Uno de entre los grandes maestros universitarios que tienen estas tierras está libre luego de que gobierno, justicia, iglesia y una parte significativa de la academia universitaria le persiguieran, le estigmatizaran le intentasen reducir a su mínima expresión y le agredieran profundamente. Una parte significativa de la «academia» universitaria de élite (entre juristas y cientistas […]
Uno de entre los grandes maestros universitarios que tienen estas tierras está libre luego de que gobierno, justicia, iglesia y una parte significativa de la academia universitaria le persiguieran, le estigmatizaran le intentasen reducir a su mínima expresión y le agredieran profundamente. Una parte significativa de la «academia» universitaria de élite (entre juristas y cientistas sociales) le dieron la espalda, e incluso asesoraron la materialización de la «justicia» que sabían que no era justa pero que consideraron necesario para salvar el buen y correcto funcionamiento de «las instituciones». Incluso a riesgo de la dignidad humana. Paradójico, el investigador de las Instituciones Totales (Goffman) de las que tanto nos habló en clase, lanzado a los dientes, a la humillación y al rigor de los carceleros de una Institución Total: la cárcel. Miguel Angel era libre desde que fue secuestrado por el gobierno de México y de Colombia; ahora ha cruzado la puerta con la que el universo institucional, el poder y la episteme de sus detractores le castigaban con el encierro luego de conocer y luchar en carne propia contra la cruda manifestación de la idea de dispositivo foucaultiano.
Nunca he dejado de pensar en la respuesta de un influyente columnista y economista de élite (objeto de investigación de mi tesis), decano en ese entonces de la más influyente de las facultades de economía del país, cuando le interpelé por uno de sus escritos en el que cuestionaba el referente interpretativo que sobre el conflicto tenía Miguel Ángel; me confesó que se interesó por los textos de Miguel después y no antes de que fuese capturado; que desde su parecer (matriz epistémica) le resultaron textos apologéticos de las FARC, y que él consideraba a las FARC como asesinas. inmediatamente después, con una deducción lógica extraña y perversa, el «intelectual experto» remató asegurando «Las Farc son unos asesinos y yo no tengo ningún respeto por quienes los tratan simplemente como una curiosidad sociológica»; esas fueron sus palabras, y él sabe muy bien que no miento. Es decir, el respetado liberal (neo), Postdoctor en Economía, humanista y Decano universitario de una de las más prestigiosos universidades del país, no respetaba la humanidad de Miguel por que no compartía sus consideraciones y sus interpretaciones sobre la historia del conflicto armado y de las guerrillas en Colombia; interpretaciones que según sus palabras consideraba como «pura curiosidad sociológica»; lo dijo él, el economista que por «pura curiosidad matemática» ayudó a diseñar el modelo económico por el que en este país los niños se mueren de hambre y de desnutrición.
Hoy, ese economista es ministro; es ministro de la salud (¿contradicción?); y se me vino a la cabeza el episodio de hace años por que estoy firmemente convencido de que la persecución y encierro de Miguel Ángel sí fue por pensar distinto; y su lucha, en desventaja absoluta, fue contra un molino de viento de grandes aspas e inmensas proporciones que nunca vio, pero que sabía que existía; y que hoy sabe, como nosotros sabemos por él, que aún existe. Pienso en el Ministro de salud por que es también un tema de salud que se busque aniquilar al otro ya no física, sino psíquica, moral y públicamente por desavenencias o diferencias; y que se haga incluso escondiéndolo con sofisticaciones intelectuales, advirtiendo que no se hace, o que te excuses por lo que dirás o que harás siendo plenamente consciente de lo que vas a producir… Es un tema de salud pública y también de salud mental, la violencia, la cotidiana y la política; ambas están asociadas a ello; lo dijo hace años quien fuese asesinado y víctima de la enfermedad social que diagnosticó: el Doctor Hector Abad Gómez.
Hoy, cuando Miguel Ángel puede volver a dormir en casa rodeado de los suyos, hago consciencia del inmenso universo social, psíquico, académico, epistémico e institucional que su ser erguido y con creatividad se atrevió a cuestionar sin soberbia y sin arrogancia. Del tamaño de su desafío de pensamiento fue el tamaño del castigo corporal, anímico y mental que recibió. Por pensar, en todo el sentido de la palabra de lo que eso significa… El poder intelectual establecido y de los establecidos, y las instituciones administradoras del poder y del saber y todo el gran conjunto de funcionarios, guardianes y defensores de los establecido psíquica, moral, social, institucional y políticamente (el dispositivo de Foucault) es implacable y no perdona; y Miguel Ángel demostró que la única salida ante ese inmenso entramado cuasi todopoderoso, es disponerse y construirse para arriesgar, vencerlo y moverlo. De ese descomunal tamaño fue su hazaña y su ejemplo … «El verdadero Maestro nunca abandona su arte (pienso mientras aún le aprendo)».
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