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La cuenta amenazante y antipopular de Piñera

Fuentes: Rebelión

  Lo realmente nuevo de la cuenta anual de gobierno del Presidente Sebastián Piñera este 21 de mayo respecto de 2010 no fue lo que ocurrió al interior del Congreso Nacional en Valparaíso, sino lo que pasó afuera; el conjunto de acontecimientos que paulatinamente están rompiendo la paz de cementerios en Chile, y que se […]

  Lo realmente nuevo de la cuenta anual de gobierno del Presidente Sebastián Piñera este 21 de mayo respecto de 2010 no fue lo que ocurrió al interior del Congreso Nacional en Valparaíso, sino lo que pasó afuera; el conjunto de acontecimientos que paulatinamente están rompiendo la paz de cementerios en Chile, y que se expresó en aproximadamente 15 mil jóvenes y trabajadores, protestando en la avenida principal de la capital de la V Región, Pedro Montt.

Ciertamente, en el hemiciclo del edificio legislativo un pequeño grupo de parlamentarios de la Concertación levantó un letrero solicitando una Patagonia sin represas en medio del discurso del Ejecutivo. Desde la gradería, activistas ambientales también interrumpieron a un Piñera, quien visiblemente nervioso, los acusó de ‘violentistas’ y faltos de ‘respeto’. En buenas cuentas, el mensaje presidencial, lleno de lugares comunes, predecible y vacío, extemporáneo y publicitario, se vio empañado por el manifiesto descontento dentro y en el exterior del Congreso, a pesar de que, una vez más, utilizó teatral y mediáticamente a uno de los 33 mineros rescatados del yacimiento San José a comienzos de su alocución.

«Antes de que termine el 2020, Chile será un país desarrollado», aseguró Piñera e inmediatamente señaló que el 50 % de la reconstrucción de las zonas castigadas de febrero del año pasado por el maremoto-terremoto estaba hecha. Sin embargo, de las 140 mil viviendas nuevas comprometidas, según la propia página web del Ministerio de Vivienda, apenas se han levantado mil, y sólo un tercio de los subsidios han sido cursados.

Para intentar sostener su promesa bíblica de una nación desarrollada en 9 años más, el presidente de la derecha tradicional (quien obtuvo menos de un tercio de los votos de la ciudadanía habilitada para sufragar para entrar a La Moneda), se afirmó sobre un crecimiento económico de «más de un 7 %» a fines de 2011, y del aumento de un 19 % de las inversiones respecto del año anterior. Claro que no se refirió en absoluto a que hace mucho tiempo que las cifras macroeconómicas del país únicamente resultan indicadores abstractos ante el empeoramiento de la vida de las grandes mayorías, y ocultan la tendencia de hierro capitalista de una alta concentración de la apropiación del excedente socialmente producido, y la financiarización y transnacionalización de una economía fundada en el extractivismo exportador minero, maderero, y mucho después pesquero, por un lado, y la intensificación de las desigualdades sociales, por otro. Es decir, ese 7 %, que basado en la especulación financiera, la sobreexplotación del trabajo y el despojo privado y depredador de los recursos naturales, beneficia a los pocos, y maldice a los muchos.

Además, Piñera dijo que el consumo habría aumentado «un 10 %» y los salarios «un 6,3 %». Lo que no informó es sobre la distribución del consumo en los distintos fragmentos de clase, donde los territorios sociales subalternos, en general, llegan malamente a fin de mes a costa del sobreendeudamiento plástico estructural para adquirir los alimentosa esenciales; ni explicó la ecuación que empleó para llegar a la cifra del aumento de los sueldos. Esto es, ese 6,3 % (¿Con la inflación agregada?) podría ser apenas un promedio entre los altos y minoritarios salarios de los gerentes y el pueblo trabajador llano que en un 80 % no supera nunca los $ 350 mil pesos mensuales (US$ 744 dólares), mientras el kilo de pan se empina a cerca de los 3 dólares.

TRABAJO, EDUCACIÓN, SALUD

Sobre el ámbito laboral, el mandatario habló de la creación de casi 500 mil empleos (según mediciones más realistas, se trata de 320 mil). Lo que tampoco comunicó fue de qué tipo de trabajo se trataba, toda vez que se multiplica el empleo informal, precarizado, a cuenta propia, extraordinariamente rotativo, tercerizado, de horario parcial, en casa, sin derecho a sindicalización y mucho menos a huelga. Asimismo, soslayó la metodología usada para ofrecer semejantes números.

En seguridad pública, Piñera indicó que va en buen camino el aumento de la dotación de 10 mil carabineros más y otros mil detectives. Por lo menos, en este caso, se trata de trabajo formal, estable, con contrato, carrera y beneficios sociales. Según el líder y su lucha contra las inadecuaciones linguísticas que le han dado justa fama, la delincuencia habría descendido un 10 %. ¿Cómo llegó a ese porcentaje? Un nuevo misterio.

Coqueteando con el alicaído precandidato presidencial de la UDI y ministro de Educación, Joaquín Lavín, en materia de enseñanza, refrendó la ultraliberalización del sistema educativo en Chile mediante la entrega de préstamos directos a los estudiantes para que ‘elijan’ la institución de educación superior que prefieran, dando un golpe fortísimo a la recuperación de la enseñanza pública en vías de extinción en todos sus niveles. Con orgullo contó que ya había un millón de estudiantes en la educación superior. Eso sí, no abrió la boca para decir dónde trabajaría ese millón de jóvenes en medio de una industria de la enseñanza absolutamente desregulada, fragmentada socialmente, mercantilizada y con fines eminentemente lucrativos, muy lejos de una educación integral, racionalmente organizada y diseñada de acuerdo a las necesidades auténticas de un mundo del trabajo sobresaturado de una batería de profesionales y técnicos que redunda en que el 60 % de los clientes de la enseñanza trabaje en algo distinto a lo que estudió. Sin considerar el probado deterioro remuneracional de los que sí laboran en lo que estudiaron.

En salud, Piñera prometió terminar con las filas y las listas de espera en los hospitales y consultorios, y que sobre los planes o seguros sanitarios de las Isapres evitaría el ‘exceso de diferencias’ en sus costos. Calló que eso sólo podría ser eventualmente posible aumentando el precio de los seguros a los segmentos de trabajadores más jóvenes y de menos riesgo para las aseguradoras.

EL POSTNATAL

 

Arribando a uno de los temas candentes, el presidente afirmó que el proyecto de postnatal aumentaría de 3 a 6 meses ese bien «y beneficiará a 160 mil mujeres». Sin embargo, la ex Directora del Trabajo y abogada, María Ester Feres, estudiosa del asunto, ha establecido que tras el proyecto «hay una gran transacción. Esta iniciativa, aplaudida por el empresariado, está ligada a su necesidad de aminorar sus costos laborales en relación a la contratación y el empleo, y a la imposición de aún más flexibilidad laboral. El proyecto no considera el fuero paterno, el derecho del padre a este postnatal extendido. Lo positivo es que revela aspectos del trabajo, siempre invisibles. Tampoco había mucho entusiasmo de la oposición de poner estos temas en la agenda pública. Sin embargo aquí los medios hacen mucho. La gente está convencida de que la medida sólo contempla la extensión a tres meses más del postnatal. Pero en sus partes negativas, es un desastre. Porque las mujeres pasan al subsidio de seguridad social que sustituye el salario. Pone topes a los subsidios y a las licencias maternales. Hay un intento claro de redistribución de ingresos entre las propias asalariadas, no entre el capital y el trabajo. Las remuneraciones de las mujeres son ostensiblemente menores que las de los hombres en iguales funciones, y demuestran que las desigualdades de ingreso en Chile se basan en los bajos salarios existentes y la ausencia de negociación colectiva. Por otra parte, aumenta la desprotección y desregulación laboral, y elimina el derecho a alimentación. Otro asunto tiene que ver con las salas cunas. Sólo un 8,4 % de las empresas emplea a más de 20 mujeres y, por tanto, la inmensa mayoría no cuenta con salas cunas. Y el 36 % de ese 8,4 % de empresas no cumple ninguna de las modalidades que señala la ley. Se desperdicia la posibilidad de socializar el costo de la maternidad al interior del empresariado; y se desdeñan alternativas para que el padre se corresponsabilice de la crianza del menor; de ampliar efectivamente la cobertura y de combatir la gran precariedad laboral».

RELACIONES VECINALES

Sobre las Relaciones Exteriores, el mandatario resumió que con Argentina se está avanzando (?); y que si el presidente boliviano Evo Morales representa la demanda histórica de una salida al mar para ese país en organismos internacionales, ello resultaría «un serio obstáculo» en el plano de relaciones entre ambas naciones y que, a pesar de todo los argumentos bolivianos «Chile hará cumplir el Tratado de 1904». Con Perú, el jefe del Ejecutivo chileno dijo que se cumplirán los tratados de 1952 y 1954.

En cuanto a los vínculos económicos regionales, Piñera señaló que privilegiará la pro norteamericana «Alianza del Pacífico» con México y Perú (enclaves imperialistas), dilapidando cualquier relación con proyectos independientes como el eventual Banco del Sur o el ALBA. No faltaba más. Obama visitó Chile no sólo para ofrecer energía nuclear.

LA TRAGEDIA AGRÍCOLA Y MEDIOAMBIENTAL

En otros ámbitos, Piñera confirmó que repartirá un bono de $ 250 mil pesos (US$ 530) por una vez a los matrimonios que cumplan 50 años. Respecto de las relevantes demandas del pueblo mapuche, seguirá con su Plan Araucanía, que en los hechos, viola tratados internacionales, encarcela comuneros y despoja de tierras a los mapuche para bien de las forestales y represas.

Cuando el capital financiero y la especulación bursátil dañan severamente las condiciones de existencia de los trabajadores y el pueblo, el presidente se limitó a la consecución de un Servicio Nacional del Consumidor Financiero con el fin de transparentar las tasas con las que se esquilma a los usuarios y a las pequeñas y medianas empresas donde laboran 6 de los 7 millones de trabajadores chilenos.

Así también, Piñera expresó que provocaría una verdadera «revolución y emprendimiento en el mundo agrícola», a través de la apertura de líneas de crédito. Se cuidó de mencionar el acuerdo realizado con la Concertación en relación a que la transnacional norteamericana Monsanto, famosa por su producción de semillas transgénicas, será la propietaria de los vegetales, frutas, hortalizas y verduras en poco tiempo más. ¿Por qué? Porque Monsanto tendrá en su poder las patentes de todos las clases de semilla que hay en Chile. Es decir, la corporación, como dueña de «papa chilena», por ejemplo, estará facultada para cobrar derechos a todos quienes siembran papas debido a que los campesinos tendrán la obligación, impuesta por el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos firmado por el ex presidente Ricardo Lagos, de comprar y usar sólo esas semillas y nunca más las propias. Ello comportará un daño de dimensiones brutales en el plano alimenticio y arrojará a la cesantía a innumerables campesinos. Este solo convenio puede resultar mucho más grave que la implementación del megaproyecto de HidroAysén. La propia alimentación basada en productos agrícolas de Chile dependerá de una multinacional.

Y en relación a HidroAysén en la Patagonia, contra la cual el 20 de mayo sólo en Santiago congregó exitosamente a 40 mil personas en La Moneda a modo de protesta por su implementación devastadora, Piñera sentenció que «no se renunciará a los proyectos termoeléctricos e hidroeléctricos», y agregó que «Chile es un país rico en agua, y en los últimos 17 años se aprobaron más de 100 plantas termoeléctricas y a carbón.» En un minuto el administrador de turno del capitalismo de vanguardia que sufre el país invalidó la voluntad expresa de la opinión y movilización de la mayoría nacional al respecto que, según encuestas, en un 74 % desaprueba el proyecto.

Finalmente, Sebastián Piñera, mientras ya se desataban las protestas masivas en las afueras del Congreso, realizó una suerte de amenaza solapada cuando se preguntó «¿Qué puede desviarnos de nuestros objetivos? El germen de la división y la beligerancia (…) Llamo a la unidad nacional de los chilenos. De otro modo se termina con la democracia».

¿Unidad nacional? ¿Democracia? Sólo es posible la unidad nacional en un Chile de iguales y libres, y no es posible comparar un régimen constitucional con una democracia participativa genuina, política, social y económicamente. Lo que hay aquí es un remedo formal de democracia. Un abuso de esa palabra que millones de chilenos jamás han conocido.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.