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La escisión histórica de la sociedad civil y el Estado

Fuentes: Rebelión

El término ‘sociedad civil’ (SC) ha tenido un significado históricamente determinado; y por tanto, ha tenido varios. En un inicio la SC constituyó la fuerza revolucionaria de la ‘sociedad de la ciudad’ en su lucha contra el Estado Absolutista, pero una vez consolidada la hegemonía burguesa, la sociedad civil deja de tener una carga revolucionaria […]

El término ‘sociedad civil’ (SC) ha tenido un significado históricamente determinado; y por tanto, ha tenido varios. En un inicio la SC constituyó la fuerza revolucionaria de la ‘sociedad de la ciudad’ en su lucha contra el Estado Absolutista, pero una vez consolidada la hegemonía burguesa, la sociedad civil deja de tener una carga revolucionaria y pasa a constituir el cuerpo social orgánico que reproduce el orden institucional burgués.

La sociedad civil como fundadora de la sociedad burguesa

Tal es así, que en alemán sociedad burguesa y sociedad civil se escriben igual. El concepto nace con la emergencia económica de la burguesía, que precede a su ascensión política. La aparición de la SC está muy vinculada al derecho a la propiedad privada, cuando aparece la moderna división de la esfera pública con los intereses generales y la esfera privada con los intereses particulares. En términos del materialismo histórico, la SC era aquella nueva vanguardia del desarrollo de las fuerzas productivas que chocaba con las viejas relaciones de producción. La sociedad burguesa revolucionaria se puso delante del Estado, quedando en evidencia la escisión histórica de la SC y el Estado.

Sobre el origen de la SC, aunque algunos autores señalen a Aristóteles como el padre de la criatura, ya que societas civilis era la traducción latina de la expresión griega ‘comunidad política’, realmente no será hasta los siglos XVII y XVIII cuando se desarrolle este concepto a través de los padres del pensamiento moderno inglés (Hobbes, Locke, Adam Smith,…) y francés (Rousseau), convirtiéndose finalmente en una palabra clave del vocabulario del liberalismo clásico. En el siglo XIX, tras su uso por Hegel como pseudosinónimo de «las relaciones sociales de producción» para referirse al espacio social entre la familia y el Estado, Marx le da el mismo significado pero invirtiendo la determinación: son las condiciones materiales las que determinan la conciencia de la SC. Señala, además, que la anatomía de la sociedad hay que buscarla en la «economía política». Posteriormente el concepto desaparece del vocabulario del liberalismo del mismo modo que la carga revolucionaria de la sociedad burguesa desaparecía. Este término no vuelve a aparecer hasta que a la burguesía se le vuelve a escapar, con los regímenes socialistas, el control del Estado. El imperialismo, desde los años 70, en su lucha contra el comunismo, utilizó vehementemente la denuncia de la ausencia de una SC «libre» con el fin de deslegitimar a los países socialistas. Hoy estas denuncias persisten en los casos de Cuba y Venezuela.

La sociedad civil como legitimación social de las sociedades modernas

Los nuevos retos de la burguesía para perpetuar su nuevo orden social desvirtúan el origen revolucionario de la SC. La construcción de hegemonía, tras las revoluciones burguesas, comienza a ejercerse al abrigo del poder político-estatal. A este nuevo concepto de SC lo llamaremos «Sociedad Civil Burguesa» (SCB). Para Gramsci, la SCB actúa de modo complementario de los aparatos coercitivos de la sociedad política (superestructura). Según el filósofo cubano [1] Jorge Luis Acanda la versión gramsciana de la SCB se puede definir como:

«el conjunto de organismos vulgarmente considerados «privados», que posibilitan la dirección intelectual y moral de la sociedad mediante la formación del consentimiento y la adhesión de masas. La sociedad civil está articulada por múltiples organizaciones sociales, de carácter cultural, educativo, religioso, pero también político e incluso económico. Por mediación de ella se difunden la ideología, los intereses y los valores de la clase que domina al Estado, y se articula el consenso y la dirección moral e intelectual del conjunto social. En ésta se forma la voluntad colectiva, se articula la estructura material de la cultura, y se organiza el consentimiento y la adhesión de las clases dominadas».

La violencia estatal es condición necesaria pero no suficiente para el mantenimiento del status quo. La condición de suficiencia la otorga la legitimidad. De la misma manera que el Antiguo Régimen necesitaba de la religión como fuente de legitimidad del poder, las sociedades modernas necesitan del ‘consenso social’ como fuente de legitimidad. La producción de consenso social es la principal tarea de la SCB. Ésta es toda esa anatomía social, mediática y cultural, con su opinión pública y publicada, de la democracia burguesa desarrollada, que sirve para absorber las contradicciones internas del sistema, difundiendo ‘hacia abajo’ la ideología dominante y filtrando ‘hacia arriba’ la protesta social y las iniciativas colectivas hasta adaptarlas a los intereses de la burguesía. En definitiva, mientras que el Estado tiene el monopolio de la violencia, la SC es el gran organismo gestor del monopolio de la paz social. Para tal fin la musculatura (SC) de la superestructura se ha perfeccionado durante todo el siglo XX a través del desarrollo del ‘Estado de derecho’, el ‘Estado de bienestar’ y la sociedad mediática (¡el gran invento!) con sede pasiva en todos los hogares.

La sociedad civil como lenguaje interclasista postmoderno

 

Del mismo modo que Marx se quejó de la indeterminación que le venía heredada del término SC para analizar las relaciones sociales, actualmente parece que damos marcha atrás cuando en determinados sectores de la izquierda se pretende disolver la categorización clasista en la categoría de SC. Es como confundir estructura ósea con muscular o intentar explicar la estructura muscular obviando la ósea. Los ‘llamamientos postmodernos a la SC’ no se sabe si se dirigen a las fuerzas vivas populares o a la SCB. Cierto es que el desplazamiento del obrero industrial dentro de la estructura de la clase trabajadora, junto al protagonismo de la aristocracia obrera y otros colchones económicos que tienen los países centrales del imperialismo, ha servido de base material para esas versiones posmo-reaccionarias que han calado en cierta izquierda que oscila entre la ingenuidad y la comodidad intelectual.

Desde un punto de vista revolucionario la participación en la SCB es instrumental y sometida al principio de conveniencia revolucionaria puesto que no es un terreno neutral; es un agujero negro ideológico lleno de trampas, con dinero y poder de por medio, que hace venderse a la mayoría de dirigentes sociales por las prebendas y las promesas de ascensión política que la SCB ofrece. También, la SCB, ejerce de intelectual orgánico persuasivo que puede ser muy efectivo cuando no existe un tejido asociativo que ejerza contrapoder. Un ejemplo de SC que ejerce contrapoder es en Euskal Herria lo que podríamos denominar sociedad civil abertzale, que expresa un amplio movimiento popular en todos los frentes (laboral, ocio, vecinal, cultural, político, urbano, rural, la desobediencia civil y militar…) teniendo de referencia, para aglutinar la argamasa política, al periódico Gara, desconectándose así de la superestructura del sistema. En definitiva, la sociedad civil socialista se construye antes y después de la revolución.

 

La sociedad civil socialista y la extinción del Estado socialista

El término sociedad civil está ausente en la literatura tradicional leninista. Lenin en El Estado y la Revolución, clarificó la problemática del Estado dotándole de una naturaleza de clase, como «consejo de administración» y brazo armado de la clase dominante. También dejó claro que en última instancia los comunistas luchamos por la extinción del Estado, que no es lo mismo que su abolición por decreto. La mayor aportación del líder de la revolución bolchevique es el desenmascaramiento de la socialdemocracia que sólo pretendía ser administrador del Estado burgués, consolidando la arquitectura institucional burguesa basada en el cretinismo parlamentario como correa de transmisión de la burguesía. A ello Lenin contrapuso una arquitectura institucional socialista vinculando la soberanía popular a la decisión productiva: los consejos de obreros, soldados y campesinos llamados soviets. En su experiencia, el socialismo del siglo XX no desarrolló el concepto de SCS, cayendo en la simplificación de la vieja burguesía: es suficiente con la creación de las organizaciones de masas como correa de transmisión. Así pues, la simplificación del organismo social, con la dicotomía clásica de la base económica y la superestructura, fue lo que predominó.

La gran escisión histórica entre SC y Estado, se volvía a resolver, también en el socialismo real, engullendo el segundo al primero. Sin embargo, es justo reconocer que era necesario, en un país subdesarrollado y semifeudal, y en pleno proceso de generalización de los servicios sociales, de construcción de un ejército rojo y de socialización de la economía, que el Estado creciera de forma potente; pero también debió crecer al mismo ritmo la joven sociedad civil soviética como elemento de control popular del proceso revolucionario. Lo hizo pero no suficiente como lo demuestra la experiencia socialista soviética en su conjunto. Posiblemente, la anorexia de la sociedad civil soviética sea, junto con la problemática de la industrialización [2] , un factor clave para explicar por qué las masas no salieron a defender el poder soviético cuando cayó el muro. Esa desafección contrasta con la resistencia del socialismo en Cuba, lo cual elogia la actitud del Partido en el liderazgo, ya que no perdió el contacto con el sentir de las masas, intentado que cada paso adelante se hiciera con el máximo consenso popular dentro de la batalla de ideas.

Conclusiones

Entender el concepto de clase sin el de SC nos lleva a no sólo no entender la dominación burguesa moderna, sino que tampoco entenderemos la contradicción de dirigentes-dirigidos que se produce en el socialismo. No obstante, existe otra interpretación peor: entender la sociedad civil sin concepto de clase, un músculo sin hueso, en el que coinciden postmodernos de izquierdas y de derechas, en una época de hegemonía del individualismo metodológico en las ciencias sociales.

La democracia burguesa, pese a engullir soterradamente a la sociedad civil dentro del Estado, mantiene las formas. Existen toda una serie de organismos sociales e institucionales que resuelven pacíficamente las contradicciones interburguesas y dotan a ésta sociedad de una importante vida social que adquiere una cierta autonomía relativa gracias, entre otras cosas, a las cloacas de la competencia del mercado, pues éste aparece como quien reparte éxitos y frustraciones individuales, sacudiéndole las culpas a la clase dominante de las injusticias sociales.

Las experiencias socialistas del siglo XX nos muestran cómo las organizaciones de masas tenían un importante grado de participación social pero parece evidente que no fue suficiente para fortalecer la iniciativa de las masas y la reproducción ideológica del sistema. Para Marx, el régimen socialista debe devolver «al organismo social todas   las fuerzas que hasta entonces venía absorbiendo el Estado parásito, que se nutre a expensas de la sociedad y entorpece su libre movimiento» , [3]

El concepto desarrollado por el Partido Comunista de Cuba, por una parte, aprende de las sociedades modernas burguesas en cuanto a desarrollar tanto a nivel micro como macro el tejido asociativo, y por otra parte, lo supera dotándole del sentido emancipador del socialismo. El ‘consenso social socialista’ no es otra cosa que la defensa activa y consciente del proceso liberador. Por ello el Partido ni debe fusionarse con el Estado ni debe sustituir a la sociedad civil, ejerce el liderazgo con autoridad moral e ideológica pero sin estrangular la iniciativa de las masas ni estar prisionero de la razón de Estado. El Partido tiene que liquidar a la SCB pero debe construir una nueva SCS. El comunismo es en última instancia el movimiento real que supera el estado de las cosas en un proceso hacia una mayor emancipación. Ese proceso exige la resolución progresiva de la escisión histórica entre la SC [4] y el Estado, teniendo necesariamente que ser superada por una nueva unidad social que no sea ni Estado ni SC,… será entonces, por fin, cuando podamos gritar a pleno pulmón aquello que dijo Rousseau:

El primero al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir «esto es mio» y encontró personas lo bastantes simples para creerle, fue el verdadero fundador de la sociedad civil. ¡cuantos crímenes, guerras, asesinatos, miserias y horrores no habría ahorrado al género humano quien, arrancando las estacas o rellenando la zanja hubiera gritado a sus semejantes!: «Guardaros de escuchar a ese impostor!; estáis perdidos si olvidáis que los frutos son de todos y que la tierra no es nadie» [5]



[1] Tras las amenazas imperialistas estadounidenses de subvencionar una sociedad civil «libre» en Cuba, varios investigadores cubanos como Isabel Monal, Elvis R. Rodríguez Rodríguez, Humberto Valdés, Manuel Lester-Hanson, vinculados al Partido Comunista, teorizaron en torno al concepto de SC y SCS. Unas aportaciones que hago mías en el presente trabajo.

[2] Los Límites del Desarrollo del Socialismo en la Unión Soviética (2007). Pablo G.V.

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=52620

[3] La Guerra Civil en Francia (1871)

[4] Para seguir leyendo sobre SCS:

http://www.cubasocialista.cu/texto/cs0226.htm

http://www.cubasocialista.cu/texto/cs0241.htm

http://www.pucsp.br/neils/downloads/v8_isabel_monal.pdf

[5] Discurso sobre el origen de la desigualdad (1755)