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La Marina de Chile: maestra en el arte de mentir

La «Dama Blanca» surca los mares…

Fuentes: http://maximokinast.blogia.com

Con todas sus velas desplegadas cruza los mares La Dama Blanca, el barco escuela de la Armada de Chile, uno de los veleros más hermosos del mundo, hermano gemelo del Sebastián Elcano de la Marina Española. Un año más lleva a los cadetes que han terminado sus estudios a recorrer el mundo en un viaje […]

Con todas sus velas desplegadas cruza los mares La Dama Blanca, el barco escuela de la Armada de Chile, uno de los veleros más hermosos del mundo, hermano gemelo del Sebastián Elcano de la Marina Española. Un año más lleva a los cadetes que han terminado sus estudios a recorrer el mundo en un viaje de graduación y de premio, porque a partir de ahora serán oficiales. ¡Que pena me dan esos jóvenes! ¿Cuántas mentiras habrán aprendido?

La Marina de Chile es maestra en el arte de mentir. Lo hace incluso en sus declaraciones oficiales. Mienten al recordar hechos históricos. Tienen como héroe y guía al Comandante Carlos Condell, que el 21 de mayo de 1879, en Iquique, abandonó a su superior ante el enemigo y huyó cobardemente con su barco, la corbeta Covadonga, aterrado ante la presencia de los acorazados peruanos, a pesar de que minutos antes había contestado ‘All right’ a la orden de Arturo Prat de seguir sus aguas. Pero no sólo desobedeció a Prat, sino al Alto Mando que les había ordenado mantener el bloqueo del puerto peruano de Iquique a toda costa. Condell tuvo suerte. La Independencia, el acorazado peruano que lo seguía encalló en Punta Gruesa y Condell se envalentonó y regreso dando un rodeo para cañonear al barco indefenso que se estaba hundiendo, hasta obligarlos a arriar su bandera. Hay historiadores (no chilenos) que afirman que Condell ordenó disparar sobre los náufragos y sobre los botes salvavidas. No me parece extraño. Es la conducta propia de un cobarde. Que diferente al héroe Arturo Prat, que mantuvo su puesto con su vida. Pero este ejemplo no ha sido seguido por la Armada de Chile. Ya en su época Prat era un estorbo. Un marino que había estudiado leyes era inconcebible. Que tuviera el título de abogado, lo relegaba y degradaba ante los ojos incultos de sus compañeros de armas. Por su edad, por su antigüedad y por haber salvado un barco en medio de una tormenta, al que abordo desde un débil bote, Prat debía de haber tenido un grado más alto en la Armada, pero estaba injustamente postergado. Son los ‘astutos’ como Condell los que brillan en la Marina de Chile.

Ha mentido durante 32 años sobre las víctimas asesinadas, secuestradas, torturadas y desaparecidas en cumplimiento de una Política de Terrorismo de Estado, no sólo suscrita por todos los uniformados, sino que en gran parte ideada por el Almirante Merino, que en sus ratos de semi lucidez propuso a la Junta Golpista la idea de los tres tercios. Un tercio asesinado, otro tercio encarcelado y el último expulsado del país.

Hace pocos meses, el 30 de noviembre del 2004, ha vuelto a mentir en una declaración oficial, con la que espera dar por terminadas las reclamaciones por sus crímenes. En una declaración de siete puntos destacan a simple vista varias mentiras, como por ejemplo:

En el Punto 2 dice: »ni tampoco la Armada posee archivos con informaciones que permitan ratificar o desmentir las denuncias registradas». Eso es falso. La Armada registra y conserva rigurosamente todos sus actos. Está en su esencia llevar registro escrito de todo lo que hacen.

Sigue el Punto 2 diciendo: »Toda la información requerida que obra en nuestro poder fue entregada a la Comisión; lo propio hemos hecho con los tribunales de justicia». Falso. Han tardado más de 30 años en entregar algo de información, pero no han dado los nombres de los genocidas, de los torturadores, ni han dicho que les hicieron, ni donde están los cuerpos de las víctimas.

En el Punto 3 reconoce en una fórmula negativa su participación, diciendo que »nadie podría desconocer que en Chile se violaron gravemente los Derechos Humanos y la dignidad de muchas personas inocentes, por parte de Agentes del Estado» ¿Por qué no lo dice directamente? ¿Por qué ese rodeo del »nadie podría desconocer que»? Pero eso no es grave. La cobardía en el lenguaje está permitida. Lo grave es que sigue pretendiendo engañar cuando dice »por parte de Agentes del Estado». Como todo el mundo sabe, en Chile hubo una Política Oficial de Terrorismo de Estado. ¡Que el mundo no es tonto, señores marinos, y no comulga con ruedas de carreta! Pero ustedes son tozudos, de esos que entran con la viga atravesada y siguen insistiendo en el mismo punto: »En este contexto, algunos miembros de la Armada, desviándose de la recta doctrina, también participaron en estos luctuosos hechos, particularmente durante los primeros meses inmediatamente posteriores al 11 de Septiembre de 1973» No fueron algunos miembros de la Armada, fue toda la Institución, pero eso no quieren reconocerlo. Ni tampoco es cierto que haya sido con posterioridad al 11 de septiembre. A los suboficiales allendistas los torturaron, asesinaron y desaparecieron en agosto de 1973 y eso no lo mencionan.

En el Punto 4 insiste en mentir: »Al respecto, la Institución deja expresa constancia que jamás ha validado y ni siquiera insinuado la aplicación de tortura. La violación de los Derechos Humanos nunca ha sido una política Institucional» Claro que fue una política Institucional y nacional, del Estado de Chile siguiendo instrucciones de los Estados Unidos de América, a través de la CIA y de la Escuela de las Americas. ¿Se han olvidado ya? ¿O no vieron la película Missing? Pero no, ellos, nuestros valientes marinos son más porfiados que los mismos burros y en el mismo punto insisten: »…no podemos sino reconocer que en la cadena jerárquica de quienes estaban encargados de los procesos de interrogación, hubo personas y mandos que cometieron, autorizaron o simplemente permitieron que en los recintos de detención a su cargo ocurrieran tan lamentables hechos. Tales responsabilidades en lo ético y lo penal son estrictamente individuales. En todo caso, la Armada a corto andar enmendó rumbos y eliminó estas prácticas contrarias a su ser íntimo» Mentira, señores marinos, pura mentira. Desde el lenguaje rocambolesco del »no podemos sino» hasta el impreciso »hubo personas y mandos», todo un texto lleno de circunloquios para sacarle el poto a la jeringa, como se dice en chileno. Las responsabilidades no son individuales en las Fuerzas Armadas. La responsabilidad no es delegable, ni siquiera en las empresas privadas. Del Almirante de turno para abajo, todos son responsables. La culpabilidad le compete a los hechores, pero la Armada los encubre. Por eso, por encubridores no han enmendado rumbo, señores marinos. Y no se que quieren decir con eso del corto plazo. Han tardado más de treinta años en reconocer una mínima parte de su felonía y tienen la desfachatez de llamarlo corto plazo.

En el Punto 5 dicen: »Al respecto, estamos disponibles para hacer lo que esté a nuestro alcance, como un gesto de desagravio y reconciliación». Mienten, señores marinos. Si estuviesen dispuestos a hacer algo, lo harían. Venga valientes, a ver si dicen los nombres o dicen donde están nuestros muertos para darles una sepultura digna. Mientras no lo digan, ustedes, señores marinos, son y serán cobardes y mentirosos.

Por último, en el Punto 6, la infamia llega al colmo cuando dicen: »si verdaderamente queremos entender por qué ocurrió en Chile esta suerte de locura colectiva, no podemos abstraernos del clima de polarización y odio que se había generado desde antes de 1973». Están invocando el cuento de los dos demonios, sabiendo que es falso de falsedad absoluta. El odio se generó por instrucciones de la CIA, que inventó incluso la palabra ‘desestabilizar’ para derrocar al Gobierno legítimo y constitucional de Chile. El odio se aprovechó de las profundas desigualdades sociales, de siglos de postergación sufridos por el pueblo y por la gente trabajadora de Chile. Ustedes aprendieron a odiar a sus compatriotas en la Escuela de Las Americas y en las Operaciones Unitas con la flota gringa. Y no sólo aprendieron a odiar a los ‘rotos upientos’ sino a secuestrarlos, a torturar, a asesinar, a profanar cadáveres y a desaparecer los cuerpos y todo eso dentro del marco de una Política de Estado.

La Dama Blanca surca los mares con un mensaje de buena voluntad. Los ingenuos cadetes van ilusionados esperando confraternizar con otros pueblos. Les persigue el recuerdo de la infamia. La tragedia de La Esmeralda, el buque de la Tortura y de la Muerte, por otro nombre conocida como La Dama Blanca.

Si llega a Iquique por septiembre, espero tener el placer de ir a recibirla y preguntarles por la verdad si se atreven a permitirme abordar la nave solo y desarmado.