Para conocer la evaluación que realiza Wallmapuwen de los recientes anuncios de Michelle Bachelet sobre Política Indígena, conversamos con Gustavo Quilaqueo en Temuko. El dirigente no duda en calificar lo anunciado por la Presidenta como «débil, contradictorio y a todas luces insuficiente». Por ello ve necesario elaborar una agenda propia como pueblo, para avanzar autónomamente […]
Para conocer la evaluación que realiza Wallmapuwen de los recientes anuncios de Michelle Bachelet sobre Política Indígena, conversamos con Gustavo Quilaqueo en Temuko. El dirigente no duda en calificar lo anunciado por la Presidenta como «débil, contradictorio y a todas luces insuficiente». Por ello ve necesario elaborar una agenda propia como pueblo, para avanzar autónomamente en aquellos puntos que el gobierno teme abordar. |
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Gustavo Quilaqueo es Presidente de Wallmapuwen y miembro del Comité Político de la Coordinación de Organizaciones Mapuche (COM), este último un referente donde han confluido importantes organizaciones territoriales desde Arauco hasta la provincia de Aysén. Su prueba de fuego la tuvieron en los pasados Debates Nacionales sobre Políticas Indígenas, impulsado por la Presidenta Michelle Bachelet y cuyos anuncios dio a conocer la primera mandataria el pasado 30 de abril en La Moneda
Para conocer su evaluación de los anuncios de la Presidenta y también el estado de avance en la conformación del partido mapuche que encabeza, Azkintuwe entrevistó al dirigente en Temuko.
– Cuál es la evaluación que hacen de los anuncios de la Presidenta.
– Primero un discurso débil, contradictorio y a todas luces insuficiente. Las propuestas en concreto las estamos evaluando, pero no vienen a ser nada novedoso. Nosotros, como parte de la COM presentamos una propuesta política a la presidenta en La Moneda con el objetivo de avanzar hacia una nueva relación con el estado y lo que se nos ha anunciado claramente no es eso. Fueron anuncios alejados de aquellos elementos políticos que fueron generados por la COM en el Trawün de Quepe. Y todavía mucho más de los planteamientos autonómicos que como Wallmapuwen hemos desarrollado y que están plasmados en nuestro programa político.
– No sirvieron de mucho los informes de Naciones Unidas y otros organismos que recomendaban al gobierno un cambio en sus políticas.
– Pareciera ser que no. La verdad sorprende que el anuncio presidencial ni siquiera recoja el espíritu humanista de las observaciones que estos organismos internacionales le han realizado al estado chileno. Uno se pregunta entonces si esto no será reflejo de la incapacidad crónica de la Concertación gobernante y de la clase política en general, de comprender a cabalidad el trasfondo histórico de nuestras demandas como pueblo y de concebir una manera distinta, avanzada, democrática, de relacionarnos como pueblos distintos, pero que habitamos un mismo territorio. Surge legítimamente esa duda, esa interrogante, más aun cuando vemos que persisten los atropellos a los derechos humanos en el Wallmapu y la propia mandataria ni siquiera de manera simbólica abordó en su anuncio el tema de los derechos humanos, que preocupa a muchos en la zona sur.
– ¿Ustedes plantearon este último tema en los debates? La criminalización de la demanda mapuche continúa en zonas como Lleu Lleu y Ercilla.
– Claramente lo planteamos. Más aun, incorporamos en la propuesta que se sancionó en Quepe varios puntos que hacían referencia a la grave situación de vulneración de derechos que sufre nuestro pueblo. Y no hablo de aquellos derechos colectivos que nos asisten como pueblo y que también incorporamos, sino de la vulneración en Chile de derechos humanos básicos, como el libre tránsito, el derecho a un debido proceso, la libertad de reunión, el derecho a manifestarse, etc. Hicimos patente todo esto y por ello planteamos la liberación de los presos políticos mapuche, establecer mecanismos de reparación para los afectados por la persecución del estado, derogar la Ley Antiterrorista, la desmilitarización de las comunidades y otras medidas. Lamentablemente nada de aquello oímos en el discurso de la presidenta.
– Algunas organizaciones vinculadas a la COM han destacado el punto donde Bachelet habla de incrementar la «participación política» indígena.
– Si, dentro de la generalidad del anuncio se puede destacar aquel punto que habla de abrir espacios a la participación política indígena, pero también es algo que queda muy difuso. Más bien pareciera una declaración de intenciones de la Presidenta y eso no es aceptable de alguien que gobierna un país, menos tras un año de debates y 17 años de relación conflictiva entre el estado y nosotros los mapuche. Aun así, como Wallmapuwen creemos que ese vacío o no definición de una propuesta concreta o agenda que aterrice esas «buenas intenciones», abre una puerta para que el movimiento mapuche tome la iniciativa, elaborando quizás una propuesta propia en materia de participación política. Contamos hoy con los equipos técnicos para hacerlo. Lo claro es que no podemos depender más de los tiempos del ejecutivo.
– Hay anuncios que se repiten desde la administración de Patricio Aylwin.
– Somos conscientes de ello y de allí la molestia que algunos dirigentes plantearon el día de los anuncios en La Moneda. El reconocimiento constitucional y la ratificación del Convenio 169 se han venido repitiendo como promesa en todos los gobiernos de la Concertación. En todos, sin excepción. Y otros anuncios en materia de modificación de leyes sectoriales o mayores presupuestos para programas de asistencialismo son parte de lo que el gobierno debe hacer, lo ordena la Ley Indígena. Que el gobierno anuncie algunas medidas que son calcadas de lo prometido por Aylwin en Nueva Imperial el año 1989, da cuenta de lo poco que se ha logrado avanzar en estas materias en el país. Da cuenta de que la democracia chilena está en deuda con el pueblo mapuche.
– ¿Imposible hablar de «nueva política indígena»?.
– Es una continuidad pero con matices, porque tampoco podemos negar que el tema de la participación política indígena hasta hace unos años no era tema. No existía. Todo se reducía a presupuestos para paliar situaciones de pobreza y lo más avanzado podríamos decir que era la política de compra de tierras. Hoy ha sido el movimiento mapuche quien ha puesto el tema de la participación política sobre la mesa de conversación y eso es un avance. El resto, se persiste en aquel indigenismo clásico que ha caracterizado a Chile, que nos ve más bien como un sector más necesitado de asistencialismo y no como un pueblo, con derechos que subyacen a esta condición. De allí que se anuncie con tanta parafernalia que habrá más plata para programas y subsidios, lo que para nosotros no es el tema de fondo y lo dejamos claramente establecido en las conversaciones con la ministra Hardy.
– Se planteó en un momento que el gobierno daría un paso más allá con estos anuncios. Se habló específicamente de la creación de un organismo indígena autónomo. ¿Aquello fue tratado con las autoridades?
– Eso se conversó. Como Coordinación se planteó en la propuesta de Quepe la creación de un Parlamento Mapuche, una instancia que pudiera actuar como interlocutor ante el estado, en reemplazo de ese Consejo Nacional de CONADI que a todos nos parece un mal chiste. Se habló eso, se testeó el ambiente y en un momento se vio factible por parte del gobierno incluir una propuesta en tal dirección. Pero ojo, no lo ven como exclusivamente mapuche, sino «indígena» a nivel país. Fueron un tema que se tocó con la ministra Clarisa Hardy y el propio ex director de CONADI, Alberto Parra. Era incluso una propuesta que compartíamos medianamente todos los actores del proceso, a excepción de los consejeros indígenas, obviamente, y que hasta horas antes del anuncio presidencial entendíamos estaba incluido en el discurso. Bueno, algo sucedió y finalmente no apareció por ningún lado. Lo que se anunció fue un nuevo respaldo a la CONADI.
– ¿Esperaban ustedes en verdad un cambio con Bachelet?
– Si analizábamos las señales que se daban desde el ejecutivo, desde el discurso de toma de posesión del gobierno, pasando por los anuncios del año pasado en We Tripantu, hasta llegar a las conversaciones sostenidas en el marco de los Debates Nacionales, era posible esperar un cambio, claramente. Había expectativas de un pronunciamiento distinto, no lo podemos negar, de al menos un cambio de orientación respecto de lo que habían sido los anteriores gobiernos de la Concertación. Las señales previas permitían esperar eso, pero no ocurrió y considero que las autoridades han desperdiciado una gran oportunidad. ¿El por qué?… es una pregunta que quizás deba responder más bien la ministra y el gobierno. Por nuestra parte, se hicieron los esfuerzos y vamos a insistir en que aquellos temas de interés para nuestro pueblo sean abordados tarde o temprano.
PARTICIPACIÓN POLÍTICA
– Un sector importante del pueblo mapuche ha puesto el acento en la «participación política» ¿Qué implica avanzar hacia ese punto?
– En primer lugar es bueno aclarar algunos conceptos. Wallmapuwen aspira a obtener para el pueblo mapuche una región autónoma, que ha groso modo estaría constituida por toda la región de la Araucanía y algunas comunas adyacentes que hoy están administrativamente en la región del Biobio y la recientemente creada región de los Ríos. En este marco territorial queremos que se implante un modelo de autogobierno con una Asamblea Regional elegida democráticamente y un ejecutivo de la región que emane de esa Asamblea. La conquista de un régimen autonómico como el que planteamos solo es posible en un contexto de profundización democrática, descentralización avanzada del estado, de ampliación del concepto de participación política, puesto que no se trata sólo de la representación de los individuos de la sociedad si no de un pueblo, el cual vive una situación de colonialismo interno. Por ello no creemos en el indigenismo de estado, que te habla de participación política y te ofrece ampliar el Consejo actual de la CONADI. Creemos que para nuestro caso, otros pueblos podrán tener una opinión diferente sobre su realidad, no constituye una salida viable a más de un siglo de relaciones conflictivas con el estado.
– ¿Cómo compatibilizan esta mirada nacionalista o autonomista de la lucha mapuche, con un gobierno que todo lo observa desde el prisma del indigenismo?
– Es un desafío, sin duda, pero es el escenario que nos toca enfrentar y al cual tenemos que ponerle el hombro. Y esto se materializa ya sea haciendo frente a todos esos fantasmas que la clase política levanta en torno al «separatismo» mapuche y el terror que parecieran sentir al escuchar que en Chile no todos son chilenos. O bien participando de aquellas mínimas instancias de diálogo y debate que se abren a nivel institucional, a objeto de socializar nuestro pensamiento político y propuestas. Obviamente aspiramos a que este escenario adverso cambie en el futuro, eso depende de nosotros. Por lo pronto, estamos convencidos que la viabilidad de un proyecto político autonomista como aquel que plantea Wallmapuwen, pasa por superar la lógica del neo paternalismo e indigenismo de estado.
– Al interior del movimiento mapuche también deben existir sectores con miradas que no necesariamente concuerdan con Wallmapuwen y que se acercan más a posiciones indigenistas.
– Existen y es legítimo, somos un pueblo diverso, no un regimiento. Con las organizaciones que componen la COM hemos madurado relaciones y establecido acuerdos en aquellos puntos que nos unen, dejando a un lado las diferencias tácticas y, quizás algo no menor, las eternas rivalidades por pequeñeces que tanto daño han causado en otros años. En el tema de la participación política, por ejemplo, la COM propuso una instancia de representación e interlocución política autónoma, de carácter nacional como Pueblo Mapuche. Se habló para ser más claro de un Parlamento Mapuche, es lo que se acordó en Quepe. Ahora bien nosotros insistimos en la base territorial que debe tener cualquier estructura de representación mapuche y la COM así lo plantea en el caso de un parlamento. Ahora, ¿cuál debe ser esa base? es un proceso abierto al interior de la COM, lo importante que ya hay un punto en común y por ello nos plegamos a esa propuesta.
– Un ejercicio de negociación política interna.
– Absolutamente. Las otras organizaciones, retomando el punto anterior, apoyaron también algunas de nuestras medidas políticas, como avanzar hacia una mayor descentralización del estado, la reforma al sistema electoral binominal, la elección popular de los CORE y otras medidas tendientes a democratizar las relaciones políticas a nivel del estado y, principalmente para nosotros, al interior del País Mapuche. Algunos lo hicieron porque también reconocen esos temas como prioritarios para sus agendas y otros simplemente porque así se construyen alianzas, aceptando la visión del otro. Es esto lo que nosotros más destacamos de lo conseguido por la COM, el grado de confluencia y articulación de estrategias comunes que se ha logrado. Y si bien surgió como una instancia instrumental de coordinación, creemos que debe ser fortalecida y proyectada en el tiempo.
– ¿Independiente de los resultados del diálogo con el gobierno?
– Como Wallmapuwen vemos que existe la posibilidad de avanzar hacia una nueva fase del movimiento mapuche. Se ha pasado de la protesta a la propuesta, con equipos técnicos que se han fogueado y que han encontrado un lugar para hacer su aporte, hablo de jóvenes profesionales, varios de ellos militantes de nuestra organización, que han apoyado el trabajo de los dirigentes y el Comité Político de la COM. Eso es un valor agregado que tiene la COM y que debiéramos resguardar. Independiente de los resultados del diálogo con el gobierno, esta coordinación de organizaciones que abarca desde Arauco hasta Aysen, más otras zonas que debiéramos hacer el esfuerzo por acercar, bien podría ser la base para estructurar aquel Parlamento Mapuche que hemos propuesto al estado. Esa podría ser una de sus proyecciones, por ejemplo. Y eso en último caso no depende del gobierno, sino solo de nosotros.
– Sobre aquellas otras organizaciones que no participan de la COM. ¿Qué opinión les merecen procesos paralelos, como los impulsados por la Coordinadora Arauco Malleco o el propio Consejo de todas las Tierras?
– Puedo señalar que Wallmapuwen valora la existencia y aportes de otros referentes en la historia y persistencia del movimiento mapuche. Como organizaciones que componemos la COM hemos optado por la articulación y el avanzar en una propuesta política hacia el estado en su conjunto. Es lo que puedo señalar. Me parece que los caminos y procesos políticos que otras organizaciones impulsan debieran ser comentados por ellos. En lo personal soy respetuoso del trabajo de otras organizaciones.
EL PARTIDO MAPUCHE
– En qué pie avanza el proceso de organización partidaria que impulsa Wallmapuwen.
– Avanza en buen pie. Hemos consolidado un número base de militantes que están estructurando la Campaña de Inscripción y Legalización del Partido, proceso que iniciaremos a mediados de este 2007, y eso nos tiene activos, trabajando, entusiasmados y comprometidos. El año pasado logramos dar forma a nuestra hoja de ruta, el primer programa político de gobierno que una organización mapuche presenta ante su pueblo y ello nos permite hoy contar con un marco ideológico propio, lo que claramente nos diferencia de otros partidos que, siendo de derecha, centro o izquierda, representan a fin de cuentas al nacionalismo chileno en el Wallmapu.
A partir del lanzamiento de nuestro programa político hemos concretado además una serie de encuentros y visitas a comunidades, organizaciones mapuche de base, etc., ello con el objeto de plantear nuestra propuesta política y en algunos casos establecer nexos que nos permitan forjar alianzas de mediano y largo plazo. Hemos establecido relaciones con organizaciones mapuche-williche de Chiloé, concretado reuniones con comunidades de Pargua, Freire, Lautaro, Carahue, Cañete, últimamente visitamos Ercilla, así vamos dando a conocer nuestra propuesta. Cada día más gente nos invita a visitarlos, lo que también evaluamos como una buena señal.
– ¿Aspiran a presentar algunas candidaturas el 2008?
– Absolutamente, hacia allá apunta el iniciar en pocos meses el proceso de inscripción y legalización del Partido, proceso que calculamos finalizará a mediados de abril del 2008. Queremos estar en las municipales del próximo año, será una variable para medir nuestra seriedad y capacidad política en el Wallmapu. Sabemos cuáles son las comunas y localidades donde hay más posibilidades, pero es indiscutible que la alianza con otros referentes mapuches será clave. Hemos conversado con dirigentes de otras organizaciones que ya han participado de este tipo de contiendas electorales y es claro que ni ellos ni nosotros por separado podemos alcanzar logros significativos.
Hay principios de acuerdo, falta concretar cosas. Contar con el partido es vital, es como un finasangre ensillado que queremos poner a disposición del movimiento. Muchos hermanos, candidatos independientes a concejales o alcaldes en las pasadas elecciones se vieron obligados -por la ley electoral- a montar caballos carretoneros que les prestaron los partidos chilenos. La idea es terminar con eso. Tenemos los cuadros técnicos, la capacidad de gestión, un programa atractivo para la ciudadanía local, mapuche y no mapuche, hay que atreverse.
– Algunas críticas al partido apuntan a qué estaría validando el sistema antidemocrático que caracteriza Chile. ¿Qué opinión les merece ese comentario?
– Esa es la parte vacía del vaso. Queremos abocarnos a la parte llena, aquella que nos da la posibilidad de poner en discusión e interpelar precisamente este «tipo» de democracia que se nos impone. Una primera interpelación será al momento de abordar los requisitos de legalización del partido, profundamente adversos a cualquier sector político minoritario. Queremos ver qué sucede, esperamos legalizarnos, a ello nos abocaremos, pero será interesante generar a la par un debate. Y no solo por nosotros los mapuche sino también por otros sectores excluidos a nivel regional. ¿Por qué en Chile sigue vigente una Ley Electoral restrictiva que impuso la dictadura de Pinochet? ¿Por qué no es posible la formación de partidos regionales? Son preguntas importantes. Y luego, bueno, la lucha por la democratización de la vida política en el Wallmapu es un objetivo primordial.
No se trata entonces de participar en el sistema político para validarlo. El sistema creo se valida por si solo, no necesita de nosotros y creo que más disfruta viendo a las personas protestando desde el margen, desde la vereda del frente. Nuestra aspiración de competir en la arena política busca crear las condiciones para nuestra autodeterminación nacional, un concepto macro que forma parte del discurso de muchos dirigentes e intelectuales mapuche. Ahora, eso sin acción política no es más que poesía. En lo concreto, se necesitan avances en lo institucional, generar cambios, forzar los cambios. Lo institucional tampoco es el único camino para Wallmapuwen, esta la protesta social, incluso la desobediencia civil, son vías que los partidos de pueblos sin estado utilizan en pos de sus objetivos. Por lo pronto creemos que hay voto mapuche para conquistar poder local y desde allí también avanzar. Solo hay que convencerse, trabajar y trabajar.
– Otros referentes plantean reconstruir más bien institucionalidad mapuche.
– Esta bien, son agendas de cada organización. Jamás hemos planteado que el nuestro sea el único camino, existen muchos otros. El tema de la institucionalidad mapuche es bien complejo, nuestra sociedad adaptó sus instituciones a las condiciones históricas que le tocaba enfrentar. La institucionalidad mapuche del siglo XVI no es la misma que aquella del siglo XIX, entonces es complejo. Puede ser un bonito debate académico, pero nosotros queremos hacer política. Hoy en día las instituciones de gobierno, sean comunales, provinciales o regionales, están validadas en nuestra sociedad, nos guste o no. La participación mapuche en elecciones, ya sea como votante o candidato existe, es real e incluso una conducta cultural muy arraigada en nuestra gente a nivel rural. La historia del movimiento mapuche en el último siglo lo demuestra. Negar esto es pretender que la realidad se adecue a tu visión de las cosas, una desviación que en política resulta a menudo un desastre.