Elegidos los convencionistas que redactarán la nueva Constitución, la derecha y El Mercurio, vocero de los empresarios y de la oligarquía criolla, se han puesto en campaña para tratar de imponer los temas y reglamento que debería imperar en la Convención Constitucional que redactará la nueva Constitución.
Su estrategia es promover debates vía Emol-TV, algunas radios y los noticiarios y matinales de televisión, siempre prestos a la voz del amo. Las palabras que más se escuchan a los invitados de siempre (derecha pinochetista y derecha solapada), y a los periodistas-animadores de siempre, son: gobernabilidad, acuerdos, capacidad de diálogo, respeto a la institucionalidad, etcétera. Es decir, a su gobernabilidad (1973-2021); a sus acuerdos (1987-2021); a sus diálogos en la cocina (1990-2021); a su institucionalidad pinochetista-empresarial (1973-2021). La idea es aportillar la convención, tratando de formar una mala imagen pública de los convencionistas que no “respeten” la institucionalidad (léase republicanismo portaliano) y se nieguen a los acuerdos (con la derecha, obviamente) porque de lo contrario no habrá gobernabilidad. O sea, no han entendido nada, y si entendieron siguen pensando que el pueblo es insensato e incapaz de regir su propio destino. Pues bien, la derecha debería entender de una vez por todas que el pueblo ya no es esa “chusma inconsciente” a la cual Arturo Alessandri, en los años veinte, vapuleaba y sobaba el lomo a la vez: “Mi querida chusma inconsciente”. Hoy la “chusma” piensa, estudia, lee, exige sus derechos. No se trata de un breve desvío emocional, berrinches de niño o pecados de juventud que pronto pasarán, como han pretendido instalar, subrepticiamente en sus discursos, académicos como Carlos Peña y Lucía Santa Cruz, por ejemplo. El resultado de la convención es claro, la derecha no tiene nada que hacer contra lo que decidió el 80% de los electores. La república portaliana y el pinochetismo deben ser erradicados de cuajo para dar paso a una república democrática, cuya democracia quede definida constitucionalmente como “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”. Es decir, en las “Bases de la institucionalidad/ Fundamentos de la República”, Capítulo 1. Artículo 4, que debería decir: “Chile es una República Democrática, cuya democracia se define como: “El gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”. Su ejercicio se realiza por el pueblo a través del plebiscito y de elecciones periódicas y, también, por las autoridades que esta Constitución establece. Ningún sector del pueblo ni individuo alguno puede atribuirse su ejercicio por sí mismo, ni siquiera el presidente, poder legislativo o poder judicial. El tribunal constitucional es y será siempre, el pueblo convocado en plebiscito”.
La oligarquía criolla-pinochetista, herida en su soberbia latifundista, afila sus garras y echa mano a personajes que con ridiculez y vanidad intentan imponer “verdades” que intimiden a la opinión pública e influyan en las decisiones de los convencionistas del pueblo. Tenemos varios ejemplos: La periodista Constanza Santa María pregunta en un programa de TV a la convencionista del pinochetismo, Marcela Cubillos, si aceptaría ser la presidenta de la convención. Es decir, intenta igualar a derrotados con victoriosos, aunque sabe muy bien que eso sería imposible, y si no lo sabe significa que todavía permanece en su burbuja, lo mismo que su colega Matías del Río. Lisa Zanotti, investigadora de la UDP, a quién Emol presenta como “experta en populismo”, expresa que “la Lista del Pueblo es un tentativo para canalizar el malestar, pero hay que ver hasta qué punto representa a los chilenos”. Habla de la abstención en las elecciones y de “la necesidad de que se fortalezcan los partidos políticos”; esto último es lo que también defienden Francisco Vidal, Camilo Escalona, Ximena Rincón Yasna Provoste, Heraldo Muñoz y un largo etcétera de portalianos acomodados en sus poltronas partidarias. En entrevista en radio Bío-Bío, el exalmirante Jorge Arancibia, pinochetista entre los pinochetistas agrega que “la Lista del Pueblo no es unitaria, fuerte o poderosa”, y de paso cuestiona y pone en duda, en tono de sorna, que la Constitución incluya el derecho a la vivienda digna, agregando, como guinda de la torta, que está disponible para presidir la Convención Constitucional. Por su parte, Ricardo Neumann, convencionista de la UDI dice que la Constitución “si no es desde el diálogo va a quedar laberinto”, o sea, desde el diálogo oligarca de siempre. En palabras de Teresa Marinovic sería que los “flaites” deben conversar (léase aceptar) las condiciones de la derecha. Recordemos que la filósofa convencionista afirmó en televisión, que “la pregunta que hay que hacerles a los chilenos es si les parece bien ese tipo de persona marcando los destinos del país (en la nueva Constitución)”, dejando claro, tácitamente, que para ella los flaites son aquellos que piden justicia social y el fin de la explotación de los trabajadores.
Como se demuestra, el acecho a la Convención Constitucional y los convencionistas “díscolos” como los conceptúa la derecha derrotada está en marcha, y prepara cada día artillería en su contra. No sería raro que, más adelante, irrumpan en las tinieblas de la derecha, como asesores privilegiados, los mefistofélicos Enrique Correa y Andrés Zaldívar. Claro, en nombre de Dios y la Patria. Pero ojo, el “flaiterío” no se rinde, y permanece atento. Téngase presente.
Columna en radio Cooperativa: https://opinion.cooperativa.cl