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Lecciones y consecuencias de un verano revelador

La construcción progresiva de las condiciones para que se produzcan pogromos

Fuentes: Investig'Action

Traducido del francés por Beatriz Morales Bastos.

El verano de 2016 ha estado marcado por tres hechos de diferente naturaleza: el 14 de julio un vil atentado enluta el país, el 21 de julio se aprueba una ley que acaba con el código laboral y que la población y los trabajadores rechazan masivamente, y en Cannes se emite un bando municipal prohibiendo el acceso a las playas a las mujeres que lleven un «burkini», lo que desencadena en unos días una auténtica epidemia de bandos similares en otras ciudades. Las reacciones sociales y los comentarios políticos y mediáticos que siguieron a estos tres acontecimientos constituyen un excelente analizador del estado de nuestra sociedad, de sus contradicciones y de los intereses que se enfrentan en su seno.  

«Radicalización rápida», estrategia de disimulo y producción de una psicosis colectiva

Desde el 16 de julio el ministro del Interior Bernard Cazeneuve menciona la tesis de una «radicalización rápida» del chófer asesino acompañada de una serie de precisiones angustiosas: » Los servicios de seguridad no lo conocían porque no se había distinguido a lo largo de los años anteriores por condenas o por su actividad, por una adhesión a la ideología islamista radical. […] Parece que se ha radicalizado muy rápidamente. En cualquier caso, los primeros elementos aparecen a través de testimonios de su entorno […] unos individuos sensibles al mensaje de Daesh se implican en acciones extremadamente violentas sin haber participado necesariamente en combates, sin haber sido adiestrados necesariamente […] La propia manera de cometer su odioso crimen es nueva». (1)

La tesis de la «radicalización rápida» tiene muchas consecuencias. Acredita la idea de que todos los musulmanes son susceptibles de transformarse rápida y bruscamente en terroristas. En adelante el peligro está ahí donde haya musulmanes o supuestos musulmanes. Así pues, es el momento de desconfiar cada vez que nos crucemos con un musulmán real o supuesto. Por supuesto, se añadirá sistemáticamente que «hay que tener cuidado de no mezclar las cosas» y poner así de relieve que se es consciente de los efectos probables de esta tesis.

El hecho de que el perfil del asesino sea atípico (respecto a lo que los medios de comunicación diseñan desde hace años para ayudarnos a reconocer a los «candidatos al yihadismo») refuerza aún más la producción de una psicosis colectiva. Ya ni siquiera se puede reconocer a un musulmán compatible con la república gracias a unos hechos simples como «no frecuentar una mezquita», «no hacer el Ramadán» o «comer cerdo».

Durante casi dos semanas los «expertos» se han sucedido en nuestros platós para convencernos de un peligro multiforme que exige una desconfianza permanente respecto a determinados conciudadanos nuestros. La perla de los especialistas le corresponde una vez más Mohamed Sifaoui, a quien BFM TV presenta como «periodista especializado en terrorismo islámico» y que considera que la radicalización puede ser «instantánea»: «[la radicalización] se puede realizar el mismo día del atentado ya que los ideólogos islamistas afirman que el atentado kamikaze, el atentado mártir, hace perdonar el conjunto de los pecados». (2)

Pero este «especialista» no se contenta con acelerar hasta el extremo la rapidez de la radicalización, sino que en el mismo programa pide a sus colegas que no traten de comprender el comportamiento del asesino a partir de una «racionalidad occidental».

Por consiguiente, estamos ante unos individuos que no funcionan ni razonan como nosotros. Son ajenos a nuestro mundo, no son producto de este y son inexplicables racionalmente. Así es como se construye una psicosis colectiva que elimina a una parte de la población del «Nosotros» social. Ahora bien, cada vez que hay procesos de exclusión de un «Nosotros» social, se autoriza a pasar al acto. Gracias a este tipo de procesos se reúnen las condiciones de posibilidad de que se produzca un pogromo.

Pero Mohamed Sifaoui añade un argumento de peso: la estrategia del disimulo. «El disimulo es una técnica que se aprende en los manuales distribuidos por Daesh«, afirma en el mismo programa. La tesis de la «premeditación disimulada» se añade inmediatamente a la de «radicalización rápida».

El Fiscal de París, Louis Molins, declara en una rueda de prensa el 21 de julio que «parece que Mohamed Lahouaiej-Bouhlel había pensado su proyecto criminal varios meses antes de pasar al acto». (3) También anuncia la detención preventiva de cinco sospechosos de ser cómplices. Sin esperar que haya precisiones, los medios se embalan. Los telespectadores y los lectores de los grandes medios aprenden una nueva palabra árabe: «taqiya«. El semanario Mariane publica el titular «Taqiya: el disimulo como nueva arma de guerra» y explica en la entradilla del artículo: «Algunos terroristas lo utilizan como estrategia para pasar bajo los radares de los servicios de inteligencia, otros lo usan como coartada práctica para seguir llevando su vida de occidentalizados: en cualquier caso, el Estado Islámico preconiza la taqiya (el arte del disimulo) para estos «soldados de Dios«. Investigación». (4)

Desde Le Figaro a Nice-Matin pasando por BFM o RTL esta nueva palabra angustiosa entra en el vocabulario. No solo se radicalizan rápido sino que además disimulan para pasar desapercibidos. Decididamente, debemos desconfiar de todos los musulmanes o supuestos musulmanes. Así, unos días después de la primicia se difunde una dosis suplementaria de psicosis.

La oposición de derecha se suma inmediatamente a esta escalada añadiendo un tercer nivel de psicosis. El diputado de [el partido] Les Républicains Georges Fenech pide la creación de un «Guantánamo a la francesa». El ex alcalde de Niza Christian Estrosi propone unos «centros de detención preventivos para los supuestos yihadistas». Sarkozy, por su parte, prefiere que quienes presentan riesgo de radicalización lleven una pulsera electrónica, medida que se puede completar con la obligatoriedad de residir en determinado lugar*.

En pocas palabras, no se propone otra cosa que considerar culpables a unos «sospechosos» antes incluso de que hayan cometido el menor delito. El fondo común en el que convergen todas estas propuestas es una justicia de excepción.

El «burkini» como disimulo del «yihadismo»

El asesinato del sacerdote Jacques Hamel en la iglesia de Saint-Étienne-du-Rouvray el 28 de julio acaba de crear las condiciones para que se den los llamados «bandos antiburkini». El bando municipal se adopta dos días después del drama, aunque un mes después del inicio de la estación. Durante el mes de julio la prensa no hizo eco de ninguna dificultad en las playas a propósito de la vestimenta. Una vez más una práctica social es calificada de «problema» no por la población sino por una autoridad política. El momento en que se dicta el bando indica su carácter oportunista. Se trata simplemente de utilizar el contexto de una intensa emoción vinculada a los dos dramas de julio para hacer avanzar una agenda preestablecida: imponer las cuestiones de la inmigración y de la identidad como dos elementos centrales de las elecciones presidenciales.

Al relacionar estos dos temas con la cuestión del terrorismo se plantea su dimensión problemática. Al establecer esta relación en un momento de emoción intensa se sugiere la necesidad de una «urgencia de la acción» con un llamamiento implícito a cada ciudadano a denunciar a los «infractores». Así es como un «problema» producido «desde arriba» se transforma en un problema «de abajo» para una parte de la población. La epidemia de bandos que siguen al de Niza confirma el carácter sobreideologizado del «problema». Mientras que en el mes de julio ninguna de las treinta ciudades que posteriormente adoptarán un decreto similar había hecho constar problema alguno a propósito del «burkini», de repente el problema aparece en todas partes.

Debido a su argumentación, la resolución provisional del tribunal administrativo del 13 de agosto que valida el bando de Cannes (y da pie a la proliferación de bandos similares) es significativa de los retos que se plantean. «En el contexto del Estado de excepción y de los recientes atentados islamistas ocurridos sobre todo en Niza hace un mes, el uso de una vestimenta distintiva, diferente de la vestimenta habitual de baño puede, en efecto, ser interpretado como que no es, en este contexto, un simple signo de religiosidad» (5), precisa el bando.

En otras palabras, el «burkini» disimula otra cosa. Estamos de nuevo ante la tesis del disimulo que ya habíamos encontrado a propósito del atentado de Niza. Así, las mujeres que llevan burkini se convierten en portadoras de algo completamente diferente: de una negación de los derechos de las mujeres en el mejor de los casos, del terrorismo en el peor.

La inmediata toma de postura de Manuel Valls legitima y refuerza la «gravedad» de la cuestión y la urgencia de adoptar una posición de firmeza. «Estos bandos no son una deriva. Eso es interpretar mal las cosas. Estos bandos se han adoptado en nombre del orden público«, (6) afirma nuestro primer ministro. En una entrevista al Journal La Provence precisa lo que piensa: «El burkini no es una nueva gama de trajes de baño, una moda. Es la traducción de un proyecto político, de contra-sociedad, basado sobre todo en la sumisión de la mujer. […] Algunas personas tratan de presentar a las mujeres que lo llevan como víctimas, como si nosotros pusiéramos en tela de juicio una libertad … Pero someter a la mujer no es una libertad. […] La República debe defenderse frente a las provocaciones. […] Por consiguiente, mantengo que quienes han adoptado los bandos están motivados por la voluntad de fomentar la vida en común, sin una segunda intención política» (7).

Pocas veces la caricatura y la falta de lógica habrán caracterizado tanto el discurso político: para liberar a la mujer hay que negarle un derecho; para fomentar la «vida en común» hay que excluir. Y también pocas veces se habrá destacado tanto el carácter de la supuesta «gravedad» de la situación: contra-sociedad, orden público, sumisión de la mujer, provocación, necesidad de defenderse.

La consecuencia era previsible: en Niza y en Cannes la policía municipal multa y humilla a unas mujeres simplemente por llevar velo. No se trata de derivas, sino de una consecuencia lógica. No se puede establecer una policía de la vestimenta basada en el carácter de la supuesta «peligrosidad» de determinadas vestimentas y sobre la tesis del disimulo, y que la consecuencia no sea una caza a lo que se oculta, esconde, disimula. No es nada nuevo. Recordemos los debates absurdos en la época de la ley sobre el pañuelo [islámico] para saber si la «bandana»** era un velo disimulado.

Como ocurrió en 2004 respecto a la ley sobre el pañuelo, la cantidad de burkinis en las playas francesas ha sido inversamente proporcional a la cantidad de programas, de tomas de postura y de llamadas a la firmeza en el discurso político y mediático. Se pide a cada ciudadana y cada ciudadano que tengan una opinión, aunque la mayoría nunca hayan tenido ocasión de cruzarse con una mujer que llevara esta prenda. Ellas y ellos descubren esta prenda de baño a partir de una pregunta previa: ¿qué disimula?

La consecuencia que se desprende de ello es una exagerada visibilidad del burkini. Aunque antes el ciudadano ordinario lo consideraba una «prenda» de baño, ahora se percibe como un problema. Aunque antes se entendía como algo relativo a una opción individual, ahora se convierte en una cuestión pública y política. Aunque antes incluso podía pasar desapercibido, ahora salta a la vista con todo el trasfondo de los debates y las tomas de postura alarmantes que se oyen en los medios de comunicación.

Como ocurrió en 2004 a propósito del velo, una práctica que tiene varias motivaciones y significaciones diversas se lleva a una causalidad y a un significado único y homogéneo con una connotación problemática. Esto tienen un nombre científico y un nombre popular. En el plano teórico se trata del mismo enfoque esencialista que el difundido masivamente en los discursos políticos y mediáticos desde la década de 1990.

Más simplemente se trata de la estigmatización de los musulmanes reales y supuestos ampliamente difundida por una multitud de islamalgamas: islam incompatible con el feminismo, con el laicismo, con la República, etc. Incluso en el caso de las mujeres que alegan sus creencias religiosas para llevar esta prenda de baño, las explicaciones dominantes invierten la realidad. Aunque esta vestimenta es un signo de una voluntad de presencia en el espacio público, se interpreta como «comunitarismo». Aunque es un indicador de una «integración en la playa», se presenta como «amenaza para el orden público».

Los debates de este verano que, una vez más, han tenido que sufrir nuestros conciudadanos musulmanes o supuestamente musulmanes han estado marcados por tres posturas reveladoras de una sociedad enferma que se niega a afrontar su enfermedad para poder curarla. Aunque la primera sea minoritaria es cada vez más frecuente: la islamofobia sin complejos. Así, la insustituible Nadine Morano declara el 12 de agosto en Europe 1 que «los islamistas, como esta mujer íntegramente velada en el territorio nacional, son comparables a los nazis». (8)

La segunda es la de la instrumentalización de cara a las elecciones presidenciales. El burkini estival ya está unido a la cuestión de la «identidad nacional» en peligro que habría que proteger de los «enemigos internos» los cuales, además, se han convertido en maestros en el arte de disimular. En adelante se relaciona con las cuestiones de seguridad y de terrorismo que requieren un Estado de excepción casi permanente y unos «Guantánamo» a la francesa.

La tercera postura es la de la llamada a la sumisión y a renunciar a los derechos. La persona que utiliza el término «asilvestrados»*** para denominar a los jóvenes de los barrios populares, Jean Pierre Chevènement, ha salido del armario. Este ex ministro en el que piensa Valls para dirigir la futura Fundación para el Islam de Francia [Fondation pour l’Islam de France] aconseja al musulmán «la discreción» en el espacio público. El hecho de conminar a una categoría de ciudadanos a ser invisible siempre ha sido sinónimo de dominación. La lucha contra la opresión siempre ha llevado consigo unas estrategias de visibilización, ya sea en el caso del movimiento obrero, en el las luchas de liberación nacional o incluso el de las luchas de gays y lesbianas.

Estas tres posturas ponen de relieve el peligro de la actual secuencia histórica en Francia. Lo que ha ocurrido este verano no es sino el desmoronamiento de los diques ideológicos y políticos ante la fascistización. Si bien la decisión del Consejo de Estado que invalida los bandos es una buena noticia, no es el remedio para la enfermedad de la sociedad francesa que revelan los síntomas de este verano. Los llamamientos a modificar la ley se multiplican y forman parte de las promesas de la campaña de las elecciones presidenciales.

La progresiva reunión de las condiciones para que se produzca un pogromo

El verano francés también ha estado caracterizado por varios hechos insignificantes en sí mismos aunque significativos si se consideran en conjunto. Marcan un nuevo umbral cualitativo en la liberación de la palabra explícitamente fascista. Un reportaje de Louise Couvelaire sobre Niza publicado en Le Monde el 23 de julio ofrece unos edificantes ejemplos de ello: «A Sandra, médico y nizarda de adopción desde hace seis años, le tiembla la voz y se le atropellan las palabras: «Lo que está ocurriendo ahora, después del atentado, es de una violencia inédita» , se lamenta.  

«Es terrorífico el ascenso del odio hacia los musulmanes». Por primera vez oye relatar los «horrores», sobre todo de una de sus mejores amigas: «Si me cruzo con una que lleva pañuelo, me la cargo, que se vuelva a su país» […] «Este trágico acontecimiento ha soltado completamente la lengua a los nizardos que se dicen originarios» , analiza Teresa Maffeis, de la Asociación por la Democracia de Niza [Association pour la démocratie à Nice, ADN], militante de causas humanitarias causes (gitanos, refugiados,…). «Estoy muy preocupada«.

Karim, que desde hace catorce años es camionero en Niza y su región, espera que su agencia de trabajo temporal le vuelva a llamar. «Ahora todo el mundo tiene miedo de un árabe al volante de un camión«, señala y repite la lista de insultos: «Asqueroso gilipollas«, «Hay que erradicarlos a todos«, «Vete a tu país«. «No quieren a los árabes a secas», añade Malik, de 41 años. «Hay que ver las miradas furibundas que nos lanzan y a los padres que agarran a sus hijos de la mano en cuanto nos ven». (9)

La participación activa denunciando a las mujeres que llevan burkini, las llamadas de teléfono a la policía para indicarle su presencia en una playa o los aplausos a los policías cuando las multan son actitudes que se han multiplicado a medida que aumentaba el delirio político y mediático de este verano. Estas actitudes nos informan del arraigo de la islamofobia en un parte de la población francesa. Hoy se ven los efectos de más de veinte años de discursos mediáticos y políticos que plantean el Islam como problema para la sociedad francesa. Dos décadas de instrumentalización política dan hoy sus amargos y ácidos frutos.

Lo ocurrido en Cisco [Córcega] no es sino lo que se anuncia en otros lugares y a mayor escala si no reaccionamos colectivamente para detener la actual lógica dominante. Una riña entre «magrebíes» y «vecinos del lugar», por retomar los términos de la prensa, se transforma al día siguiente en una manifestación de más de quinientas personas que corean consignas significativas como «a las armas», «estamos en nuestro país», etc.

El mismo día, el 14 de agosto, un cargo electo, Charles-Antoine Casanova, alcalde de la comuna de Guardale escribe en su página Facebook: «Como cargo electo, pido a mi colega el alcalde de Cisco que en un primer momento tome todas las medidas necesarias para excluir definitivamente de su comuna a todos los magrebíes y a sus familias, hayan estado implicados o no en estos incidentes». Y añade lo siguiente en la página web de extrema derecha Breizh-info para precisar su idea: «Este gobierno no nos protege, así que estamos obligados a protegernos nosotros mismos y defendernos contra cualquier ataque venga de donde venga». (19)

Por consiguiente, ¿cuáles han sido las reacciones de respuesta a estos síntomas del arraigo de la islamofobia en una parte de la población francesa? Distinguimos tres: la condena comprensiva, la tesis del racismo histórico de la población francesa y la tesis de la instrumentalización.

La primera ha sido muy dominante. Consiste en hacer preceder (o seguir) la condena de los actos islamófobos de una larga diatriba cuyo objetivo es condenar el «burkini», el «comunitarismo», «el islamismo», etc., según las diferentes declaraciones. De hecho, este tipo de declaración plantea una relación entre los actos islamófobos condenados y los objetos de la demarcación. Al hacerlo, concede una escucha comprensiva y una legitimidad implícita a los hechos denunciados que quita toda eficacia a la condena que sigue o precede. De la misma manera que la actitud de los judíos no fue la causa del antisemitismo en la década de 1930, hoy en día la actitud de los musulmanes no es la causa de la islamofobia.

La segunda reacción consiste en una visión esencialista de la islamofobia francesa. El pueblo de Francia sería islamófobo de modo congénito y esto se revelaría en los momentos de dificultades sociales o de crisis sociales y económicas. Además de que esta tesis solo puede producir posturas de impotencia política, niega el carácter producido políticamente de la islamofobia contemporánea. La islamofobia contemporánea se ha desarrollado en Francia desde arriba a golpe de debates y de leyes sucesivas que consideran un problema y un peligro a los musulmanes o a los supuestos musulmanes. La histerización del debate se debe a los medios de comunicación y a una parte consecuente de la clase política, y no a una brusca y repentina epidemia de islamofobia.

Con todo, esta segunda reacción comporta un elemento de verdad. En la sociedad francesa existe una herencia cultural islamófoba heredada de la historia cultural francesa y que nunca se ha deconstruido ni se ha luchado seriamente contra ella. Sin embargo, esta herencia no es sino un segmento de un racismo colonial más vasto construido al mismo tiempo que el pensamiento republicano dominante. Esto es lo que explica la posibilidad de un «racismo republicano». Precisamente este elemento de verdad es negado por la tercera reacción que ha marcado el verano francés. Todo esto no sería más que una instrumentalización para ocultar otras cuestiones sociales como la aprobación de la Ley [de reforma laboral] El Khomri.

De hecho, las dos últimas tesis son indisociables y no se pueden separar. Debido a que existe un caldo de cultivo heredado de la historia, los hombres y mujeres políticos eligen una estrategia de distracción y de instrumentalización. A la inversa, la instrumentalización refuerza sistemáticamente el caldo de cultivo existente lo que lleva a que se reúnan progresivamente las condiciones para que se produzca un futuro pogromo. Ni simple racismo preexistente ni resultado únicamente de la instrumentalización, la islamofobia contemporánea es resultado de la lógica infernal constituida por la yuxtaposición histórica de estas dos realidades. El carácter infernal de la lógica se refuerza aún más por el contexto mundial de las guerras por el petróleo y de la teoría del «choque de las civilizaciones» que las legitima.

Hoy es cuando hay que reaccionar para destruir esta lógica dominante. Para ello hay que incluir verdaderamente en las agendas políticas y militantes la lucha contra la islamofobia. Sin esta movilización asistiremos impotentes a una fascistización de nuestra sociedad y a la reunión progresiva de las condiciones para que se produzca un pogromo a cuya sombra el proyecto ultraliberal se podrá desplegar con cada vez menos oposición. Esta lógica no desaparece sola o por medio de la «discreción». Solo parará por medio de la relación de fuerzas.


Notas

1. Bernard Cazeneuve, declaración del 16 de julio a las 14:30 h, http://www.lejdd.fr/Societe/Attentat-de-Nice-l-enquete-se-poursuit-debut-des-trois-jours-de-deuil-national-797335, consultado el 29 de agosto de 2016 a las 15:30 h.

2. Mohamed Sifaoui, programa especial sobre el atentad de Niza del 16 de julio de 2016 presentado por Pauline Revenaz y François Gapihan, http://www.bfmtv.com/mediaplayer/video/attentat-a-nice-c-est-la-premiere-fois-qu-un-tel-profil-s-exprime-en-france-mohamed-sifaoui-843709.html , consultado el 29 de agosto de 2016 a las 16:30 h.

3. Rueda de prensa de Louis Molins el 21 de julio de 2016, http://www.rtl.fr/actu/societe-faits-divers/attentat-a-nice-ce-qu-il-faut-retenir-de-la-conference-de-presse-de-francois-molins-du-21-juillet-sur-les-avancees-de-l-enquete-7784179987, consultado el 29 de agosto de 2016 a las 18:30 h.

4. Vladimir de Gmeline, «Taqiya: la dissimulation comme nouvelle arme de guerre«, http://www.marianne.net/taqiya-dissimulation-nouvel-art-guerre-100244631.html, consultado el 29 de agosto de 2016 a las 19:00 h.

* En francés «assignation à residence», una medida que supone la restricción de la libertad de movimientos de una persona e incluso en ocasiones el controlar a las personas a las que frecuenta. A veces va acompañada además del uso de una pulsera electrónica (N. de la t.).

5. » Interdiction des burkinis : la justice conforte l’arrêté de la mairie de Canne», Le Monde, 13 de agosto, http://www.lemonde.fr/societe/article/2016/08/13/le-tribunal-administratif-valide-l-arrete-municipal-bannissant-le-burkini-a-cannes_4982397_3224.html, consultado el 30 de agosto de 2016 a las 08:00 h.

6. » » Burkini » : Manuel Valls désavoue Najat Vallaud- Belkacem», http://www.lemonde.fr/religions/article/2016/08/25/burkini-manuel-valls-desavoue-najat-vallaud-belkacem_4987686_1653130.html, consultado el 30 de agosto de 2016 a las 08:45 h.

7. Entrevista a Manuel Valls en La Provence, http://www.laprovence.com/article/politique/4078328/valls-sur-le-burkini-une-vision-archaique-de-la-place-de-la-femme-dans-lespace-public.html, consultado el 30 de agosto de 2016 a las 09:15 h.

** La «bandana» (del hindi, «bandhana», «atar, atadura») es un pañuelo para la cabeza hecho de una pieza triangular o cuadrada de tela, atada alrededor de la cabeza o alrededor del cuello con fines decorativos o protectores (N. de la T.).

*** El término utilizado es «sauvageon» con el que se denominaba a los llamados «niños salvajes» (N. de la t.)

8. Entrevista a Nadine Morano, 12 de agosto, http://www.tsa-algerie.com/20160812/video-france-ancienne-ministre-compare-femmes-voilees-aux-nazis/, consultado el 30 de agosto de 2016 a las 09:45 h.

9. Louise Couvelaire, «A Nice, des tensions accrues après l’attentat», http://www.lemonde.fr/societe/article/2016/07/23/a-nice-l-attentat-a-accru-les-tensions_4973862_3224.html, consultado el 30 de agosto de 2016 a las 10:30 h.

10. Entrevista a Charles-Antoine Casanova en Breizh-info, http://www.breizh-info.com/2016/08/25/48376/sisco-charles-antoine-casanova-maire-de-guargale-sexplique-propos-polemiques-interview, consultado el 30 de agosto de 2016 a las 11:15 h.

Fuente: http://www.investigaction.net/lecons-et-consequences-dun-ete-revelateur-la-construction-progressive-des-conditions-de-pogromes/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.