1.-El capitalismo es un sistema perverso, definido por un conjunto de complejas relaciones que por su propia naturaleza genera y necesita la desigualdad, te esclaviza al mercado, te reduce a ser un mero proveedor de fuerza de trabajo, y desechable en cualquier momento, al igual que una pieza gastada de las máquinas.
El capitalismo no es un sistema natural, es una construcción histórica que como tal tuvo su principio y tendrá final, a pesar de que los gobiernos y los aparatos del estado hacen lo posible por superar sus crisis y problemas, siempre favoreciendo a las clases sociales más ricas.
2.- Para estos grupos dominantes, los gobiernos articulan privatizaciones de servicios públicos transfiriendo riqueza pública a manos privadas, les conceden cientos de millones de euros en subvenciones, beneficios y ayudas fiscales, y les facilitan normas laborales con las que someter a la clase trabajadora, en muchos casos con el consentimiento de los sindicatos del régimen (CCOO, UGT).
Sin embargo, las instituciones sociales que atienden a buena parte de la población más humilde reciben pequeñas ayudas, migajas o les recortan los servicios públicos que necesitan, ya sean hospitales, centros educativos, centros de atención a personas mayores y a personas con discapacidad, etc. El hecho es que estas instituciones sociales de atención pública reciben una precaria atención de los gobiernos pasando enormes dificultades para sostener unas actividades vitales para el funcionamiento de la sociedad.
3.- Este sistema por unas razones u por otras no puede mantener su estabilidad y equilibrio sin divisiones en el movimiento obrero. No se puede sostener sin generar fragmentación entre la clase trabajadora. Así, en muchos centros de trabajo aparecen serias divergencias entre quienes ocupan los puestos inferiores de la base socio-laboral y los que dirigen la organización. Hay quienes trabajan más horas diarias de las que marcan sus convenios, los turnos y descansos legales se incumplen, se encomiendan a algunos de los asalariados tareas que necesitan una formación profesional de la que carecen, o cometidos que por su naturaleza específica y delicada necesitan de una mayor protección física. En resumen, desaparece la legalidad que establece el Estatuto de los Trabajadores y los convenios laborales.
En estos casos, los dirigentes de los centros de trabajo deberían buscar soluciones más allá de no atender y escuchar a las personas afectadas que, en ciertos casos, por la presión laboral, se ven compelidos a sufrir contratiempos físicos o mentales. Otras personas, no soportan las condiciones de trabajo y se vuelven voluntariamente a su casa, con todas las consecuencias que implican para su vida la renuncia a unos ingresos. Los trabajadores que dirigen la organización se equivocan si no intentan buscar soluciones a estas situaciones concretas por las que pasan algunas personas que son sus compañeros.
4.- Una característica del sistema de dominación es la Falsa Conciencia. Cuando algunos trabajadores denuncian directa o indirectamente una situación laboral que les ha conducido o conduce al fracaso vital y a sufrimientos mentales, otras personas trabajadoras niegan públicamente sus denuncias. El resultado de esta falsa conciencia es un mundo en donde las personas defienden con fervor las normas y condiciones que les explotan y oprimen, ajenos a lo que sufre el compañero.
Una expresión de la falsa conciencia es el oportunismo. Este aparece como algo innato, una especie de espontaneidad que está siempre presta para irrumpir con fuerza arrolladora. Hay gente que encuentra en la negación de la situación denunciada una oportunidad para mostrar públicamente sus simpatías con la dirección del sistema, mientras que tratan como villanos a los activistas sindicalistas que se han atrevido a realizar la denuncia.
5.- El sistema de dominación, también trabaja en lo que se llama Recuperación, mecanismo para diluir, vaciar y negar el contenido de las resistencias contra la explotación y la opresión que realizan unas pocas personas. Es decir, digiere y vomita sus críticas más radicales vendiéndolas a toda la sociedad como mercancías de valor cero, falsas e inofensivas.
A veces, la gente no da la cara por miedo a perder su empleo, y a sufrir una posible persecución para callar sus voces discrepantes. Sin embargo, no tardará el momento en el que la persona o personas afectadas dejen de permanecer ocultas y rompan su silencio, y entonces observarán que tienen más apoyos de los que pensaban. Sin embargo, si las estructuras no se transforman y no comienzan a tener en cuenta las necesidades humanas que reclaman sus componentes, por pocos que sean, el velo de propaganda ideológica entre su clase trabajadora y en la sociedad, antes o después, comenzará a rasgarse.
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