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La ciudadanía ya no cree a la derecha empresarial

Fuentes: Rebelión

Las recientes encuestas han dejado con ataque de nervios a la dirigencia derechista que ve atónita y sin capacidad de reacción como el caso Penta-UDI deteriora el rechazo ciudadano a los partidos políticos de ese sector «controlados y administrados» por la clase empresarial, tal como se ha confirmado con el escándalo de Penta. En diciembre […]

Las recientes encuestas han dejado con ataque de nervios a la dirigencia derechista que ve atónita y sin capacidad de reacción como el caso Penta-UDI deteriora el rechazo ciudadano a los partidos políticos de ese sector «controlados y administrados» por la clase empresarial, tal como se ha confirmado con el escándalo de Penta.

En diciembre pasado dijimos que la derecha iba de «mal en peor» y así ha ocurrido según diversos estudios de opinión pública.

El 78% de la ciudadanía -según Adimark- rechaza el comportamiento político de la alianza y sólo el 11% lo aprueba. Aunque hay un 22% que se identifica con la oposición, lo que revela que una parte de sus adherentes también son críticos a la forma como ha enfrentado el fraude de la empresa de Délano y Lavín.

Otra encuesta revela que esta mala imagen de la UDI y Renovación Nacional se está incrementando. Para el caso de la UDI la mala imagen del trabajo político que realiza saltó del 47% al 59% en enero 2015 y en el caso de RN saltó de 37% a 48% la mala imagen de su accionar.

La mezcla de vínculos y dependencia del mundo empresarial con el obstruccionismo a la agenda de reformas es lo que ha generado esta mala opinión ciudadana sobre la derecha, que no tan sólo afecta a la UDI sino también ha salpicado a RN.

La UDI especialmente, ha optado por negar esa realidad crítica de la ciudadanía y optó por tratar de empatar (trató de instalar que el financiamiento irregular de las empresas era en todas las campañas políticas). Levantó el caso de la recolección de fondos en Nueva York en un yate, anunció su nueva alianza derechista con el PRI y no se dio cuenta que la opinión pública no quería empates sino que asumieran y reconocieran estas malas y graves prácticas que los convertían en actores políticos dependientes de un grupo empresarial, que cometió graves delitos.

Su estrategia del empate, de reconocer sólo «errores involuntarios» pero negar financiamientos irregulares y no asumir su dependencia del mundo empresarial, lo único que ha generado es ese 78% de rechazo ciudadano.

Ese rechazo agudiza su crisis de representación política, aunque pareciera que sus líderes no lo perciben así (con excepción de los senadores Allamand y Ossandón) y prefieren continuar negando este fenómeno de desconexión con las expectativas ciudadanas.

La investigación de la Fiscalía revela que el grupo Penta administraba un partido político como la UDI, que para financiarlos usaba fraudes tributarios y que ese financiamiento le permitía decidir su línea política: defender a las Isapres, a las AFP, a los bancos, y oponerse a una Reforma Tributaria que terminaba con el FUT. Con estos fraudes que hoy conoce el país, cuestionó la agenda laboral porque amplía derechos colectivos de los trabajadores y da titularidad sindical cuando son sectores empresariales que consideran al sindicato un problema y prefieren empresas sin sindicatos.

Esas posiciones pro empresariales son hoy día minoritarias en la sociedad chilena y la ciudadanía sabe hoy que la UDI -mediante las platas de Penta- se «disfrazaba» en las comunas populares de «partido popular», pero que ello era sólo un recurso del marketing electoral para ocultar su verdadero posición pro empresarios inescrupulosos.

La derecha no logra asumir que la sociedad se cansó de tantas desigualdades y abusos, y quiere cambios que les permitan vivir en un Chile más equitativo y transparente. Esos cambios, la derecha los cuestiona y prefiere mantenerse como la defensora del status quo con lo cual agudizó su crisis de representación.

Ya en el 2013 tuvo un fuerte revés electoral tanto en la presidencial y parlamentaria. Hoy está en un bajo nivel de apoyo ciudadano con 22% y de mantener este perfil y de no asumir autocríticamente la desconfianza ciudadana puede tener más efectos devastadores en las elecciones municipales del 2016 en las parlamentarias y presidenciales de 2017.

En un país que se construye en democracia, es malo tener una oposición tan feble política, moral y éticamente. El país reclama una oposición honesta y constructiva. Dura en la fiscalización. Pero con estos dirigentes es difícil que este planteamiento ocurra.

El país reclama una oposición más digna.

www.cambio21.cl/cambio21/site/artic/20150213/pags/20150213174532.html