1. Cuando cae el telón de 2008 y ya cursa prácticamente un año y medio desde el prólogo de la crisis económica mundial originada en el corazón del Estado corporativo central más poderoso del planeta, en Chile el cobre pierde un 70 % de su precio desde julio de este año, cayendo de 4,07 de […]
1. Cuando cae el telón de 2008 y ya cursa prácticamente un año y medio desde el prólogo de la crisis económica mundial originada en el corazón del Estado corporativo central más poderoso del planeta, en Chile el cobre pierde un 70 % de su precio desde julio de este año, cayendo de 4,07 de dólares la libra a 1,28 de dólares debido al derrumbe paulatino y sostenido de la demanda asiática y principalmente china del metal rojo, uno de los motores sustantivos de la economía nacional.
2. Klaus Schmidt-Hebbel, jefe y director del departamento económico de la Organización y la Cooperación para el Desarrollo Económico (el exclusivo «Club» OCDE), fue elegido por 500 de sus pares como el «Economista de 2008». El hombre se ha desempeñado en el Banco Central de Chile y en el Banco Mundial. El poder le cree, confía en sus pronósticos, es un buen hijo de la burguesía. Consultado sobre el derrotero de la crisis mundial, Schmidt-Hebbel aseguró que «La verdad es que nosotros pensábamos que la crisis financiera global iba a llevar a la recesión más importante de los últimos 40 años y eso está más que confirmado. Claramente va a ser más intensa que la recesión del 82.» Esta última se desplegó en Chile bajo la dictadura pinochetista, donde, según manejadas cifras oficiales y «de» oficiales, la tasa de desempleo alcanzó el 16 % y las exportaciones se redujeron en un 40 %. La profundidad de la recesión gatilló lo que la resistencia heroica, pero testimonial de la izquierda de la época no había logrado durante casi 10 años desde el golpe militar: la extensión, masividad y organización de amplias franjas populares contra la tiranía. Se volvieron prácticas cotidianas los cacerolazos, los paros nacionales, las barricadas en las poblaciones, el descontento generalizado, la violencia política legítima de los de abajo, la agudización, incluso armada, de la lucha de clases a lo largo de la patria toda. La historia jamás se reitera de manera similar. Sin embargo, la memoria es la materia nuclear de la estrategia de unidad, organización y lucha de los pueblos. Y sólo han pasado 25 años desde entonces.
3. Wal-Mart es la industria de supermercados más grande del planeta. Analistas predicen que al 2012 la transnacional facturará por 470 mil millones de dólares, dejando atrás a la cadena del retail francesa Carrefour y a la inglesa Tesco. El viernes 19 de diciembre se anunció que Wal-Mart -que ya existe en 14 países de Latinoamérica- comprará por lo menos, el 50,01 % de la empresa de supermercados D & S (cadena Líder), la más extensa red del retail de capitales chilenos, famosa por el empleo de multirut jurídico (uno por supermercado) para dividir la organización de los trabajadores a la hora de negociar mejores condiciones laborales. Nuevamente, la realidad confirma las tramas profundas entre los capitales criollos y los transnacionales. Nuevamente, los hechos prueban el aperturismo comercial, financiero y productivo, extremo y asimétrico que gobierna en Chile. Wal-Mart, con total tranquilidad producto de su tonelaje expansionista y fortaleza de capitales, puede transitoriamente bajar sus precios y destruir la ya demacrada competencia del retail en Chile.
La formación monopólica de las diversas áreas industriales es facilitada por los decorativos dispositivos de «control» económico del Estado administrado por la Concertación. La agresividad y poderío comercial de Wal-Mart oscurece rápidamente el porvenir de los pequeños y medianos comerciantes. Por ahí quedará con el tiempo y folclóricamente, uno que otro supermercado nativo en algún rincón provincial del país. Lo cierto, en términos políticos, es que la ilusión de la colaboración de clases en el sentido de mantener para el análisis y eventuales alianzas una imaginaria burguesía nacional con quien promover «bloques progresistas» con miras a apostar a un fantasmal proyecto nacional-desarrollista, vuelve a hacerse añicos ante la concentración oligopólica del capital, en tanto movimiento predominante tutelado por la minoría en el poder. Y por eso, la lucha que emprenden y emprendan los empeños político-sociales que persiguen la igualdad y la libertad debe ser, al mismo tiempo y majaderamente, antiimperialista y anticapitalista. Lo demás es falsa conciencia, acomodo o miopía terminal.
4. De acuerdo a los medios de propaganda de los que mandan, empresarios, ejecutivos y economistas de grandes corporaciones en Chile en relación a la ola de despidos que augura trágicamente el 2009, ella se podría amortiguar flexibilizando el mercado laboral (polifuncionalidad de los trabajadores y flexibilidad horaria para pagar menos por más); eliminando el impuesto sobre la renta de las utilidades retenidas a las empresas pequeñas y medianas para incentivar la inversión (menos impuestos es igual a menos derechos y programas sociales); y «flexibilizar» las exigencias de contratación y de despido de mano de obra, como si las actuales normativas laborales al respecto no fueran suficientes. Desde abajo, ante el recetario patronal para enfrentar la cesantía en ascenso, el inquilinaje que hegemonizó las relaciones de producción durante el siglo XIX y parte del XX en el campo chileno resulta un dechado paradisíaco.
5. El subsidio a la vivienda promovido por el gobierno para deshacerse de la sobreproducción inmobiliaria destinada a sectores medios ya encara problemas estructurales a pocos días de entrar en vigencia. Uno de los requisitos más importantes para postular al subsidio de 200UF (6.750 dólares), es contar con un seguro de cesantía de 12 meses. La banca ha señalado que «No hay compañías de seguro que estén dispuestas a tomar este riesgo», toda vez que el empleo y su estabilidad están cruzados por la alta incertidumbre devenida de la crisis económica y la eventual recesión chilena. Asimismo, el gerente general de Empresas Armas (constructora) indicó que «la ley es buena para bajar stock, pero no genera empleo. No incentiva a ninguna empresa a que parta proyectos grandes, porque en dos años (que rige el decreto) no se alcanza.» Los dueños de la industria de la construcción calculan que durante el primer semestre de 2009 se destruirán entre 90 mil y 150 mil plazas de trabajo en el sector. Los hechos ilustran los límites en materia de recursos estatales destinados al salvataje de una rama productiva que ofrece alrededor de un 15 % del empleo en Chile. La caja fiscal se jibariza y pone en vitrina sus fronteras acotadas.
6. Mientras un informe de Amnistía Internacional reveló su preocupación por la seguridad de los niños mapuche de la zona de Ercilla (587 kilómetros al sur del país) donde ocurrieron una serie de enfrentamientos entre miembros de esa comunidad y la policía, la Concertación se debate palaciegamente entre los candidatos presidenciales Eduardo Frei Ruiz Tagle (demócratacristiano) y José Miguel Insulza (socialista). Ya casi no importa que haya primarias entre ambos candidatos. El Partido Por la Democracia está quebrado en sus inclinaciones, arguyendo el peligro de una ruptura del conglomerado en el Ejecutivo de no apoyar a Frei, mientras el PS confía en una relación de fuerzas favorable en las alturas con la compañía del Partido Radical y su capacidad de persuasión hacia el PPD para apoyar finalmente a Insulza. En tanto, el ultraderechista empresario y candidato único de la Alianza por Chile (Renovación Nacional y Unión Demócrata Independiente), oferta garantías a la UDI y coquetea sin tapujos con los desprendimientos de la DC (Partido Regionalista Independiente, PRI) y del propio PPD (Chile Primero), con el fin de confeccionar un arco de alianzas que bascule para sus aspiraciones el indeterminado «centro» político. Por su parte, la izquierda tradicional ya cuenta con cinco pre candidatos presidenciales y aún no concuerda la manera de dirimir una figura y una plantilla parlamentaria únicas.
7. Por abajo, ya no hay excusas; sólo existen urgencias y el período demanda estatura política, generosidad, ética y decoro. Frente a la crisis económica en curso, cuyo agravamiento ennegrece el 2009 para los intereses del conjunto de los trabajadores y el pueblo, el archipiélago de empeños anticapitalistas realmente existentes y de todo color, signo y estrategia tienen la tarea capilar de apresurar su convención. Ya no a las maneras fallidas que se han intentado hasta ahora, arrancando de definiciones últimas respecto de la sociedad post capitalista y sobre peregrinas fusiones artificiales. Tanto para ofrecer fraternalmente la lucha ideológica, como para convertirse en actor político visible, es preciso construir el instrumento, movimiento o continente que, cautelando el mantenimiento de la autonomía política de las distintas iniciativas provenientes de la plataforma popular, de los embriones genuinos del movimiento real de los desheredados, constituyan su reunión. ¿Pero de qué forma? A través de un proceso radicalmente democrático y cuyos tiempos y agenda lo dicten sus propios componentes mestizos, con el fin de convenir un programa básico (no por ello minimilista y sin horizontes en clave anticapitalista) y una declaración de principios sencilla y mancomunada.
El continente del movimiento real de los trabajadores y el pueblo se organiza para alcanzar la unidad política elemental mediante definiciones asociadas a la independencia política de los intereses de la clase trabajadora en toda la extensión de sus relaciones sociales, el pensar diciendo y el decir haciendo. Sus fundamentos tendrán que estar asociados a la movilización y organización más amplia, la unidad táctica contra el capital, las expresiones de la crisis económica y su reflejo en la devaluación y descrédito de la clase política tradicional. Los modos del nuevo movimiento necesariamente revelarán la riqueza multidimensional y creativa de los de abajo, apostando a la generación de los puntos de arranque imprescindibles para la recomposición de la hegemonía de las grandes mayorías castigadas por el desempleo, la precarización del trabajo y la mala vida en abierta generalización. La convención de los trabajadores y el pueblo en lucha será la herramienta de reivindicación política y económica en torno a acuerdos nucleares e irreductibles, potenciando en cada paso reunido las diversas iniciativas territoriales y sectoriales de pueblo dispuesto a abandonar su condición de cliente, consumidor o simple estadística amañada por el poder.
La alienación proveniente del miedo y la ilusión del consumo se hace trizas en la práctica unitaria de la movilización social por demandas extraordinariamente justas y en medio de las condiciones de empeoramiento de la subsistencia que impone el actual período. Las crisis están fabricadas de oportunidad y peligro. La reproducción de sectarismos estrategistas sólo engorda a los que mandan, y pospone la edificación de una alternativa anticapitalista tangible y protagonista. Se lucha y alfabetiza políticamente a la vez. La organización y la desobediencia social son momentos de un mismo trazado en la realidad. El tiempo apremia y el capitalismo en crisis colabora objetivamente con la construcción del sujeto llamado a cambiar la vida. Ya no hay excusas.