El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha puesto el límite para la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en noviembre de 2013. Si en ese plazo se firma un acuerdo en La Habana, Obama tendrá una buena justificación para pasar a la historia como el presidente de Estados Unidos que hace, […]
El final del bloqueo sobre Cuba a cambio de la desmovilización de las FARC se puede considerar una especulación sin sentido, pero parece que hay suficientes indicios acumulados como para no cerrar los ojos ante el posible rompecabezas. Sería una buena carambola a cuatro bandas. Buena para Fidel Castro, que no se muere sin vencer al bloqueo. Buena para Estados Unidos si considera más importante controlar Colombia que escarmentar a la isla cuando ya no hay motivo. Buena para el Gobierno de Venezuela, que puede manejar mejor sus dificultades apoyando un proyecto electoral en Colombia en vez de ser el refugio de la guerrilla. Y buena para la integración latinoamericana en torno al poder emergente de Brasil.
No es fácil discernir si sería buena para las FARC y, lo que es más importante, para Colombia. Pero en el encaje de intereses no creo que se considere determinante.
Los susurros de Washington
El consejero adjunto de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ben Rhodes, les ha dicho a los corresponsales extranjeros que el presidente Obama «está muy abierto a una mejor relación con Cuba» y los periodistas que repiten lo que les cuentan en Washington están convirtiendo los susurros en información. El corresponsal de El País, Antonio Caño, en una crónica titulada «Los últimos días del embargo a Cuba», decía que «la victoria por primera vez de un candidato del Partido Demócrata en la comunidad cubana de Florida, unida a las tímidas medidas aperturistas puestas en marcha en la isla y al mayor margen de maniobra de que dispone un presidente que no puede ser reelegido, crean el mejor escenario para el levantamiento del embargo».
Según Caño, «Obama tiene una gran oportunidad de hacer algo que probablemente sería recordado como el principio del fin del comunismo en Cuba». Avanza mucho más Andrés Oppenheimer, que publica sus columnas simultáneamente en El País y en el Nuevo Herald (Miami) y tiene conexión confidencial con la Administración Obama. Pronostica «un posible reacomodamiento con una Cuba más abierta al mundo durante el segundo mandato presidencial de Obama». Incluso ha llegado a escribir que «Obama podría hacer una visita histórica a Cuba si el régimen militar de ese país tomara algunas medidas de apertura política». Y hay que añadir que en la Unión Europea (siempre muy atenta a las orientaciones de Washington) se están filtrando los comentarios de destacados funcionarios sobre la posibilidad de revisar la Posición Común sobre Cuba, que no es otra cosa que la versión comunitaria del bloqueo de Estados Unidos.
Los comentarios de La Habana
En Cuba hay dos periodistas que nunca escriben sobre Estados Unidos sin tener en cuenta los criterios que se van estableciendo sobre la Seguridad Nacional y suelen ser los que manejan las sugerencias de lo que no puede ser un mensaje certificado. Gabriel Molina, voz autorizada en política internacional, comentaba en Granma que «Obama tiene la oportunidad de alcanzar un sueño de Kennedy que ahora está en el verdadero interés no sólo de Cuba, sino también de Estados Unidos». Y revelaba que, durante una visita a La Habana de dos hijos de Robert Kennedy en 1996, Fidel Castro les dijo que sabía que «la intención del presidente Kennedy después de la crisis de los misiles era cambiar el curso de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba».
A Kennedy lo mataron cuando intentaba la distensión con la Unión Soviética, la retirada de Vietnam y la convivencia con Cuba. En 1963 las condiciones eran que Fidel Castro se distanciase de Moscú y no apoyara a las guerrillas en América Latina. Ahora el entendimiento puede cuajar por la contribución de La Habana a la desmovilización de la última insurgencia en el nuevo escenario latinoamericano.
Jesús Arboleya, con anclajes en el periodismo y en los servicios secretos, ha contribuido a ampliar los indicios con un muy interesante artículo publicado en el digital Progreso Semanal, de lectura imprescindible para sintonizar con las palpitaciones de Cuba. Según Arboleya, «pueden influir las iniciativas cubanas» cuando «Obama cuenta con las facultades necesarias para promover cambios en las relaciones entre los dos países y con mejores condiciones que ningún otro presidente para concretarlas, ya que, a diferencia del pasado, cuando planteárselo tenía más costos que beneficios, ahora le reportaría ganancias a escala nacional e internacional».
La influencia de Venezuela
El diario más importante de Colombia, El Tiempo, publicó una entrevista con Vicenç Fisas, director de la Escuela de Cultura de Paz en la Universidad Autónoma de Barcelona, asegurando que había sido asesor en el proceso de acercamiento para acordar la negociación. La conversación servía para sembrar una información envenenada: «Antes de la reunión en La Habana, Chávez habló durante ocho horas con Timochenko, el Comandante de las FARC, lo que habría influido en la moderación de la guerrilla. Venezuela ha jugado un papel clave». ¿Están empujando Cuba y Venezuela a las FARC hacia su desmovilización? Ignacio Ramonet, con una oreja en La Habana y la otra en Caracas, ha escrito lo siguiente en Le Monde Diplomatique en español: «Las FARC no están vencidas, pero la perspectiva de una victoria militar ha desaparecido. Y eso lo modifica todo.
La negociación, si desembocase en un acuerdo digno, les permitiría salir con la frente alta, decirle adiós a las armas e incorporarse a la vida política. La realidad actual de América Latina demuestra que la conquista del poder por la vía pacífica y política es posible. La guerra es un anacronismo, como ha denunciado repetidas veces el presidente Hugo Chávez. La hora de que callen las armas ha llegado».