El Gobierno de Michelle Bachelet ha sumado su cuota a la deuda de la transición democrática con los pueblos indígenas. En el caso del Convenio 169 llega por fin a ratificar y promulgar con un retraso injustificable, después de haber dejado pasar su mejor tiempo. Tras la elemental y agónica decisión de promulgar el Convenio […]
El Gobierno de Michelle Bachelet ha sumado su cuota a la deuda de la transición democrática con los pueblos indígenas. En el caso del Convenio 169 llega por fin a ratificar y promulgar con un retraso injustificable, después de haber dejado pasar su mejor tiempo.
Tras la elemental y agónica decisión de promulgar el Convenio 169 sin ninguna declaración interpretativa (¿cabía otra posibilidad?) cabe reconocer el gesto, empero de inmediato corresponde exigir pruebas concretas de la voluntad de avanzar en la implementación del Convenio, de buena fe, cabalmente y sin reservas de facto.
No basta con la ratificación de un Convenio si sus preceptos no se implementan. Eso no es serio ni responsable en medio de la encrucijada del porvenir a que se enfrentan los pueblos. Es necesario avanzar hacia la construcción de un estatuto sistemático de reparación y garantías de los derechos y territorios de los pueblos indígenas, en un escenario de TLCs y economía aun más globalizada e incierta. Ese estatuto de garantías, esas reformas de reconocimiento de derechos y libertades, es lo que ha exigido el movimiento indígena con un esfuerzo humano inenarrable durante décadas para asegurar el porvenir.
La ratificación plena del Convenio 169 abre una nueva ventana de oportunidad para los pueblos indígenas y para el Gobierno de Michelle Bachelet, de avanzar en aquel estatuto de garantías, implementando el Convenio 169 y fortaleciendo los derechos colectivos de los pueblos indígenas. Solo entonces podrán decir las autoridades que han honrado su compromiso con los derechos humanos y la democracia.
Salud por la aprobación, ratificación y promulgación. Tan tarde y es recién el comienzo. Si se nos permite una cita literaria de otras gentes, la ratificación y promulgación del Convenio 169 de la OIT por Chile recuerda una escena de Shakespeare, en que un personaje, tras una larga noche y viendo despuntar el alba, comenta: «es ya tan tarde, sin embargo podemos decir que es temprano».
Es tan tarde, y sin embargo aun es temprano para defender los derechos, los territorios y el porvenir de los pueblos.
Víctor Toledo L. (Director del Centro de Políticas Públicas y Pueblos Indígenas – Universidad ARCIS)