Los resultados de las elecciones presidenciales en Chile, que significaron la derrota de la Concertación han provocado una serie de comentarios y análisis no sólo en el país, sino también fuera de él. Los análisis desde dentro de la Concertación -pasados los primeros días- han sido controlados desde un principio. A su pesar reconocen la […]
Los resultados de las elecciones presidenciales en Chile, que significaron la derrota de la Concertación han provocado una serie de comentarios y análisis no sólo en el país, sino también fuera de él. Los análisis desde dentro de la Concertación -pasados los primeros días- han sido controlados desde un principio. A su pesar reconocen la derrota, pero tienden a evitar a toda costa que se produzcan quiebres y que se dañe la imagen de la Presidenta. El lema pareciera ser «cuidar» la unidad por sobretodas las cosas. Eso quedó claro, después de sus respectivas reuniones el fin de semana pasado (23 y 24 de Enero) todos los partidos decidieron «mantener la unidad», «no ahondar en el análisis profundo de la derrota» y preparar los recambios necesarios para el próximo período, sin que los líderes salgan dañados. Así en la Democracia Cristiana (DC) confirman en su cargo a Juan Carlos Latorre, en el Partido por la Democracia (PPD) proponen de nuevo a Pepe Auth como candidato a presidente, en el Partido Radical Social Demócrata (PRSD) vuelve José A. Gómez de presidente y en el Partido Socialista (PS), Camilo Escalona negocia saliendo sin ni un rasguño y asume Fulvio Rossi hasta nuevo aviso. La autocrítica, el reconocimiento de los errores y las responsabilidades personales estuvieron ausentes en todos ellos.
Si alguien pensó que la derrota provocaría una necesaria y exhaustiva evaluación, para poder diseñar la estrategia futura, se equivocó. Más fácil es echarle la culpa a ME-O y a las platas de la derecha.
Es probable que haya un cambio de discurso, nuevas estrategias en lo político, pero buscar en lo profundo, nada. Es casi seguro que la Concertación seguirá existiendo. Hasta el instante no se ven fisuras, salvo uno que otro grito aislado. Manipularán de nuevo a las bases, a la CUT, pero eso de hablar de estar en sintonía con la gente, creo que no, porque eso es una contradicción. El desarrollo del modelo económico del cual son confesos seguidores, no permite «servir a dos señores» no pueden estar bien con los empresarios y al mismo tiempo con los intereses de los trabajadores y pueblo pobre en general. Por eso no cambiarán. Porque tienen que seguir defendiendo el sistema y eso supone dejar los intereses de los más pobres y de los trabajadores en segundo plano.
El futuro de la Concertación es aún incierto, pero no es nuestra principal preocupación. El punto central que me interesa abordar son las implicancias de la derrota de la Concertación en el campo de la Izquierda chilena.
Partamos por definir la izquierda. Sin que a nadie le preocupe, se acepta llamar a la Concertación una alianza de centro-izquierda. Suponiendo que el centro es la DC, el PRSD y PPD y la Izquierda, el PS. Es diferente cuando la derecha llama a alguien de Izquierda o lo hacen desde otros sectores. En EEUU, para los ultraconservadores, Obama es de Izquierda. En Chile, para la derecha el PS y PPD y obviamente el PC son de izquierda, Más allá del PC son todos terroristas.
El PS, se define asimismo de izquierda, heredero del legado de Allende, dueño de los símbolos y dicen ser socialistas moderados. Sin embargo, desde un punto de vista mucho más serio, no hay duda que los símbolos y los timbres no avalan para nada los principios que sustentan este partido. Abandonaron el Marxismo-leninismo como base de principios y método de análisis de la realidad. Han ocultado de modo deliberado el legado de Allende, sólo han conservado el monumento. Han abrazado el capitalismo como forma de organización social y económica, y no hace diferencia de si es de mercado social o no. Destruyeron conciente y sistemáticamente la organización nuclear que daba sustento a la democracia interna y el desarrollo de las ideas, para convertirlo en un partido asambleísta útil al apetito de caciques y padrinos, más dispuestos a utilizar el partido para manejos oscuros, adquirir poder dentro del gobierno y servirse del Estado para objetivos personales.
Eso inevitablemente condujo al alejamiento de las bases y al corte de su cordón umbilical con los trabajadores y gente pobre. Cuando se elige el capitalismo, se pasa al lado del enemigo de la clase obrera. (Muchos ven estas reivindicaciones del marxismo y del concepto de clase como «análisis anacrónicos» de «los que se niegan a ver la nueva realidad», «de los que no dan cuenta de los nuevos tiempos», pero la realidad es más porfiada y esos enunciados siguen vigentes). De manera que este PS no tiene absolutamente nada que ver con el PS que tenía en su interior sectores que reivindicaban el socialismo y postulaban un camino revolucionario. En otras palabras se puede afirmar que al interior de la Concertación NO HAY IZQUIERDA, al menos como siempre la definimos en Chile. Ni siquiera en el discurso se parecen nada a la izquierda, porque hoy hablan del «progresismo» sin que digan que es eso, pero todos sabemos que no es sino neo-liberalismo y economía de mercado.
Si vamos a hablar de izquierda, tenemos que empezar por el Partido Comunista (PC). No se puede negar que es un partido con principios y con un programa mínimo que busca la defensa de los intereses de los trabajadores. Se puede estar en desacuerdo con sus tácticas políticas, en especial aquellas que tienen que ver con su histórico apego a tratar de construir su fuerza propia y la fuerza del movimiento popular a través de la participación en la institucionalidad, pero no se puede cuestionar su condición de partido de izquierda.
Por eso están felices, hoy, de haber elegido tres diputados y volver al Congreso por primera vez después del golpe militar en 1973. La presencia actual allí del PC, podría tener importancia en la medida que logre abrir espacios para el desarrollo de un proyecto de izquierda mucho más claro que haga la diferencia en los sectores más marginados y sin protección; y que ayude a instalar un nuevo concepto de cambio radical. Pero también existe el peligro que el PC se sume a las posiciones de la Concertación para hacer oposición al nuevo gobierno de Piñera. De hecho algunos dirigentes han anunciado formar un bloque con la Concertación. Si lo anterior sucediera, provocaría un desdibujamiento de su perfil de izquierda y de nuevo una vuelta al pesimismo y la desconfianza de parte de los sectores populares, que no creen en quienes dicen estar del lado de los más necesitados pero inventan componendas, al estilo de los políticos del pasado, para empujar sus propios intereses y sin un discurso que hable de socialismo.
Y para muchos, pareciera que hasta allí llega la izquierda, pues los demás pasan a ser anarquistas sin proyectos, terroristas interesados sólo en la violencia y en el mejor de los casos «soñadores» de utopías del pasado, desfasados en el tiempo que «no quieren ver la nueva realidad.
Pero la realidad es que más allá de PC existe otra izquierda, que sigue creyendo en un proyecto socialista que no es necesariamente el socialismo de hace 40 años atrás. No es cierto que esta izquierda no dé cuenta de los cambios del capitalismo y de la sociedad del siglo XXI. Es una izquierda, en la que parte de ella, sigue trabajando por el desarrollo de las ideas marxistas y el análisis de la realidad utilizando métodos científicos, y que sigue creyendo en la vigencia de la Revolución.
Esta otra izquierda no tiene un discurso moderado, porque no tiene aspiraciones de participación -o forma de crecimiento- en la institucionalidad vigente. Ahora, es claro como el agua que su situación es precaria, que esta mal organizada, que sus herramientas ideológicas son débiles (la lucha contra la represión cultural e ideológica de la derecha y la Concertación no ha sido fácil), y su inserción social (en lo laboral, estudiantil y poblacional) es igualmente escasa. Pero sus ideas siguen siendo una alternativa a considerar. Es más, hay esfuerzos titánicos en desarrollo en busca de la unidad y aunque muchas de estas iniciativas no consigan todos sus objetivos, son válidas por el precedente que van dejando y porque permiten que los militantes de esta izquierda se vayan conociendo mejor.
Entonces, en mi opinión, no se puede reducir la izquierda sólo a la tradicional. Existe esta otra muy débil aún, pero esta ahí; y es necesario considerar cual va a ser su conducta en esta nueva situación de gobierno de derecha.
Desde el punto de vista de esta izquierda, la derrota de la Concertación significa que el espacio será un poco más claro en cuanto a la verdadera cara del sistema, sin el maquillaje de la Concertación y podría mejorar las condiciones para crear conciencia y estimular el desarrollo organizacional y así enfrentar de mejor manera las arremetidas que impulsará Piñera.
No sin dificultades, porque Piñera es un experto en demagogia y sabrá manipular la opinión pública. No olvidemos que maneja un tremendo aparato comunicacional que incluye diarios y televisión. Con la excepción del Siglo y Punto Final, no hay más prensa masiva opositora, ya que la Concertación optó por deshacerse hace muchos años de la prensa que se había desarrollado en la lucha contra la dictadura. Lo que viene, sin dudas, es muy interesante desde todo punto de vista. Esta izquierda no-institucional podría jugar un rol importante en el desarrollo de una plataforma unida de enfrentamiento al gobierno de los empresarios que encabezará Piñera. Debería estar atenta al desarrollo de los acontecimientos y visualizar el espacio sobre el que pisa y sacar el mayor provecho posible para la causa, a pesar de todas sus debilidades, para llevar a cabo una línea de acción y movilización.
Como se ve, no es sólo tarea de la Concertación diseñar una conducta frente al gobierno de derecha. También lo será para la verdadera izquierda la cual tiene el difícil desafío de aprovechar con inteligencia, claridad y organización las contradicciones de clase que el gobierno de Piñera indudablemente ira generando. De hecho ya conocemos cual serán algunas de sus prioridades, privatizar CODELCO, quitarle los beneficios de indemnización a los trabajadores e imponer la «flexibilización laboral».
La derrota de la Concertación nos pone en un escenario diferente a todos los conocidos en los últimos veinte años. La derecha vuelve al asalto de La Moneda y de Chile, esta vez con los votos de una mayoría de los electores. Podría ser una buena oportunidad para la Izquierda para crecer, para convertirse en alternativa y para volver a levantar un programa propio y devolver la esperanza a un pueblo que al momento no tiene ninguna alternativa.
* El autor es miembro del Colectivo PENSARAXION, organización de educación popular.