La valiente PIEDAD CORDOBA RUIZ ha abandonado al país bajo el estigma del asilo político. Senadora por mandato popular y ex por la degradación del confesional Procurador General llamado El Secante, como integrante del grupo fascista originado en la Universidad de Santo Tomás durante sus años de estudiante. No existe punto de comparación entre la […]
La valiente PIEDAD CORDOBA RUIZ ha abandonado al país bajo el estigma del asilo político. Senadora por mandato popular y ex por la degradación del confesional Procurador General llamado El Secante, como integrante del grupo fascista originado en la Universidad de Santo Tomás durante sus años de estudiante.
No existe punto de comparación entre la fuga impune de la ex Jefe del DAS Maria del P. Hurtado cobijada en Panamá y la dedicada luchadora por la Paz en Colombia. La activista y militante política a nivel nacional, desde su época estudiantil, tiene de por sí ganada la acogida y recibimiento de cualquier país que elija para pasar su ostracismo, destierro que como afirman sus fieles seguidores, no será por mucho tiempo. Ella es ciudadana del mundo; figura indiscutible en la política colombiana y de perfil influyente en el derrotero de los países latinoamericanos que luchan por su liberación definitiva.
El caso de PIEDAD CORDOBA RUIZ es emblemático de un país intolerante y de barbarica degradación. Producto de la manipulación de la mass media su imagen personal pasó de lo controversial, discutible y de debate a la impugnación, la acusación rastrera de la contumelia, la injuria y la ofensa. Ni a ella, su familia y seguidores le han dado cabida en un país de hondas desigualdades sociales, asolado por la espiral de un conflicto armado, político y social catalogado a niveles de guerra civil. Todo el Capitulo De Los Derechos Fundamentales de la Constitución Política de Colombia de 1991, le han sido vulnerados a esta insigne dirigente política.
Reitera la pro forma de la inexistencia de un Estado de Derecho en Colombia. Precisamente cuando debatía, junto a su abogado, en el aquelarre de la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, la infundía de un procedimiento amañado y calculado para llamar dizque a una «versión libre» al ex presidente Álvaro Uribe Velez (AUV), por nexo de causalidad irrefutable en delitos como el de las interceptaciones telefónicas ( chuzadas) a dirigentes políticos, sindicales y jerarcas de las altas Cortes de la Justicia colombiana, con tipificación penal a subalternos de escala directa de él bajo su dependencia como presidente de la Republica y que se ventilan en la jurisdicción ordinaria; precisamente, repito, es que aparece inusitado despliegue por la afirmación de un desconocido vicepresidente de la Federación Colombiana de Fútbol – Álvaro González Alzate- algo así como un sargentón del ejército de sapos alimentados y sostenidos por el truhán ex presidente, sindicado de calificados delitos- la mentirosa afirmación de si «Piedad Córdoba fuera agredida por un hombre estaría todo el mundo aplaudiendo».
Esta vedada amenaza contra su integridad personal y contra su vida, al unísono con la desbocada ira de vindicación del sindicado ex presidente de señalarla como objeto de investigación de los organismos secretos de su policía política durante su régimen; sumado al entredicho de acercamiento con los grupos insurgentes colombianos y descalificación de los medios de alineación masiva de desconocimiento a su labor humanitaria y desprendida por la causa de una salida política al múltiple conflicto colombiano, sumado a sinnúmero de circunstancias acosadoras a su entorno familiar, es lo que le lleva a abandonar su país de origen, en esta Colombia vapulada por el terrorismo de Estado.
Las dos Colombias
Pero esa expresión «todo el mundo» también motiva el encabezamiento del presente artículo. Resultado del unanismo político en torno a la figura del Uribismo, el Ubérrimo y el Mesías, que en la aplicación de una línea militarista embistió a la insurgencia nacional con oídos sordos a la identificación de los orígenes de la misma, durante ocho años de orgía bélica y despilfarro de las rentas nacionales en el provechoso negocio financiero de la guerra, que digamos, no polarizó, sino que asentó en la «Cultura del Miedo».
Bajo la metodología del garrote y la zanahoria se impone el que «la democracia burguesa con sangre entra». La amañada manipulación de las encuestas de opinión generó en la opinión pública nacional una conducción al unanismo. Perversamente se adaptaron todos los comportamientos de la sociedad civil a la fachada legalista de un gobierno espurio, falso, pero representativo.
De una imagen de seguridad y de bienestar bajo el desmonte de un estado benefactor a uno privatizado. La estigmatización o señalamiento de toda protesta social en contraria a los guardianes del sistema imperante. La representatividad emanada de un parlamento contaminado por la parapolitica, como fuente de la institucionalidad, en el que subyace la totalidad de un aparato represivo de la imposición dictatorial de un estado de terror en Colombia. La identificación de una oposición política legal al establecimiento, con la porfía obstinación en identificarla con la acción política ilegal de la insurgencia, de realismo positivo en el convulsivo escenario político colombiano; buscando, en consecuencia la eliminación, física, material, de todo asomo de oposición política revolucionaria, imponiendo el cauce único del reformismo y el progresismo en consolidación al conservadurismo imperante. Con ello buscan lo no logrado con la artera puesta en práctica de la eliminación genocida del partido Unión Patritoca (UP).
Los partidarios del Uribismo, conocidos como los Uribeños, al creerse «todo el mundo» se identifican como «toda Colombia». En la amañada creencia que todo lo Uribe es oro (o quizás oro blanco en polvo), permanecen incrustados en el aparato estatal y de la iniciativa privada, intocados en la continuidad intacta del santismo-uribismo, bajo la pérfida creencia que «todo el mundo» en Colombia, son ellos. Que la única Colombia es la plegada al Uribismo, es decir la de los Uribeños y por ende que en esa «colombia» únicamente caben ellos. Que el resto se vayan del país, se exilien, se destierren. Pero se olvidan que esta la Otra Colombia: la del movimiento popular y revolucionario en la que cada lector que quiera incluirse, cabe. Esa colombia señaladora, del sapeo, falsaria de la información y por ende engañada; la conducida por las encuestas maquilladas y manipuladas bajo la efectividad practicista de la permanencia en el poder, se mantiene en el espejismo de la aplicación de la línea militarista de la guerra en Colombia, autista ante la sin salida militar. Pero irremediablemente esa colombia de la extrema derecha obscurantista y conservadurista Uribeña estará incluida en la Colombia de la Concertación, que implica el desmantelamiento de las castas politiqueras militaristas que han puesto la función del Estado, cual maquinaria represiva a su servicio.
Como le digo a mis alumnos: saquen ustedes mismos las conclusiones positivas del hecho político de la salida al exilio de la activista Piedad Córdoba Ruiz.
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