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La cooperativa Aragó Cinema de Valencia presenta la película “Clase valiente. El poder de las palabras”

«La derecha lleva 50 años mandando en el mundo… Algo habrá hecho en materia de comunicación»

Fuentes: Rebelión

¿Pueden las palabras cambiar el mundo? Con esta pregunta se presenta la película «Clase valiente. El poder de las palabras» en Twitter. Estrenada el dos de junio, el documental de 75 minutos dirigido por Víctor Alonso Berbel incluye la explicación de una veintena de analistas, comunicadores y periodistas sobre cómo la realidad muta en función […]

¿Pueden las palabras cambiar el mundo? Con esta pregunta se presenta la película «Clase valiente. El poder de las palabras» en Twitter. Estrenada el dos de junio, el documental de 75 minutos dirigido por Víctor Alonso Berbel incluye la explicación de una veintena de analistas, comunicadores y periodistas sobre cómo la realidad muta en función de los términos usados para definirla. Ante el espectador exponen sus ideas los periodistas Owen Jones e Iñaki Gabilondo; el doctor en Ciencia Cognitiva y Lingüística, George Lakoff; el politólogo y diputado Íñigo Errejón; los consultores Luis Arroyo y Antoni Gutiérrez Rubí; la catedrática de Lengua Española en la Universitat de Barcelona, Estrella Montolío; y el autor de «Storytelling. La máquina de fabricar historias y formatear las mentes», Christian Salmon, entre otros. Producida por Compacto y por Fractal 7, el filme ha sido reconocido y premiado en los festivales Docs de Barcelona y Abycine de Albacete. El 14 de junio fue presentado en la Cooperativa Aragó Cinema de Valencia.

El documental sostiene la tesis de que el lenguaje construye la realidad, que asimismo puede transformarse mediante las palabras. Esto ocurre mediante un proceso lento y en buena medida inconsciente. Los autores defienden otra idea central: resulta imposible, mediante la elección de las palabras, no «hacer» política. El punto de partida es la entrevista, primera del filme, con el profesor de la Universidad de Berkeley (California), George Lakoff, autor de «No pienses en un elefante» (2007) y «Política moral: cómo piensan progresistas y conservadores» (2016). El primero de los libros, que se titula como el símbolo del Partido Republicano estadounidense, aborda los progresos de esta formación desde la era Reagan. Según Lakoff, el ser humano piensa en términos de marcos de referencia o «frames», y con metáforas. En ese contexto, la derecha norteamericana ha difundido marcos mentales como «defensa fuerte», «mercados libres», «impuestos bajos», «menos gobierno» y «valores familiares».

Jan Matheu, guionista del documental junto a Víctor Alonso Berbel y Borja Barrera, comparte una de las grandes inquietudes de Lakoff: ¿Cómo es posible que la ideología de derechas, que teóricamente beneficia a una minoría, se haya convertido en mayoritaria? «Mediante el modo en que ‘enmarcamos’ y las palabras que utilizamos, se apela a la moral de las personas y a lo que estas creen es correcto; esto les hace decidir el voto y sobre los asuntos cotidianos», explica Matheu. Pueden citarse múltiples ejemplos de palabras que remiten a diferentes marcos cognitivos, y cuyo uso no resulta inocente. Uno de tantos, la distinción entre «gastar» (dinero que no revierte en nada a cambio) e «invertir» (capital que generará algo nuevo) en las discusiones sobre el llamado Estado del Bienestar. Otro ejemplo mencionado por el productor y guionista es el del término «patria», que en España ha arraigado en la derecha más nacionalista, pero al que Podemos ha dado otro uso. Un «patriota» vendría a ser, en este lenguaje «alternativo», un defensor de los servicios sociales de calidad y las pensiones dignas.

En la película la profesora Estrella Montolío explica la estrategia empleada por la actual alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, para enfrentarse a la exportavoz del PP en el consistorio, Esperanza Aguirre, durante la campaña electoral de mayo de 2015. Se trataba de desactivar la hostilidad de la lideresa que dos años después dimitió por el «caso Lezo», quien se caracterizaba por un estilo muy áspero y bronco. A Carmena le resultó muy efectivo un discurso de esta guisa: «¿Cómo vamos a pelearnos tú y yo si somos dos personas mayores? ¿Cómo vamos a decir mentiras? Podemos simplemente hablar y decir la verdad». Introduce otra clave el periodista Owen Jones, quien se dio a conocer especialmente por «Chavs: la demonización de la clase obrera» (2011) y en 2015 publicó «El establishment: la casta al desnudo». El escritor británico expone en el documental la Teoría de la Ventana Overton (por el politólogo estadounidense Joseph P. Overton), que establece el marco del sentido común, lo razonable y políticamente realizable en cada momento. Fuera de esa ventana queda lo «absurdo», «radical» y políticamente imposible.

«Pero la ventana se puede ir moviendo, y es lo que ha hecho la derecha», apunta Jan Matheu, quien se remite a la moción de censura planteada por Podemos al gobierno de Rajoy los días 13 y 14 de junio. «Pese a los más de 60 casos de corrupción del PP, se ha dicho que la moción es un ‘circo’ y sólo responde al provecho personal de quienes la presentaron», explica el guionista. «Pero en cualquier otro país se hubiera considerado ‘normal’ y nadie la habría discutido».

Matheu estudió comunicación audiovisual en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y el documental «Clase Valiente» se corresponde con el trabajo de final de Grado que comenzó con Víctor Alonso Berbel y Borja Barrera. Actualmente trabaja en el guión de otra película, «Plantación», que cuenta el funcionamiento de un ingenio azucarero en la República Dominicana. El autor concluye que las condiciones de esclavitud y extrema pobreza de la mano de obra respondían a una planificación deliberada. Tras la proyección de «Clase Valiente», Jan Matheu responde a preguntas sobre la relevancia de las palabras y los relatos en la política actual. ¿En qué lugar quedan los hechos, la realidad y la verdad si se otorga todo el poder a los discursos? «Los hechos nos han de llevar a que nos realicemos las preguntas básicas: quiénes somos como colectivo, cuáles son nuestros problemas y cómo podemos resolverlos», sostiene el productor y guionista, que parte de Lakoff para su explicación. Además «el lenguaje es la política, no ha de entenderse como la ‘tapadera’ o propaganda que pueda hacerse después».

¿Existe hoy una inflación de relaciones públicas, jefaturas de gabinete, departamentos institucionales de comunicación, argumentarios, asesorías y consultores dedicados a la publicidad política? «La respuesta puede ser afirmativa, si uno piensa que estas herramientas han de estar en manos exclusivamente de los técnicos; pero cuestión diferente es si los conocimientos sirven a la ciudadanía para protegerse de la manipulación; me parece esencial que se sepa el modo en que se tejen los discursos». Además, el guionista de «Ciudad Valiente» subraya que así como la izquierda no se plantea si se tiene o no que profesionalizar la comunicación, la derecha lleva 50 años haciéndolo, «y resulta imbatible alrededor del mundo; algo en materia de comunicación habrán hecho…».

Jan Matheu explica que para «jugar» a la política convencional, si una organización pretende competir, o asume las reglas establecidas o la única «alternativa» reside en la conquista directa del poder; «Y si no, lo tiene crudo». El final de la argumentación resulta demoledor: «Mientras pensamos cómo hemos de comunicar, siendo sinceros e intentando no engañar ni manipular, hemos sufrido dos reformas laborales y la Ley ‘Mordaza'». ¿Qué diferencias separan a la comunicación política actual de las estrategias de Joseph Goebbels, la propaganda difundida durante la guerra de 1936, la cartelería antifascista o el «paz, pan y tierra» de Lenin? «Creo que hay una cierta tradición marxista -destaca Matheu- que parte de una premisa que hoy cuesta validar: si decimos la verdad, la gente la escuchará y les convenceremos; pero incluso hay veces en que decir las cosas crudamente, puede desactivar las ganas de entenderlas; ha ocurrido con la ‘crisis’ de los refugiados o la guerra de Iraq… También hay investigaciones detalladas y medios alternativos, pero por alguna razón no se activa la respuesta».

La activista y miembro del Consejo Ciudadano Autonómico de Podemos en el País Valenciano, Ana Fornés, destaca la importancia de que los movimientos sociales construyan una narrativa «propia» y «transformadora»; sin embargo, «también corres el riesgo de quedarte en el gueto, perdido en luchas internas y cuestiones meramente organizativas». Por ello, el reto consiste en trascender los ámbitos de la estricta militancia, y hacerlo sin que pierdan fuerza los discursos antagónicos. Además el problema con el lenguaje lo viven en ocasiones los mismos activistas: «entramos en espacios distintos a los de la militancia habitual y a lo mejor no entendemos los códigos». Otras veces los límites no resultan tan claros: «Podemos caer en el ‘reformismo’ o en legitimar aquello que se impugna, por ejemplo cuando se habla de respeto a los derechos humanos en los CIE y no de su abolición». En el día a día se afrontan contradicciones. «En alguna ocasión los activistas nos pronunciamos con una especie de superioridad moral, y mucha gente puede no conocer qué ocurre dentro de un CIE o que en el estado español se tortura», explica Ana Fornés.

Cuando el gobierno de Rajoy se refiere al «envejecimiento activo» plantea realmente que los mayores trabajen; la reforma laboral favorece la denominada «movilidad exterior» de los jóvenes; y un abaratamiento del despido permitiría una mayor «flexibilidad» y freno a las rigideces del mercado laboral, señala el Inspector de Trabajo y Seguridad Social, y miembro del Consejo Ciudadano de Podemos, Héctor Illueca, como ejemplos de manipulación lingüística. Si en la comunicación política actual han de tomarse los marcos de Lakoff como punto de inicio, ¿qué espacio queda entonces para la comunicación emancipadora? «Han de oponerse marcos ‘alternativos’ que mantengan un pie por delante y otro en el sentido común de la gente; pero sin que ello suponga la renuncia a nuestra ideología ni modo de entender el mundo». Illueca constata que todos los partidos políticos hacen valer discursos «impositivos», para que las personas los compren. Sin embargo, añade, la política emancipatoria ha de hacerse con «pedagogía de masas». El activista advierte de algunos riesgos: en la cuestión de los lenguajes y el discurso, resulta capital no perder de vista la noción de Verdad. Para no incurrir en la «neolengua» orwelliana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.