Las recientes elecciones de medio término han concitado la atención y ocupación de quienes se reparten el poder en los Estados Unidos, arrastrando consigo para el ejercicio del voto a una parte del electorado, ya que otra parte, escéptica y defraudada por los políticos de los dos partidos tradicionales, elige la abstención como gesto de […]
Las recientes elecciones de medio término han concitado la atención y ocupación de quienes se reparten el poder en los Estados Unidos, arrastrando consigo para el ejercicio del voto a una parte del electorado, ya que otra parte, escéptica y defraudada por los políticos de los dos partidos tradicionales, elige la abstención como gesto de castigo, de protesta o de abulia absoluta, según sea el caso. Como era esperado, se produjo la debacle del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes y en las Gubernaturas de los Estados. Obama se confesó responsable del fracaso, y tal vez nadie más autorizado que él para arribar a esa conclusión que le resulta preocupante y triste. Tal vez sea ya demasiado tarde para rectificar sus errores, ante unos políticos republicanos que quisieran desaparecerlo del mapa político lo antes posible.
Obama ha pagado el precio de su inconsecuencia al no cumplir de manera resuelta y lo más rápido posible, cuando contaba con una mayoría abrumadora en el Congreso, los compromisos renovadores y planteamientos inusitados, hasta entonces, de que muchas cosas cambiarían en lo concerniente a la política interior y exterior de los Estados Unidos. Y grandes sectores del pueblo estadounidense, y hasta del mundo, creyeron aquel discurso persuasivo y atrevido que enderezaría el rumbo extraviado del país.
Pero Obama también se extravió o lo extraviaron en los pasillos y aposentos de la Casa Blanca, y empezó a dilatar mucho de lo prometido, y trató de ser obsecuente con los republicanos para evitar el enfrentamiento y la oposición de ellos y de ciertos sectores demócratas en el Congreso, y, lógicamente, evitar desafiar el establisment. Lo que pudo o no lograrse por culpa de los republicanos al no apoyar y torpedear sus iniciativas, que hubiera sido evidente para el pueblo norteamericano, pasaron a ser culpas suyas, por su inacción y la de su partido, y olvidó que los republicanos y los sectores más conservadores jamás le perdonarían, hiciera lo que hiciese, el triunfo fulminante de un político de la raza negra con un discurso demasiado liberal, principalmente después de vivir la experiencia de la orgía reaccionaria de W. Bush, que pretendían continuar. En fin, Obama y su partido fueron ciegos y fueron incapaces de reaccionar ante los resultados de las encuestas que indicaban la caída alarmante de la popularidad del gobernante. Como dice un dicho popular, con su actitud inconsecuente perdió güira, calabaza y miel.
Por lo tanto, la fecha del 2 de noviembre será la más notoria de esta naturaleza política hasta que dentro de dos años se produzcan las elecciones presidenciales.
A partir de ahora transcurrirán los días de noviembre, sin ningún otro hecho connotado previsible en la sociedad norteamericana, que no sea el famoso Día de Acción de Gracias, que se celebrará el día 25, o sea, el cuarto jueves.
Como todos los años, ese día millones de estadounidenses celebrarán una cena que forma parte de una de las tradiciones más antiguas de los Estados Unidos. Esta celebración tiene su origen en la ofrenda que hicieron los primeros colonos ingleses, que llegaron a bordo del «Mayflower» en 1620 a tierras americanas, a los indios nativos con los productos de la primera cosecha y con pavos, en acto de reciprocidad por la ayuda para su sobrevivencia que les dio la población nativa india.
Sabemos lo que ocurrió después, con la llegada de nuevas oleadas de inmigrantes, que invadieron los territorios indígenas y les arrebataron sus tierras y les exterminaron de la manera más bárbara.
Pero en fin, las tradiciones son como las quiere cada pueblo y hay que respetarlas. Así este acto primigenio, pudiéramos decir que de confraternidad, con el tiempo devino en una celebración nacional, a partir de que fuera proclamada oficialmente por el presidente Abraham Lincoln en 1863, y que luego, en 1911, fue declarada oficialmente por el Congreso.
Pero ahí no quedó todo, y mucho más recientemente, se instauró una nueva ceremonia que tiene como protagonistas principales al presidente y a una pareja de pavos.
Fue George H. Bush (padre), ¡vaya sensibles y humanos que son los Bush!, quien oficializó esta ceremonia y a partir de entonces todos los años se celebra con toda rimbombancia y protocolo. Así ha venido ocurriendo desde entonces.
Por ejemplo, el año pasado, los pavos Courage (Coraje) y Carolina tuvieron el privilegio de recibir el indulto del presidente Obama, el único conferido durante su período presidencial hasta estos momentos. Por tanto, los mencionados pavos se salvaron de ser cocinados en la tradicional cena de Acción de Gracias, que conlleva al sacrificio de, vaya Ud a saber, de cuantos millones de otros pavos.
La ceremonia del indulto fue realizado en el porche de la Casa Blanca y tras el perdón al animal, éste pasó a ser el Mariscal de Honor del desfile del Día de Acción de Gracias, que se celebra en Disneylandia. Se afirmó en las noticias de entonces que Obama, puso sus manos sobre el pavo y le concedió el susodicho indulto o perdón, mientras exclamaba: «Antes de que este pavo se ponga demasiado nervioso o que yo cambie de idea, declaro el perdón de «Courage» para que pueda vivir el resto de sus días en paz y tranquilidad en Disneylandia.
Por lo tanto, es una verdadera suerte la que han tenido estos pavos con Obama, quien durante su mandato, no ha conferido, hasta el 30 de octubre del presente, ninguna solicitud de indulto o conmutación de penas. De ahí que el periódico Los Angeles Times tituló un artículo de la manera siguiente: UN PRESIDENTE SIN PERDÓN, toda vez que a principios de octubre, Obama negó formalmente 605 solicitudes de conmutación de penas y 71 solicitudes de indultos. Y es difícil creer que ninguno de ellos fuera merecedor de la aprobación. Se conoce la historia de este ejercicio, que es una facultad constitucional del Presidente, y realizable en cualquier momento que lo considere pertinente.
También se conocen de los casos de indultos otorgados por otros presidentes, que van desde el caso de Richard Nixon, ex presidente tramposo; Orlando Bosh, terrorista confeso; y otros delincuentes financieros y narcotraficantes. En resumen, puede haber indultos justos e injustos, según el punto de vista con que se analicen.
Si tenemos en cuenta que existen 2,3 millones de estadounidenses presos, de los cuales unos 200 000 son reclusos en prisiones federales, podemos entender que este último recurso sea utilizado por quienes más méritos tengan para ser tomados en consideración, mediante un proceso en el cual se incluyen las características o fundamentaciones de los casos, relevancia de los solicitantes, así como las circunstancias peculiares del caso para el derecho a la misericordia, y la tramitación y recomendación de la Oficina del Fiscal del Perdón del Departamento de Justicia, que finalmente pasa los casos a la disposición del Presidente para su aprobación o negación.
Una jurista norteamericana ha señalado «que los presidentes también han utilizado la autoridad del perdón para corregir errores y rehabilitación de recompensa en muchos casos destacados. Ningún sistema legal debería tener que depender de la clemencia ejecutiva para hacer justicia, pero no la nuestra.»
En relación con los Cinco Héroes Cubanos, cabe señalar que quizás ningún otro caso califique con más mérito para recibir el indulto presidencial. Cientos y miles de solicitudes, a nivel individual e institucional (personalidades, parlamentos, iglesias, sindicatos, partidos, organizaciones, etc., se han dirigido a Obama con argumentos y razones que prueban la relevancia de atenderlas como una prioridad de interés nacional y como un acto de la más elemental justicia. Son tan contundentes los hechos y circunstancias que se manejan desde los puntos de vista del derecho, la ética, la política y los valores humanos, que sería un crimen no atender la petición y no conceder el indulto.
Y habría que añadir que con ello, más que ejercer un perdón presidencial, en el caso de los cinco cubanos presos, sería reivindicar y honrar la justicia, y dar crédito y manifestar, con un acto de altura y grandeza moral, el respeto por quienes en todas partes del mundo, incluyendo en el propio seno de los Estados Unidos, han clamado por la liberación.
Así que en lo que resta de este mes, estamos seguros que Obama indultará a una pareja de pavos por segunda vez.
En cuanto al indulto de nuestros 5 Héroes y a otros presos en cárceles federales, queda la incertidumbre de que a finales de noviembre, y antes del Día de Acción de Gracias, Obama se decida a ejercerlo por primera vez en su mandato, en forma responsable y justa. Algunos analistas han valorado que se decidiría a ello después de las elecciones recién finalizadas.
Ojalá Obama escuche la voz universal que reclama la justicia y la libertad para Gerardo, René, Antonio, Ramón y Fernando. Merecen el indulto como nadie, aunque otros también merecen recibirlo, pues sus nombres están en las conciencias de muchas personas de este mundo.
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