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El documentalista valenciano Pau Soler explica su experiencia en África y en América Latina

«La cámara es mi metralleta»

Fuentes: laccent.cat

Nicaragua, 1998. El huracán Mitch causa estragos entre la población y grandes desperfectos materiales. Pau Soler se encuentra en este país centroamericano y consigue una cámara para testimoniar los hechos. El resultado será su primer documental, Más allá del huracán Mitch . Y el descubrimiento de la virtualidad de la cámara. «Es una gran herramienta. […]

Nicaragua, 1998. El huracán Mitch causa estragos entre la población y grandes desperfectos materiales. Pau Soler se encuentra en este país centroamericano y consigue una cámara para testimoniar los hechos. El resultado será su primer documental, Más allá del huracán Mitch . Y el descubrimiento de la virtualidad de la cámara. «Es una gran herramienta. Hoy la gente es muy televisiva», explica Pau. Y añade con ironía: «es mi metralleta».

Con aquella primera experiencia comprendió las penalidades del freelance social. «Muchas veces tenemos que autofinanciarnos u ofrecer a las ONG el producto a precio muy barato. Siempre que se tocan los intereses de grandes empresas resulta difícil salir adelante», explica. Pau Soler (Dènia, 1972) estudió derecho y un master en Cooperación al Desarrollo. A partir de ahí, su vida se vincula a la cámara de vídeo. Siempre con las ideas muy claras: «Busco dar voz a quienes no tienen». Aunque matiza: «Me interesa que aparezcan las dos partes, también los poderosos», y que «mi trabajo sirva para la resolución de los conflictos».

Conoce bien América Central. Después de viajar a Nicaragua, se adentra en la realidad de Guatemala (El Plan Puebla-Panamá y Guatemala. Tierra arrasada) y el zapatismo (El color de la tierra). De la estancia en las comunidades de Chiapas conserva los mejores recuerdos: «La seriedad, coherencia y dignidad de su revolución. De ahí pueden venir muchas respuestas a las luchas sociales en todo el mundo».

Punto de inflexión

En 2004 hay un punto de inflexión en la trayectoria de Soler (no se puede hablar de «carrera profesional» porque, como dice rápidamente «intento que el dinero no dirija mi vida, por allí nunca he estado dispuesto a pasar»). Ese año inaugura la labor de denuncia de «toda la especulación que ha sufrido el País Valencià en la última década».

Tres documentales le sirven para «defender la Terreta -como afirma en tono coloquial- y apoyar los movimientos sociales». Reflexiones sobre el urbanismo en la Marina Alta; Green Paradise. La California europea y Pesadillas el paraíso .

A pesar de que representan el testimonio de un problema vigente, estos trabajos no consiguieron financiación. «Y eso que no eran radicales en el enfoque. Salían afectados por programas urbanísticos, ecologistas, alcaldes, consejeros, entre otros». «Buscar como siempre la objetividad». Antes de partir hacia Angola y Mozambique (2007) para reflejar la tragedia africana, del coraje de Pau Soler nacen otros dos trabajos: Al fondo de la bahía, sobre la contaminación de una ría en Cantabria por vertidos y legales y Fibromialgia. La enfermedad invisible , encargado por una asociación de la Marina con un fin de sensibilización.

Ahora bien, ¿cuáles son las conclusiones de esta intensa labor de denuncia? Pau no duda que la «gran lucha está en el norte, donde se encuentra el gran monstruo y se toman las decisiones importantes». «No hay que ir a América Latina o a África». Sin embargo, no oculta su escepticismo al afirmar que esta lucha «está muy verde todavía».

La respuesta más visible y contundente sería el «boicot al consumo» y «acciones muy duras» contra las multinacionales que violan los derechos humanos. Recuerda el documentalista, en este sentido, que un cambio en la opción de compra de un 3% de los consumidores puede determinar una modificación de la estrategia de las grandes empresas.

«Como consumidores tenemos un gran potencial de denuncia. Ocurre, sin embargo, que el ciudadano medio está muy acomodado. Su actitud insolidaria y egoísta lo hace cómplice de la explotación del sur».

Esta lucidez en el análisis hace imposible reducirlo a hombre de acción. Hay reflexión y una motivación muy firme para continuar en la batalla. Y tener muy claro, como parece que lo tiene Soler: «que el neoliberalismo no es indestructible. No se trata de la única vía posible. De hecho, con la actual crisis económica tenemos una gran oportunidad».

La pausa para la reflexión no impide hablar de nuevos proyectos. El documentalista valenciano prepara un trabajo sobre el general Ríos Montt, presidente de Guatemala en la época álgida del genocidio contra el pueblo maya, y sobre una planta medicinal, la ayahuasca , «de efectos muy beneficiosos para la salud y el alma de las personas, que te ayuda a mirar el pasado y reencontrarse con usted mismo. Es una de las plantas más poderosas del mundo».

Parecería retórico preguntar a Pau por otras inquietudes, tan definida como tiene su vocación. Pero el hecho es que las tiene. Manifiesta mucho interés en el arte, las marionetas y la figura del payaso. Incluso en el teatro «que puede llegar a ser más revolucionario que el documental. Es posible que en un futuro, tome alguno de estos caminos».

De una manera u otra, siempre ha tenido clara su posición al lado de los movimientos sociales. Hay que escuchar, por tanto, alguna de sus advertencias extraídas de la práctica: «deberíamos estar más unidos y no actuar cada uno de manera individual ni perdernos en peleas sectarias». Una reflexión abierta que deberíamos apuntar.