“Quiero recordar a todas nuestras ancestras, que fueron convertidas en sirvientas durante los primeros siglos de la colonización, obligadas a sostener con su propia vida, la de sus opresores españoles, criollos, mestizos y europeos que continuaron llegando a saquear nuestras tierras y nuestras vidas. A ellas cuyos nombres no aparecen en los libros, quiero honrarlas por su gran dignidad.” (Aura Cumes, “Mujeres mayas de ayer, de hoy y de siempre”).
Habitan en nuestros cuerpos las huellas de un pasado violento, horroroso, que exige ser mirado, escuchado, atendido, reparado. 1492 significó para nuestros pueblos amerindios la imposición violenta de la espada, de una sola mirada del mundo anulando el resto de miradas. La desconexión de la red de la vida del colonizador era tal que no podía mirarse su reflejo en el otro distinto, su hermanx, había que someterle, anulando así la posibilidad del nosotros.
Pero habitan también en nuestros cuerpos las voces de nuestrxs ancentrxs silenciadxs, las memorias de libertad y vida vinculada, las ausencias nos habitan, nos llaman, nos preguntan, nos interpelan, nos alientan, nos sueñan, nos acompañan.
Es necesario comprender que la modernidad surge con la experiencia de la conquista y colonización de las poblaciones amerindias. La modernidad colonial configura una nueva forma de ordenación mundial, en tanto que Europa se auto confería un lugar de universalidad y superioridad frente a los ‘otros’ pueblos colonizados. Esa pretensión de superioridad encubrió y negó el resto de culturas y saberes que fueron catalogados como pueblos atrasados. La colonialidad, entonces, fue constitutivo de la modernidad.
Para la racionalidad moderna eurocéntrica los pueblos indígenas y pueblos esclavizados no éramos reconocidos como ‘humanos’, éramos considerados como ‘bestias’ sin alma, o eternos menores de edad, a los cuales debían de ‘civilizar’. Esta configuración del sistema mundo, establece, como señala el peruano Aníbal Quijano [1] la colonidad del poder (lo blanco como lo superior), la colonialidad del saber (la racionalidad científica eurocentrada que invalidó otras epistemes no occidentales) y la colonialidad del ser (la negación del ser del otro), cuya visión de mundo es la del progreso lineal de la historia.
Va a ser el feminismo descolonial quien va a desarrollar que, además, el sistema mundo moderno colonial se funda también por la colonialidad del género, donde se establece un universalismo del género que invisibiliza la realidad diversa de los pueblos indígenas y negros.
El feminismo descolonial: escuchar la voz de las ausencias/presencias
La categoría colonialidad del género es planteada por la pensadora María Lugones [2], la cual establece que la dicotomía moderna entre humano (lo civilizado) y no humano (lo no civilizado), funda la idea del género como correlativa a la supremacía del varón blanco europeo. Dicha categoría no funciona para los pueblos colonizados porque eran considerados no- humanos, entonces la idea de ‘mujer’ se refiere al grupo de mujeres blancas de occidente. Por tanto, la invención de la raza, el género y la sexualidad (heterosexista) van a ser constitutivos de la modernidad colonial.
El feminismo descolonial va asumir la tarea de peinar críticamente la historia a contrapelo, es decir, ha tratado de comprender a fondo la matriz de opresión que explicaría la subordinación de las mujeres y las comunidades subalternizadas.
Un ejemplo de esta universalización del género ha sido el llamado al paro de mujeres los 8M en los últimos años, el GLEFAS en un comunicado 2017 advierten cómo las estrategias y métodos de lucha del feminismo son eurocéntricas, el llamado al paro internacional dejaba de lado la heterogeneidad estructural que caracteriza a Abya Yala, “… en donde cohabitan matrices de organización capitalista y comunal de la vida con horizontes utópicos muy distintos, pero coincidentes en un mismo tiempo histórico. Así, la idea de paro reedita una imaginería excluyente de las experiencias de trabajo y de organización de lo común que no encajan con la noción de empleo asalariado y ascenso social que señala el ideario de progreso capitalista. Esas otras formas, tildadas de atrasadas, improductivas, no desarrolladas, arcaicas, son precisamente las que caracterizan a millones de mujeres racializadas en nuestro sub-continente y es aquí lo que debemos comprender: estos modelos de organización comunal y de vida en relación son los que históricamente han resistido de manera radical al capitalismo y a la expansión del orden moderno-colonial.” [4] Es decir, para muchas mujeres racializadas les era imposible parar, esa estrategia de lucha no les convocaba ni representaba.
El comunicado cuestionaba, además, de cómo la experiencia de las mujeres blancas y blanco-mestizas siguen por ahora siendo más válidas que las del resto de mujeres, y que es necesario que el feminismo en Abya Yala asuma una política verdaderamente antirracista y que subvierta las bases, modernas en las que se funda. Porque no puede haber representatividad legitima en la ausencia “dejemos de hablar por otras y estemos dispuestas a seguir aquellas que desde abajo entretejen la amplia trama que sostiene el mundo; partamos por mirar hacia dónde nunca hemos mirado, hacer visible lo invisible a la razón occidental.” [5]
En Mesoamérica tenemos grandes mujeres referentes que en su praxis han encarnado una política antipatriarcal, antirracista y anticapitalista. Berta Cáceres, mujer lenca, defensora del río Gualcarque y las espiritualidades ancestrales; la Comandanta Ramona, mujer maya zapatista, impulsora de la ley revolucionaria de las mujeres en Chiapas; Prudencia Ayala, mujer indígena salvadoreña, que subvirtió la política blanca masculina de su tiempo; nuestras propias abuelas.
Profundización de los efectos a la vida del sistema moderno colonial de género
A un poco más de un año de inicio de la pandemia global, el capitalismo emerge a una peligrosa fase, en clara competencia feroz por la acumulación de capital transnacional, en complicidad con el resguardo de los estados nación, que muestran cada vez sus límites. Es decir, sigue consolidándose el futuro soñado de la modernidad, ese futuro ha llegado. Este futuro es muerte. Este futuro es nuestra pesadilla. Estamos viendo el fracaso del paradigma civilizatorio occidental, es decir, su idea de progreso.
El proyecto histórico moderno colonial se enfrenta actualmente al proyecto histórico de hacer comunidad. ¿Cuáles son esas contradicciones?, en primer lugar, los límites del Estado- Nación y la idea de la patria, Aníbal Quijano sostiene que esta es una de las principales tragedias y equivocaciones de América Latina, la homogenización de las gentes. Las constituciones, la idea de patria, las fronteras territoriales, se derivan entonces de esa idea de lo nacional. Y, lo nacional, como defensa de la propiedad privada, bajo la administración de los hombres blancos. Por lo que, como lo señala la socióloga maya Gladys Tzul Tzul, la trama comunal está amenazada: “Creo que las luchas mapuches, las luchas amazónicas, las luchas de comunidades indígenas en Guatemala y de aquí en Oaxaca, en México, lo que nos muestra es una actualidad es la confrontación entre comunidad y estado (….) Si desde ese lente vemos, la confrontación entre propiedad comunal y propiedad privada está instaurada y presente, y creo que es lo que moviliza la política en los estados en este momento.” [6]
En segundo lugar, vemos una subjetividad colonizada, la realidad de miseria que ha provocado el patrón de poder global neoliberal ha impactado gravemente sobre los cuerpos y subjetividades, la pérdida de esperanza y de encanto por el mundo que ha traído consigo este régimen capitalista, racista y patriarcal, ha lanzado a muchos sectores populares a refugiarse en las religiones fundamentalistas, en los líderes carismáticos y fascistas. Por eso vemos en todo el mundo y en Abya Yala el ascenso de los gobiernos fascistas con amplio apoyo de las gentes.
Tercero, vemos una política patriarcal de derecha e izquierda, la idea del caudillismo como figura salvadora paternalista que ofrece protección, salvación, a cambio de control, sumisión y miedo.
Este ha sido otro error heredado de las formas modernas coloniales de organización política, centrar la mirada en un solo liderazgo, sin abrir paso a la renovación, a la alternancia, a las responsabilidades colectivas, al mandar obedeciendo.
Y, por último, el racismo de derecha e izquierda, mientras no haya la posibilidad de que la población indígena hable sus propios idiomas, con sus propios símbolos y culturas, y sus propias formas de organización de la vida, siendo sujetos de su propia historia, no podrá haber democracia. Muchos gobiernos progresistas han sido racistas en sus formas absolutistas de silenciamiento de lo diverso y de destrucción y ataque a las formas comunales de vida.
Lo que nos vende el proyecto histórico del sistema mundo moderno colonial de género es un desarraigo de la vida, sacrificable en nombre de la proclama del progreso. Pero el ángel de la historia sigue viendo a sus espaldas los escombros que siguen cayendo.
La posibilidad de reparar la red de la vida
Necesitamos recuperar la historia negada de los pueblos condenados del mundo, la historia de lxs vencidxs, de lxs silenciadxs, por la historia oficial de los vencedores. Necesitamos despertar de la larga noche de los 500 años, reparar la red de la vida, recuperar los vínculos, para tener verdaderamente posibilidad de futuro, porque el que tenemos ha sido impuesto por el sistema mundo moderno colonial, no es nuestro. El futuro que buscamos es para que haya vida, vida buena, como nos anuncian lxs compañerxs indígenas zapatistas al emprender el viaje de ‘La montaña’ en la Travesía por la Vida hacia la Europa de abajo, 500 años después, “que mucho tiene de desafío y nada de reproche”, porque “Del oriente vino la muerte y la esclavitud.”, pero “Que mañana al oriente naveguen la vida y la libertad en la palabra de mis huesos y sangres, mis crías. Que no mande un color. Que no mande ninguno para que ninguno obedezca y que cada quien sea lo que es con alegría.” [7]
Aún tenemos la posibilidad de reconstruir la red de la vida, los mundos comunales, es necesario hacer una contrahistoria desde abajo, restituir el lazo comunal. El pasado está abierto, el pasado nos va a permitir tener futuro, porque como dice la gran filósofa Yuderkys Espinosa necesitamos soñar el pasado, porque “el futuro ya fue”. Necesitamos recuperar esos relámpagos, de resistencias de libertad y vida vinculada, del pasado que nos alumbran, para que nos despierten, para que nos resuciten, en el aquí y ahora.
El pasado es lo que nos guía, va por delante, nuestrxs ancestrxs nos acompañan, invoquémosles, encendamos fuegos. El mesías no es un caudillo, el mesías es un mesías colectivo que anuncia lo nuevo y que está anidando en cada uno de nosotrxs. Necesitamos reparar, de algún modo, las heridas provocadas en toda la red de la vida por la violencia y la fragmentación provocada por el proyecto de la modernidad colonial, racista, capitalista, patriarcal y heterosexista. Necesitamos volver la mirada a la Otra historia, al pasado, al futuro verdadero, al Yo Comunal.
–Notas–
[1] Quijano, Aníbal (2014), Colonialidad del poder, Eurocentrismo y América Latina, CLACSO, Buenos Aires.
[2] Lugones, María (2014), Colonialidad y género, en: Espinosa Miñoso, Y., Gómez Correal, D., Ochoa Muñoz, K., (Eds) (2014), Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas descoloniales en Abya Yala, editorial Universidad del Cauca, Popayán.
[3] Ibíd. P.27
[4] [5] GLEFAS (2017), Algunas reflexiones sobre metodologías feministas: A propósito del llamado a un paro internacional de mujeres para el 8 de marzo. Balbuceando un punto de vista feminista descolonial. Disponible en: http://glefas.org/algunas-reflexiones-sobre-metodologias-feministas/
[6] Diario el Imparcial (2019), Entrevista a Gladys Tzul Tzul “Las indígenas no queremos ser llamadas feministas”, en: http://imparcialoaxaca.mx/arte-y-cultura/367609/gladys-tzul-tzul-las-indigenas-no-queremos-ser-llamadas-feministas/?fbclid=IwAR0Sgw-v2l07FInWlqxTmtsnSCHqYTtgOdqmww73ocjRTZu_UsaPf_4U14
[7] EZLN (abril 2021), La ruta de Ixchel, en: http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2021/04/26/la-ruta-de-ixchel/
*Sobre la Autora: Feminista descolonial, profesora e investigadora de economía y filosofía, Cofundadora de la Comunidad de Estudios Descoloniales de El Salvador.