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Se cumplen 65 años de un acto terrorista aún impune

La Coubre: El precio que estaban dispuestos a cobrarnos

Fuentes: Cubadebate [Imagen: La explosión, ocurrida el 4 de marzo de 1960, no puede ser olvidada ni siquiera por quienes sólo la conocieron a través de la historia. Foto: Archivo]

Hace ya 65 años. Ese 4 de marzo de 1960 estalló el barco francés La Coubre en el muelle de La Habana, que había transportado armamento vendido oficialmente por el reinado de Bélgica a la naciente Revolución cubana. Las dos explosiones que se dieron, con intervalos de varios minutos, mataron a unas 100 personas, además de decenas de desaparecidos y unos 200 heridos. Seis marineros franceses, trabajadores portuarios, bomberos, socorristas, militares y policías perecieron. De algunos se supo su muerte porque se encontraron trozos de las ropas, pues las ondas explosivas los desintegraron.

Al día siguiente de la explosión, durante el entierro de las víctimas, Fidel Castro demostró que las granadas que transportaba el barco no podían estallar por golpes, por lo que la hipótesis de un accidente al empezar a descargar las cajas quedaba a un lado: había sido provocada, era un acto terrorista. El Che Guevara estaba a su lado. Y aquella foto del Che que se encuentra hasta en los lugares más remotos en el mundo, fue tomado en esos momentos. Como dijo el fotógrafo cubano que la logró, Korda, era una mirada de rabia e impotencia.

La explosión de La Coubre fue el primer gran atentado terrorista contra Cuba. El filósofo francés Jean-Paul Sartre, que se encontraba en esos momentos en Cuba, escribiría a su regreso: “Cuba tiene enemigos que matan y que matarán. Odian a todo el mundo: primero a Castro, pero también a un cortador de caña, a un trabajador portuario […] En unas palabras, las llamas del barco incendiado revelaron a los cubanos la gravedad del peligro”. Un año después, el 4 de marzo de 1961, Fidel Castro diría en el mismo muelle: “Y cuando el barco La Coubre estalló con aquel dantesco saldo de obreros y soldados destrozados por el sabotaje criminal, nuestros enemigos nos estaban advirtiendo el precio que estaban dispuestos a cobrarnos…”. Sí, era el precio por haber hecho una revolución, por declararse soberanos, por haber abandonado el corral. ¡Precio que aún se cobran con el maldito bloqueo!

Hace pocos días la hija de otro de los marineros que viajaban en La Coubre me contactó. Me contó que se había dado cuenta de mi investigación cuando ya el libro circulaba, pues hubiera podido entrevistar a su padre, que aún vive. Le dije que no perdería la oportunidad de encontrarlo. No he tenido tiempo para revisar los documentos que me entregaron en los archivos de la Marina Mercante francesa para leer su testimonio. De suerte para él, fue de los marinos que bajaron del barco para ir a conocer La Habana, según me dijo su hija, Muriel.

La tragedia provocó la muerte a unas 100 personas. Foto: Archivo.

Hace como un año se puso en contacto conmigo el nieto de otro marino que también sobrevivió a la explosión de La Coubre. Me dijo que su abuelo, ya muerto, había guardado como un tesoro muchos recortes de prensa de la época. Me comunicó que cuando de pequeño lo visitaban, él les contaba y volvía a contar anécdotas de ese terrible atentado. De ese horrible día. Ahora él quería entregarme copia de esos archivos, además de relatarme las historias escuchadas. El problema es que vive más cerca de Cuba que de París, en la isla francesa de Guadalupe…

Al leer a estas dos personas, inmediatamente volvía a mi cabeza algo que siempre me ha sorprendido: la diferencia de trato de dos gobiernos con marinos y familiares. En Cuba, desde el primer momento tuvieron el apoyo de la revolución, hasta el día de hoy. Lo comprobé. En Francia, los familiares lo supieron por la radio y se tardó muchos días la presencia oficial. Fue Cuba quien primero entregó directamente, en París, una ayuda monetaria a las familias de los marinos desaparecidos. Fue Cuba quien se encargó de hacer una placa para recordar a los marinos: la hermana del más joven debió «luchar, batirse», con el gobierno francés, casi 15 años después, para que le dieran una placa y llevarla hasta el cementerio en La Habana. Al fin lo logró, la enviaron a Cuba, pero nadie de la embajada fue a recibirla, por lo que el sindicato cubano debió recuperarla en la aduana. No fue todo: el Gobierno revolucionario tuvo que ofrecerle el pasaje a ella para que estuviera en el acto solemne.

Por ello la sorpresa de los dos marinos que entrevisté, y sus familiares, cuando supieron de mi investigación. Igualmente de otros familiares que lo supieron y me aportaron informaciones y hasta fotos. Si ello no fue asumido a la época por el gobierno francés y la prensa como se merecía tal acto terrorista, imaginen cómo hacerlo después de tantos años. Esa especie de indiferencia también la asumieron los medios estadounidenses y ni qué decir del Washington.

Hoy sigo comprendiendo el por qué de ello. Hace un mes, volviendo a leer un libro que nada tenía que ver con La Coubre, seguí encontrando detalles, hilos, que me llevaban a ese acto terrorista. Me volvían a confirmar que el presidente Charles de Gaulle no tuvo nada que ver en ello, pero sí un grupo paramilitar dentro del Ministerio del Interior francés que estaba atrás de todo aquello, que pudiera ayudar a los rebeldes que en Algeria luchaban por la independencia de Francia. Y este grupo creía que las armas transportadas por La Coubre terminaría en tierras árabes. Y ese grupo paramilitar, lo constaté leyendo ese libro, estaba bajo órdenes de la CIA desde fines de la Segunda Guerra Mundial. Eran parte de un inmenso aparato organizado y dirigido por la CIA, donde militares europeos eran mayoría. Algo que se llamó Operación Gladio, constituida para combatir a la Unión Soviética y sus aliados y a todo lo que oliera a “comunismo”. Los detalles merecen un artículo completo.

Sabotaje contra el barco La Coubre. Foto: Archivo.

Son ya 65 años de aquel acto terrorista. El Departamento de Estado y la CIA se han negado a entregar la información que tienen sobre ello. El ciudadano estadounidense que viajaba en el barco, Chapman, creyó durante muchos años que había sido un accidente o un autoatentado de la Revolución, hasta que fue constando, según me transmitió, que ello debió ser cosa de la CIA. Entonces pidió, como la ley lo permite, que le entregaran la información que tuvieran sobre ello: dijeron que dentro de 150 años. Creo que faltan como 120 años.

Si en Estados Unidos se ha desclasificado tanta delicada información que muestra su carácter criminal, ¿por qué insisten en guardar esta bajo llave? ¿Es tan grave? O, ¿es que involucra a cómplices de otros países que no se pueden nombrar? Vuelvo a pensar en la Operación Gladio...

Son ya 65 años de aquel acto terrorista. Foto: Archivo.

Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2025/03/04/la-coubre-el-precio-que-estaban-dispuestos-a-cobrarnos/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.