Hace pocos días, acabo de ver la película «Amén» de Costa Gavra, en donde se denuncia la miserablía de la diplomacia vaticana, que con su silencio cómplice dio luz verde para que los nazis asesinaran a millones de víctimas inocentes en los países ocupados de Europa, durante la Segunda Guerra Mundial. Por desgracia, esta diplomacia […]
Hace pocos días, acabo de ver la película «Amén» de Costa Gavra, en donde se denuncia la miserablía de la diplomacia vaticana, que con su silencio cómplice dio luz verde para que los nazis asesinaran a millones de víctimas inocentes en los países ocupados de Europa, durante la Segunda Guerra Mundial.
Por desgracia, esta diplomacia hipócrita no sólo es atribuíble a la pura diplomacia vaticana. Esto resulta tan claro a la luz de la respuesta de nuestra cancillería a los dichos del embajador de Venezuela, en cuanto a que la democracia cristiana respecto del gobierno de Chávez se inserta en la misma línea opositora que sostuvo contra el gobierno de Salvador Allende. Una respuesta de nuestra cancillería con uso de términos rebuscados, demasiados alambicados, que ya se las querría el propio Moliére para introducirlas como referente en su obra «Tartufo».
Ahora bien, a propósito de las declaraciones de Hugo Chávez en las Naciones Unidas, seguidas por las de su embajador aquí en Chile, a políticos, periodistas y funcionarios diplomáticos poco menos que se les han soltado las trenzas. ¡Ha sido una injuria!, han dicho unos, ¡una insolencia! han dicho otros, ¡una intromisión en nuestros asuntos internos! han dicho los más tartufos. Y como guinda de la torta ahí están los de siempre, la Democracia Cristiana chilena, haciendo cabeza de puente a través de su presidenta Soledad Alvear, su esposo, Gutemberg Martínez, y el inefable canciller Alejandro Foxley, solicitando, ni más ni menos, la salida del embajador venezolano, por una parte, y por otra, que Chile no apoye a Venezuela para ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad.
Por cierto, una patudez asaz de grande de estos siniestros personajes. Y digo siniestros responsablemente, porque la historia no podría olvidar que esta tríada de hipócritas, en su tiempo, dieron luz verde para que se consumara el golpe de Estado en contra del gobierno de Salvador Allende y que tantas desgracias y horrores trajeron a nuestro país.
Y por si fuera poco, no olvidar también que las intentonas golpistas tienen en esta tríada a sus más conspicuos defensores. Así lo testimonia el caso cuando Soledad Alvear, entonces canciller de nuestro país, se fue de boca apoyando antes que nadie (incluso el propio EEUU) la intentona golpista contra Chávez en Venezuela. Este último episodio no hace más que refrendar mi anterior juicio.
Pero no sólo se trata de éstos, sino que mucho más grotesca es la imagen proporcionada por personeros de una curiosa fronda política que quiere hacerse pasar ante la opinión pública como «progresistas». Curiosos progresistas que tiran con todo contra el proceso revolucionario bolivariano encabezado por el presidente Chávez en Venezuela.
Entre éstos, señalo las del ex comunista y ahora encumbrado PPD, Antonio Leal, la del sempiterno figurón, Guido Girardi, la del «socialista», Jaime Naranjo y la del patriotero de cuarta clase y redomado chauvinista, Raúl Tarud, etc. Mención aparte merece aquel patético cuadro de la conferencia de prensa, donde aparecen juntos Guido Girardi y Soledad Alvear, solicitando a una voz que nuestro país no vote por Venezuela para ser miembro del Consejo de Seguridad. Por cierto, que a ningunos de estos perlas en algún momento se les ocurrió pedir la salida de la entonces canciller Alvear, por su tremenda metida de pata en el affaire golpista contra Chávez en Venezuela. ¡Y esa si que fue una flagrante intromisión en los asuntos internos de Venezuela!
Tampoco, hasta donde se sepa, han dicho esta boca es mía para pedir la expulsión del embajador yanqui, por sus continuas intromisiones y presiones sobre La Moneda para torcer la voluntad y decisión de la propia presidenta de nuestro país. Sólo menciono el caso más reciente: el chantaje-amenaza, ejercido para que nuestro país vote en tal o cual sentido sobre el Tratado Penal Internacional (TPI), so pena de suspender el suministro de repuestos para las unidades de guerra de nuestras Fuerzas Armadas.
A mayor antecedente vale citar la reciente confesión del presidente de Pakistán en una entrevista hecha a la cadena norteamericana CBS. Consultado por las razones de su alineamiento con la política de Washington. Cuenta que, tras los atentados del 11-S, el entonces vicesecretario de Estado, Richard Armitage, le exigió que Pakistán respaldara los planes de guerra de Bush en Afganistán y que, cuando él se mostró reticente, le amenazó directamente: «Preparaos para ser bombardeados. Preparaos para volver a la Edad de Piedra», le dijo. «Creo que fue una observación muy grosera», sentencia Musharraf, quien añade que, a la vista de la situación, no tuvo más remedio que actuar de forma «responsable» «en el interés de la nación».
Entonces,… Sra. Alvear, Sr. Martínez, Sr. Foxley, Sr. Naranjo, Sr. Leal, Sr. Girardi, Sr. Tarud y a quienes otros les venga el sayo… ¿Es esto último o no intromisión en nuestra política interna?… ¿Es o no atentar contra la libre soberanía de nuestro pueblo?.. Si así fuera (a mí no me caben dudas), .. ¿Porqué Uds. sobre estos hechos se hacen cómplices con un hipócrita silencio, y en cambio para lo de Chávez y su embajador arman tramenda alharaca.?. Por cierto que yo a esto lo he llamado hipocresía y tartufería, sin embargo, muchos de mis amigos, yendo más lejos aún, me han rebatido asegurándome que éstas son prácticas políticas propias de miserables.
Y pensándolo bien, mis amigos no dejan de tener razón, en la medida que estos hipócritas saben muy bien de las periódicas intervenciones del imperialismo yanqui en los asuntos internos de los países de todo el mundo, teniendo como punta de lanza una política general desarrollada a través de sus diplomáticos. Siendo así las cosas resulta mucho más condenable la posición entreguista de estos personajes, porque con su postura, indirectamente, no hacen otra cosa que apoyar la candidatura de Guatemala, que como sabemos es como decir apoyar, sin más ni más, la política de permanente intromisión de la política yanqui.
Algunos queriéndose pasar de vivos, previniendo lo insostenible de un apoyo abierto a la candidatura de Guatemala (¡Perdón!, candidatura yanqui) han predicado una política de abstención, que es casi decir lo mismo: apoyo indirecto a la cruzada yanqui para que la menor cantidad de países apoye con su voto a Venezuela. En buenas palabras, un suma y sigue de actitudes hipócritas.
Ahora bien, ¿Desde cuándo decir la verdad constituye una injuria?…Hay que hacer notar que el embajador venezolano hizo un juicio de valor histórico, comparando dos actuaciones de la democracia cristiana que, a pesar de efectuarse para dos épocas distintas y para dos situaciones diferentes, no dejan de entrañar una sugestiva conectividad de ser correspondientes con las asonadas golpistas propiciadas, estimuladas y financiadas desde el propio gobierno de Estados Unidos.. Entonces… ¿A que asombrarse si a los golpistas (y vaya que lo han sido) se les menciona por lo que son. Dice un refrán popular, al pan pan, y al vino vino. Así de simple. Y es lo que simplemente han hecho el presidente Chávez en la ONU y su canciller aquí en Chile.
Por lo demás, ha llegado el momento que nos empecemos a acostumbrar a esto: anteponer la verdad por sobre las conveniencias de una diplomacia hipócrita. De ello resultaría un estado de sanación que a nuestro país, a todos los países, tanta falta les hace. Por eso, bien por Chávez y su embajador, que han venido a poner en cintura a los tartufos de nuestro país, y de paso pateado el tablero en donde se encuentra asentada una diplomacia hipócrita..
Por último, hay que tener presente que el presidente Chávez es un estadista de verdad porque es el único en Latinoamérica (Y Cuba por cierto) que no se inclina ante el imperio yanqui, como si lo han hecho la mayoría de los mandatarios latinoamericanos, mucho de los cuales las han oficiado de simples lacayos de éste.
Por de pronto el mismo Chávez lo ha dicho: él en las Naciones Unidas no ha hecho más que contraatacar a los innumerables insultos hechos contra su persona por Bush y su Condolice, en numerosos foros y entrevistas internacionales (dictador, populista, payaso, etc.). Y cuánta razón tiene cuando rubrica sus dichos señalando que: «las bombas arrojadas sobre Irak y Afganistán han hecho mucho más daño que las palabras pronunciadas por él en tal o cual foro internacional». Y a decir verdad, a esto último es lo que verdaderamente importa poner debida atención, y no a la frasecita tal o cual como lo han hecho los políticos faranduleros y payasos en esta nota ya identificados.
Hernán Montecinos es escritor-ensayista