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Entrevista a Juan Francisco Martín Seco sobre Una historia insólita. El gobierno Frankenstein (y II)

«La configuración de la UE como unión mercantil y monetaria es un aliciente para las regiones ricas»

Fuentes: El viejo topo

Juan Francisco Martín Seco es licenciado en Ciencias Económicas y en Filosofía y Letras, graduado social y diplomado en Análisis monetario por el FMI. Interventor y auditor del Estado e inspector del Banco de España.

Ha desempeñado, entre otros, los cargos de Interventor General del Estado y Secretario General de Hacienda, y ha sido miembro del consejo de administración de varias empresas públicas.

Articulista en numerosos diarios y revistas, perteneció al consejo editorial de El Mundo y Público. En la actualidad, colabora semanalmente en el periódico digital Republica.com.

Entre sus libros, cabe destacar: La economía, estúpidos, la economía (1993), Como la piel del camaleón (1994), La farsa neoliberal (1995), La pinza (1997), Réquiem por la soberanía popular (1998), La trastienda de la crisis (2010), Para qué servimos los economistas (2010), Economía, mentiras y trampas (2012) y Contra el euro (2013).

Nos centramos en su último libro publicado por El Viejo Topo.

Estábamos en este punto. Sostiene usted que tal vez el único factor que ha jugado por completo en contra de lo que llaman procés o procesismo ha sido la justicia, una institución que, son palabras suyas, no se ha doblegado frente a los que llama soberanistas. ¿Sigue pensando que es la única institución que no se ha doblegado? ¿No ha errado reiteradamente en el ámbito europeo?

Soy consciente de los defectos que presenta la justicia española. Por otra parte, ni más ni menos de los que tienen las de los otros países europeos. Pero lo cierto es que esta institución ha sido la única que ha mantenido a raya a los golpistas y es la que está impidiendo que el golpe se repita. La razón hay que buscarla no tanto en ella, como en la parálisis de los otros poderes del estado, ocasionada por el travestismo del PSOE y de Sánchez. Incluso el gobierno Frankenstein pretende neutralizar a la justicia. Primero ha sido con la abogacía del Estado y, en estos momentos, con la Fiscalía.

En cuanto a la justicia europea, creo que en el tema hay una equivocación buscada. Las pocas veces que se han pronunciado los tribunales europeos, propiamente dichos, ha sido en contra de los golpistas, excepto la interpretación que el Tribunal de Justicia de la UE ha hecho a instancias del Tribunal Supremo, acerca de cuándo se adquiere la condición de eurodiputado. Por cierto, cambiando la doctrina que regía hasta ese momento. Cuando los golpistas hablan de la justicia europea se refieren maliciosamente a los tribunales de otros países, tribunales normalmente de segunda categoría cuyos fallos se han referido exclusivamente al proceso de extradición y que son señal más bien de los defectos y contradicciones que tiene la UE en este tema. Dejan a las claras los fallos de la euroorden de detención.

Intelectuales orgánicos del nacional-secesionismo suelen usar el siguiente argumento: desearíamos respetar la Constitución pero no resulta posible porque está construida de forma tal que, de facto, resulta inmodificable en asuntos sustantivos como nuestro inalienable derecho de autodeterminación. No nos queda otra: o la revuelta o la sumisión. El apoyo de la ciudadanía catalana a la Constitución fue en 1978 y han pasado muchos, muchos años desde entonces, añaden. ¿Qué opinión le merece este punto de vista del “no queremos pero nos vemos obligados…”?

El argumento tiene poco de intelectual. Estaría bueno que cada vez que a un conjunto de personas no les gustase una ley y no dispusieran de representatividad suficiente para cambiarla estuviesen legitimados para hacerlo por la fuerza. La Constitución española puede modificarse, en este tema como en cualquier otro, pero siguiendo los pasos reglados por la propia Carta Magna. Ahora bien, la soberanía reside en la totalidad del pueblo español. Fue el mismo argumento que empleó el Tribunal Constitucional alemán para rechazar la pretensión del independentismo bávaro de convocar un referéndum de autodeterminación. La soberanía, afirmó el Tribunal, se encuentra en el pueblo alemán en su conjunto. El hecho de que la Constitución española lleve muchos años en vigor no puede servir de justificación para defender que está obsoleta y que se precisa el cambio. No creo que haya que envidiar -y mucho menos copiar- el proceso seguido en el siglo XIX, en el que cada pocos años se aprobaba una nueva Constitución.

No hay nada que objetar a que se pueda reformar la Carta Magna en determinados aspectos. Lo que no creo es que en estos momentos exista el consenso suficiente para introducir cambios de calado. Por ejemplo, en el título VIII. Seríamos muchos los que, en contra de lo que algunos proponen, abogaríamos por un régimen mucho más restrictivo del estado autonómico. El valor de la Constitución del 78 es que es de todos y no es de nadie, porque nadie quedó conforme al cien por cien. Todos aceptamos determinamos aspectos con los que no estábamos de acuerdo para que otros hiciesen lo mismo.

Pero esto que acabar de señalar es la filosofía política que guió la transición y muchos, incluidas muchas fuerzas de izquierda, consideran que el que llaman “Régimen del 78” está en crisis, está superado, ya no sirve. Es una piedra que nos ahoga a todos, especialmente, afirman, a la ciudadanía más vulnerable.

No sé muy bien qué es eso el Régimen del 78. Sé lo que es la Constitución del 78. Muy similar a la de otras naciones europeas. En buena medida se copió de ellas, constituciones basadas en la idea de un Estado social y democrático de derecho. Fundamentadas, de alguna manera, en el pensamiento socialdemócrata, ya que en los años cuarenta y cincuenta los partidos conservadores habían terminado por aceptar muchos de los principios de la socialdemocracia. Hasta los años ochenta esas constituciones propiciaron los niveles de mayor igualdad en Europa. Quien quiera puede consultar el último libro de Piketty. Y si a partir de los ochenta se produjo un cambio no fue porque las constituciones se hubiesen modificado, sino porque el pensamiento del neoliberalismo económico fue ganando posiciones hasta hacerse casi hegemónico. Es ese neoliberalismo económico que ha impuesto la globalización el que se ha adueñado del proyecto de la Unión Europea, el que crea en buena medida los problemas sociales y políticos, no las constituciones.

En cuanto a lo de ahogados, permítame que me ría. Quien diga eso no ha vivido una dictadura. Hoy en España los niveles de libertad están por encima de los de la mayoría de los países europeos, quizás por nuestro complejo al provenir del franquismo. Si de algo se peca en estos momentos, es por exceso. Todo el mundo exige poder hacer lo que quiera sin percatarse de que nuestra libertad termina donde empieza la libertad de los demás. Sin leyes y sin derecho, la libertad desaparece.

Uno de sus artículos lleva por título “Mas miente y lo sabe”. Le pregunto más en general: ¿los nacionalistas .Cat han mentido a la ciudadanía de Cataluña y eran muy conscientes de que estaban engañando y manipulando a sus mismos seguidores?

Todo nacionalismo se suele basar en una serie de mentiras. El catalán no puede ser una excepción. Limitándonos a los cincuenta últimos años, desde que Pujol llegó a la presidencia de la Generalitat, lo que se impuso en Cataluña fue un adoctrinamiento basado en falsear la historia e intoxicar a los catalanes asegurándoles que España les roba. Ahora se ha modificado por el mantra de España nos oprime. Mas logró transformar lo que era una contestación social en un enfrentamiento territorial. Tuvo éxito. La confrontación social ha desaparecido de Cataluña.

Son muchas las referencias que hace a la Unión Monetaria en el libro. Una de ellas: “La Unión Monetaria no solo está en la disparidad y el enfrentamiento entre los países de la Eurozona, sino que propicia las fuerzas centrífugas de cada país.”. ¿Por qué? De hecho, como se sabe, la UE se manifestó, aunque fuera tardíamente, contra el secesionismo .Cat.

La Unión Europea en esto como en casi todo mantiene una gran contradicción. Por una parte, se ve obligada a oponerse e impedir todo intento de independencia de algunas de sus regiones. Juncker lo dijo claramente. “Ya es difícil coordinar 27 o 28 países. No quiero que estos se me conviertan en quince años en 98”. Pero, por otra parte, su configuración como unión mercantil y monetaria sin conllevar el coste para los países ricos de participar en una política redistributiva es un aliciente para que las regiones ricas de los estados quieran emular el sistema. ¿Por qué Cataluña va a querer financiar a Extremadura, o la Italia del norte a la Italia del sur, cuando Alemania u Holanda que participan de los beneficios del mismo mercado no lo hacen? Picketty en su último libro afirma algo parecido refiriéndose a Europa y a Cataluña. Por cierto, que lo he transcrito en mi artículo del 17 de septiembre en republica.com. Al que le interese puede ir a consultarlo.

Doy la referencia: “Piketty, Europa, España y Cataluña” https://www.republica.com/contrapunto/2020/09/17/piketty-europa-espana-y-cataluna/. Hablando de la Unión Monetaria. Desde su punto de vista, ¿cuál debería ser a fecha de hoy la actitud de las fuerzas de izquierdas? ¿Tiene algún sentido político real abogar por la salida del euro como creo que usted defiende?

No, nunca me he atrevido, al menos por el momento, a defender la salida unilateral de España de la Unión Monetaria. El coste que hoy por hoy se pagaría sería altísimo. Sí defendí de forma clara y rotunda la no entrada. Hacer una tortilla rompiendo huevos es relativamente fácil; recomponer los huevos es una misión imposible. Quizás solo un país, Grecia, se encontró en una encrucijada tal que a lo mejor le hubiese compensado pagar el elevado precio de la salida, dado el enorme coste que ha tenido que soportar por su permanencia. Creo, no obstante, que el equilibrio actual es cada vez más inestable y que no se puede mantener a medio plazo. Antes o después, tendrá que girar hacia una unión fiscal y presupuestaria, lo que considero casi imposible por el coste que supondría para los países ricos y vista la resistencia que estos oponen a cualquier avance en esta materia o, por el contrario, el invento caminará a la ruptura y a la desintegración, aun con los muchos problemas que conllevaría.

Pienso que en estos momentos la postura de la izquierda tendría que ser de denuncia permanente, señalando las contradicciones evidentes y los obstáculos muchas veces insalvables que la UE coloca para la aplicación de una política progresista. Nunca blanquear o legitimar la situación. Claro que esto es muy difícil, casi imposible, hacerlo desde el gobierno.

¿Y por qué es difícil o casi imposible hacerlo desde el gobierno?

Porque no se puede ser gobierno y oposición al mismo tiempo. No se puede estar en misa y repicando.

Habla en términos muy positivos de la intervención (la califica de memorable) de Ortega y Gasset en las Cortes Españolas a propósito de la aprobación del primer estatuto de Cataluña durante la Segunda República. ¿Qué le parece más destacable de esa intervención leída e interpretable desde hoy?

El discurso de Ortega está lleno de sentido común, afirmando que hay problemas que en principio no tienen solución, y acuñando el término de conllevanza. La gran equivocación, tanto entonces como ahora, ha sido pensar que la cuestión se soluciona haciendo concesiones a los nacionalistas. Tan interesante como las palabras de Ortega fue el giro espectacular dado por Azaña, que de defensor acérrimo del estatuto catalán, creyendo que con ello que la República iba a solucionar de una vez por todas el problema, pasó a verter las palabras más duras contra él, en “La velada en Benicarló”, en plena guerra civil, acusándoles de deslealtad y de traición.

Desde la Transición se ha tenido la fatua creencia de que el problema se arreglaba a base de concesiones y privilegios, que en realidad solo han servido para darles alas e instrumentos para que fuesen cada vez más allá en su objetivo. Por eso resulta tan demencial el discurso de Sánchez acerca del diálogo. Bien es verdad que, aunque diga lo contrario, a él le importa poco solucionar el problema de Cataluña, solo persigue mantenerse en el poder como sea.

El problema, afirma, no está en Cataluña sino en España. ¿Por qué?

Porque los gobiernos nacionales han cedido siempre frente al nacionalismo. La mayoría de las veces por su conveniencia para concitar su apoyo en las Cortes Generales. Y no digamos ahora con Sánchez, cuando el gobierno Frankenstein está en sus manos.

En su opinión, tanto el PCE como IU, Podemos y Unidas Podemos se han dejado enmarañar (uso su palabra) en el concepto del ‘dret a decidir’. ¿No ha habido voces críticas en esas formaciones? ¿Nadie se ha levantado en pie de cordura y fraternidad? ¿Convicción o dependencia de la representación o aliados de esas fuerzas en Cataluña?

El derecho a decidir es tan solo una forma vergonzante de referirse al derecho de autodeterminación, que solo existe como tal para las colonias y las regiones explotadas, y creo que difícilmente se puede considerar así a Cataluña. Estoy totalmente fuera de la vida de los partidos y desconozco por completo si existen voces críticas. Si existen, desde luego no se las oye.

No le robo más tiempo. Muchísimas gracias por su libro y por sus respuestas.

Fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2020

Primera parte de esta entrevista: Entrevista a Juan Francisco Martín Seco sobre Una historia insólita. El gobierno Frankenstein (I). “De nacionalista tengo muy poco. Coincido con Zapatero en que la nación es un concepto discutido y discutible” https://rebelion.org/de-nacionalista-tengo-muy-poco-coincido-con-zapatero-en-que-la-nacion-es-un-concepto-discutido-y-discutible/