Denuncia que los financieros han desplazado a los editores y directores artísticos
La escritora Ana María Moix cree que el mundo de la cultura está en crisis desde hace treinta años porque «se ha bajado los pantalones» ante el mundo del dinero y el que manda es «el señor de la calculadora», mientras al intelectual se le ha «tapado la boca» con cifras de ventas y subvenciones. «Ahora toda la culpa la tiene la crisis económica, que, sí, es brutal, pero la crisis del mundo cultural viene precisamente de la época de la abundancia», ha opinado hoy esta ensayista, narradora, traductora, poeta y editora en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), donde dirige el taller Detrás del telón.
Moix recorrerá su obra junto a sus alumnos pero, como cree que los escritores «son muy pesados hablando de sus textos», ha preferido recurrir a otros para explicarla, a aquellos que han marcado su escritura y su forma de concebir la literatura y la vida. Las influencias van desde Katherine Mansfield o Carson MacCullers, que ha elegido por sus cuentos, a la poeta argentina Alejandra Pizarnik, pasando por los intelectuales de la gauche divine de la Barcelona de los setenta.
Moix les hablará del editor Carlos Barral, quien precisamente ya advirtió en el último volumen de sus memorias del cambio que se estaba avecinando. «Si resucitara y se encontrará con que en el consejo de administración de su editorial estaban sentados gerentes y banqueros y ningún escritor, no digo que se hubiera suicidado pero hubiera gritado, se hubiera desesperado», ha afirmado.
«El señor de la calculadora»
Un consejo ocupado por señores con traje oscuro y corbata, calculadora en mano y un lenguaje completamente distinto, ha relatado. «Ese señor de la calculadora es el que hoy manda en las editoriales, en los museos, en las salas de exposiciones, en todo el mundo de la cultura. El responsable ya no es un editor ni un director artístico, es un financiero», ha afirmado. Para Moix, ese «lamentable estado de cosas» que se impuso ya en los ochenta ha sido «nefasto» para el mundo de la cultura, que «se ha bajado los pantalones ante el mundo del dinero».
A su juicio, hace tiempo que se tenía que haber reaccionado ante ese panorama pero lo que ha sucedido es que a «la gente con más voz le ha ido bien» . «Ahora cuando les empiece a ir al mal, supongo que pasará algo», ha aventurado. Cree que el papel del intelectual se ha devaluado porque se le ha «tapado la boca» con cifras de ventas y con subvenciones aunque considera que «afortunadamente» hay excepciones. No obstante ha apostillado que «José Luis Sampedros, hay muy pocos».