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La desnacionalización del cobre

Fuentes: Sinpermiso

El 11 de Julio de 1971, el Presidente socialista Salvador Allende culminó una larga batalla por lo que llamó «el Sueldo de Chile», logrando que el Congreso chileno apruebe por unanimidad la Nacionalización del Cobre, en un marco de enorme presión popular. Luego del sangriento golpe militar que perpetró al servicio de las transnacionales y […]

El 11 de Julio de 1971, el Presidente socialista Salvador Allende culminó una larga batalla por lo que llamó «el Sueldo de Chile», logrando que el Congreso chileno apruebe por unanimidad la Nacionalización del Cobre, en un marco de enorme presión popular. Luego del sangriento golpe militar que perpetró al servicio de las transnacionales y los poderosos de Chile, Pinochet -como lo haría luego su discípulo Fujimori con la minería y el petróleo peruanos- desnacionalizó el principal recurso natural de Chile: el cobre. Hace poco, 2 prestigiosos economistas chilenos -Orlando Caputo y Graciela Galarce- analizaron las tremendas consecuencias de la desnacionalización que debemos analizar.

El cobre es la principal riqueza natural de Chile. Ocupando sólo 0.5% del territorio del planeta, tiene el 35% de las reservas mundiales de cobre. Este representa más del 50% de todas las exportaciones chilenas. Si los países de la OPEP representan el 37.5% de la producción mundial de petróleo (siendo Arabia Saudita, el 11.2%), Chile genera el 36% del cobre mundial y sus exportaciones, el 2005, eran el 47.5% del total mundial. Sus exportaciones de cobre y subproductos, el 2006, llegaron a $36,481 millones de dólares (un 71% del valor de las enormes exportaciones venezolanas de petróleo).

Allende planteó que la Constitución chilena recoja la decisión que «las riquezas chilenas sean de los chilenos y para los chilenos, que basados en ella construirán una nueva vida y una nueva sociedad». Resaltó «la importancia que para la existencia libre, independiente y soberana del país tiene esta decisión». Definió el cobre como el «Sueldo de Chile», sosteniendo que con la riqueza que generaba podía financiar el gasto social fundamental para la gente: educación y salud pública, vivienda y seguridad social. Advirtió además que a Chile le interesaba transformar el cobre para industrializar el país, generar más empleo, mas salarios, mas tributación y mas compras de insumos, maquinarias y tecnología producida nacionalmente, mientras «a los monopolios les interesa no industrializar en Chile para que el gran valor que agrega al precio del metal su elaboración -que significa inmensa actividad industrial y comercial, y altos salarios- quede en la metrópoli.» «A nosotros nos interesa cuidar nuestra reserva y sacar el máximo provecho de ella, a medida que la necesitemos. A ellos les interesa llevarse fuera la mayor cantidad de cobre, al precio más bajo y en el menor tiempo posible.» Sin duda, tenía claro el interés nacional y recuperó el cobre para Chile.

En 1981, la dictadura de Pinochet -con respaldo del Tribunal Constitucional que nombró a dedo- impuso una ley de Concesiones Mineras que establece «Concesiones Plenas» con los mismos derechos de la propiedad privada, eliminando -de facto- el principio constitucional de que «el Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las minas». Así, aunque el Estado mantenía CODELCO -que hoy financia las FF.AA.- entregaron yacimientos mineros a transnacionales que los manejan a su antojo y con enormes privilegios, como en el Perú.

La Concertación chilena (la DC, el PS y el PPD) plantearon, en el programa para vencer a Pinochet, «obtener mayores recursos fiscales preservando la autonomía y soberanía nacional en el manejo de los recursos». Pero, al igual que García incumplió con su compromiso del impuesto a las sobreganancias (que generaría $1,600 millones de dólares al año al Perú), incumplieron con derogar el inconstitucional concepto de «Concesión Plena» y, más bien, lo consolidaron en el TLC con EE.UU. En vez de preservar la soberanía nacional sobre el cobre, abrieron las puertas a la inversión extranjera que con $16,755 millones de inversiones controla hoy 70% del cobre chileno; y les permitió un incremento productivo desregulado que -de 1995 al 2003- hizo caer el precio del cobre por sobreoferta chilena, perjudicando al país en lugar de ayudar a estabilizar un buen precio en su beneficio. Tampoco impuso la elaboración de los productos mineros. Si bien hoy CODELCO (estatal) exporta 90% de cobre refinado, las empresas extranjeras -que han aumentado sus exportaciones de 413,000 ton. anuales (1990) a 3’637,000 (2004), siguen exportando 52.4% como simples concentrados. Y claro ni se exige industrialización y tecnología generada nacionalmente, ni se fortalece CODELCO que ha pasado a producir un tercio del total, cuando en 1977 representaba el 95% y se quedaba con esos beneficios que hoy van a manos extranjeras. Sólo el 2006, las utilidades operacionales de las transnacionales mineras representaron $20,000 millones de dólares, más de los $16,755 que invirtieron de 1990 al 2004. ´

¿Qué les parece? A esto Caputo y Galarce llamaron «El Robo del Siglo XX y XXI en Chile». Veremos mas adelante el del Perú y entenderemos las razones por las que en América latina los pueblos (Venezuela, Bolivia, Ecuador) reivindican la soberanía nacional sobre nuestros recursos para generar nuestro progreso y bienestar.

Javier Diez Canseco es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO