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Sobre el inaceptable enfrentamiento entre el ELN y las FARC

La doble moral

Fuentes: Rebelión

Es inaceptable que el ELN y las FARC se estén enfrentando militarmente, por múltiples razones, en distintas zonas del país, colocando, de paso, en peligro la vida de civiles inermes: dirigentes y militantes de izquierda, activistas sindicales y populares, que no son parte de la confrontación entre las dos organizaciones guerrilleras. Como revolucionarios aspiramos a […]


Es inaceptable que el ELN y las FARC se estén enfrentando militarmente, por múltiples razones, en distintas zonas del país, colocando, de paso, en peligro la vida de civiles inermes: dirigentes y militantes de izquierda, activistas sindicales y populares, que no son parte de la confrontación entre las dos organizaciones guerrilleras. Como revolucionarios aspiramos a que el ELN y las FARC superen las contradicciones por la vía política del debate constructivo y fraternal y, por ende, que respeten a las organizaciones sindicales y sociales en cada región.

Sin embargo, es repudiable la actuación de ciertas ONG de derechos humanos, de «facilitadores de paz» y de dirigentes de algunas organizaciones sociales y sindicales, que en el país y en el exterior se dedican a promover de manera sesgada el pronunciamiento exclusivo contra las FARC, como si fuera la única guerrilla responsable de la situación. Es más, en casos como el del Cauca, donde se trata de la agresión del CRIC contra Fensuagro, pretenden mostrar de mala fe las diferencias como parte de la confrontación de las fuerzas guerrilleras. Forma peligrosa e irresponsable de atizar los enfrentamientos y de involucrar a los civiles en la contienda irracional armada.

El Partido Comunista Colombiano, en particular en Arauca, ha sido el blanco de los desafueros del ELN, que no sólo asesinó a varios de sus militantes sino que está expulsando de la región a otros, con el argumento falaz que son aliados de las FARC. Curiosamente, el mismo señalamiento que hace la inteligencia militar y el paramilitarismo par atentar contra dirigentes y militantes comunistas. Esta situación la ocultan de mala fe los dirigentes de ciertas ONG de derechos humanos que pescan en el río revuelto de la confusión, que en lugar de ayudar a tender puentes de solución política, atizan los enfrentamientos y ahondan las diferencias.

Hubiéramos preferido que esta situación se manejara por la vía de la facilitación amistosa del diálogo para superar los enfrentamientos que sólo sirven a los enemigos del pueblo. Pero la labor de zapa de los oportunistas, que sacaron a la luz pública de manera tendenciosa el problema, obliga a hacer este comentario. Lo más importante es que los civiles queden al margen de esta contienda sin nombre ni explicación.

No pueden seguir siendo los escenarios internacionales en los que se busca la solidaridad con el pueblo colombiano y las oficinas gubernamentales uribistas, donde se asuman estos pronunciamientos por los oportunistas que a la hora de la verdad están en trance de pactar con el Gobierno. Es la forma olímpica de desviar la atención de los problemas fundamentales. De hacerle el juego al uribismo y al militarismo. Al menos, los verdaderos revolucionarios no nos dejamos distraer.