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La economía empeora y la ultraderecha de la Concertación arremte contra la izquierda tradicional

Fuentes: Rebelión

1. Los tecnócratas del capitalismo en Chile han determinado la frontera de ingresos que separa a los pobres de los menos pobres en $ 230 mil pesos por familia al mes (398 dólares, 99 dólares por persona, en un paisito donde el kilo de pan cuesta casi 2 dólares el kilo y un arriendo habitacional […]

1. Los tecnócratas del capitalismo en Chile han determinado la frontera de ingresos que separa a los pobres de los menos pobres en $ 230 mil pesos por familia al mes (398 dólares, 99 dólares por persona, en un paisito donde el kilo de pan cuesta casi 2 dólares el kilo y un arriendo habitacional promedio, 173 dólares). De acuerdo a los dichos del gerente general de Aserta Consultores, Hernán Frigolett, aproximadamente 300 mil personas, debido a los efectos de la crisis de carácter recesivo en Chile, «podrían volver a ser pobres». El mismo Frigolett afirma que a fines del segundo trimestre de 2009 la cesantía alcanzaría el 11,5 %, mucho más de 700 mil personas desempleadas.

2. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), o «Club de los 30 países más ricos del planeta» hizo recientemente «recomendaciones» para la economía chilena. La OCDE descubrió que la alta segmentación del mercado laboral explicaría las enormes desigualdades de la sociedad en el ámbito salarial. El informe del organismo acusa las bajas tasas de participación laboral femenina y la dificultad de los jóvenes para ingresar al mundo del trabajo. Asimismo, sentencia que los trabajos en Chile se caracterizan por la baja productividad y baja remuneración, condiciones laborales precarias y con muchos asalariados que laboran «por cuenta propia» (20 %, alrededor de un millón doscientos mil trabajadores informales).

Hasta recomienda fortalecer la sindicalización -como colaboración entre patrones y la mayoría que vende su fuerza de trabajo, claro-. Y, por supuesto, junto al diagnóstico -cuyos aspectos centrales caracterizan el patrón de acumulación capitalista desde hace más de 30 años-, la OCDE propone terminar con el ya destruido sistema de indemnizaciones por año de servicio, para trasladar ese derecho vapuleado a un mejor seguro de cesantía. La OCDE olvida ilustrar que las mujeres trabajadoras obtienen un tercio menos de paga por el mismo trabajo que un asalariado promedio, y los jóvenes, 2/3 menos.

También olvida la extraordinaria concentración del capital, los oligopolios transnacionales que gobiernan coludidamente las relaciones económicas del país, las prácticas antisindicales sistemáticas, la inexistencia de negociación colectiva y el derecho a huelga; que la capital chilena es la séptima del mundo donde más horas se permanece en el lugar de trabajo; que las desigualdades remuneracionales resultan todavía más agobiantes en una patria donde los derechos sociales que todavía no han sido privatizados por completo carecen de recursos suficientes para enfrentar las necesidades de las grandes mayorías; que el Impuesto al Valor Agregado es de casi un 20 % a todos los productos (incluso los libros, los alimentos de primera necesidad y los medicamentos), mientras las empresas pagan impuestos simbólicos y cuando violan habitualmente las normas de cualquier naturaleza, deben desembolsar cifras bonsái respecto de sus utilidades.

Y la OCDE olvida, naturalmente, que desde la dictadura pinochetista, debajo del conjunto de fenómenos que sacrifican el bienestar de la mayoría a costa de los privilegios de muy pocos, están las relaciones de propiedad sobre los medios de reproducción de la vida, razón última de los horrores de los trabajadores y los pueblos.

3. Los gremios patronales del Comercio, la Minería, la Industria y la Construcción ya dijeron que sus sectores no crecerán o decrecerán durante el 2009. Ello significa el cierre de industrias asociadas y un desempleo pavoroso. ¿Las causas? Menor demanda externa, baja de los precios de las materias primas, desaceleración del consumo interno y la caída en la construcción.. Hasta las eléctricas que habían soportado el derrumbe de las estadísticas, han visto reducida su demanda en 1,7 % en lo que va del año debido, justamente, al empeoramiento general de la vida de los chilenos. Sólo en febrero de 2009 el Imacec -que mide la actividad económica- se desplomó hasta un -3,9%.

4. El negocio de la venta de dinero merece un punto aparte. Los mandarines de la banca que opera en el país sostuvieron una reunión de jugos y bizcochos con el ministro de Hacienda, el ultraliberal, Andrés Velasco. Como si la industria bursátil no rentara lo suficiente -ha sido el sector menos tocado por la crisis capitalista-, los dueños del crédito solicitaron a Velasco que incrementara los «incentivos tributarios para la compra de viviendas.» Es decir, más recursos de todos para salvar a los propietarios de la construcción y, en consecuencia, de la banca. Hasta hoy, la emisión de letras que compra el mercado financiero no se puede hacer por el 100 % de la propiedad. Ello reduciría la capacidad de dotación de créditos, según los patrones. De este modo, la banca busca asegurar el remate sin retorno de las viviendas con morosidad para sortear cualquier riesgo. Finalmente los banqueros afirmaron que continuarán prestando, «pero con prudencia». Con la prudencia de la ganancia, los créditos de devolución esclavizante, el capital buscando su reproducción incesante, su movimiento autónomo de los hombres y de la felicidad.

5. El economista del poder, Gonzalo Sanhueza, socio de Econsult RD Capital dijo con una sonrisa lunar que «Es imposible que un país que exporta el 40 % de lo que produce, donde un tercio de la inversión es extranjera y en que los principales bancos de la plaza son extranjeros -por lo tanto, una economía completamente integrada al resto del mundo-, pueda escaparse de una recesión internacional como esta. La última vez que el producto cayó fue en la segunda guerra mundial. En ese escenario pretender que la economía chilena no caiga en recesión es una ilusión.»

6. Con afecto de amigos de lucha, es preciso notificar que la izquierda tradicional está en aprietos en su objetivo de integrarse al parlamento a través de un eventual pacto instrumental con la Concertación. Al parecer la variable del antisocialismo en cualquiera de sus versiones fuera del PS fue subvalorada en el diseño de la táctica de Teillier, Hirsh y Arrate. Por ahí el gigante salvadoreño Roque Dalton recordaba: «No olvidar que hasta el menos fascista, es un fascista.» Miembros de la Democracia Cristiana, como Gutemberg Martínez -responsable actual de construir la planilla parlamentaria de esa tienda-, quien fuera presidente permitido de la Juventud DC en los primeros años de la dictadura militar y fuera vinculado con la CIA, junto a otros líderes de ese partido, no comparten en absoluto la relación con cualquier sector antiimperialista existente.

Coherentes y esperanzados aún con lograr el pacto instrumental para socavar el sistema binominal consagrado por la Constitución del 80, tanto el Partido Comunista como el Partido Humanista buscan postergar la convención de la izquierda tradicional hasta no tener la propuesta concertacionista en la mano. De acuerdo a la naturaleza del pacto, Arrate podría perder posibilidades de convertirse en el candidato presidencial del sector. En este sentido, de no existir garantías del oficialismo para hacer abrigar esperanzas de tener acceso a diputaciones para Teillier y Hirsh, el escenario podría dar una vuelta de tuerca en las relaciones entre la izquierda tradicional y la Concertación, independientemente de los intentos retóricos del Secretario General de la OEA, el chileno José Miguel Insulza, por integrar a Cuba a esa institución tutelada por el imperialismo norteamericano. En política interna, ello es absolutamente insuficiente como moneda de cambio para apoyar a Frei.

Modestamente, vale recordar que resulta imposible -como lo ha demostrado latamente estos años de gobiernos civiles- aspirar a transformaciones significativas sin la existencia de un movimiento popular articulado y en lucha. Las relaciones de fuerzas no se resuelven en la corte de los poderosos, sino que a través del movimiento real de los desheredados en el combate por imponer sus intereses. La lucha entre las clases continúa siendo un hecho objetivo, una ley de hierro, sobre todo en un Chile con una oligarquía ultraderechista y transversal a las componendas que forman la expresión política del bloque en el poder.

7. Mientras tanto, la izquierda anticapitalista agrupada federativamente en el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores ofrece sus pasos iniciales luego de su reciente fundación. El nuevo instrumento de lucha de los desheredados apresura sus formatos de organización, sistematiza los contenidos a los cuales arribó en el encuentro del 4 y 5 de abril, y prepara su pronta aparición pública. Una herramienta nueva contra el capital y sus relaciones desiguales e inhumanas comienza a abrirse paso desde abajo, como ordena la historia y deslumbran sus aprendizajes.