Said Bouamama

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Al imponer su visita a Níger, una delegación estadounidense fue maltratada hasta el punto de que el presidente de transición se negó a recibirla. La delegación estaba encabezada por el comandante del AFRICOM y dos secretarios de Estado, que habían ido, en particular, a defender el mantenimiento de la base estadounidense de Agadez, construida bajo el antiguo régimen pro-Washington de Niamey. Los nuevos dirigentes de Níger ‑denominados por los medios de comunicación occidentales «la junta»- han reafirmado su postura soberanista y antiimperialista y de una dignidad ejemplar para todo el continente africano [Investig’Action].

El desorden global

Cinco primeras lecciones que se pueden sacar

Con el telón de fondo de la guerra de Ucrania la campaña presidencial francesa (los temas de la campaña a los que dan prioridad los medios de comunicación y la mayoría de los candidatos, sus promesas electorales, la banalización de conceptos tomados de la matriz teórica fascista, etc.), puede servir de indicador del estado de nuestra sociedad y de la intensificación del mal viento que sopla sobre ella desde hace varias décadas. Sin ser exhaustivos, destaquemos seis rasgos significativos que la campaña ha sacado claramente a la luz y que forman un sistema al interactuar entre sí. Lo que destaca de este cuadro general no es sino una sociedad en la que el racismo desde arriba ha acabado por empapar a una parte no desdeñable de la sociedad, una banalización del macartismo en forma de un aumento de las prohibiciones de asociaciones y colectivos, una fuerte tendencia a la desaparición del Parlamento como uno de los espacios del debate democrático, un panorama mediático cada vez más monopolístico, un tratamiento mediático y político de la guerra dominado por una lógica belicista, etc.

Lo peor nunca es seguro, pero es posible

Efectos externos e internos de la “nostalgia del imperio”

Los recientes golpes de Estado en Guinea y Mali, la llamada «crisis de los submarinos franceses» con Australia, la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán sin haber consultado a sus «socios» de la OTAN, las invectivas de Macron sobre Argelia afirmando que esta cultiva un «odio» oficial contra Francia, etc., son indicios del empeoramiento de la crisis que caracteriza al imperialismo francés en el escenario internacional. Las manifestaciones populares de las últimas semanas contra el franco CFA, contra los acuerdos de asociación económica de la Unión Europea y contra la presencia militar francesa en el Sahel, las manifestaciones de apoyo a los nuevos dirigentes en Bamako o Conakry tras sus golpes de Estado, etc., confirman que el proceso que se viene desarrollando desde hace años por el cual el imperialismo francés va perdiendo relevancia ha llegado a un nuevo umbral cualitativo.

Ley sobre la seguridad global, ley sobre los «separatismos», ley de programación de la investigación, disolución de asociaciones como CCIF (siglas en francés de Colectivo Contra la Islamofobia en Francia) o (la ONG de ayuda humanitaria) BarakaCity, promulgación de tres decretos que amplían los motivos legales para fichar a una persona en un registro judicial (1), negación obstinada de la violencia policial, acusaciones de islamo-izquierdismo como herramienta para intimidar y silenciar, reanudación del debate y de la cuestión de la «identidad nacional», etc. A finales del año 2020 todo indica una sobrecarga ideológica tanto del gobierno como de muchos grandes medios de comunicación.

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