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La crisis de Colombia se resuelve «saltando para atrás»

Fuentes: Rebelión

Los balances, más que verdaderos análisis de Coyuntura, sobre el proceso electoral que terminó con la «elección de Duque» el 17.06.2018, siguen sin superar la dicotomía de los números inducida por los medios, de Victoria / Derrota, y que nos tienen como al moscardón verde de verano, chocando insistentemente contra el vidrio trasparente de la […]

Los balances, más que verdaderos análisis de Coyuntura, sobre el proceso electoral que terminó con la «elección de Duque» el 17.06.2018, siguen sin superar la dicotomía de los números inducida por los medios, de Victoria / Derrota, y que nos tienen como al moscardón verde de verano, chocando insistentemente contra el vidrio trasparente de la casa a donde el instinto lo fuerza a entrar, en busca de la incitante bolsa de basuras cuyo olor ha detectado.

Quienes saben, cuentan la anécdota del campeón de ajedrez, quien al no poder ganarle una sola partida al computador resolvió desahogar su furia dándole martillazos. Otro ajedrecista un poco más avisado le recomendó que para ganarle era mejor conocerlo. Anécdota que nos lleva una vez más a descubrir que el vidrio contra el cual chocamos (o el software de ajedrez que nos gana la partida) no es nada más, ni nada menos, que la comprensión defectuosa (impuesta por los Dominantes) que se tiene sobre de la vieja y nunca superada tradición marxista del Estado capitalista de Colombia, y sobre su complejo, intrincado y sangriento desarrollo hasta la fase actual de la globalización neoliberal en crisis.

Los dos conceptos básicos usados por los viejos bolivarianos y luchadores sociales colombianos para caracterizar a la clase dominante heredera de F. P. Santander, como «Oligarquía Imperialista», han sido remplazados y banalizados bajo intensa presión académico-mediática, por la mansa palabra francesa de «elite«, evaporando a su vez la categoría marxista del Imperialismo. En aras de las buenas y obligatorias maneras del manual de Carreño, se ha institucionalizado este galicismo, que como el éter es incoloro, inodoro, e insípido y, sobre todo, se ha sepultado bajo pesadas lozas de mármol aquella terrible, importante y actual sentencia profética de nuestro Padre Simón Bolivar hecha cuando presentía el final de su vida:

Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad» . Carta de Bolivar al coronel Patricio Campbell Guayaquil 5 de agosto 1829.

Por si fuera poco, en Colombia, los círculos autodenominados marxistas, con un extraño sentido del blindaje, han persistido tercamente en la antigua concepción de la tradición marxista propagada por la Segunda Internacional de considerar al Estado capitalista moderno, solo como una simple maquinaria al servicio de la explotación capitalista; rechazando los nuevos desarrollos teórico-prácticos (especialmente los aspectos supra estructurales desentrañados por Gramsci en su famosa fórmula de Estado = Hegemonía+ Coerción) que sobre esta tan compleja, cambiante y muy dinámica relación social de dominación para la explotación capitalista hicieron Marx y Engels en sus obras; sin que en estas se encuentre una completa sistematización teórica sobre el Estado capitalista moderno en desarrollo, y, sobre lo cual solo existen los diversos fragmentos de referencia en sus escritos que pueden prestarse a diversas interpretaciones y discusiones.

Así pues, tenemos que estas dos falencias están trabando el despliegue analítico de la abstracción para concretar teóricamente un análisis político de la situación de la lucha de clases que se está librando en este momento en Colombia, entre explotados y oprimidos contra la Oligarquía imperialista dominante (Atención: con sus fracciones y facciones en pugna permanente por la ganancia) y que se han expresado en la forma y la tendencia del Estado que se está desarrollando en Colombia, a partir de la elección de Iván Duque como nuevo presidente de «todos» los colombianos.

Lo obvio y que todos reconocemos es que la fracción (latifundismo premoderno y mafioso financiarizado) de Uribe Vélez, mediante una maraña de alianzas de facciones políticas se ha impuesto a la fracción de la Oligarquía financiera trasnacional representada por J M Santos y sus facciones que lo apoyaron) Es el resultado electoral. El otro hecho protuberante, novedoso y positivo, es el aparecimiento electoral de la confluencia política de diversas clases subalternas llamada Colombia Humana, donde al parecer el sector de la pequeña burguesía democrática ha logrado momentáneamente imponer su agenda sobre los otros sectores explotados por el salario capitalista. No hay demasiada discusión sobre esto.

Lo que da lugar a debate (como lo digo arriba) es la forma y la tendencia del Estado que, todos vemos, se está desarrollando en la actualidad en Colombia a partir de la elección de Iván Duque como nuevo presidente de «todos» los colombianos.

Duque encarna una fusión de fracciones y facciones de la clase dominante extremadamente contradictoria : por un lado la consolidación del Estado mafioso brutal y de gobierno directo de los «gremios agropecuarios» iniciada por Uribe Vélez con la ayuda de Pastrana y que «representa» a la mafia y a la lumpen burguesía enriquecida con el narcotráfico trasnacional que ha utilizado todos estos años la tierra como alcancía de sus capitales, y que ahora, pacificado el campo sin las FARC, va con toda por el desarrollo agrario totalmente financiarizado (el corrupto Agro Ingreso Seguro de Uribito elevado a su máximo potencial explotador)

Y, por otro lado «representa» también a la gran burguesía financiera (un poco menos violenta) de los cacaos, los empresarios industriales y de los servicios, los grandes comerciantes agrupados en el Consejo Gremial Nacional de Colombia, sin cuyo apoyo, Duque no hubiera ganado las elecciones presidenciales. (Una mejor comprensión de la composición de la conformación de este Consejo Gremial se puede obtener en su propia página Web http://www.cgn.org.co/miembros-del-cgn/

Pero, además, con Duque ha sido elegida la señora Marta Lucía Ramírez, su vicepresidente, persona ampliamente vinculada económicamente mediante contratos especiales de seguridad y de compra de armamento con la casta militar hegemónica dentro de las Fuerzas Armadas (las que desde 1957 con el pacto del teatro Patria de Lleras Camargo, primer presidente del frente nacional, gozan de plena autonomía dentro del Estado). Casta que, como todos estamos viendo, ha empezado a imponer sus intereses con modificaciones estructurales y de fondo al Acuerdo de la Habana; a la Justicia Especial para la Paz; dificultades al proceso de Solución Política con el ELN. Y, al genocidio en ejecución de líderes sociales y reinsertados de las FARC, basados en la «indiferencia» y el silencio cómplice no solo del gobierno, la Fiscalía y los tres poderes del Estado, e incluso la Iglesia católica oficial, sino de todo el Estado mafioso en consolidación final.

Con esto, no es difícil determinar el curso regresivo y la tendencia que se ha impuesto en la resolución de la crisis generalizada de Colombia, y así, poder prever sus desarrollos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.