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Entrevista a Toni Mejías, rapero de Los Chikos del Maíz

«La calidad de la música es tan importante como el contenido de las letras»

Fuentes: Rebelión

Primero fue el verbo, hace una década, cuando nació el grupo de rap. ¿Por qué Los Chikos del Maíz? «No tiene mucho misterio. Nos gustaba cómo sonaba, ese rollo cutre de la película de los 80 basada en la novela de Stephen King; y ese estilo rural, antiguo», afirma Toni Mejías, rapero de esta formación […]

Primero fue el verbo, hace una década, cuando nació el grupo de rap. ¿Por qué Los Chikos del Maíz? «No tiene mucho misterio. Nos gustaba cómo sonaba, ese rollo cutre de la película de los 80 basada en la novela de Stephen King; y ese estilo rural, antiguo», afirma Toni Mejías, rapero de esta formación valenciana que en 2014 estrenó su último disco (con libro incluido) «La estanquera de Saigón». El nuevo trabajo, con 14 canciones, rinde homenaje al cineasta Eloy de la Iglesia (quien dirigió en 1987 «La estanquera de Vallecas») y a la resistencia vietnamita. Con el paso del tiempo, explica el cantante, «hemos evolucionado; basta escuchar la primera maqueta y compararla con el último disco». Se refiere al sonido, letras, «flow», ritmos… «La diferencia es abismal». «Hemos madurado tanto en sonido como a la hora de escribir, pero creo que manteniendo nuestro lado gamberro y nuestra idea de no casarnos con nadie». Es lo que ha llevado a Los Chikos del Maíz al lugar que ocupan hoy.

-Hace cuatro años afirmabais que era casi imposible escuchar rap en las emisoras comerciales españolas, al contrario de lo que ocurre en Estados Unidos. ¿Continúa esta tendencia? ¿Significa esto que el rap «político que se hace en el estado español no está domesticado?

Tampoco tiene que ver con el rap político exclusivamente; el rap en castellano no suena en ninguna radio comercial. Violadores del Verso o Nach, por ejemplo, venden muchos más discos que El Pescao y grupos así, pero no suenan en ninguna radio comercial ni están en sus listas de ventas ni nada. Y no creo que Nach, por ejemplo, tenga unas letras que vayan a escandalizar a ningún tipo de público ni considero que sean ofensivas para el poder. Pero este estilo de música sigue estando repudiado por las radios musicales. Sí es cierto que algunos grupos ya suenan en la Ser o los entrevistan,… pero ahí sí que es verdad que sólo van grupos que en sus letras no tengan un gran contenido político, al menos que no tengan un contenido que cuestione el sistema establecido.

-El rapero Pablo Hassel fue detenido en octubre de 2011 y condenado en 2014 a dos años de prisión por «apología del terrorismo». Aunque sea a otra escala, ¿Habéis sido objeto de procesos similares? ¿Cómo interpretáis lo que le ocurrió a Hassel?

Ya no sólo ha sucedido con Hassel. Han detenido a personas por el simple hecho de tuitear. El asunto es que la libertad de expresión ahora mismo está en manos de la derecha y ellos deciden qué se puede decir y qué no. Existen miles de tuits diarios en los que se alaba el franquismo o el nazismo y no sucede nada. Y a algunas personas se les ha detenido y multado por hacer un chiste sobre Carrero Blanco. Y con estos casos lo que intentan es lanzar una advertencia para que otras personas no se atrevan a hacer lo mismo. Dice mucho de la calidad democrática de este país que se detenga a personas por pensar distinto o por escribir letras o tuitear. Luego se les llena la boca denunciando represión en Venezuela o Cuba cuando aquí existen muchos casos de presos por hacer huelga o ir a parar desahucios.

-¿Cómo os tratan habitualmente los medios «conservadores», los «progresistas» y los «alternativos»? ¿Hay casos de indiferencias llamativas, silencios que realmente sean muy significativos?

Existen ciertos medios de comunicación que sabemos que no van a sacarnos a no ser que sea para hacer algún tipo de acusación. Tampoco me preocupa mucho cómo nos traten los medios privados. Al fin y al cabo son empresas y ellos deciden qué sacan y qué no. Lo que me molesta es que en medios de comunicación públicos como Radio 3 prácticamente ni sonemos. O si sonamos sea a horarios nocturnos como si fuésemos bichos raros. Pero hay que decir que con este disco hemos tenido mejor tratamiento de los medios. Tal vez porque la situación social invita a que grupos de música de nuestro estilo tengan más cabida en la sociedad de la que podíamos tener antes. Hemos sido portada del diario 20 minutos a nivel nacional, hace 5 años eso era completamente impensable.

-Sois muy críticos con la «Cultura de la Transición» y la movida madrileña, que contó con mucho escaparate mediático al contrario de lo que ocurrió con grupos punk o el denominado Rock radical. ¿Qué aprendisteis de estos últimos grupos? ¿Os consideráis herederos?

Herederos tal vez es una palabra muy grande. Tampoco nos corresponde a nosotros ponernos esa etiqueta. Lo que sí considero es que mi manera de entender la música, e incluso de entender la sociedad y la política, tiene mucho que ver con haber crecido escuchando esos grupos. Y creo que se les debe mucho. Sobre todo por estar haciendo ese tipo de música y de letras en unos años en los que parecía que todo era bonito, que la democracia era lo más y que ya no había problemas. En el año 2014 y con esta crisis que estamos viviendo es fácil decir determinadas cosas. En los 80, no tanto.

-Se os etiqueta en ocasiones de «marxistas-leninistas». ¿Habéis tenido más problemas para encajar en sectores libertarios? ¿Se os ha cerrado alguna puerta por las letras en torno a los conflictos de Siria, Libia o Ucrania?

Tampoco se nos etiqueta. Somos marxistas-leninistas, no creo que sea una etiqueta al uso. ¿Hemos tenido problemas? Muy sonados creo que no. Hemos tocado en okupas llevadas por anarquistas y de hecho presentamos nuestro último disco en la sede de CGT en Valencia. Creo que con las discrepancias, tanto históricas como actuales que podamos tener, compartimos trinchera y mucha gente lo entendemos así. Y con el momento histórico que estamos viviendo es necesario remar juntos por un futuro mejor. Está claro que habrá personas que lo lleven al terreno personal y a un punto extremo, y nos cierren las puertas pero creo que es una minoría. Y creo que no merece la pena centrarse en esas personas y sí en las que están dispuestas a luchar a mi lado pese a diferencias puntuales.

-En el último disco, «La estanquera de Saigón», musicáis la poesía de Benedetti en defensa de la alegría, entendida «como una trinchera, un principio, una bandera y un derecho…». ¿Hay que añadir dosis de alegría a la crítica y la rabia y en esto falla la izquierda transformadora?

También lo comento porque ya que nos están robando todo hay cosas que no nos pueden robar y dentro de esas está la alegría. Tiene que ver con el lema de «si tiene que llorar alguien que sean ellos». La alegría es un derecho y un principio, exacto. Y debemos afrontar todo con un grado de optimismo, de alegría. Porque con el pesimismo y el derrotismo que suele caracterizar a la izquierda es más difícil ganar alguna batalla. Hace falta afrontar las cosas con ánimo, con alegría y con confianza. Que al menos esos cabrones no nos vean llorar, que no disfruten de eso.

-En la canción «Revisionismo o barbarie» afirmáis lo siguiente: «Y di que sí, que tú eres el más auténtico,/pero ser residual no tiene mérito/y tu falta de éxito no es por ser radical/es porque eres malo al rapear y esa es la verdad chaval/que esto es rap,/se trata de ingenio y ritmo/no hacemos mierda facilona/hacemos himnos/». ¿Es preferible buena música sin mensaje político a música crítica pero mal hecha?

Creo que es necesario combinar ambas cosas. Porque si haces mala música es más difícil que llegue tu mensaje. No tenemos que olvidarnos que estamos haciendo música y que el rap, como cualquier otro estilo, tiene unos parámetros a seguir para hacerlo bien. Creo que el mensaje no justifica todo. Hace falta un mínimo de calidad y si no pues haz escritos o artículos y ya está. Pero si vas a robar una base por internet y a no cuadrar ni una frase al ritmo, quédate en tu casa. Personalmente prefiero música bien hecha y no crítica, que crítica y mal hecha. Música mala no escucho nunca, por muy de izquierdas o auténtica que sea.

-En otra canción decís que la rutina es «un suicidio diario». ¿Cómo ilusionarse y encontrar fuerzas para componer cuando se lleva una década tocando, se ha actuado en Colombia (movilizaciones de la «marcha patriótica»), Venezuela (festival Aragua) y en casi todos los festivales de música independiente?

Siempre quedan cosas por hacer y con cada disco o concierto hay que ponerse una motivación. Este era el primer disco después de alcanzar cierto reconocimiento y teníamos ya una labor: superar «Pasión de Talibanes». Esa presión te hace disfrutar y sacar fuerzas. Seguimos sintiendo los mismos nervios antes de sacar un disco o antes de salir a un concierto que siempre y eso es lo importante. El día que la música no me motive, tocará dejarla. Pero creo que siguen quedando muchas cosas por hacer, muchas canciones que componer y nuevos sitios que conquistar en concierto.

-Por último, en una entrevista decía Pablo Hassel: «Yo grabo rápido y no paso el día retocándome». ¿Soy perfeccionistas a la hora de componer o pensáis que de este modo se pierde naturalidad?

Creo que la naturalidad te la da la letra. Yo en las letras intento ser natural, trasmitir lo que pienso. No disfrazar nada. Como te decía en otra pregunta no todo vale. Hay que ser un poco perfeccionista. No todas las frases valen ni la primera toma de una grabación es buena. Y repito que la calidad es tan necesaria como el contenido de la letra. Si la combinación es mala, lo más seguro es que la canción pase desapercibida.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.