En el Congreso se discute una reformar a la ley 20.000 -conocida como Ley de Drogas-, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, promulgada por el presidente Ricardo Lagos en 2005. Esa ley ha sido cuestionada por la sociedad civil porque necesita adaptarse a nuevas realidades. PF conversó con Ibán de Rementería, […]
En el Congreso se discute una reformar a la ley 20.000 -conocida como Ley de Drogas-, que sanciona el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas, promulgada por el presidente Ricardo Lagos en 2005. Esa ley ha sido cuestionada por la sociedad civil porque necesita adaptarse a nuevas realidades.
PF conversó con Ibán de Rementería, académico, experto en drogas y seguridad ciudadana, autor del libro Las drogas de los detenidos , quien ha abordado la criminalización del consumo de drogas por la aplicación de la ley 20.000. De Rementería estudió filosofía en la Universidad de Chile y una maestría en ciencias políticas en la Universidad de los Andes, en Bogotá. Ha sido funcionario y consultor de Naciones Unidas, Cepal y otras instituciones. Es docente del postgrado de la Universidad Central y consultor en Seguridad Ciudadana de la División de Seguridad Pública del Ministerio del Interior.
MODIFICAR LA LEY
¿Qué opina de la Ley de Drogas vigente?
«Es una ley muy compleja para los usuarios de drogas, porque prevé la posibilidad de detener a cualquiera en procedimientos de control de identidad. Basta una mínima cantidad de droga encima para ir detenido. Aunque sea la más mínima cantidad. La policía tiene que detener y presentar a la persona ante el fiscal, y éste pasarlo a un tribunal de primera instancia. Solo el juez de garantía puede aplicar lo que dice el artículo 4º de la ley: que una pequeña cantidad no tiene penalidad si se determina que es para ‘uso personal y próximo en el tiempo’. Como en ninguna parte se establece cuál es esa cantidad mínima, el único que puede determinarlo es el juez».
¿Se debe modificar la ley?
«Sí, sobre todo para determinar la cantidad que una persona puede portar. La propuesta original señalaba como ‘pequeña cantidad’ un máximo de 10 gramos. Una indicación del Ejecutivo la redujo a dos gramos de marihuana. Probablemente se llegará a unos 5 gramos. La mayoría de los jueces no persiguen a nadie por esa cantidad. Creo que no habrá ninguna modificación importante en la ley respecto a las detenciones. Ese es uno de los problemas. El otro es que en el caso de los detenidos, aunque más del 90% del consumo de drogas en Chile es marihuana, algo así como el 40% lleva pasta base o clorhidrato de cocaína. Esas personas tendrán que ir a los tribunales para establecer si era una ‘pequeña cantidad’ de pasta base o cocaína para uso personal.
Con la reforma de la ley no pasarán grandes cosas. Tal vez lo más novedoso será determinar el número de plantas de marihuana que se pueden cultivar en casa. Se proponen seis plantas y el gobierno dice que solo una, lo que es muy restrictivo. La cantidad de detenidos por cultivar marihuana es insignificante. Pero este tema tiene profundo significado para quienes hacen uso médico o terapéutico de la marihuana. No los van a detener ni procesar si ahora se autoriza. Sin embargo, para la mayoría que hace uso de la marihuana con fines recreativos, las cosas seguirán complicadas.
Un fiscal está obligado a perseguir, porque el porte y tenencia de drogas constituyen delitos. Creo que en esta materia otra vez quedaremos en tierra de nadie».
CONSUMO DE JOVENES
¿Aumenta el consumo de cocaína o pasta base en Chile?
«Los estudios del Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (Conace) y del Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), indican una tendencia al aumento, pero no es significativa en términos generales. Hay un aumento en el consumo de marihuana, pero tampoco extraordinario. Ha aumentado levemente el consumo de clorhidrato de cocaína y disminuido constantemente el de pasta base. Al parecer se ha entendido que esa droga es más perjudicial para la salud. Aunque tenemos un estándar de consumo parecido al de países desarrollados, no consumimos excesivamente».
¿No es una situación preocupante?
«Para nada. Entre el 23 y 25% de los mayores de 12 años y menores de 65, han usado drogas alguna vez. Menos del 3% la ha usado en el último año. Más del 97% no ha usado ninguna droga en el último año, y en el último mes el 99% de los chilenos no ha usado ningún tipo de droga».
¿Y entre los jóvenes y adolescentes?
«La juventud tiene índices más altos de consumo. Los escolares muestran un consumo alto con niveles de fuerte crecimiento. Comparando los estudios sobre consumo, la prevalencia del que consumió marihuana en el último año, pasó del 20% al 30%. En dos años subió 50%. Pero eso no es lo más preocupante. En cambio sí lo es el consumo frecuente de alcohol, que es del 60%. El consumir alcohol es mucho más grave que consumir marihuana. Lo interesante en los jóvenes es que hay una disminución constante del consumo de tabaco. Han entendido que el tabaco no es cualquier droga: causa más enfermedades, quita más años de vida».
CONTROL SOCIAL
Respecto a los detenidos por drogas, la mayoría son consumidores y caen muy pocos narcotraficantes…
«Sí, eso prueba que las leyes ejercen control social. En Chile -al igual que en la mayoría de los países-, los narcotraficantes detenidos y procesados son muy pocos. El mercado chileno de la droga es pequeño. A veces caen algunos traficantes con droga que va en tránsito. Originalmente la cocaína boliviana salía por Chile al mercado del Pacifico. Y eso lo mantuvieron los narcos hasta el golpe militar. Entonces fueron sustituidos por colombianos que se dedicaban al contrabando de electrodomésticos. Llevaban coca a EE.UU. y traían electrodomésticos. Relato de un náufrago, de García Márquez, refiere el naufragio de un barco de la Armada colombiana sobrecargado de electrodomésticos. En Chile hay ahora bandas de narcotraficantes aunque poco asociadas a colombianos u otros. Uno las ve como si estuviesen estructuradas: organizaciones piramidales muy cerradas, pero no es así. Es un mercado que opera como tal: cada parte le lleva a otra su tajada. El consumidor puede comprar a quien le venda más barato y de mejor calidad, es un mercado muy flexible. Hay grandes carteles, los controladores del embarque y desembarque de droga: los Pablo Escobar o los Chapo Guzmán, que se encargan de comprar, transportar y entregar la droga a los distintos mercados y una red gigantesca de productores, acopiadores, transformadores, mayoristas, a quienes los narcos les compran. En Chile hubo algunos negocios grandes de droga durante la dictadura, tenían que ver con negocios financieros como La Cutufa y otros. Los grandes narcotraficantes son pocos. En cambio, los microtraficantes son cientos de miles. En Chile los importadores, los que traen droga para el mercado local, no son más de un par de docenas».
¿Está de acuerdo con una ley menos punitiva?
«Absolutamente, como lo han planteado varios ex presidentes de América Latina y algunos primeros ministros europeos. Hay que terminar con este modelo de ley de drogas. No sirve para nada. Son varios miles los muertos en la ‘guerra contra las drogas’. No así los muertos por consumo. Solo conozco un muerto por marihuana, pero sufrió un accidente que le quebró la columna. El tabaco y el alcohol matan más. Las muertes por cocaína son mínimas, y por morfina y heroína ocurren por sobredosis. En Chile se consume poca heroína. Lo que hay es morfina de uso médico que se desvía a un mercado ilegal. De otras drogas, como el éxtasis o sicofármacos, está plagado. Si la media del consumo está entre 23 a 25%, el consumo de sicofármacos supera el 30%, si no más. En Chile, la inmensa mayoría se automedica y se droga diariamente».
¿Se ha implementado una política que integre salud y educación para combatir las drogas?
«Fundamentalmente este es un tema de salud. Precisamente porque soy educador, tengo profunda desconfianza en que mediante educación se resuelva el problema de las drogas. Eso es falso. Las drogas y la delincuencia no son problemas por falta de educación o escasa información: es que a la gente no le queda más remedio que recurrir a esos extremos».
Publicado en «Punto Final», edición Nº 870, 3 de marzo 2017.