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La danza de Shiva y el cambio de época

Fuentes: Rebelión

 La milenaria cultura de India explica el Nacimiento, Conservación y Muerte del Universo y, por extensión, de todas las civilizaciones a través del relevo de tres dioses: Shiva (Destrucción) Brahma (Creación) y Vishnú (Conservación)[1]. Nada se escapa a su ley: Todas las épocas han pasado o pasarán por esos ciclos. ¿En qué fase se encuentra la Era del capitalismo salvaje y la creciente rebeldía civil que se palpa por doquier?    

    Existe el pensamiento generalizado de que estamos al final de una época en la que el actual sistema no acaban de morir y las semillas de un cambio histórico no terminan de germinar. Es como si el espíritu regenerador avanzara y retrocediera por oleadas, cual rulos marinos en las orillas oceánicas.

    Algunos creen que ha llegado la hora de Shiva, que con su danza reduce a cenizas todo lo que ha dejado de tener sentido. Tras esa limpieza de valores caducados, su hermano Brahma da forma a una nueva sociedad acorde con los cambios que demandan los tiempos. Ese mundo puede ser mejor o peor que el anterior, eso depende del alma de sus arquitectos. Cuando la obra está terminada llega Vishnú, el “dios de los tres ojos”, que se encargará de conservar el estado de las cosas hasta que éstas empiecen a pudrirse. Cuando ese proceso se complete, Shiva volverá a iniciar su danza, comenzando un nuevo ciclo. 

     El advenimiento de esta nueva época lo explica muy bien, entre otros pensadores, el físico belga Jean Bricmont[2] en su artículo “In Memoriam, Vietnam”, publicado en mayo de 2012 en el diario francés “Le Gran Soir”[3]:

    La lucha de los vietnamitas fue el principal movimiento de liberación del siglo XX, la descolonización. Concienció a una gran parte de nuestros jóvenes occidentales de la tremenda violencia de nuestras democracias en todo el mundo. En su lucha por la independencia nacional, los vietnamitas lucharon por toda la humanidad (..) Después de 1968 la toma de conciencia ha ido desapareciendo poco a poco, disolviéndose en la ideología de los Derechos Humanos, el subjetivismo, la post modernidad y el conflicto continuo de las identidades.

El texto de Bricmont atraviesa, cual flecha de oro, los agujeros de las doce hachas del palacio de Ulises y pone en jaque a todos los pretendientes al trono de Wall Street.

Las crisis de identidades que padecen las personas y los pueblos nos obligan a reinventarnos continuamente, pues los referentes, la conceptual Estrella Polar, mutan a la velocidad de la luz y nos dejan, helándonos el alma, en un vacío aterrador. Cuando eso ocurre necesitamos un modelo, aunque sea una escultura, para rehacernos, reconstruirnos “a partir de la única célula que nos queda sana” o de “un pelo”, como diría Hermann Hesse (el autor de El Lobo Estepario).

La disolución de la conciencia social en la ideología de los Derechos Humanos forma parte de una estrategia -bien diseñada en los centros de poder- que tiende a acallar voces y presentarnos la actual democracia como el mejor de los sistemas posibles. La ética, la virtud, la dignidad y el crecimiento económico neoliberal son excluyentes. Aquel que crea que el éxito del capitalismo y la acumulación de riqueza garantizan nuestro bienestar es un ignorante, un ingenuo, un hipócrita o, simplemente, un malnacido

Numerosos pensadores, economistas, intelectuales, etc. piensan (metafóricamente hablando) que Shiva está a punto de iniciar su danza destructora y regeneradora, y que veremos algo nuevo, a no ser que el 1% de los ricos del mundo, que acapara el 82% de la riqueza global (cifras facilitadas por Oxfam en 2018) demuestre a las masas que se alcanzará, con duros sacrificios y paciencia asesina, el anhelado paraíso terrenal.   

     Yannis Varoufakis, ex ministro griego de Finanzas, remarcó en su día (lo que se acentúa ahora con la pandemia del coronavirus y la subsiguiente hecatombe económica) que el Crash del 2008 supuso un punto de inflexión en el derrumbe del sistema global diseñado por Estados Unidos, país al que considera el gran enemigo de los movimientos sociales que desean construir un sistema basado en la economía del bien común. En su obra “El Minotauro Global” dice:   

   Nada nos humaniza tanto como la aporía, ese estado de intensa perplejidad en que nos encontramos cuando nuestras certezas se hacen añicos; cuando, de repente, quedamos atrapados en un punto muerto, sin poder explicar lo que ven nuestros ojos, lo que tocan nuestros dedos, lo que oyen nuestros oídos” (..) Hemos entrado en un estado de tangible aporía compartida (..) ¿Cómo responder a lo que dicen los políticos cuando los ojos y los oídos le gritan al cerebro?: ¡Eso no es verdad! ¡Las cosas no son así! ¡Lo que yo veo y oigo nada tiene que ver con lo que dicen! [4].

    Con todo lo anterior -y muchas cosas más- no sería extraño que un sabio indio comenzara a tocar su flauta para despertar a Shiva, cuya danza, cuyas pisadas, podrían agrietar el suelo que pisamos y ofrecernos un nuevo universo conceptual que gire en torno al ser humano y el cuidado amoroso de nuestro planeta. Donde el tú y el yo pasen a un segundo plano y solo quede “nosotros y nosotras”.


[1] Los tres dioses forman La Sagrada Trimurti, una especie de Santísima Trinidad, pero con un trasfondo mucho más profundo, no sólo científico sino también metafísico.

[2] Jean Bricmont (1952), “anarquista liberal”, argumenta que “el cuestionamiento de la creencia en Dios pone en duda la legitimidad de las estructuras de poder, y sus métodos de imposición y coerción”.  Bricmont es un acérrimo defensor de Noam Chomski, lingüista, filósofo y activista político estadounidense que ha vertido duras críticas contra el capitalismo y el imperialismo made in USA. Chomski denunció, entre otras cosas, la invasión estadounidense de Vietnam.  

[3] Le Gran Soir es un medio de comunicación que ofrece información alternativa a la prensa del “establishment”.

[4] El Minotauro Global PP. 19, 21, 37. (Ed. DEBOLSILLO)
El blog del autor es Nilo Homérico