«Mi editorial española no aceptó la cesión de los derechos de la novela «El vano ayer» cuando se lo solicité para poder publicarla en Cuba», declaró el escritor español Isaac Rosa, en referencia a su último libro, premio Romulo Gallegos en Venezuela. Rosa intentó atender a la solicitud de los responsables del Instituto Cubano del […]
«Mi editorial española no aceptó la cesión de los derechos de la novela «El vano ayer» cuando se lo solicité para poder publicarla en Cuba», declaró el escritor español Isaac Rosa, en referencia a su último libro, premio Romulo Gallegos en Venezuela.
Rosa intentó atender a la solicitud de los responsables del Instituto Cubano del Libro, quienes deseaban publicar en la isla su novela «El vano ayer», donde aborda la guerra civil española, pero se lo impidió la editorial Seix Barral. De este modo habría sido una decisión empresarial española la que prohibía la edición en Cuba de un libro.
El escritor española participó en la Feria Internacional de La Habana, celebrada el pasado mes, tras la cual hizo estos comentarios: «El contrato editorial de mi novela establece que la decisión sobre la cesión de derechos es del editor, así que yo no podría cederlos sin su autorización, pues incumpliría el contrato, y supongo que tal incumplimiento tendría consecuencias».
Sin embargo, los cubanos pudieron conseguir la novela proscrita por Seix Barral gracias a que se distribuyó la edición venezolana, por cierto a sesenta céntimos de euro, treinta veces menos que su precio en España.
Isaac Rosa, que visita por primera vez la isla y que nunca había editado en este país, también hizo algún comentario sobre esta Feria del Libro en Cuba, «es una feria singular, muy distinta de otras, sobre todo del tipo de feria que se organiza en España, donde prima lo comercial, la búsqueda de compradores de libros antes que de lectores».
Sobre el público señaló que le había «impresionado la actitud de los lectores cubanos, su interés por los libros, pero sobre todo su preparación, su educación como lectores». «No estoy acostumbrado a ver colas de jóvenes para comprar libros -añadió-, ni a escuchar conversaciones sobre literatura por todas partes. Me ha parecido un lector exigente, inquieto, y con mucho interés por la lectura».