese sector. Y esta circunstancia tampoco se da por casualidad: las fracciones que integran la categoría de los sectores dominantes no siempre tienen idéntica estrategia para imponer su dominación; menos, aún, tácticas de naturaleza similar. Ni, tampoco, tienen los mismos intereses. Al interior de los sectores dominados no ocurre de modo diferente. Estas luchas pueden descubrirse en las distintas conductas que realizan sus representaciones políticas en la escena de la nación.
Las palabras precedentes sirvan como un preámbulo para el análisis que sigue a continuación. Intentan explicar las razones que subyacen tras uno de los hechos relevantes ocurridos en este último tiempo en la escena política de la nación: la renuncia de Laurence Golborne a la candidatura presidencial en nombre y representación del partido Unión Demócrata Independiente UDI. Nos permiten, además, entender los mecanismos que guían determinados actos en la vida política de una nación. Por eso, en esta oportunidad, no veremos solamente desplazarse fracciones de clase representadas en la escena política ni hechos históricos que dicen relación con lo sucedido sino, además, seres de carne y hueso, que son quienes están encargados de la defensa de sus intereses. Con las debilidades propias de su condición humana; con sus emociones y sus razonamientos.
DOS MODELOS PARA UNA NACIÓN CONQUISTADA
Como consecuencia del golpe militar ocurrido el 11 de septiembre de 1973, la población chilena se vio conmovida por dos grandes acontecimientos que irían a determinar su futuro como nación: puesto que el modelo de acumulación aplicado hasta ese entonces se consideraba por entero fracasado, esos sectores victoriosos determinaron reemplazarlo por otro; en consecuencia, la estructura jurídico/política que lo protegía también devino en obsoleta y hubo necesidad de imponer un nuevo orden normativo. La primera de esas tareas quedó a cargo de los llamados ‘Chicago Boys’; la segunda, a cargo de un joven abogado, fundador del movimiento gremialista universitario, llamado Jaime Guzmán Errázuriz. La incorporación de este actor causó los primeros problemas dentro de los estamentos dominantes. Porque hubo disputas entre el nombrado y el presidente de la Comisión encargada de redactar la nueva Constitución que era Enrique Ortúzar Escobar.
Guzmán, si bien había sido un ácido crítico del Gobierno de la UP y fiel partidario del golpe militar, no quería prolongar la vida de la dictadura, sino creía que bastaba con someter a toda la nación a un ordenamiento jurídico que preservase la estructura económica basada en la ‘economía social de mercado’ y que dicha estructura contemplase un ordenamiento social fundado en la existencia de movimientos gremiales fuertes y con capacidad para adoptar grandes decisiones de carácter político. A juicio de quienes impulsaban estas ideas, si se cumplían tales exigencias, era posible arrancarle al partido Comunista su influencia en los sectores populares y, especialmente, poblacionales.
NACE LA UNION DEMÓCRATA INDEPENDIENTE UDI
Convencido de esas ideas en 1983, y un tanto distante de la estructura de gobierno de la dictadura pinochetista, Jaime Guzmán se dedicaba, de lleno, a una labor que estimaba prioritaria: la construcción de una fuerza política partidaria. Por eso, en compañía de algunos de sus amigos y personeros de la propia dictadura que participaban de sus ideas, se abocó a la formación de una organización política que, bajo el nombre de Unión Demócrata Independiente UDI, comenzase a prepararse para el fin del gobierno de facto y el comienzo de la democracia, sistema normal de funcionamiento del régimen capitalista. Bajo esas premisas, la UDI comenzó a hacer su labor de proselitismo en los sectores poblacionales logrando captar algunos elementos. En 1986, militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, organización militar creada al amparo del Partido Comunista, se enfrentaron a las fuerzas populares de la UDI; Simón Yévenes, dirigente poblacional que pertenecía a estos últimos destacamentos, fue muerto en esas escaramuzas transformándose en el primer mártir del movimiento creado por Jaime Guzmán quien, en las exequias de la víctima, aprovechó para decir, al respecto, aquel 4 de abril:
» […] (al Partido Comunista) hemos resuelto combatirlo sin tregua y disputarle palmo a palmo las poblaciones […] si hasta ayer nuestra voluntad de lucha era firme, desde hoy el martirio de Simón Yévenes la convertirá en indestructible».
Esa no fue una simple amenaza. Bajo la dirección de Guzmán, la UDI comenzó a transformarse en ‘partido de cuadros’, con una estructura similar a la de los partidos de cuadro de tipo socialista. La organización partidaria creció. Se hizo grande en número y estima dentro de diversos sectores [i] sociales. Como lo señalara Alfredo Galdámez, ex dirigente poblacional y militante de la UDI, se trataba
» […] de armar un partido con vocación de poder y gran sensibilidad social, dejando atrás la figura de una derecha tradicional que representa a los sectores más acomodados. Justamente para terminar con esa derecha es que surgió la UDI y para lo que trabajaron figuras como Jaime Guzmán y Luis Cordero» [ii] .
APARECE RENOVACIÓN NACIONAL
Un año después de la muerte del dirigente poblacional de la UDI, el 29 de abril de 1987, se unieron a esa organización varios otros grupos que comenzaban a manifestarse como fuerzas políticas; entre ellos, el Movimiento de Unión Nacional MUN, liderado por Andrés Allamand; el Frente Nacional del Trabajo, de Sergio Onofre Jarpa, elementos de la Democracia Cristiana DC, además de nostálgicos del Partido Nacional PN, y jóvenes que se habían juramentado en seguir los ‘ideales’ de la dictadura pinochetista en Chacarillas. El nombre que adoptaron fue ´Renovación Nacional’. Sin embargo, muy pronto comenzaron las desavenencias entre los fundadores del primer grupo y quienes se les unían. Los nuevos miembros de la colectividad se encontraban fuertemente vinculados a los grupos económicos que ya dominaban el país al amparo de la Dictadura; representaban intereses concretos, dinero y negocios más que estructuras teóricas, lo que contrariaba ciertos principios de la UDI que, sin dejar de defender el legado de la Dictadura, consideraba que era necesario ceñirse rigurosamente a la nueva institucionalidad establecida para la defensa del modelo económico. En agosto del mismo año la división se hizo inevitable: Renovación Nacional siguió por su lado y la UDI recobró su primitiva identidad sin sufrir defecciones.
La estructura que había comenzado a darse daba sus primeros frutos. Porque un partido de cuadros no se destruye con la facilidad que lo hace uno de masas. Cuando existe semejante tipo de partidos y se presentan inevitables pugnas por la imposición de determinadas líneas de acción, tales controversias se resuelven con mayor facilidad y las luchas por el poder terminan con la separación de los elementos disociadores; el partido continúa. Por eso, la UDI siguió adelante, sin experimentar graves disensiones; pero, a partir de ese momento, las clases dominantes comenzaron a tener dos grandes grupos políticos que manifestaban, implícitamente, su voluntad de disputar entre ellos naturalmente la representación de aquellas en la escena política del país: la propia UDI y RN. Se diferenciaban, sí, en las diversas alternativas que ofrecían acerca de cómo realizar con mayor eficiencia tal representación y, consecuentemente, el comportamiento que debían adoptar respecto de los sectores dominados. Ricardo Claro, uno de los empresarios más conocidos y poderosos, se volcó a tomar su lugar, de inmediato, junto a la UDI.
LA LUCHA DE CLASES AL INTERIOR DE LA UDI
Representar los intereses de determinadas clases no significa hacerlo en forma ciega; implica establecer tácticas, planes, vías, modos de operar que, a menudo, pueden hasta ser mal interpretados por otros sectores e, incluso, por los propios aliados. Implica tener opiniones políticas acerca de cómo realizar determinados actos políticos. Porque los partidos nacen para representar sectores sociales; deben defender los intereses de cada sector. Para enfrentar esa tarea, los partidos establecen formas previas de proceder. Y, al hacerlo, enfrentan también soluciones diversas, líneas de acción divergentes, modos de operar que, a menudo, no son siquiera compartidos por su propia militancia. En esos casos, se producen crisis políticas. Las tendencias se hacen presentes; y la militancia se orienta tras cada una de las vías propuestas. Eso ocurre en todas las organizaciones. No tendría por qué no hacerlo en la UDI.
Bajo la diestra conducción de Pablo Longueira [iii] , la UDI siguió adelante con las ideas de Jaime Guzmán de captar a los sectores poblacionales y concluir su tarea de formar ‘cuadros’ políticos. Eso implicaba, además, establecer una forma de buscar entendimiento con los sectores dañados por las acciones de la dictadura [iv] . Y eso llevaba, finalmente, a conversar con los antiguos enemigos. Las tesis de Longueira se orientaron en ese sentido.
En 2003, como jefe del partido, hizo públicas ciertas conversaciones sostenidas con algunos miembros de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, en las que quiso manifestarles su interés de colaborar en la búsqueda de sus seres queridos. Fruto de esas conversaciones fue el documento que publicaron los medios de comunicación intitulado ‘La Paz Ahora’, en el que se planteaba la necesidad de la ‘reconciliación nacional’. No se crea, sin embargo, que tras esas maniobras, la UDI mostraba un sentimiento real de arrepentimiento por los hechos acaecidos durante el período dictatorial. No. Bueno es recordar, al respecto, que en esa organización política militaban Jovino Novoa, Sergio Fernández, Vasco Costa y otros sujetos que habían tenido directa responsabilidad en dichos hechos; el propio empresario Ricardo Claro había sido financista de la DINA. Lo que la UDI buscaba bajo la dirección de Longueira era aceptar la vía de la ‘reconciliación’ que, temerosos de un nuevo golpe de Estado, impulsaban los sectores de la Concertación de Partidos Por la Democracia [v] . Así, Longueira asumía para su organización la misma proposición de sociedad propuesta por la Concertación que era, finalmente, la convivencia pacífica entre la víctima y su verdugo. Porque, para esos actores, y parafraseando a Luis Bonaparte, luego de la asonada golpista de 1842, en Francia, Chile necesitaba, antes de nada, tranquilidad.
Sin embargo, un sector encabezado por Jovino Novoa – ex funcionario público en tiempos de la dictadura – , al que pertenecían Ernesto Silva y Juan Antonio Coloma, no veía con buenos ojos esa especie de mimetismo con las posiciones social demócratas que parecía advertirse en Longueira, quien buscaba un partido grande y con buena representación en el Congreso y aceptaba discutir ciertas modificaciones al modelo. Los conflictos empezaron. Las tesis de Novoa, que se contradecían con las de Longueira, parecían ser, en síntesis, dos:
«La UDI debe crecer todo lo necesario, pero no todo lo posible. Debe crecer hasta el punto donde sea posible mantenerse sin transar en lo fundamental, sin modificar la ruta. Si el partido crece integrando nuevos contenidos, nuevos grupos, abriendo puertas de democracia interna, la UDI se debilitará».
«No se puede abrir la puerta a modificaciones parciales del modelo. Cualquier aumento en democracia, en mayores servicios públicos, participación, representación, si se distribuye poder en cualquier forma; eso no se detendrá más y erosionará todo el modelo» [vi] .
Longueira, en tanto, fue un elemento decisivo en la crisis política que experimentó la Concertación durante los primeros años del gobierno de Ricardo Lagos. Así, el 17 de enero de 2003 participó en la celebración de un acuerdo entre la UDI y la administración concertacionista orientado a dar una salida a los proyectos enviados al Congreso a fin de introducir reformas a la Constitución pinochetista y a poner atajo a los escándalos que amenazaban al régimen (entre otros CORFO, sobresueldos, caso MOP-Gate, caso coimas, en fin); pero, al mismo tiempo, la UDI se impuso como uno de los más grandes partidos en las elecciones municipales de 2000 y en las parlamentarias de 2001. Las tesis de Guzmán-Longueira de acercase a los sectores populares parecía ser acertada; no la de gobernar a la comunidad desde el empresariado mismo.
A principios de la década del 2000, Longueira había colaborado ya con la Concertación para resolver ciertos desaciertos; en especial, cuando la dirigencia de la Democracia Cristiana cometió el imperdonable error de dejar pasar el plazo que le concedía la ley para inscribir a sus candidatos.
Hasta ese momento, las discrepancias se habían mantenido dentro de un clima aún tolerable. A pesar del Caso Spiniak y el constante enfrentamiento con Jovino Novoa.
Alfredo Galdámez, ex dirigente poblacional y militante de la UDI sostiene que , en el año 2007, cuando la UDI debía haber nominado a Pablo Longueira en el carácter de candidato a la Presidencia de la República,
«[…] Novoa y Coloma boicotearon la candidatura anterior de Longueira, levantando el nombre de la Jacqueline van Rysselberghe» [vii] .
Las discrepancias anteriormente indicadas hicieron que, finalmente, la UDI entregara su apoyo a Sebastián Piñera.
LA UDI BAJO EL GOBIERNO DE PIÑERA
En los años siguientes, los sectores ‘guzmanitas’ perdieron influencia dentro del conglomerado y se impuso una línea distinta, impulsada por Juan Antonio Coloma, de acercamiento a Renovación Nacional. La causa fue la participación de ese conglomerado en el gobierno de Sebastián Piñera porque, como lo señaláramos en un documento anterior [viii] ,
« Desde que Longueira llegó al gabinete se mimetizó con las ideas de Sebastián Piñera y se convirtió en un contrapunto de los intereses del empresariado, pasando a ser el rostro oficial de la agenda del gobierno contra el abuso y en defensa de los consumidores [ix] «.
Hasta el año 2010, la idea al interior de la UDI era que el partido no tenía una política coherente con sus principios. La crisis interna se desató y Juan Antonio Coloma entró en un proceso de ‘reflexión’ que contribuyó a ahondarla. En esas condiciones, las elecciones de una nueva mesa directiva se hacían necesarias. Las elecciones enfrentaron a dos antagonistas: Jovino Novoa y Pablo Longueira, aunque el segundo no iría en calidad de candidato por su pertenencia al gobierno. En ese período ya existía molestia en las filas del gremialismo por la política impulsada por el gobierno de Sebastián Piñera, del cual era parte Longueira. Es posible que a ello se haya debido que éste no apoyase públicamente la reelección de Coloma en contra de una eventual postulación de José Antonio Kast. Se impuso, finalmente, una línea de consenso y la presidencia de la UDI quedó en agosto de 2010 en manos de Patricio Melero.
Sin embargo, como lo expresara Alfredo Galdámez
» […] en los últimos años la postura de Novoa fue ganando posiciones, desde que Lavín sacó a Longueira de la presidencia de la UDI y Pablo fue relegado. A partir de ahí el partido fue cayendo en una suma de ambiciones personales y dejando el proyecto colectivo» [x] .
Al aproximarse las elecciones de 2013, un grupo de dirigentes de la UDI encabezados por Jovino Novoa impuso la candidatura presidencial de Laurence Golborne basándose en la extraordinaria popularidad que el ministro de ese entonces mantenía tras el rescate de los mineros. La UDI se cuadró tras esa candidatura.
EL OSCURO ROL DE ‘LA TERCERA’
‘La Tercera’ es un periódico de propiedad de la empresa Consorcio Periodístico S.A. (COPESA) que, a su vez, forma parte del grupo de empresas a cuya cabeza aparece el empresario Álvaro Saieh. Funciona dirigida por un Consejo o Directorio que preside un miembro de la familia que es Juan Andrés Saieh; el director del diario es el panelista de ‘Tolerancia Cero’ Cristián Bofill.
Durante varios años, ‘La Tercera’ fue (y probablemente sea) controlada por un extraño y variado grupo de sujetos que conformaron su ‘Consejo editorial’. Se reunían en uno de los salones del Hotel Hyatt, en el sector de Vitacura, a tomar un café, a las 8,30 de la mañana de cada viernes. A la reunión asistían, entre otros, Oscar Guillermo Garretón (PS), Juan Gabriel Valdés (PS), Felipe Harboe (PPD), Jorge Burgos (DC), Víctor Pérez (UDI), Alberto Cardemil (RN), Darío Calderón (abogado que participó en las negociaciones y traspaso de propiedad del diario de manos de Germán Picó Cañas a Álvaro Saieh), Rodrigo Hinzpeter (ministro de Piñera), Álvaro Donoso (amigo personal de Saieh), y el propio director del diario Cristián Bofill, quien acostumbraba ir
» […] poniendo los temas sobre la mesa» [xi] .
Ese Consejo Editorial funcionaba desde antes y en él participaban figuras como Carlos Ominami, Juan Antonio Coloma (UDI), Jorge Schaulsson, Rodrigo Álvarez, Alejandro Foxley y Jovino Novoa quien no sólo participó en dicho Consejo, sino era uno de los directores de la sociedad. Por eso, cuando estalló el conflicto que pasó a denominarse ‘Caso Spiniak’ y la joven Gemita Bueno denunció haber sido abusada sexualmente por un parlamentario, cuando era niña, implicando directamente al senador Novoa y haciendo públicas ciertas fotografías en donde éste aparecía desnudo, mostrando cicatrices que le son propias, el diario asumió el asunto como algo propio. Un grupo de periodistas de ese diario tomó a la joven Gemita Bueno ‘bajo su protección’ durante tres días [xii] al cabo de los cuales la joven se desmintió de los hechos pues, sorpresivamente, apareció una grabación en donde ella reconocía haber mentido. Pablo Longueira, a la sazón, presidente del partido, no quiso tomar partido en el caso; no defendió a Novoa como éste esperaba que lo hiciera, pero no lo atacó ni, mucho menos, tomó medidas contra él. En la presentación del libro ‘Spiniak y los demonios de la Plaza de Armas’, escrito por los periodistas Ana María Sanhueza y Pablo Vergara, señaló Pablo Longueira, al respecto:
«Yo he tenido que enfrentar en la vida muchos momentos de liderazgo, decisiones difíciles y complejas, ninguno como éste. Cuánta gente me dijo a mí: congela la militancia de Jovino Novoa. Algo tiene que haber. Para qué les digo cómo llegaba la gente, cómo se agarraban y discutían los fines de semana por largo rato. ‘Oye, si el río suena es porque piedras trae´, decían. El rumor, la intriga. Me tocó enfrentar algo en que la sobrerreación era lo mínimo que me podía pasar […] [xiii] »
Aquella cinta sirvió para desestimar el caso y Novoa salió libre de todo tipo de acusaciones, aunque no del juicio de la comunidad. Las expresiones de Faride Zeran, Premio Nacional de Periodismo en 2007, reflejan la opinión pública que había en ese entonces y que aún subsiste:
» Es paradigmático porque el periodismo se expone a develar frente a un poder tan fuerte, pasando por encima de los medios y su manipulación horrenda. También me llaman la atención las entrevistas sin contexto a Gemma Contreras (se corrige), a Gema Bueno, simultáneamente en La Tercera y The Clinic. ¿Dónde las hicieron? No sé si el senador Novoa es culpable o inocente, pero él es miembro del directorio de COPESA».
El periódico ‘La Tercera’ ha tenido influencia en el gobierno de Sebastián Piñera. De hecho el 9 de marzo de 2010, llamado por la flamante nueva vocera del Gobierno Ena Von Baer, asumió el cargo de la Secretaría de Comunicaciones de La Moneda SECOM Mauricio Lob, coordinador político del diario ‘La Tercera’ y mano derecha de Cristián Bofill. Todos ellos ligados a la red de influencias de Jovino Novoa.
Pero la influencia de Jovino Novoa al interior de la UDI se impuso cuando el Servicio Nacional del Consumidor SERNAC, dirigido entonces por Juan Antonio Peribonio, determinó acoger el reclamo de los clientes de los grandes paseos comerciales o ‘malls’ que denunciaban el cobro por el uso de los baños y estacionamientos. Como se ha dicho, Longueira aparecía más preocupado de apoyar al gobierno de Sebastián Piñera que salvaguardar los intereses de la UDI, hecho que sus pares le criticaban. En el caso del uso de los baños y estacionamientos de los malls, Longueira apoyó decididamente al SERNAC y criticó duramente a los empresarios por su compulsivo afán de lucrarse a costa de sus clientes. El diario ‘La Tercera’, entonces, dirigido por Cristián Bofill, informó que, a raíz de ese hecho, se había producido una disputa entre Jovino Novoa y Longueira, noticia que obligó a este último a desmentirla. En su carta a la dirección del rotativo, Longueira señaló que dicho periódico incurría
» […] u na vez más en afirmaciones equivocadas, falsas o inexistentes […] »
para, finalmente, informar sobre
«[…] situaciones falsas y que sólo existen en el ámbito de las oscuras especulaciones».
‘ La Tercera’ no publicó la carta en forma separada, sino procedió a hacerlo incluyendo, de inmediato, una aclaración que bajo el título de ‘Nota de la Redacción’, afirmaba que el ministro tenía una
«[…] visión distorsionada de la realidad, públicamente conocida, que ha causado polémica en el pasado».
La nota era injuriosa para Longueira [xiv] pues en ella se aludía directamente a las declaraciones del ex ministro referentes al Caso Spiniak en el transcurso del cual, sin apoyar a Novoa, señaló que Jaime Guzmán le había hablado en sueños. Longueira reconocería, posteriormente, que dichas palabras habían constituido una equivocación suya muy lamentable.
«Uno comete muchos errores. Obviamente yo los cometí, pero era inevitable. Había encuestas donde se preguntaba cómo lo hacía yo. ¡Pésimo!, ¡cómo lo iba a hacer! Y además me mandé el numerito de decir que había hablado con Jaime Guzmán […]» [xv]
En los medios periodísticos se ha dicho que la referida alusión fue escrita por Jorge Andrés Saieh, presidente de su directorio. La afirmación no deja de tener base, pues, como lo expresa un analista, al hacerlo,
«Saieh estaba interpretando un sentimiento del empresariado hacía un político como Longueira, que tiene un lado populista que provoca desconfianza en cierto sector. Esa mezcla mesiánica, en donde tras un objetivo, no tiene problema en criticar a los empresarios, es lo que debe ser muy irritante» [xvi] .
Estos hechos alentaron al senador Jovino Novoa a perseverar en el camino que ya tenía trazado; por eso, comenzó a dar una pelea por hacerse fuerte en la UDI. Muy pronto, organizó a un grupo de personas afines a sus ideas, entre los que se puede señalar a Manfredo Mayol, Ernesto Silva Méndez, Ena Von Baer, Javier Macaya y otros, con quienes se reunía con frecuencia. En esos encuentros era frecuente oírle decir que Sebastián Piñera estaba
» […] gobernando con las ideas de la Concertación […]» ,
idea con la que, implícitamente, desprestigiaba a Longueira. No contento con eso, publicó un libro en el que, bajo el título ‘Con la fuerza la libertad’, dejó establecidas por escrito aquellas mismas afirmaciones, contribuyendo a ahondar más las diferencias con el gobierno de Piñera. Simultáneamente, comenzó a preparar el acto eleccionario de 2013 buscando un candidato idóneo, sin tachas, altamente competitivo, comprometido con las ideas de la UDI aunque no fuese militante suyo, que se ganase el apoyo de la organización y nadie pudiera poner en tela de juicio. Para esa tarea tuvo el apoyo de Juan Antonio Coloma y, naturalmente, de todo el grupo afin a sus ideas. Ese candidato resultó ser, finalmente, Laurence Golborne; Longueira no pudo oponérsele. Si lo hacía, revelaba sus ambiciones más íntimas.
Cristián Pertuzé, analista de la Universidad de Chile, sostuvo, al respecto que
«[…] la candidatura de Golborne significaba para Novoa mantener su peso específico dentro de la UDI; en cambio, la nominación de Longueira como abanderado presidencial va a provocar que el ex ministro se potencie y tome el liderazgo definitivo al interior del partido. Y lo va a prolongar para los próximos cuatro años» [xvii] .
La elección del ex ejecutivo de CENCOSUD lo alejó violentamente de toda posibilidad de participar en la carrera presidencial. Y como era de suponerse, el diario ‘La Tercera’ tomó inmediato partido junto al candidato, en tanto ‘El Mercurio’ (dirigido por Cristián Zegers) lo hacía con Andrés Allamand.
CARÁCTER INDIVIDUAL Y SOCIAL DE PABLO LONGUEIRA
Como todo ser humano, Longueira posee un carácter individual que lo identifica como una persona enérgica, un tanto ambiciosa, a veces convencida de estar predestinada a algo mayor [xviii] , y poco asiduo a la austeridad. Quienes lo conocen saben que siempre deseó estar al frente de la nación; cuando Piñera fue elegido presidente, Longueira quería ser ministro y destacarse como tal para escalar grados más altos, en especial, a la presidencia de la República. No es hombre que se conforme con vivir en un barrio modesto; lo hace en el más caro de Santiago, en San Carlos de Apoquindo, en el sector denominado ‘Mirador de San Damián’, junto a Laurence Golborne. Vive allí con su mujer y sus siete hijos en una casa de 400 metros cuadrados porque no ha podido adquirir una más grande aún.
No es un individuo que diga siempre todo de frente, como se ha afirmado de él; cuando no le conviene, simplemente guarda silencio o habla de otras cosas. Desde este punto de vista, es un excelente político. Para algunas personas se trata de un individuo calculador que, para deshacerse de Golborne,
» […] solamente esperó que la presa se debilitara» [xix] .
Es cierto que no teme al enfrentamiento verbal y afronta cualquier situación por azarosa que se le presente, pero también es un individuo fuertemente dominado por la fe religiosa lo que le hace también bastante permeable a los prejuicios. Por eso, concibe al matrimonio como la unión de un hombre y una mujer, y no acepta concesiones al respecto. Se siente heredero de las ideas ‘guzmanitas’ de la UDI, por lo que, para conocer su pensamiento, es necesario conocer aquellas. De ahí que haya quienes identifiquen su persona con la propia UDI y lo describan como un individuo mesiánico.
«El mesianismo de Longueira lo es de la propia colectividad que representa. No aspira a ser un dirigente de una mayoría nacional. Por ejemplo, cuando la UDI pasaba por un trance extremadamente difícil ante las injustas acusaciones que se hacían contra miembros históricos de la tienda, recurrió a un ardid retórico: hablar con el líder inspirador fallecido. Por cierto, lo suyo es una metáfora, es un hombre en su sano juicio» [xx] .
Y, por su parte, señala, al respecto, otro analista:
«Pero Longueira es mesiánico. Está convencido que el modelo puede funcionar sin abusos, que las utilidades se mantendrán o bajarán muy poco, que los empresarios aceptarán los esfuerzos, que los microempresarios podrán tener oportunidades, que se puede eliminar toda contradicción entre las clases» [xxi] .
De carácter fuertemente autoritario, confía poco en el colectivo; prefiere, más bien, creer en el individuo a quien atribuye la construcción de la Historia.
Su carácter social, como el de todos quienes se desenvuelven en un régimen como el estatuido en Chile, es altamente competitivo; con una diferencia: Longueira es un modelo, sus atributos competitivos son inmensamente más grandes que los exhibidos por otras personas. Sus ideas son, en consecuencia, también mercantilistas aunque prefiere defenderlas desde el punto de vista institucional. No tiene el carácter puro del predador que establece en sus obras Michael MacCoby, discípulo de Erich Fromm, sino es una mezcla de aquel con el de funcionario. Longueira, producto del mercado y de un gobierno de excepción, además, es narcisista; ama que lo alaben y le reconozcan sus méritos. Como el ‘lindo don Diego’, que gustaba de admirarse en el espejo de un estero, el ex ministro es permeable a la adulación y a las alabanzas. No puede existir mejor sujeto para representar al sector de la UDI donde se encuentran los ‘doctores de la ley; el otro está representado por Novoa. Son dos individuos pero, a la vez, son dos soluciones para la protección de un solo interés, que no es el de las clases dominadas. Sólo uno de ellos se ha de imponer.
EL INTERES DE LOS SECTORES DOMINANTES
Dentro del sistema capitalista, la extracción de plusvalor es essentia ratis; y se hace perfectamente lícita cuando el poder dominante establece las reglas de cómo ha de hacerse. No lo es, sin embargo, cuando quienes deben observar esas mismas reglas que se dictan para evitar sus continuas e inevitables confrontaciones las atropellan; la confianza de la comunidad se pierde. Eso era lo que molestaba respecto del problema del cobro por los estacionamientos que se construían en los malls. Para Longueira era aquella una ganancia excesiva; también lo era el cobro de ciertas comisiones en la banca y otro tipo de abusos que constantemente cometen las grandes tiendas, como había sucedido con ‘La Polar’. No era casualidad la fiscalización que constantemente hacía a los grandes consorcios la Directora del Servicio Nacional de Salud Rosa Oyarce. Ganar, sí; pero no abusar, era la idea de Longueira. Sin embargo, esa política no era deseable para numerosos sectores empresariales que confiaban en la UDI. Las razones de todo ello no se encuentran en una perversidad, sino en las raíces del capitalismo y, en mayor medida, en la implantación de la nueva forma de acumular. En las raíces del capitalismo por una razón simple: la moral de la economía, como bien lo sostiene Marx, es el lucro. Un modelo económico que privilegie las leyes del mercado por sobre la regulación, no sólo permite el lucro sino lo alienta a niveles insospechados: transforma la sociedad en una selva donde hasta los valores morales son altamente competitivos.
Longueira aparecía, de esa manera, como la sucesión de Guzmán, como el único que podía establecer pautas que limitaran los abusos en la sociedad que ellos mismos habían organizado.
Los compradores de fuerza o capacidad de trabajo tienen un interés que es común a todos ellos -la extracción y consecuente apropiación de plusvalor- , pero se diferencian en numerosos otros ámbitos como lo son el área desde dónde se va a extraer esa mercancía, la forma de hacerlo, el porcentaje a percibir por cada sector, en fin. No constituye ese estamento, por consiguiente, una estructura monolítica. Precisamente por esa circunstancia hay fracciones interesadas, en su interior, en hacer cambios al modelo estatuido a fin de aumentar sus ganancias; otros quieren introducir esos cambios, pero manteniendo ganancias más o menos similares a fin de no provocar revueltas sociales; y quienes buscan idéntica finalidad disminuyendo sus ganancias en aras de una convivencia mejor, como lo hace el empresario Roberto Fantuzzi [xxii] . Hay, entonces, un aspecto que los identifica a todos, aunque no la forma cómo hacerlo: el perfeccionamiento de la democracia, forma normal de funcionamiento del sistema capitalista. Por eso se presentan fracciones que buscan mantener intacta la forma de acumular introduciendo cambios a la estructura jurídico política sin preocuparse de los aspectos morales que puedan tocar esos cambios y otras que sí consideran importante la moral. Entre éstos últimos merece situarse a la UDI que construyera Jaime Guzmán, a juicio de quien
«[…] la democracia que intentamos construir es una democracia de participación social efectiva, una democracia tecnocrática, y una democracia autoritaria y protegida […] [xxiii] »
Esas ideas no eran fáciles de realizar. Requerían, pues, de una
«[…] autoridad fuerte, con poder para conducir al país a través de la justicia y la ley».
Para ello era necesaria la construcción de un partido. La formación de la UDI era imprescindible: salvaguardaba el modelo económico a través de la defensa irrestricta de la constitución, aunque ésta fuese espuria; de ahí en adelante, los cambios deberían hacerse siguiendo el brocardo jurídico según el cual ‘las cosas se deshacen de la misma manera que se hacen’. En la UDI residirían los ‘doctores de la ley’, el elemento farisaico que faltaba en la escena política de la nación. Y esa era la tarea que se fijó para sí Pablo Longueira: modificar, pactar, hacer todo lo que recomienda la democracia, pero dentro de los marcos de la ley; lo mismo para el empresariado: hacer negocios, pero dentro del marco de las ganancias lícitas, respeto a los principios morales que imponía la nueva regulación. O, como lo expresa bien Alberto Mayol:
«La UDI tiene una gran guerra santa: defender el modelo. No sólo el económico, sino también el político, el cultural. Es el orden (la «paz social» le dicen), la moral sexual de Juan Pablo II, el libre mercado, la gran empresa, las organizaciones intermedias erosionando al Estado, la despolitización, la des-representación política, la desmovilización de la sociedad (donde la religión es fundamental)» [xxiv] .
Y ¿cómo hacerlo? Mayol lo expresa claramente:
«La forma de ser influyente es ser más fuerte en los sectores populares, tener más representantes en el Congreso Nacional, ser el partido más grande de Chile, sintonizar con los pobres, canalizar la energía de la calle hacia la fe en el futuro (desmovilizar movilizando)».
«Hay que trazar una línea entre lo correcto y lo incorrecto dentro del modelo. El poder de la empresa y la política debe tener límites, debe delimitarse qué es abuso y qué no. No se debe incrementar demasiado el poder de la empresa, hay que regular, ser razonables, no dejar que la ambición rompa el saco. El modelo debe tener ciertos límites que impidan su deslegitimación» [xxv] .
La UDI de Guzmán sabía que para hacer los grandes cambios dentro de una constitución rígida [xxvi] como la redactada por sus fundadores y promulgada por Pinochet, deberían celebrarse grandes acuerdos nacionales y que dichos acuerdos evitarían soluciones rápidas, impensadas, arbitrariedades; el sistema quedaría bien protegido. El problema era que otros, dentro de la misma colectividad, no querían ese tipo de soluciones sino mantener, a toda costa y sin modificaciones, la institucionalidad legada por la dictadura. Aunque las protestas sociales arreciasen.
LA SENTENCIA DE LA CORTE SUPREMA EN CONTRA DE CENCOSUD
El 25 de abril, la Corte Suprema, en un fallo memorable, determinó que el comercio detallista -en los medios periodísticos, y por la enorme in fluencia que ejerce Estados Unidos sobre la cultura de las clases y fracciones de clase dominantes, se ha introducido el neologismo ‘industria del retail ‘ – no estaba facultado para subir unilateralmente las comisiones y los cobros en las cuentas de sus clientes, sin el consentimiento expreso de éstos. El dictamen del alto tribunal se pronunció en forma definitiva sobre una demanda interpuesta en 2006 en contra de la empresa CENCOSUD, de propiedad de Horst Paulmann; en especial, respecto de las tarjetas que el supermercados ‘Jumbo’ entregaba a sus clientes para el retiro de mercaderías al crédito.
El fallo no hubiere causado consternación alguna si la persona que se desempeñaba en el carácter de gerente general de la empresa hubiere sido alguien que no fuese el candidato presidencial de la UDI Laurence Golborne quien, perseguido por la prensa, se apresuró a excusarse diciendo que cumplía órdenes superiores. Sus palabras fueron
«La empresa tomó una decisión que me correspondió llevar adelante y por ende no me corresponde hoy día juzgar qué habría sucedido en situaciones diferentes. Uno obedece las instrucciones y directrices que se establecen a nivel de directorio y es la persona responsable de llevarlas a la práctica en la posición que me correspondía a mí […]» [xxvii] .
Golborne no consideró que su explicación constituía una implícita acusación de contra de su ex patrón Horst Paulmann. La respuesta de la empresa llegó a través del actual gerente de CENCOSUD quien no vaciló en desmentirlo al señalar que los gerentes no están en ese cargo sólo para obedecer instrucciones superiores sino para tomar las decisiones que dicen relación con la marcha del negocio.
Golborne, al parecer, no conocía aquel refrán según el cual ‘quien explica se complica’. Porque sus declaraciones posteriores sólo produjeron mayor confusión debilitando, notoriamente, su posición dentro de la UDI y contribuyeron a debilitar igualmente la de quienes habían apoyado su nominación, es decir, el sector de Jovino Novoa y Juan Antonio Coloma.
UN PARAÍSO FISCAL
Es probable que Golborne hubiere resistido la enorme presión que se ejerció sobre él a propósito del fallo de la Corte Suprema condenando a CENCOSUD; es probable que su candidatura se hubiese mantenido a pesar de todos esos inconvenientes. El problema fue que, sus desafortunadas declaraciones habían transformado a sus viejos cómplices en enemigos suyos.
A poco de conocerse dicho fallo, una nueva información acerca de las dudosas prácticas comerciales del candidato salió a la publicidad: en julio de 2006, Laurence Golborne había formado una sociedad que, bajo el nombre de ‘Sunford Managment Corp’, mantenía depósitos por 1.400 millones de pesos (unos 35 millones de dólares) en el llamado ‘paraíso fiscal’ de Islas Vírgenes. Esas sumas no habían sido declaradas al asumir como ministro en 2010. En su intervención ante la Comisión investigadora del lucro de la Cámara de Diputados, realizada el día miércoles 22 de mayo recién pasado, la periodista Mónica González dio a entender que sólo Horst Paulmann pudo haber entregado los antecedentes que terminaron con la carrera presidencial de Golborne:
«En tanto depositante, sólo Paulmann podía saber cuánto tenía Golborne en su cuenta […] [xxviii] «.
Golborne intentó, nuevamente, explicar esos hechos; la duda, sin embargo, se acrecentó cuando los diputados demócrata cristianos Gabriel Silber y Gabriel Ascencio pidieron investigar su situación patrimonial y la comisión de eventuales delitos tributarios. Nadie se explicaba por qué, si se trataba de sumas legítimamente obtenidas y no existía intención de ocultar hechos ilícitos, había enviado el candidato presidencial de la UDI esos dineros fuera del país. Aquello fue la gota que rebasó el vaso. A partir de ese momento, la candidatura de Golborne se hizo indefendible. La base del poder que había acumulado Novoa en torno a su persona comenzaba a derrumbarse estrepitosamente; simultáneamente, Longueira aparecía rodeado de una aureola angelical: era el salvador de la UD [xxix] I.
LAS NOMINACIONES SENATORIALES
Los hechos, en consecuencia, se precipitaron. Longueira tomó el control del partido y comenzó la operación de distribuir a la militancia de acuerdo a las posibilidades que creía para obtener la mayor cantidad posible de parlamentarios. La tarea se realizó de modo autoritario y sin considerar en modo alguno el procedimiento de primarias. Ena Von Baer fue trasladada de la Región Metropolitana a la de Los Ríos; Iván Moreira a la de Los Lagos. En Santiago, la candidatura a senador se otorgó a José Felipe Kast. Los gritos se escucharon en todas partes pues la operación se realizó sin anestesia. Hubo, incluso, amenazas de quiebre por parte de Jovino Novoa y sus seguidores.
CONCLUSIÓN
Así, pues, no han sido las razones que algunos analistas han señalado -y los medios de comunicación social han repetido hasta la saciedad- las verdaderas causas que imposibilitaron la candidatura de Laurence Golborne a la presidencia de la República y su inmediato reemplazo por la de Pablo Longueira. No fue, por tanto, el hecho que Golborne había perdido credibilidad ante la comunidad y se temiese que perdiera; no fue tampoco solamente el problema de CENCOSUD ni el de las Islas Vírgenes lo que produjo su desplome, sino más bien el enfrentamiento de dos formas diferentes de entender la defensa del interés de las clases y fracciones de clase dominantes, una lucha de clases en donde se contraponen dos visiones distintas de defender los intereses de quienes detentan la hegemonías al interior del Bloque en el Poder: una, interesada en ganar las elecciones presidenciales e imponerse como estamento político dominante en la escena política de la nación y de ahí, hacerlo sobre toda la comunidad; otra, preocupada de la vigencia del legado pinochetista que, si bien le interesa la carrera presidencial, también está interesada en la defensa de ese legado pero dispuesta a hacer las transformaciones necesarias para evitar que las demandas sociales sobrepasen dicho legado.
La llegada de Longueira no tiene, así, como última finalidad, ganar la más alta magistratura de la nación. Le interesa lograrlo, sin lugar a dudas, y si alcanza ese cometido estallará de júbilo como cualquier otro contendiente que participa y gana en una competencia. Pero, lo fundamental estará situado en preparar las condiciones para que, en el caso de perder, los cambios que se avecinan se realicen dentro de los marcos tolerados por el mismo sistema. En palabras del Marqués de Lampedusa, aceptar que todo cambie para que todo siga igual. Que es la manera más inteligente de mantener la dominación. O, como lo hemos repetido en múltiples oportunidades, hacer que el sistema de dominación no sólo sea tolerado por los propios explotados sino defendido como el mejor de los sistemas.
[i] Los partidos que asumen la representación de las clases dominantes no son, a diferencia de los partidos que asumen la de las clases dominadas, grandes en número de militantes: su influencia se mide en el respaldo que esos mismos sectores le brindan en los actos eleccionarios y, naturalmente, en los casos en que consideran necesario interrumpir la forma normal de funcionamiento del sistema capitalista por considerar que se han excedido los márgenes tolerados por el sistema y debe darse paso a un gobierno de excepción o dictadura.
[ii] Rivas Arenas, Claudia: «Las cuentas pendientes en la UDI con Novoa y la trenza que impuso a Golborne», ‘El Mostrador’, 2 de mayo de 2013.
[iii] Pablo Longueira manifestó en varias oportunidades conversar con el espíritu de Jaime Guzmán, lo que provocó fuertes reacciones en los sectores contrarios a él y a su partido.
[iv] De hecho, al parecer, Jaime Guzmán tuvo participación en algunas de esas acciones. Por lo menos, el cantautor Ángel Parra sostuvo en una memorable entrevista, que, encontrándose en manos de la Dictadura, logró su libertad gracias a las gestiones que en su favor hizo el constructor de la UDI.
[v] Esta línea era por entero contraria a la que sostenía el CODEHS, organismo laico de derechos humanos dirigido por Clotario Blest, cuyo lema ‘Ni olvido ni perdón’, resumía su ideario.
[vi] Mayol, Alberto: «Longueira, Novoa y la cruzada de los niños», El Mostrador’, 3 de mayo de 2013.
[vii] Rivas Arenas, Claudia: Id. (2).
[viii] Acuña, Manuel: «Aspectos controvertidos de los conflictos que ha debido enfrentar el gobierno de Sebastián Piñera con la banca», mayo de 2013.
[ix] Rivas Arenas, Claudia: «Longueira candidato: la silenciosa derrota de Jovino y la nueva geometría del poder en la UDI», ‘El Mostrador’, 30 de abril de 2013. El subrayado es de la autora.
[x] Rivas Arenas, Claudia: Id. (2).
[xi] Rivas Arenas, Claudia: «El secreto mejor guardado del diario La Tercera», ‘El Mostrador’, 10 de diciembre de 2009.
[xii] En varios medios de comunicación se habló del ‘secuestro de Gemita Bueno’.
[xiii] Muñoz, Guillermo: «Longueira reconoce haber cometido errores […]», ‘La Tercera’, versión digital, 07 de noviembre de 2008.
[xiv] El periodista Fernando Paulsen la describiría como «burdo insulto siquiátrico de La Tercera en contra de Longueira».
[xv] Muñoz, Guillermo: Id. (12).
[xvi] Fernández, Bastián: «La pugna de Longueira con ‘La Tercera’ que impactó a la élite», ‘El Mostrador’, 30 de abril de 2013.
[xvii] Rivas Arenas, Claudia: Id. (8).
[xviii] Mayol, Alberto: Id. (6).
[xix] Bustamante, Gonzalo: «Pablo:’Antares de la UDI'», ‘El Mostrador’, 13 de mayo de 2013.
[xx] Bustamante, Gonzalo: Id. (18).
[xxi] Mayol, Alberto: Id. (6).
[xxii] El empresario Fantuzzi ha declarado que el sueldo mínimo debería ser elevado a una cifra que no puede ser inferior a 250 mil pesos; y aún esa cifra, sostiene, debería estudiarse pues no refleja exactamente las necesidades de un trabajador.
[xxiii] Salinas, Iván: «Los Beyer», ‘El Mostrador’, 2 de mayo de 2013.
[xxiv] Mayol, Alberto: Id. (6).
[xxv] Mayor, Alberto: Id. (6).
[xxvi] Las constituciones, en teoría, pueden ser rígidas, semirígidas y flexibles, de acuerdo a la posibilidad que establezcan para ser modificadas.
[xxvii] Redacción: «Dudas sobre Golborne se instalan […]», ‘El Mostrador’, 26 de abril de 2013.
[xxviii] Redacción: «Mónica González desliza que quien informó […]», ‘El Mostrador’, 22 de mayo de 2013.
[xxix] Los depósitos de dinero en el exterior constituyen unas práctica de los sectores altos chilenos. Desde 1970 a 2010, las clases y fracciones de clase dominantes de este país han evitado hacer declaraciones de impuestos enviado a los llamados ‘paraísos fiscales’ la suma de 105 mil millones de dólares. Chile ocupa el quinto lugar dentro de los llamados ‘países latinoamericanos’, de acuerdo a un estudio hecho por la Tax Justice Network TJN, después de Brasil, México, Venezuela y Argentina (véase «Chilenos habrían enviado US$ 105 mil millones a paraísos fiscales en 40 años», ‘El Mercurio’, 28 de mayo de 2013, pág. B-4).