«A los movimientos de los años noventa se les aplacaba con algunas concesiones que profundizaban en última instancia el modelo. Ahora no. Esperamos pasar de la resistencia a la ofensiva, ampliando nuestra base social de apoyo hacia sectores desencantados de la Nueva Mayoría». La nueva presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de […]
«A los movimientos de los años noventa se les aplacaba con algunas concesiones que profundizaban en última instancia el modelo. Ahora no. Esperamos pasar de la resistencia a la ofensiva, ampliando nuestra base social de apoyo hacia sectores desencantados de la Nueva Mayoría».
La nueva presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), Camila Rojas Valderrama (24), milita en Izquierda Autónoma y nació en el puerto de San Antonio. Estudia en el Instituto de Asuntos Públicos. Confía en la capacidad transformadora que emana de los movimientos sociales movilizados y en la tarea común de terminar con el modelo neoliberal, sobre la base de la organización, la participación y la unidad de fuerzas diversas. Opina que el gobierno es incompetente, que no tiene voluntad de terminar con el modelo mercantil en la educación, y que la colusión y corrupción están presentes en la economía y en la política.
¿Cómo aprecia la gestión de gobierno?
«Muchas personas se han desencantado de un gobierno incompetente como este, que ha renunciado a hacer cambios y sigue sosteniendo el modelo neoliberal. Bachelet tiene mucha responsabilidad, pero no podemos culparla de todo, porque hay partidos con ella que también lo hacen muy mal.
La Nueva Mayoría desaprovechó una gran oportunidad de hacer transformaciones. Sus políticas no apuntan a resolver los problemas de fondo ni a estimular la participación de los actores sociales en su solución. El proyecto político de la Nueva Mayoría está agotado, porque existiendo condiciones favorables, carece de voluntad transformadora».
¿Se ha instalado la desconfianza en todos los planos de la vida social?
«La falta de confianza tiene su raíz en un sistema extremadamente individualista que dificulta la posibilidad de organizarse para actuar unidos. Desde niños nos enseñan a recelar de los demás. Hoy se mira con distancia a los partidos tradicionales porque responden a intereses de grandes empresarios, y porque algunos políticos se han enriquecido en complicidad con las empresas.
Muchos estudiantes no desean involucrarse en las elecciones universitarias porque sospechan que las mismas lógicas de la política tradicional se expresan en las federaciones estudiantiles. Solo en momentos culminantes de la movilización hemos logrado participación masiva o cuando se visualizan logros concretos. Estamos en presencia de una visión cortoplacista, que lleva a buscar resultados que muchas veces no se pueden lograr tan rápido. Por ejemplo, cuando se hizo evidente que no podríamos conseguir la gratuidad inmediatamente, fue descendiendo la participación; muchos se restaron».
POTENCIAR LA ACCION COLECTIVA
¿Cómo se puede invertir esta tendencia?
«Estamos por organizarnos para hacer transformaciones y potenciar la acción colectiva. Necesitamos educarnos cotidianamente en prácticas distintas para actuar en política. Solo de este modo será posible generar lazos más sólidos y trabajar juntos por el bien de nuestra sociedad, involucrando al conjunto de la base estudiantil en la toma de decisiones.
Desde 2011 hemos reinstalado la práctica de actuar movilizados en la calle, algo que no pasaba desde hace mucho tiempo en Chile, y ahora nuestras decisiones fundamentales se debaten en asambleas de base. Pero también es necesario que la Confech se haga cargo de nuevas inquietudes de los estudiantes, como su interés por la temática medioambiental o los deportes. Estas nuevas inquietudes nos obligan a ser flexibles para adecuar nuestra convocatoria a esos nuevos intereses».
En 2011 los estudiantes pusieron la educación como una preocupación más allá de las fronteras del movimiento estudiantil, y lograron movilizar a toda la sociedad. Ahora han vuelto a ser un movimiento puramente estudiantil.
«La Nueva Mayoría intentó cooptar las demandas estudiantiles y asumir sus consecuencias sociales. Hablaron de reforma educacional, de cambios tributarios y de nueva Constitución, pero vaciaron estas demandas de sus contenidos originales. En última instancia estos cambios se realizan solo para mantener en pie el mismo modelo, con la política de entregar dinero a la banca privada para financiar individualmente a cada estudiante mediante becas o créditos. En el presupuesto 2016 no existe una glosa destinada a fortalecer la educación pública y ello deja intactas las bases del sistema de educación. Algo parecido ha ocurrido con las reformas laboral y tributaria, e incluso con la propuesta de nueva Constitución.
Nos hemos movilizado durante cinco años consecutivos sin obtener respuestas de quienes ejercen el poder y eso nos lleva a presumir que ellos no quieren atender nuestras demandas. Enfrentamos esta impostura, porque no vemos la educación como un bien individual, sino como un derecho social. Seguimos resistiendo el avance neoliberal buscando la abolición del negocio de la educación, base del endeudamiento de las familias.
A los movimientos de los años noventa se les aplacaba rápido, con algunas concesiones que profundizaban en última instancia el modelo. Ahora no. Esperamos pasar de la resistencia a la ofensiva, ampliando nuestra base social de apoyo hacia a aquellos sectores desencantados de la Nueva Mayoría».
¿GRATUIDAD O BECAS?
Siempre está la barrera presupuestaria…
«En la discusión de la glosa presupuestaria la mano del ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, fue más influyente que la de la ministra de Educación. Se hizo notar especialmente cuando una parte fundamental del presupuesto para la reforma se destinó a alimentar el negocio bancario y el lucro en la educación, a través de becas y el Crédito con Aval del Estado.
Si centramos el debate en el financiamiento individual, se pierde la discusión sustantiva sobre la educación que el país necesita. El tema queda centrado en si hay o no plata para financiar la gratuidad universal y se eluden otros problemas. Se nos dice que el presupuesto no alcanza, aunque en los hechos vemos que con una buena asignación de los recursos disponibles se podría fortalecer la educación pública».
El ex ministro y Premio Nacional de Educación, Ernesto Schifelbein, y Mario Waissbluth de la Fundación 20/20, destacados exponentes de la Nueva Mayoría, han dicho que no se sienten representados por la reforma educacional.
«Muchos intelectuales y rectores que simpatizan con la Nueva Mayoría creyeron que habría verdaderas transformaciones; esperaron, pero hoy están desencantados, y dicen que la gratuidad tiene sabor a beca, como ha expresado el rector Zolezzi de la Usach. Con estos intelectuales, profesores, estudiantes de todos los niveles y sectores sociales interesados en cambiar el actual modelo de educación nos interesa conversar. La transformación debe hacerse con todos sectores sociales que defienden el derecho a la educación, el fortalecimiento de la educación pública y la expulsión del lucro en la enseñanza, desde la preescolar hasta la superior.
El gobierno nos invita a diálogos que terminan siendo meras consultas, y cuando los proyectos de ley están listos, vemos que no se incluye nada de lo que hemos propuesto. De nuestra parte habrá diálogo, pero con movilización y propuestas, y nuestro nivel de diálogo dependerá de cómo el gobierno reaccione ante nuestras acciones».
UNIDAD EN LA LUCHA SOCIAL
¿Cuál es entonces el camino alternativo para las transformaciones?
«Queremos aliarnos con otras fuerzas surgidas al calor de las luchas sociales. El apoyo que nuestras propuestas tienen en la población demuestra que es posible construir una alternativa transformadora para cambiar el país. Pero eso no sucederá de un día para otro y queda un largo camino por recorrer. Nuestra fuerza es incipiente y los avances los conseguiremos potenciando en conjunto con otras organizaciones de la comunidad un movimiento social por la educación que permita que las personas fortalezcan su acción colectiva».
¿Qué falta para concretar estas buenas intenciones?
«Trabajadores y pobladores son sectores avasallados por la dictadura y con la vuelta a la democracia no hubo intención de apoyar su recomposición como actores políticos relevantes. El desafío ahora es superar la desesperanza que induce a ver la organización social como inútil y sin incidencia. Para lograr este cambio de conductas debemos comprender que en la sociedad han aparecido nuevas formas de organización del trabajo, que imponen a los sindicatos nuevos desafíos relacionados con la flexibilidad laboral o la subcontratación. No podemos quedarnos en la visión de un sindicalismo anclado en las fábricas, cuando ya no existen fábricas.
Nuestro reto es generar en todos lados sujetos de cambio, conscientes de la necesidad de transformación, algo que se opone al sentido común predominante. Es una tarea de todos los días para construir organizaciones sociales que vayan cambiando sentidos comunes. Hasta 2011, a nadie resultaba chocante que Chile estuviera entre los países con los aranceles más altos del mundo en educación; pero ahora se comprende masivamente que debe existir educación gratuita. Nuestra tarea es extender también ese sentido común hacia la salud, las pensiones u otros problemas que nos asfixian económicamente».
Hoy los grupos de presión plantean sus demandas según intereses parciales, relegando a un segundo plano una visión totalizadora de los problemas.
«Cada lucha social que se emprende en un sector específico es parte de una lucha más general por cambiar el modelo cultural y económico dominante. Nuestros esfuerzos no están centrados en mejorar las condiciones de ciertos sectores en particular, sino en que ese cambio represente un quiebre de la tendencia neoliberal.
A los estudiantes no nos sirve la gratuidad por la vía de becas, así como tampoco les sirve a los pensionados una AFP estatal que regule el ‘mercado’ de la previsión. No buscamos solo mejorar las condiciones materiales del momento, vemos nuestra acción dentro de un proceso mayor, que apunte a torcerle la mano a quienes quieren profundizar el neoliberalismo».
COLUSION ECONOMICA Y POLITICA
¿Cómo vivió el paro de los trabajadores del Registro Civil?
«Estuve con Nelly Díaz, la invitamos a un foro y la acompañé durante el paro. La Escuela de Gobierno de la Universidad de Chile, de la que soy parte, suspendió durante un día sus actividades en apoyo a este movimiento; pero sé que fuimos la excepción y creo que necesitamos, como Fech, tener todavía más nexos con la mayor cantidad posible de organizaciones sociales. Muchas veces son luchas limitadas a condiciones más dignas de trabajo o de vivienda, pero resultan fundamentales para fortalecer a las organizaciones. Los trabajadores del Registro Civil han demostrado que con capacidad de movilización se pueden conseguir cambios y pasar de ser los funcionarios con los peores sueldos del sector público a mejor pagados».
¿Se puede romper el cerco informativo tendido contra los movimientos sociales?
«El papel de los medios de comunicación es muy relevante; porque la mayoría ignora o distorsiona el sentido de nuestras luchas por motivos ideológicos. En los momentos más álgidos, cuando logramos traspasar ciertas barreras informativas iniciales, resulta inevitable que informen, pero entonces deforman el sentido de nuestras luchas. No nos queda más camino que utilizar medios alternativos, redes sociales u otras formas de comunicación interpersonal que siempre tendrán efectos menores que la portada de diario o una entrevista en televisión».
¿Cuál es la extensión de las colusiones existentes?
«Cuando un mercado es controlado por dos o tres actores, es muy fácil ponerse de acuerdos en cuotas de venta o precios. Es el caso de las farmacias, del papel higiénico o los supermercados. Productos o empresas, incluso con nombres diferentes, pertenecen a los mismos dueños. Hoy existe mucho espacio para la especulación comercial y la usura. Bajo este modelo no hay una real protección de los consumidores, y lo más grave es que esa situación se repite con empresas reguladas que administran áreas fundamentales para el bienestar social, como las AFPs o las Isapres.
La colusión entre la clase empresarial y la elite política hace que el pueblo esté ausente en las decisiones que le afectan en todos los planos, incluyendo decisiones de compra tan básicas como la alimentación. En este mercado completamente desregulado, las multas por colusión representan apenas un día de las ganancias obtenidas por las empresas involucradas, lo que constituye un incentivo para seguir coludiéndose. Tenemos certeza de que hay muchos más casos de abusos, sobre los cuáles todavía no sabemos nada, que nos arrebatan parte de la soberanía sobre nuestras propias vidas y nos convierten en títeres del sistema».
¿Existe también colusión política?
«Se hace evidente que la llamada ‘política de los consensos’ entre derecha tradicional y Nueva Mayoría es una forma de colusión para mantener intacto el sistema neoliberal. Nadie vendrá a nuestras casas a informarnos que nos están estafando. Para terminar con estas colusiones, somos nosotros los llamados a actuar sobre la base de la organización y la acción política».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 842, 3 de diciembre, 2015